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Literatura

Paréntesis – Andrea Viveca Sanz

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La escritora Andrea Viveca Sanz lee su texto “Paréntesis”.


Son tres líneas de puntos en suspenso. En ese paréntesis de la vereda el tiempo se alarga. Desde adentro del banco alguien espía. Toma nota de la longitud de las filas, ordena. Hace calor y la humedad impregna los cuerpos y las cosas. Poco a poco, ante una señal imperceptible nos movemos. Avanzamos en espera, balanceándonos entre palabras que van y vienen, como si fueran vientos que rompen el espacio. Por momentos, también retrocedemos obligados por las circunstancias. Una señora vestida de rojo arrastra el carrito de compras. Mira el reloj antes de atravesar la línea de puntos que nos contiene, parece apurada. La recta se parte en dos, da espacio a la mujer que acelera sus pasos para seguir su propia recta. Nos juntamos otra vez. El orificio de paso se cierra. Los sonidos de la calle se mezclan con el murmullo de la gente. Los pájaros huyen de los ladridos del perro que descansa a un costado de los puntos suspensivos, al borde de las voces. De pronto sucede un silencio breve, el chico en silla de ruedas pide ayuda para entrar al cajero. Otra fila se desarma, hace lugar al chico y a la silla, el señor de remera azul lo acompaña. En la puerta el policía llama al que sigue. Nadie sabe por qué sigue el que sigue. Supuestamente tiene turno. El tiempo se estira. Somos puntos quietos. La sombra del árbol nos cobija. En lo alto las hojas se mueven apenas como si acompañaran el ritmo de la espera. Avanzamos sobre las baldosas, apenas unos pasos cada media hora. Detrás de nosotros un señor se queja de la lentitud. Por la calle circulan autos, micros y motos. Son arrastrados por las obligaciones y las rutinas. Un gorrión da vueltas alrededor de nuestras cabezas, como una premonición. Minutos antes de que el sistema se caiga.

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Literatura

Los secretos de un himno

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Por Luis Carranza Torres (*) /
Especial para ConArte Cultura //

En sus inicios fue nombrado como “Marcha patriótica”, luego “Canción patriótica nacional”, para posteriormente denominarlo “Canción patriótica”. Fue en 1847 que una publicación lo llamó “Himno Nacional Argentino”, nombre que ha conservado hasta la actualidad.

Nace de una representación teatral. El 24 de mayo de 1813 tras asistir a la representación en la “Casa de Comedia” de Buenos Aires de la obra teatral de Luis Morante “El 25 de Mayo”, referida a la Revolución de Mayo de 1810, Alejandro Vicente López y Planes, se sintió inspirado y a la salida del teatro, esa misma noche, escribió la primera estrofa de un himno para reemplazar al que finalizaba la obra, escrito por Morante con música del español Blas Parera y Moret.

Vicente López y Planes

Nacido en Buenos Aires, había cursado estudios primarios en la Escuela San Francisco, los secundarios en el Real Colegio San Carlos y obtenido el doctorado en leyes en la Universidad de Chuquisaca. Pero a más de las leyes, se había desempeñado como capitán de Patricios durante la Segunda Invasión Inglesa al Río de la Plata. Luego de la victoria en tal contienda, había compuesto un poema titulado “El triunfo argentino”.

Fue también uno de los primeros auditores militares del ejército argentino en la Primera Expedición Auxiliadora al Alto Perú de 1810. Diputado tanto en la Asamblea del Año XIII como en el Congreso de Tucumán, se desempeñó también como secretario del Congreso Constituyente de 1824, ministro, presidente provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, entre el 7 de julio y el 18 de agosto de 1827, Juez del Tribunal de Justicia durante la gobernación de Rosas y gobernador de Buenos Aires tras la caída de éste, entre el 3 de febrero y el 26 de julio de 1852.

En un oficio del 22 de julio de 1812 dirigido al Cabildo de Buenos Aires, el Triunvirato gobernante en las Provincias Unidas pedía componer una “marcha de la patria”, para ser ejecutada al principio delante de las clases.

Un año después, la Asamblea General Constituyente del Año XIII aprobó su letra como “Marcha Patriótica” el 11 de mayo. Y al día siguiente le encargó componer una nueva música a Blas Parera, quien terminó la partitura en una sola noche.

Blas Parera

El músico era un español nacido en Murcia de padres catalanes que había emigrado a América en 1793 y cuatro años más tarde, en 1797, se radicó en la Ciudad de Buenos Aires, desempeñándose como compositor, profesor en el Colegio de Niños Expósitos y también enseñando de forma particular violín, piano y laúd.

Fue organista de la Catedral Metropolitana de Buenos Aires y en las iglesias de San Nicolás, San Ignacio y La Merced. Daba además conciertos como violinista, clavicordista y componiendo tonadillas. Fue director de orquesta en el Coliseo Provisional de Comedias de Buenos Aires, llamado luego «Coliseo Argentino» y «Teatro Argentino».

Participó en la defensa de Buenos Aires durante las Invasiones Inglesas de forma voluntaria. En 1809, se casó con Facunda del Rey, previo permiso del Virrey, quien había sido una de sus alumnas en el Hogar de los Niños Expósitos, donde cantaba en el coro. 

Por realizar la música del himno, recibió la suma de doscientos pesos, conforme Álvaro Abós, en «La música de Blas Parera sigue sonando». Se trataba de una suma importante en esa época. 

En 1817, Parera abandonó la Argentina, viviendo varios años en Río de Janeiro y finalmente en España. No se conoce a ciencia cierta la causa de ese exilio voluntario. Carlos Vega, musicólogo, la explica en la exigencia de la época a todos los españoles residentes de jurar fidelidad al nuevo país que surgía y tomar carta de ciudadanía. 

Desde su inicio el himno, llamado “Marcha Patriótica” por ese tiempo, gozó de una gran aceptación y difusión popular. No solo se cantaba de continuo en los actos oficiales, en el teatro y hasta en tertulias, sino que era entonado por la población en general, frente a las más diversas ocasiones de entidad.

Una prueba de eso es lo escrito en 1817 por el diplomático estadounidense Henry M. Brackenridge en su libro “Voyage to South America”, quien durante el transcurso de una travesía en barco desde Montevideo a Buenos Aires fue testigo de una de esas interpretaciones espontáneas:

Por la tarde, nuestros compañeros, después de beber un vaso de algo estimulante, rompieron con una de sus canciones nacionales, que cantaron con entusiasmo como nosotros entonaríamos nuestro ‘Hail Columbia!’. Me uní a ellos en el fondo de mi corazón, aunque incapaz de tomar parte en el concierto con mi voz. La música era algo lenta, aunque audaz y expresiva… Este himno, me dijeron, había sido compuesto por un abogado llamado López, ahora miembro del Congreso, y que era universalmente cantado en todas las provincias de El Plata, así en los campamentos de Artigas, como en las calles de Buenos Aires; y que se enseña en las escuelas como parte de la esencia de la educación de la juventud…

​No es un hecho históricamente acreditado que se cantara, como dice la tradición, el 14 de mayo de 1813 en la casa de Mariquita Sánchez de Thompson por primera vez. Y si bien se entiende que fue entonado en los actos del 25 de mayo de 1813 como primera presentación pública, el primer registro de su interpretación es en la noche del 28 de ese mismo mes en el teatro durante una función patriótica. 

Juan Pedro Esnaola

En 1860 Juan Pedro Esnaola realizó algunos cambios a la música basándose en anotaciones manuscritas del compositor.

Amigo personal de Juan Manuel de Rosas y maestro de música de su hija Manuelita, a la caída de Rosas no resultó afectado. El ser buen músico protege de muchas cosas, como se ha verificado más de una vez en la historia.

La grabación más antigua que se conserva del himno es la del tenor italiano Arthur Adamini, realizada en disco de gramófono alrededor de abril de 1899.

Fueron suprimidas algunas estrofas por un decreto del presidente Julio Argentino Roca en 1900, y actualmente existe una versión más corta que se ejecuta en competencias deportivas, mundiales y juegos olímpicos. 

Diversos estudios consideran a la pieza como uno de los himnos más logrados del mundo. 

En 2023, tres estudiantes de la ciudad de Naperville, en Estados Unidos, llevaron a cabo una investigación que abarcó a todos los himnos del mundo e hicieron un ranking comparando los mejores. Tras dos meses de investigación y escucha, dieron el primer lugar al “Himno Nacional Argentino”.

El estudio fue publicado por el periódico estudiantil Central Times y, vía un tweet rápidamente se viralizó a todo el mundo.

Uno de los integrantes del grupo, Braden Hajer, manifestó: “No teníamos ningún tipo de expectativas cuando lo escuchamos, así que, al hacerlo, quedamos literalmente boquiabiertos. Es el único que está orgullosamente en el tope de la lista. Esta pieza es una total obra maestra y da mucha alegría escucharla. Es un himno de varios movimientos en los que se entretejen ambientes, emociones y tempos”. 

Historias de una canción que representa en lo profundo a un pueblo desde hace ya más de dos siglos.

(*) Abogado y escritor. Para leer más del autor visitar https://luiscarranzatorresescritor.blogspot.com/

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Artes Plásticas

Bosquemadura e-ditorial, un oasis digital para el arte y la cultura

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca)
y Walter Omar Buffarini //

Ahí, entre complicidades de árboles agradecidos, donde las palabras germinan y se multiplican sin dañar, entre hilos de savia y voces de madera, nace Bosquemadura e-ditorial de arte, un sello que difunde libros digitales en los que el arte es protagonista.

Ahí, entre líneas y colores, el detalle se manifiesta como una ramificación del paisaje, de los paisajes que nos habitan, son árboles que se expanden, tiempos sonoros, luces proyectadas en las pantallas que nos conectan más allá de los ruidos cotidianos, en el silencio que revela y que protege.

Las primeras semillas de Bosquemadura fueron sembradas en un tiempo sin tiempo, el de la pandemia. Esas semillas germinaron y poco a poco fueron echando raíces hasta dar vida a unos particulares “bosques digitales”, arboledas de arte que prometen florecer y dar frutos. Una reforestación de las palabras, de la cultura.

ContArte Cultura dialogó con la directora Adriana Musitano, y el asistente editorial Francisco Marguch, quienes desandaron el camino del sello para contar cuál fue la idea original que los puso en marcha y compartir detalles del trabajo que llevan adelante.

—¿Cuándo surge la idea de fundar la editorial y cuál fue el disparador?

—El disparador que impulsó el lanzamiento de Bosquemadura fue una combinación de factores clave, en un tiempo distópico, la pandemia. Por una parte, la preocupación por el medio ambiente y por el otro, la creciente convergencia entre el arte y la tecnología como posibilidad de crear nuevas posibilidades de lectura/expectación. El equipo fundador de la e-ditorial estaba profundamente sensibilizado por la crisis ambiental y la necesidad de encontrar formas más sostenibles de crear y disfrutar del arte. Lo que nos movió fue el deseo de crear una e-ditorial que no solo abrazara la tecnología como herramienta creativa, sino que también se politizara activamente en relación con la protección del medio ambiente y la ampliación del público lector de arte. Este compromiso con la sostenibilidad y la innovación se convirtió en el motor que impulsó cada paso del camino, desde la concepción hasta la realización de Bosquemadura como un oasis digital para el arte y la cultura. 

—¿Cómo y por qué decidieron editar sólo contenido en forma digital y no en papel? 

—La decisión de no utilizar papel como medio de publicación surgió para disminuir (en lo posible) las emisiones de carbono  y que en las pantallas se cortara el flujo banal y se experimentara disfrute y conocimiento en la lectura de libros de arte. Y ello se convirtió en un principio fundamental que definió la identidad de Bosquemadura e-ditorial de arte desde el principio. Al mismo tiempo, el equipo estaba fascinado por el potencial de la tecnología para transformar la experiencia artística, mostrando detalles, colores, líneas, modalidades de las creaciones visuales que a simple vista en un museo, galería o libro en papel, no se pueden observar. Además, la idea de crear libros digitales interactivos, que no estuvieran limitados por las restricciones del formato impreso, aparecía emocionante y llena de posibilidades. Así, como decíamos anteriormente, la convergencia entre la preocupación ambiental y la exploración de nuevas formas de comunicación artística fue el catalizador que llevó al nacimiento de Bosquemadura.

—¿Quiénes son los responsables y, si es que existiera la división de tareas, qué roles desempeñan?

—Como directora —detalla Adriana Musitano— construyo la visión y rumbo estratégico de la editorial, definiendo los objetivos a largo plazo y las líneas editoriales que guiarán el trabajo de Bosquemadura. Junto a Francisco Marguch (asistente editorial) participamos en la selección y curaduría de las obras y supervisamos el proceso de edición y producción de los libros digitales. Luisa Domínguez se ocupó en dos momentos de la asistencia editorial y se desempeña actualmente como colaboradora externa. Adriana, Luisa y Francisco provienen del campo universitario, de estudios literarios, lingüísticos y culturales, por ello logran imprimirle a esta editorial de arte un sello fuertemente ensayístico. Gisela Here realiza el diseño de los libros digitales. Yanina Enrici es la encargada de la comunicación institucional, conectando la editorial con otras redes de instituciones y espacios, iniciándose ahora en la Asistencia editorial. Guadalupe Garione colabora con el área de difusión. NOMATENALMONO aporta en la tarea de creación y sostenimiento de la web (www.bosquemadura.com) y en tareas de publicidad. Pueden encontrar en nuestra web (https://bosquemadura.com/es/editorial/equipo) información sobre les demás participantes en la tarea creativa de la e-ditorial.

—Cuéntennos un  poco respecto de la elección de “Bosquemadura” como nombre de la editorial. 

—El nombre de la editorial, inspirado en el verso del poeta mexicano Xavier Villarrutia (1903-1950), rinde homenaje a la riqueza de los bosques maduros, simbólica en la literatura y la filosofía y en la vida del planeta, desde la perspectiva de la ciencia y de la vida comunitaria. A lo largo de la historia, escritores y pensadores han encontrado en los bosques un reflejo de la mente humana, un símbolo de misterio, crecimiento y transformación. Así, Bosquemadura se convirtió en un refugio para las palabras y las imágenes, un lugar donde las ideas podían echar raíces y crecer en libertad. Con cada publicación, Bosquemadura busca crear no solo libros, sino arboledas de arte, vastos y frondosos bosques digitales donde las ideas puedan florecer y madurar. En este espacio de encuentro entre la tecnología y la creatividad, la editorial se esfuerza por abrir nuevas puertas al conocimiento y el disfrute del arte, enriqueciendo así el paisaje cultural de nuestro mundo digital. Asimismo, su nombre trata de recordar la importancia de la reforestación como otra de las acciones relevantes para que maduren los bosques y atrapen el carbono, como lo son la siembra y protección de ellos. 

—¿Qué debe tener una obra para despertar el interés de la editorial y formar parte de su catálogo?

—Buscamos artistas que inventen/reconstruyan lenguajes, hagan pensar y disfrutar; que nos interpelen como personas con las que establezcamos vínculos afectivos. Para que una obra forme parte del catálogo de Bosquemadura, tiene que movilizarnos desde lo formal, como innovador o experimental, y que desde su contenido proponga respuestas, reflexiones y apueste a problemáticas de nuestro presente. Nos inspiran los libros en los que cada creador o creadora está presente y muy próximo al equipo de edición. Nuestros libros aspiran atraer por su calidad visual, buscamos mayor cercanía e interactividad con les lectores. Hay libros de artistas en soportes digitales, pero no conocemos e-ditoriales que se dediquen específicamente a realizar libros de arte digitales nativos y que trabajen en la edición junto con les creadores. Sabemos que los libros de artistas digitales son árboles desperdigados y que aún no constituyen un bosque. Nuestros e-books incitan a ser leídos, disfrutados por muchos, por sus bajos precios y acceso a lectores de distintos puntos. Nos alejamos de la inaccesibilidad de los libros de arte en papel, que tienen un precio de venta muy elevado y no siempre están disponibles en puntos de venta alejados del propio espacio de producción editorial. La e-ditorial busca que cada publicación acerque a los lectores y lectoras un objeto digital como si se tratase de un libro de artista; objeto único y precioso que atraiga por el despliegue visual y verbal, por la puesta en página y atmósfera poética creada.

—Háblennos de su primera obra editada, ¿cuál fue y qué anécdotas/experiencias les dejó?

—La primera obra publicada fue “Pharus. Del hemisferio Sur al Norte”,de la artista argentina Matilde Marín quien, a través de las imágenes de los faros, lleva a los lectores y lectoras a transitar espacios australes y boreales, recuperando distintos tiempos. Marín ha registrado con sutileza los faros de los dos hemisferios, captando luces, aguas, tierra y cielo. Quienes ven/leen el libro acceden a esos mundos en los bordes entre tierra y mares, en un viaje imaginario con diez estaciones, para conocerlos y explorarlos. “Pharus, del hemisferio Sur al Norte” testimonia la materialidad y simbolización que portan los faros aún hoy.

—¿Y cómo fue esa primera relación de la editorial con un artista?

—Trabajar con la artista implicó una relación muy cálida y altamente profesional, en tanto fuimos coordinando imágenes y textos con mapas y datos sobre los distintos faros fotografiados revelando un modo de acercamiento a los lectores y lectoras para el disfrute. Por ejemplo, fue revelador destacar en detalles los modos en que Marín dejaba visualizar la luz de los faros en tonalidades amarillas a diferencia de los grises en sus distintos matices que registraban esos emblemáticos espacios. Como expresa la crítica de arte Laura Casanovas en su análisis, ante la problemática de la desaparición de los faros por la falta de funcionalidad en tiempos de GPS, la artista, “con aguda reflexión y audacia comenzó a dar testimonio de sus destellos con una mirada que lejos de clausurar una época alienta nuevas preguntas, reflexiones y sentidos”. En ese momento, nos dimos cuenta de que la composición del libro estaba organizándose como un viaje. Un viaje que compartíamos con lectores y lectoras y que era necesario agregar mapas y palabras clave que ubicaran ese recorrido. Así, nombramos los océanos para desplazarnos como si fuéramos un pequeño barco que los recorría con nuestra vista e imaginación. Ubicamos cada faro en un punto de cada uno de los tantos mapas que Matilde proporcionó. Se surca el océano Atlántico y el paso de Magallanes, se asciende a la costa norte de Chile, se cruza el Pacífico hacia el Índico, se dirige la navegación hacia el sur de África surcando el Atlántico hacia el norte tocando los distintos puertos y faros registrados hasta llegar al faro de Islandia en la región boreal completando el viaje iniciado en las costas australes. Como e-ditorial agradecemos la generosidad de la artista, que dio inicio a nuestras publicaciones prestigiando con su obra el catálogo. Posteriormente, los vínculos que establecimos con el resto de les artistas siempre continúan esa línea de respeto, afecto y conjunción amorosa frente al arte y la edición. 

Artistas, ensayistas y libros de Bosquemadura

https://bosquemadura.com/es/artistas/lista
https://bosquemadura.com/es/ensayistas
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Feria del Libro

Se entregó el Premio Fundación El Libro al mejor libro de cuentos inéditos

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En el marco de la 48° Feria Internacional del Libro en Buenos Aires, se conocieron los ganadores del concurso que premia al mejor libro de cuentos inéditos. Con un jurado integrado por los autores argentinos Betina González y Federico Jeanmaire y la mexicana Guadalupe Nettel, se realizó el martes la ceremonia del Premio del Concurso Literario de la Fundación El Libro en la sala Domingo Faustino Sarmiento del Pabellón Blanco.

Este año se recibieron 432 obras provenientes de 15 países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, España, Estados Unidos, Israel, Japón, México, Paraguay, Perú, Suecia, Uruguay y Venezuela. Estos datos consolidan la proyección internacional de este galardón, que se confirma con los autores cuyas obras han sido reconocidas por el jurado.

En el acto estuvieron presentes el presidente de la Fundación El Libro, Alejandro Vaccaro, y el director general de la Feria del Libro de Buenos Aires, Ezequiel Martínez. “Agradecemos el arduo trabajo del jurado que en ‘esta brevedad de la vida humana’, como dice Borges, se han dedicado a leer muchísimos libros. Los jurados son como grandes antólogos”, dijo Vaccaro, quien destacó el lugar que ya ocupa en el mundo editorial este premio.

“Nos llegaron todos libros muy buenos y fue muy grato leerlos”, dijo Federico Jeanmaire. “Ser jurado es complicado, uno tiene que elegir y la elección es finalmente una cuestión de gustos”, dijo el autor de “Más liviano que el aire”.

Por su parte, Betina González agradeció a la Fundación El Libro por mantener este concurso. “No hay muchos y es difícil para los cuentistas encontrar editores”, dijo la autora de “Las poseídas”.

Los ganadores

El Primer Premio fue para el volumen de cuentos inéditos “Criaturas”, de la escritora argentina Nuria Bado. El segundo premio lo obtuvo el escritor catalán Marc Collel, por “El bozal”. Y el tercero fue para el argentino Gustavo Gros, por “Impresionismos”.

“‘Criaturas’ es una colección de doce relatos sumamente originales, donde las relaciones familiares aparecen dislocadas por el absurdo, el grotesco o el fantástico”, dijo el jurado sobre la obra ganadora. “La autora resuelve de manera magistral todos relatos que tienen una cualidad como ‘dislocada’”, agregó González durante el acto.

“Estoy inmensamente feliz con semejante galardón”, dijo la ganadora del primer premio, Nuria Bado, quien agradeció a su familia, sus amigos, al jurado y a la Fundación El Libro. “En estas épocas tan oscuras y difíciles que estamos transitando, con angustia y una tristeza colectiva, este es un espacio tan importante para la cultura, arte y educación. Luchemos para mantener la cultura, el arte y la educación en nuestras vidas para un mejor futuro. ¡Vivan los libros, viva la literatura argentina!”, dijo la flamante ganadora.

Nuria Bado (Buenos Aires, 1987), es escritora, licenciada en Artes sonoras y musicales por la Universidad Nacional de las Artes (UNA) y profesora superior de música por el Conservatorio Superior de Música Ástor Piazzolla. En el 2017 fue seleccionada para formar parte de la Bienal de Arte Joven en la categoría de novela, y a partir del año 2018 fue alumna en los talleres de escritura de Félix Bruzzone. Ha obtenido premios y menciones en concursos literarios y musicales.

Sobre “El bozal”, el volumen de cuentos que obtuvo el segundo premio, el jurado escribió: “…Escritas a partir de oraciones cortas, tajantes. Frases que funcionan como ladridos y terminan conformando una manada o una jauría de relatos que iluminan la animalidad del mundo”.

Su autor, Marc Colell (Barcelona, 1975), es licenciado en Humanidades por la Universitat Pompeu Fabra y en Letras por la Universidad Nacional de La Plata. Es autor de un ensayo y una biografía sobre Calderón de la Barca, y de la novela Reino vegetal. Actualmente, publica relatos de ficción en la revista Zenda.

Desde Cataluña, Colell envió un video en donde agradeció el premio, reflexionó sobre el trabajo solitario de la escritura y describió a su libro como “duro y descarnado” pero con un último cuento esperanzador. “Este reconocimiento es la confirmación de este camino”, dijo el escritor catalán.

“Impresionismos”, del escritor cordobés Gustavo Gros, fue la obra que obtuvo el tercer premio. “…Una colección de relatos que sobresale por su trabajo particular con la prosa, el ritmo y las estructuras textuales. Al adentrarnos en su universo, sentimos que estamos frente a pequeños artificios, pues se trata de piezas sumamente calculadas, como si su autor o autora propusiera que la literatura es un filtro de necesario refinamiento frente a las violencias que se narran”, dijo el jurado.

Gros es Doctor en Letras Modernas y docente de nivel secundario y universitario. Ha publicado textos en varios en medios de la Argentina y el exterior, y recibido numerosos premios por su obra literaria. En 2020 fue finalista del IV Premio Internacional de Novela Héctor Rojas Herazo (Colombia) con su novela “Finisterre”.

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