

Historias Reflejadas
Historias reflejadas: “La llave de los silencios”
La llave de los silencios
Adormecidos en las fisuras del pasado, hay recuerdos que se infiltran despacio y amurallan el presente.
Sepultados en las fosas de la memoria muchos secretos anuncian una desgracia.
Una aguja atraviesa las entrañas y sumerge en el olvido lo que lastima y aflora como un puñal.
Gotas de miedo que atan las palabras se evaporan para liberar aquello que, de tanto callar, se encuentra enterrado en un sótano de silencios.
El cuerpo, territorio de historias escondidas, hilvana lágrimas que lavan el mutismo de los sentimientos.
Una foto velada congela el instante que mucho más tarde se revelará nítido, en las orillas de otro tiempo, para manifestarse.
Un dolor oculto en viejos escondrijos espera callado en las grietas del olvido.
Sobre una pared las sombras juegan y se desvanecen borrosas, una y otra vez, ahogando a la verdad que puja por salir.
Hay un cerrojo que calla y una llave que abre los silencios, para que los fantasmas del pasado emerjan desde las cavernas del alma y se conviertan en un haz de luz que todo lo transforme.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia: “La mujer del tiempo”, de Ana María Bovo; “La estrella prohibida”, de María Border; “La hora del lobo”, de Cristina Loza; y “La casa maldita”, de Bárbara Wood.

Historias Reflejadas
“Lazos”

Lazos
Retornar, volver de la oscuridad, atreverse a cruzar las aguas del miedo y del dolor donde se mecen los recuerdos, para llegar a la esencia del alma.
En las esquinas del tiempo, duermen todavía algunos amores silenciados. Ellas no pudieron elegir, debieron caminar despacio cada tramo de un destino elegido por otros.
Todo lo deseado quedaba lejos, ubicado en la otra orilla de la vida, y había que guardar en los ojos aquello que jamás se volvería a ver.
Fue necesario conocer el ardor de aquella cachetada que las obligó a levantarse. Sus pies, descalzos de alegrías, adquirieron una firmeza desconocida. Transitaron el lodo y pudieron trascender el hueco de la existencia en el que estaban escondidas las dudas.
Por fin, desde el agujero negro en el que estaban atrapadas pudieron vislumbrar la libertad.
Cada uno de los eslabones que formaban parte de la gran cadena familiar, comenzaron a soltarse y las angustias de otros tiempos se convirtieron en verdades sanadoras.
Saltaron por encima de los prejuicios, arriesgaron y asumieron las consecuencias. Sus lágrimas solitarias las ayudaron a volver.
Retornaron del laberinto del dolor y, por fin, encontraron en el amor un lazo eterno, imposible de romper.
Todas ellas, después del abismo, cruzaron las aguas del miedo, llegaron a la otra orilla y conocieron la felicidad.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia “Volver del abismo” de Laura Miranda, “Y ellos se fueron” de Viviana Rivero, “Ese ancho río entre nosotros” de Gabriela Margall, y “Encaje de dos orillas” de Mirta Pérez Rey.
Historias Reflejadas
“Ansiada libertad”

Ansiada libertad
Murallas derrumbadas dejaron al descubierto los secretos silenciados. Ella soltó por fin las palabras ocultas, sepultadas al solo efecto de mantener las apariencias. Necesitaba reparar heridas que todavía sangraban. Nada era lo que parecía. Detrás de la fachada de su cuerpo, una inmensa soledad era su única compañía.
Debajo de la tenue máscara que ocultaba la verdad, se escondían bellezas negadas, riquezas cargadas de pobreza, abundancia teñida de escasez y pasiones que se convirtieron en traición y fueron, durante mucho tiempo, dolores enterrados.
Ella buscaba liberarse del pasado. Dejó caer su pesada carga y la convirtió en palabras, que fueron hechos. Los acontecimientos se desplazaron, vitales, y se fueron entrelazando en una línea imaginaria, arrastrando consecuencias irremediables en el juego de la vida.
Desparramados en el suelo de su existencia quedaron al descubierto los silencios que la hacían esclava.
Por fin había logrado la tan ansiada libertad.Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia: “Pasión y traición” de Florencia Canale, “Historia de una mujer” de Marcelo Birmajer, “Pasado imperfecto” de Andrea Milano, y “Palabras silenciadas” de Luis Carranza Torres.
Historias Reflejadas
“Sin fronteras”

Sin fronteras
En la gran colmena que constituyen cada uno de los países del mundo, el encuentro aún es posible.
Un rítmico decir de tambores lejanos, clama desde el continente negro. ¿Lejano para quiénes?
Culturas que se interpelan unas a otras, caminos cruzados de penas y dolores.
África sangra ausencias, llora angustias de mujeres despojadas de su esencia, obligadas a enterrar el precioso tesoro de la libertad, se lamenta por aquellos hombres encadenados a los deseos caprichosos de algunos, que ambicionan y controlan, y mira con dolor a miles de niños abrazados por los sonidos de la selva, que se entregan abandonados a los latidos de un destino sin final feliz.
Si lográramos mirar más allá de nuestra propia celda, si por un instante pudiéramos detenernos a escuchar el llamado de los tambores lejanos y hacernos uno con sus latidos, tal vez sería posible desdibujar las fronteras que aíslan y lastiman.
En la gran colmena que constituye este planeta, es tiempo de desplegar las alas, levantar vuelo y crear una corriente de respeto, amor y paz.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia: “Bajo el sol de Kenia” de Bárbara Wood, “Caballo de Fuego (Congo)” de Florencia Bonelli, “La masai blanca” de Corinne Hofmann y “Africa, tormenta de libertad” de Hernán Lanvers.
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