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Literatura

El CeDInCI custodiará la biblioteca y el archivo de Beatriz Sarlo

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El Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI) anunció que custodiará el archivo y la biblioteca de la ensayista Beatriz Sarlo, fallecida en diciembre pasado, en cumplimiento de su voluntad expresada en vida. 

El material, uno de los legados intelectuales más relevantes de la Argentina contemporánea, ya fue trasladado a la sede del centro, en Rodríguez Peña 356, donde la escritora fue velada.

El comunicado difundido por la institución y replicado por colegas y allegados, confirma que el acervo —hasta ahora resguardado en el estudio de Sarlo en la calle Talcahuano— se encuentra en proceso de ordenamiento y catalogación. 

La colección incluye alrededor de cuatro mil volúmenes, mayormente centrados en literatura argentina y crítica cultural latinoamericana, así como un archivo personal con correspondencia, fotografías, manuscritos, recortes, entrevistas y fichas de investigación.

“Alojar este legado es un honor así como una enorme responsabilidad”, expresó el CeDInCI, que trabaja en reunir los recursos humanos y materiales necesarios para su adecuada conservación y futura apertura al público, prevista para 2026.

El traspaso fue coordinado por el círculo íntimo de Sarlo —entre ellos Adriana Amante, Adrián Gorelik, Sylvia Saítta, David Oubiña y Hugo Vezzetti— que no participa en la causa sucesoria. En ese proceso legal intervienen el ex esposo de la escritora, Alberto Sato, una prima y el encargado de edificio Melanio Alberto Meza López, quien solo reclama el departamento de la calle Hidalgo 140 y el cuidado de la gata de la escritora. Según informaron sus allegados, los libros del departamento de Caballito no forman parte del legado destinado al CeDInCI.

La noticia responde a reiteradas consultas de la comunidad académica y del público general sobre el destino de la obra documental de la autora de “Una modernidad periférica”.

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Textos para escuchar

Que no calle la calle – Adela Basch

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La escritora Adela Basch narra cuatro poemas de su libro Que no calle la calle


Avellaneda

Ha venido el otoño.
Hojas doradas llenan la avenida.
Él la ve colmada de hojas caídas.
Piensa en una escoba,
tal vez un rastrillo,
que limpie ese reguero
que cruje amarillo.
Súbitamente, cae un aguacero.
“Que él lave la calle”,

piensa el caminante,
y él la ve colmada

de hojas doradas
que la lluvia lava.
Ha venido el aguacero,
ha venido y ha lavado,
ha lavado el cielo,
ha lavado el suelo.
Ahora llega un ave
con certero vuelo.
El ave, ya nebulosa,
surca el espacio celeste.
El ave ya anhela,
norte, sur, este, oeste.
Y el ave ya necesita
descansar de sus corridas.
El ave ya llega, el ave ya anida,
en su hogar, en la avenida
Avellaneda.

Cerrito

Hay un cerro, hay un cerro
en medio de la ciudad.
No es un cero, no es un cero
por una erre de más.
No es un carro, no es un carro
por cuasa de una vocal.
No es un perro, no es un perro
por una letra, no más.
Es un cerro muy pequeño,
esa es la pura verdad.
¡Díganme si no es un sueño
que esté allí donde está!
Entre edificios y autos,
en medio de la ciudad.
Pero también les comento
que es bonito, bien bonito
ser un poquitín incautos
y junto a tanto cemento
encontrarse con Cerrito.

Las Heras

En las eras ciudadanas
alguien encera la acera.
Tanto pule con la cera
que finalmente lacera
toda la calle Las Heras.
Mientras pasa una italiana
y saluda: “¡Buona sera!”

Castillo

Es claro que no es lo mismo
sopa y sapo, rastro y rostro,
trampa y trompa, costa y costo.
Es claro que es diferente
gorra y garra, rusa y risa
corto y carta, lento y lente.
¡Qué cosa excepcional
lo que puede una vocal!
Yo misma me maravillo
al ver que un pequeño cambio
es capaz de convertir
una costilla en Castillo.

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Historias Reflejadas

“Libres pinceladas”

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Libres pinceladas

Más allá de las olas, donde lo evidente se desvanece en palabras pintadas sobre los recuerdos, se asoma la imagen que sostiene cada una de las cosas.

El universo, reflejado en manchas vacías a los ojos de aquellos que no pueden descubrirlo, atrapado en una simple pincelada, despojada de todo.

El alma, recortada de su cuerpo, tan solo una sombra que se escapa para aventurarse en una vida que no logra reflejarla.

Hay que atreverse a nadar en los instantes felices, carentes de necesidades, adentrarse en el bosque de la existencia para saborear los segundos, para absorber los colores, para esparcir sobre el lienzo de los días las gotas de un amor sereno.

Es posible detenerse en las rugosidades del tiempo, caminar la aspereza de los senderos, hacerse parte del arroyo donde habitan nuestros miedos, enredados en las piedras, con las que tropezamos para salvarnos de las seguridades que nos limitan.

Más allá de las aguas, por encima de los sueños, la felicidad habita los segundos que se han quedado quietos en la incansable memoria de las horas y libera su imagen para eternizarla.

Andrea Viveca Sanz

Se reflejan en esta historia: “El hacedor”, de Jorge Luis Borges, libro Antología personal; “La felicidad”, de María Teresa Andruetto, libro Cacería; “El pescador y su alma”, de Oscar Wilde, libro Cuentos Completos; y “Cómo se salvó Wang-Fô”, de Marguerite Yourcenar, libro Cuentos orientales.

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Historias Reflejadas

“Imágenes calladas”

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Imágenes calladas

Las sombras atrapan las palabras y un mutismo incómodo se balancea en el silencio de amores desgarrados.

En la noche, opaca e infinita, se anudan pasiones imposibles de domesticar.

Lento y pausado es el vuelo del pájaro que se detiene en un borde de la muerte, sobre la línea en la que se rompen las cadenas que ponen fin a las batallas de la vida; tensa oscilación en la que las bestias cuestionan y desafían.

Los monstruos que nos habitan detienen su marcha y se entregan al olvido.

En el fondo, las verdades permanecen adheridas como ventosas a una roca de la existencia y mueven su cola para manifestarse.

Más arriba, en la superficie, se observa el reflejo de aquello que somos, despojado de todo hipnotismo.

A través de una fisura del tiempo, un espejo encuentra el brillo de imágenes calladas, destellos de nuestra totalidad contenidos en la memoria.

Andrea Viveca Sanz

Se reflejan en esta historia: “La lenta velocidad del coraje”, cuento de Andrés Rivera del libro publicado por la revista “3 Puntos”; “El amor es un pájaro salvaje”, cuento del libro “Cuentos completos” de Héctor Tizón; “La anunciación negra”, cuento de Marco Denevi del libro “Falsificaciones”; y “Sherezade”, cuento de Haruki Murakami del libro “Hombres sin mujeres”.

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