Entrevistas
Luz Larenn: “’Réplicas’ funciona como eco para la sociedad”
Luz Larenn, la autora que conquistó a la comunidad lectora con sus novelas difundidas en la cuenta de Instagram @elpatiodepochi, acaba de publicar con El Ateneo “Réplicas”, un thriller atrapante que muestra de qué manera hechos imperceptibles del pasado pueden tener su repercusión en el presente. Una vez más la protagonista es Audrey Jordan, personaje que los lectores conocieron en “Á(r)mame”, la primera entrega de la saga.
En esta nota, la escritora cuenta qué la impulsó a escribir esta historia y devela algunos aspectos de su universo creativo en el que conviven tanto los libros en soporte físico como las novelas que publica en su cuenta de Instagram.
—Si bien “Á(r)mame” y “Réplicas” se pueden leer de manera independiente, funcionan también como parte de una saga que tiene como protagonista a Audrey Jordan. ¿Desde el inicio lo pensaste como saga o fue algo que surgió a partir de la primera novela?
—De entrada ya lo pensé como una saga. A partir del primer manuscrito de Á(r)mame se me ocurrían escenarios o situaciones que no podía trasladar a un solo libro. Entonces iba abriendo nuevos archivos para eso que se me iba ocurriendo. Finalmente, Réplicas distó mucho de lo que había escrito en ese primer momento pero sí me sirvió de inspiración para esta novela que acaba de salir.
—Cuando se piensa en términos de saga, y en especial cuando hay una protagonista central —como es en este caso Audrey— el trabajo de construcción del personaje es muy complejo. Tiene capas que se van develando de a poco. En ese aspecto, ¿cuáles fueron los desafíos que encontraste en el camino?
—Con Audrey me paso algo muy loco. Cuando estaba terminando Á(r)mame le cambié el nombre. De alguna manera la tenía casi desdibujada mientras escribía y me repetía que eso no podía ser, que necesitaba indagar de manera más profunda en ella. Y en algún momento se me terminó de dibujar sola. Fue como que ella vino y me habló. Además en Á(r)mame –donde hay dos protagonistas: Audrey y Juliet- me apoyé mucho en la versión del yin y el yang: una hacía eco de la peor versión en la que podemos estar en algún momento de nuestras vidas y la otra reflejaba los momentos de la alegría, de la juventud… Me apoyé en ese contrapunto para estructurar a Audrey. Yo quería que la vida le cambiara, que le fuera mejor y por eso me pareció que era muy pertinente escribir la segunda parte. Incluso con la fisiología me pasó lo mismo. Yo me la imaginaba de una forma y el personaje se fue imponiendo de otra.
—Al inicio de la novela queda muy en claro que el pasado repercute en el presente. ¿Cómo funciona ese disparador en la trama?
—A mí el pasado y el presente me atraparon desde siempre, no solo en la escritura sino también en la vida. Soy una persona que piensa recurrentemente en qué acontecimientos me llevaron a estar en dónde estoy, tanto en lo positivo como en lo negativo. Siempre me obsesionó mucho el acontecimiento chiquitito que genera un cambio grande en la vida. Y justamente por eso creo que Réplicas sucedió en mi cabeza antes que Á(r)mame. El libro empieza con una frase muy fuerte: “Todos somos culpables”.
—Es un concepto muy potente que de alguna manera interpela al lector.
—Sí, y más aún cuando se trata de acciones que ni siquiera tuvimos en el radar. Si uno tuviera conciencia de eso tal vez provocaría cambios positivos en la sociedad. A mí me gusta plantear este tipo de cosas, soy de meter el dedo en la llaga con el tema que toco, sin herir pero para concientizar. En mis novelas se abordan temas coyunturales, que nos afectan como sociedad y que requieren de un mayor acompañamiento, como pueden ser los femicidios… Son problemáticas que me atraviesan.
—De hecho en tus novelas está muy presente la perspectiva de género, tanto en lo que respecta a las víctimas como en el rol que cumple Audrey en la trama.
—La escritura me atraviesa, pero más me atraviesa el interés de aportar a la sociedad. Siempre me molestó que en los policiales y en los thrillers las mujeres fueran las damiselas en apuros… ¿Por qué? ¿Qué tiene de diferente una mujer de un hombre para que siempre sean ellos los que deben resolver un crimen? A mí me encantan mis personajes masculinos, pero quería que fuera una mujer quien resolviera los casos y más aún cuando se trata de femicidios. Por ahora no me imaginaría escribiendo una novela con un protagonista masculino.
—Desde lo narrativo, “Replicas” tiene un plus y es que va construyendo el hecho desde las voces de distintos personajes, hay diversas perspectivas. ¿Cómo fue trabajar desde lo literario ese juego?
—En Réplicas tuve que volver a la vieja escuela, hacer mapeos, compensar capítulos para equilibrar las voces, equilibrar lo que iba sucediendo. La verdad es que me llevó mucho más trabajo logístico que Á(r)mame en cuanto al despliegue, porque hay más personajes. Pero me fue muy sencillo creer en cada uno de estos ellos, tenía muy en claro qué opinaban, cuál era su historia. Me gustó esto de entrelazar relatos que tuvieran que ver con lo mismo pero con diferentes visiones.
—¿Cómo definirías esta novela?
—Réplicas funciona como eco para la sociedad. Eco de lo que sucede o sucedió alguna vez y hoy resuena. Nos muestra la gran foto de lo que no podemos ya ignorar.
De Instagram al papel
—“Á(r)mame” fue tu primera novela publicada en papel, pero ya habías forjado en Instagram una comunidad lectora. ¿Cómo fue ese paso?
—Separo mucho lo que es redes de lo que es manuscritos. Son tan distintos y tienen estilos de escrituras tan diferentes que me pasa muchas veces que necesito del uno y del otro. Cuando estoy escribiendo una novela para papel necesito hacer algo en Instagram, es algo que me equilibra mucho. A Á(r)mame lo empecé a escribir en el 2016 y la reescribí cuatro veces. Cuando me contactó El Ateneo, hice la cuarta reescritura. Sentía que eso que ya tenía no era la mejor versión que podía presentar. La reescribí entera, en tres semanas, con una beba chiquita… Fue un proceso muy intenso. Pero el pasaje de redes a papel me fue muy natural. Usé las plataformas para construir mi carrera de escritora y hoy no me imagino sin esa red social. Se armó una comunidad tan bella, tan fiel.
—Vos empezaste a publicar en tu cuenta de Instagram @elpatiodepochi ¿Cómo surgió esa iniciativa?
—Abrí mi cuenta en 2018, mi hija tenía pocos meses y la intención era hacer catarsis sobre la maternidad. No me interesaba algo tipo diario íntimo, entonces empecé a escribir genéricamente todas las desventuras de una madre primeriza en tono de humor. Y empezó a gustar mucho. Pero llegó un momento en el que me di cuenta que me había desviado en mi objetivo de escribir ficción. Una amiga me puso en alerta, me dijo que no escribiera tanto sobre la maternidad y que empezara a escribir otras cosas. Entonces di el salto, un poco en un acto de fe, porque yo tenía una comunidad de mamás primerizas y cuando empecé a escribir ficción muchas me querían matar, me pedían que escribiera humor, maternidad… Se sentían traicionadas. La primera ficción que colgué en Instagram fue Doble L, medio romántica y policial. No la tenía terminada, de hecho hice como 50 posteos, lo que es muchísimo para esa red. Pero después fue tan buena la repercusión que terminé haciendo parte 2 y parte 3. Con Doble L me pasó algo muy loco. Cuando empecé a publicarla la gente no respondía mucho, pero yo tenía confianza en mí misma y seguí adelante, y hoy muchos me piden que la publique en papel. Por eso creo que hay que ser fiel a las convicciones y no dejarse llevar siempre por el entorno.
—¿Cómo manejás los dos registros narrativos en los que escribís: tu cuenta de Instagram y el libro tradicional?
—En Instagram sí o sí tengo que acotar el número de caracteres, tengo que editar mucho y por otro lado hay que iniciar con intriga y terminar con suspenso. Hoy me leen, pero para que mañana me sigan leyendo tengo que dejar un señuelo… Es un trabajo de mucha estrategia. Para captar a los lectores tenés que ser estratégico en redes.
—¿Hoy tu actividad de escritora se desarrolla en ambos soportes?
—Sí, me gusta permanecer en ambos. Antes escribía mucho, pensaba que tenía que estar alimentando todo el tiempo la red social, y la verdad es que me relajé con eso. Me estoy dando lugar a crear nuevas ideas, expandirme a otros horizontes.
Inicios y rutinas de la autora
—¿Cómo fue tu vinculación con el mundo literario?
—Vengo de una familia que por suerte siempre le dio gran importancia a la lectura. Pero la primera vez que escribí algo fue a los 15, en el secundario. Una profesora, que era muy exigente, me comentó de un concurso y me anoté. Escribí un cuento, se lo di para que me corrigiera y me lo dio vueltas. Fue el primer encuentro con una editora -risas-. Ella lo envió al concurso, no gané, pero fue una experiencia hermosa. Después de eso escribí muchos blogs, los empezaba por temas: cuando me mudaba sola, cuando hacía viajes… Siempre escribía. Me gustaba esto de volcar en la escritura mi sentir.
—Y actualmente, ¿cómo organizás tu rutina de escritura?
—Fue muy diferente la primera experiencia de la segunda. Á(r)mame me agarró con una beba, o sea que realmente fue mucho más sacrificada la escritura. Escribía de madrugada, de día era imposible porque estaba con mi hija… Con Réplicas me organicé mejor, pude establecer horarios y espacios concretos para trabajar.
—¿Estás pensando ya en un próximo proyecto editorial?
—Yo saco una historia y necesito dos meses de no pensar en nada. Cuando vuelvo me suceden varias cosas. Por un lado tengo otras historias que quiero contar y que no tienen nada que ver con la saga….Pero cuando me viene a la cabeza algo de la tercera parte de la saga lo voy escribiendo, así que creo que vamos a tener algún libro más sobre Audrey. De todas maneras, ahora me gustaría sacar una novela auto-conclusiva que tengo en mente y que me gusta mucho. Me queda muy poquito para terminarla.
(Fuente: Editorial El Ateneo y Babilonia Gestión Literaria)
Entrevistas
Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.
“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense Aguirre–Rodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.
Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.
—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?
—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.
—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?
—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.
—¿Cómo fueron esos comienzos?
—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.
—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?
—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.
—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?
—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.
—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?
En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio, mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.
—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?
—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.
—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?
—Haremos algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.
—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.
9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.
—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?
—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.
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Celina Cocimano y ‘El juego de las emociones de Uma’: “Un libro que pide gran compromiso de los adultos”
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Todo gira, se mueve en una circularidad compartida. Las emociones suben y bajan, cuelgan de nuestros cuerpos, se desprenden como hojas secas. Regresan, son brotes, transformados en otra cosa.
Celina Cocimano es terapeuta emocional y a partir de sus vivencias y de su trabajo de muchos años necesitó dejar huellas, sembrar palabras para que germinen a través de sus libros.
“El juego de las emociones de Uma”, su último libro, está dedicado a las infancias. A través del juego logra acercarse a los territorios del miedo, de la ansiedad o de la frustración para atravesarlos.
ContArte Cultura charló con ella para conocer las rutas que la llevaron a indagar en ese universo.
—Las emociones forman parte de nuestras vidas, van y vienen, se mueven y nos movemos con ellas. Por eso, para comenzar y a modo de presentación, nos gustaría que elijas al menos tres emociones que te atravesaron al momento de escribir tu último libro y que a cada una de ellas les otorgues un sabor o un aroma.
- Frustración, sabor a cebolla
- Ansiedad, aroma a menta
- Alegría, aroma a vainilla
—Y ya instalados en esa imagen, vayamos a tus comienzos, ¿qué vivencias te llevaron a transitar el camino de la terapia emocional?
—La insatisfacción personal, haberme descubierto cómo estafadora de mi propia vida, creando personalidades adquiridas para moldearme al gusto de la mirada ajena, siempre con esa sed emocional de ser alguien para los demás, ser aceptada, reconocida, querida y encantar a todos. Mientras estudiaba para contadora, sentí un apagón emocional, la apatía era mi única compañera en esos tiempos, hasta que mi cuerpo también “habló” con un síntoma muy sentido. Empezaba a hacerme pis por las noches siendo ya grande, más adelante entendí que eso sucedía en cada hogar o lugar donde me sentía a gusto, de esa manera, “intentaba” aferrarme a algún territorio, sentirlo al menos, por momentos, un lugar donde era yo. Como los animales que marcan su territorio orinando sobre él. Eso era lo que faltaba para que mi vida se vistiera de insatisfacción y cambie totalmente de rumbo, mejor dicho, empiece a vivir y dejar de aparentar lo que mis vacíos necesitaban cubrir.
—Seguramente al ir recorriendo ese camino fue necesario dejar huellas y de esa manera llegaron los libros, ¿cómo vivís la experiencia de escribir para que las palabras sean instrumento de sanación?
—Mi primer libro, “Despierta”, nació como algo catártico de la etapa que comenté anteriormente. Aún no sabía qué era lo que estaba viviendo y, sinceramente, pensaba que me moría por esos tiempos, entonces empecé a escribir cómo fue ese tránsito a mí destrucción de las corazas hacia mi reconstrucción emocional. Después, al compartir mi vivencia con muchas personas, me di cuenta que varios pasamos por ciertos procesos similares, por lo que se me ocurrió darle forma de libro y agregar reflexiones y ejercicios terapéuticos y de autogestión emocional. Los otros 3 -“Diamantes”, “Rotas”, y “El juego de las emociones de Uma”-, fueron pensados basándose en las historias que atiendo y buscando dejarle una “biblioteca” de recursos emocionales a mi hija para cuando sea más grande y, a las personas, que encuentren en estos libros, escrito en palabras, el propio sentir descarnado y sin filtro de las emociones que abordo en cada uno de ellos y luego, ofrecerles dinámicas, reflexiones, ejercicios para que encuentren en ellos formas de transitar el campo emocional sin tanto dolor y con valentía.
—Si pudieras resumir en una palabra el espíritu de cada uno de tus libros, ¿cuáles serían?
- Despierta: Integridad
- Diamantes: Osadía
- Rotas: Coraje
- El juego de las emociones de Uma: Autenticidad
—Tu último libro, “El juego de las emociones de Uma”, transita los paisajes de la infancia con todas sus gamas de colores, ¿cuál o cuáles fueron los disparadores de esta historia?
—Mi hija, a los 8 años, comenzó a transitar por un tiempo la conocida “Crisis de ansiedad y angustia”. Yo me opuse a que esté medicada siendo tan pequeña, y desde mi saber en el campo emocional de los adultos, junto a una gran observación sobre ella y sus crisis, se me ocurrió trabajar juntas para buscar soluciones a su sentir. Buscamos opciones en el juego infantil, en la creatividad, desarrollando distintos escenarios, armando una rutina de ejercicios y, sobre todo, busqué acercarla a la autogestión emocional. Así fue que se me ocurrió compartir cada ejercicio que funcionó en ella en este cuento, que no solo tiene el fin de que los niños empiecen a desarrollar desde pequeña edad sus propias respuestas emocionales ante cierta situaciones, sino que es un libro que pide gran compromiso de los adultos que acompañan al niño, y esa compañía, con el estar, el hablar su idioma, mejorar la calidad del vínculo, validar sus emociones, respetarlos y comunicarse con ellos, es lo que hace casi la mayor magia del trabajo de fortalecimiento emocional.
—Y justamente, a partir de tus propias vivencias decidiste contar desde el juego y desde las imágenes. Explicanos cómo fue el proceso de elegir esas duplas emocionales sobre las que querías hablar.
—Busqué las que a su edad son dentro de todo fáciles de interpretar, como decimos los adultos: de “etiquetar”. Son parte de las emociones primarias y la dupla fue pensada para dejarles el mensaje de que no son ni buenas ni malas, simplemente son y cada una es mensajera de un sentir, una acción a llevar a cabo y una particular respuesta emocional. También al ponerlas en duplas, cuando ellos/as sientan, por ejemplo, tristeza además de procesarla en todo su ser, sepan que pueden aprender a transportarla en alegría, ir de la ansiedad a la calma. Es decir, que conozcan cuál es la emoción que se necesita para equilibrar una con otra.
—Las semillas del libro fueron plantadas, ¿creés que tus palabras ya comenzaron a germinar y son brotes en los lectores?
—Sorprendentemente sí. Como comenté, yo me dedico a adultos no a infanto, y este libro que se publicó en abril del 2024 ya se está imprimiendo la segunda edición. Lo han comprado mucho abuelas y abuelos para compartirlo con sus nietos, en colegios para abordar ciertas emociones en el aula ya que también hay un capítulo sobre el bullying. Y muchas madres me compartieron que sus hijos o hijas mientras que se les leía el cuento ya comenzaban a incorporar los ejercicios sugeridos, o que empezaban a identificar sus propias emociones, tenían armados sectores en su cuarto como se encuentran en algunos capítulos. Incluso los que son más grandes, según cómo se sentían, buscaban en la biblioteca el libro y se encerraban en su cuarto a leer exclusivamente el capítulo que contiene la emoción que estaban sintiendo en ese día o ese tiempo. También compartió nota de Revista junto a Unicef en el día internacional contra el Bullying de 2024.
—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
—Tengo dos libros más en camino, uno para adultos sobre la depresión, y otro para infanto, más expansivo aún, con un viaje al campo emocional que sea para ellos y para sus padres o tutores también, digamos que será un libro revelador en muchos aspectos.
—Para terminar, te invitamos a elegir la textura que represente a tu libro “Las emociones de Uma”.
—La textura sería cálida, pomposa, con colores desde pasteles a fuertes, con ganas de descubrirla y sentirla, y con distintos aromas que vayan cambiando según cada paso de la mano o de los pies sobre ella.
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Florencia Ghio presenta “Aguas Turbias”, una historia que lleva al lector por una variada gama de emociones
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Hay un rumor, un murmullo por encima y por debajo. La evidencia flota, va y viene. Pero el agua arrastra las palabras, se lleva las voces, esconde. No se ve lo que no se quiere ver. O lo que no se debe. La verdad se hunde, toca fondo. Es barro entre los dedos. Y mancha.
En “Aguas Turbias”, la última novela de Florencia Ghio editada por El Emporio, flotan varias verdades, como un rumor debajo de lo que se lee, van y vienen. Se convierten en imágenes, en sonidos y en aromas, mientras ella bucea para rescatarlas. Para que la verdad nunca se manche.
En diálogo con ContArte Cultura, la escritora cuenta cómo nació la obra y de qué manera descubrió a los protagonistas de esta historia.
—Vamos a comenzar esta charla haciendo foco en una palabra que flota entre las páginas de tu novela: justicia. A modo de presentación del libro y de sus protagonistas, si pudieras elegir una imagen o un objeto simbólico que represente esa justicia, ¿cuál elegirías y por qué?
—Elegiría la clásica estatua de la justicia pero con su balanza completamente inclinada hacia un lado y sus ojos vendados. Porque es un poco eso lo que se ve en esta novela, una justicia que es ciega, y también sorda, por eso el protagonista de mi libro, que dice ser el chivo expiatorio de un crimen que no cometió, tiene que venir desde un pueblo del sur y salir a clamar su inocencia por altoparlantes en un subte de Buenos Aires.
—Y a partir de esa imagen viajemos al principio. Sin dudas, siempre existe un germen que da vida a las cosas. Seguramente tu novela también es producto de ideas o situaciones que fueron semillas en la tierra de tu imaginación. ¿Recordás cómo y cuándo comenzaste a sembrar esta historia?
—Yo digo que en lo que va de mi carrera de escritora, en las dos novelas que escribí y en la que estoy escribiendo ahora, me pasó que no busqué las historias sino que las historias me buscaron a mí. Aguas Turbias está inspirado en un caso real, y surgió a partir de que viera por televisión a un joven que se había fabricado una máscara de chivo y andaba por los subtes suplicando que alguien lo escuchara. Había estado preso por el crimen de su madrastra que él juraba no haber cometido, y le aterraba la idea de que lo condenaran. Me impresionó el mecanismo, recurrir a su creatividad para escapar de ese infierno, eso me llevó a averiguar qué le había pasado y me inspiró para escribir la novela, en donde los personajes, lugares y la mayoría de los sucesos son ficticios, pero ese fue el puntapié inicial que me sumergió en esta novela.
—Aleida, tu protagonista, es una mujer que lucha por sus ideales, va en busca de justicia pero también pelea contra sus propios monstruos. ¿Cómo viviste el proceso de construir ese mundo interior con tantos matices?
—Aleida San Martín es un personaje que rescaté de mi anterior novela El Ciudadano. Es una abogada honesta e idealista, de esas que estudió derecho porque ama la justicia. Al mismo tiempo, es una guerrera; logró superar una historia familiar traumática, para convertirse en una funcionaria pública que trata de rescatar a toda persona que atraviesa un infierno, porque ella sabe lo que es estar ahí y no quiere que nadie más lo tenga que vivir. Aguas Turbias la va a encontrar en un tramo de su vida en que está en caída libre, porque ahora, aun con las secuelas de sus anteriores traumas, tiene que luchar contra el acoso laboral, se siente muy sola, y todo eso le provocó una fuerte adicción al casino, que en esos momentos encuentra como su única vía de evasión. En estas condiciones se cruza a García Robledo en el subte y, conforme a su esencia, no puede quedar indiferente a su historia. Intuye que él no miente, pero ella no puede ejercer la profesión por ser funcionaria, y además vive en Buenos Aires, así que veremos si, en su estado, logra tomar decisiones tan difíciles para ayudar al chico de la máscara. Para el proceso de construcción de este personaje me ayudó mi especialización en violencia familiar y también hablé con psicólogas expertas en ludopatía.
—También el personaje de García Robledo, el chico de la máscara, tiene sus claroscuros, ¿qué fue lo primero que percibiste de este protagonista al momento de escribirlo?
—García Robledo es un muchacho que antes de pasar por ese infierno amaba la vida, pero luego de esto se ha decepcionado completamente de ella. Descree de las instituciones de su localidad pero, al igual que Aleida, es un guerrero que, en su caso, salió de su pueblo a buscar si al menos en alguna otra parte existía esa justicia que no lograba encontrar. El lector tendrá que averiguar si con toda esa lucha la logra despojar de la venda que tiene en sus ojos y cambiar la inclinación de esa balanza que parece desvencijada.
—Como ya comentaste, hay una cierta continuidad de “Aguas turbias” con “El ciudadano”, tu anterior novela, ¿qué hilos temáticos presentes en ambas historias te gustaría seguir sosteniendo en un futuro?
—Por el momento los casos judiciales reales o ficticios han sido fuentes de inspiración, no sé si quisiera mantener algún hilo temático en particular, pero sí escribir el tipo de literatura que a mí me gusta leer, aquella que no es puro entretenimiento sino que te deja reflexionando y retrata distintos tipos de realidades, algunas veces invisibilidades o desconocidas para quien no las transita, así como en El Ciudadano abordé, además de la violencia familiar y el funcionamiento de la justicia, la política migratoria argentina. Creo que esa también puede ser una de las funciones de la literatura y de la cultura en general. Como lectora, a los libros que solo me entretienen los olvido no bien termino la última página, en cambio el otro tipo de literatura es la que me ha marcado como persona, no solo la recuerdo sino que en determinados momentos de mi vida regreso a ella para releer, aunque más no sea algún párrafo.
—Como en todo policial, en esta novela hay un crimen alrededor del cual se teje la trama. ¿Cuáles son las emociones que te atraviesan al transitar esos escenarios con la palabra y con la imaginación?
—Creo que en Aguas Turbias, que tiene componentes del policial pero también es un drama y tiene romance, el lector va a atravesar una variada gama de emociones y estados de ánimo. Se me ocurren, por ejemplo, indignación, tristeza, intriga, alegría, entre otras.
—¿Seguirá la doctora Aleida San Martín presente en próximas historias?
—En la novela que estoy escribiendo ahora la doctora San Martín no es parte, pero no descarto que en algún momento vuelva.
—Para concluir, ¿cuál sería el color que elegirías para representar el espíritu de tu novela y por qué?
—Elijo el gris topo, por todo lo que acontece.- El lector tendrá que averiguar si ese color puede llegar a cambiar en algún momento de la novela.
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