

Entrevistas
María Teresa Andruetto: “Es a ese ser real que se genera dentro de mí al que persigo con la escritura”
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca)
Edición: Walter Omar Buffarini //
Cada paisaje tiene su propia voz. En los intersticios de la vida se ocultan las palabras que nos constituyen y que, cada tanto, emergen para recordarnos el sitio al que pertenecemos. María Teresa Andruetto está atenta y escucha, logra adentrarse en esa lengua que teje la historia de los pueblos, se introduce en los rincones y posa sus ojos en los fragmentos con los que construye cada una de sus ficciones.
Es allí, en el interior de esos mundos imaginarios, donde vierte, gota a gota, los textos que forman parte de su esencia, como si de esa manera pudiera convertirse en cada uno de los paisajes recorridos y volverse poema en erupción sobre las voces que mutan para permanecer.
En diálogo con ContArte Cultura la escritora cordobesa mira el camino recorrido, cuenta sus vivencias con la palabra y presenta su libro “Poesía reunida”.
—Mirando hacia atrás en la ruta recorrida, ¿Recordás en qué bordes del camino se despertó tu interés por las palabras y las múltiples posibilidades que las habitan?
—El interés por las palabras creo que está desde siempre. Yo vivía en una casa donde había mucho relato, más allá de que había libros y que eran algo muy valorado. Era una casa sencilla, modesta. Y cuando yo era chica la condición era francamente pobre, pero con una pobreza transitoria, en el sentido de que dentro de esa estrechez existían fuertes capitales culturales y precisamente entre ellos estaba el libro. Mi mamá era lectora y mi papá transitaba con los recuerdos de su vida en Italia, su conocimiento de la música, de la literatura, de la historia italiana. Insisto en que era una casa donde había relatos, muchos de ellos respecto de la vida que habían tenido ellos antes, de sus familias, de los vecinos de su infancia, de la historia de sus pueblos. Lo de mi papá se justifica mucho porque él quería que nosotros estuviéramos al tanto de la vida de toda su familia en Italia, y en mi mamá porque era algo muy natural en ella, era una persona que sabía contar muy bien. Todo eso hizo que la palabra, el relato, y la musicalidad de las palabras también, estuvieran desde siempre en mí. Aprendí a leer antes de ir a la escuela, después me volví una lectora voraz y luego empecé a borronear escritos, a contarle historias a mis compañeras de curso buscando que me quisieran, para hacerme amiga, después estudié Letras… siempre estuvo ahí, a la mano para mí, la palabra, la música de la lengua, los relatos.

—¿De qué manera lográs construir con el lenguaje la arquitectura de tus ficciones, esos otros mundos en los que se esconde y se proyecta el nuestro?
—Nunca busco deliberadamente un asunto para escribir, nunca jamás lo he hecho. Tampoco lo he necesitado porque hay muchas cosas que me llegan, que me impactan sin que yo las busque, y esa sorpresa que tengo frente a algo que veo o escucho es lo que me lleva a escribir. Ese es el origen, después se mezcla con muchas cosas que suceden mientras escribo, o que recuerdo. A mi me parece que lo que uno hace finalmente cuando escribe es como meter en una coctelera un montón de elementos que van apareciendo, que piden ser incluidos sin que no sepa muy bien por qué, y con todo eso se va armando algo que va tomando temperatura. Es el lenguaje que se va calentando, se va haciendo una cocción, de modo que podría decir que, como en el caso de la coctelera, la escritura es batir los distintos elementos que aparecen, que como digo son elementos no buscados y que llegan tanto a la cabeza como al corazón. A veces una sabe por qué, y a veces ni siquiera eso.
—¿En qué lugares se detiene tu mirada para regresar con las imágenes que despiertan tu creatividad? ¿Cómo despiertan los personajes en tu interior? ¿Hay un encuentro de voces con cada uno de ellos?
—Veo algo en la calle, una imagen que después me lleva a preguntarme por qué esa persona hace eso o por qué estará en esa situación, y ahí empiezan a aparecer cosas de la memoria, cosas que están almacenadas. Tengo un gran registro de memoria emotiva, porque tengo una profunda empatía con las personas, entonces algo se guarda en algún lugar sin que yo lo prevea para un futuro uso escritural. Allí se funden, se unen. Respecto al encuentro de voces con los personajes, debo decir que yo no le doy la palabra a nadie si no lo he escuchado hablar en mi interior. Tengo que oír esa voz. En definitiva, lo que veo y lo que escucho, todo se hace real dentro mío y es a ese ser real que se genera dentro de mí al que persigo con la escritura.
“La escritura es batir los distintos elementos que aparecen, que son elementos no buscados y que llegan tanto a la cabeza como al corazón”
—En las aguas de la literatura nadan las palabras que se dicen y las que se callan, ¿Crees que los silencios también ayudan a dar vida a un relato? ¿Puede aquello que no se dice convertirse en una voz que emerge en esas olas de silencio?
—Claro que los silencios ayudan a los relatos, diría más bien que es indispensable que en un relato haya silencios. Puede ser un silencio de la voz o puede ser algún asunto silenciado que el lector infiere pero que no está en superficie. Si no lo hubiera, si no existieran cosas sumergidas, omitidas, tampoco habría voz. Eso es algo que los escritores aprendemos de la música. Yo soy torpe para hacer música, aunque estudié doce años piano, pero si soy una escucha atenta. En la música uno aprende el equilibrio entre el silencio y el sonido, y la escritura es también así. Escribo tratando de oír la musicalidad de lo que redacto. Me interesa mucho eso.
—¿Qué cosas pueden provocar la erupción de un poema dentro tuyo?
En mi caso, a la poesía ha ido lo más autobiográfico, entonces lo que provoca la erupción de un poema es algo que me ha pasado más directamente a mí. Algo de orden muy emocional, que tiene que ver con mi entorno muy próximo y muchas veces con mi historia. Porque me interesa mucho el poema-relato, contar una pequeña historia, pero contarla de un modo musical, de un modo distinto al del relato puro, con un modo que no renuncia a la musicalidad. Aunque en el relato la musicalidad también está presente, en la poesía tiene una intensidad mucho mayor.

—Contanos acerca de tu libro “Poesía reunida”, ¿cómo nace la idea y de qué manera la llevaron adelante con la editorial?
—La idea de hacer Poesía reunida fue del editor Javier Cófreses, de Ediciones en Danza. Él fue quien me escribió y me dio esta sorpresa. No es que fuéramos amigos, lo que para mí lo hace más valioso todavía. Me escribió y después seguimos en contacto telefónico. Luego vino a casa en Sierras Chicas, desde Buenos Aires, para proponerme que hagamos el proyecto. Todo fue muy conversado. Él quiso que estuvieran todos mis libros, pero yo tenía dudas sobre los primeros, pero Javier me convenció de que tenían que estar todos. Entonces le pedí ir desde el presente hacia el pasado, y agregué algunos poemas inéditos, que revisé y pulí para esta publicación. Javier también le pidió el prólogo a Jorge Monteleone, que es realmente excepcional por la profundidad y la generosidad tremenda con la que se ha metido en mis poemas. Y también de Javier fue la idea de agregar algunas fotos privadas, familiares, que se conectan con los poemas porque, como ya he dicho, la poesía va hacia ese lugar más íntimo, y entonces revisa mi entorno más privado, mis abuelos, mi madre, mi papá, mi hermana, mi compañero, mis hijas, mi casa, la familiar y la que casa en donde vivo. Por ahí van los poemas, nunca han ido por otro lado.
“La poesía va hacia un lugar más íntimo, en cambio en la narrativa miro el mundo de los otros. En fin, así se ha distribuido mi corazón… entre los géneros”.
—¿En qué proyectos estás trabajando por estos días?
—Tengo dos libros en proceso de edición que seguramente saldrán en marzo del año próximo. Uno se llama Selene y es un cuento largo que va a salir en una colección para jóvenes en Editorial Sudamericana, que está ilustrado por el artista plástico Germán Wendel y que es la historia de una chica con una mujer que la cuida a raíz de una imposibilidad que ella tiene, pero es el pretexto porque es un poco la confrontación entre dos culturas: la de la chica, más urbana y joven, de niña grande, y la de la mujer que la cuida, más rural, más norteña. El otro pertenece a Random House Mondadori, y es un libro de crónicas que todavía no tiene el título definitivo, aunque estamos trabajando en ello. Es la escritura de unas crónicas orales que realizo en la radio los días viernes. Son breves textos e historias de gente que he conocido, de la que sé, y que de alguna manera se vinculan con la literatura. Luego tengo un cuento que se mantiene inédito y que no sé muy bien que voy a hacer con él. Es un mismo relato contado tres veces con finales distintos. Y también estoy empezando con una novela, que tampoco tiene título aún, en la que espero avanzar en el verano.
—Para concluir, si pudieras guardar un deseo en una sola palabra, ¿cuál sería la palabra elegida?
—Si pudiera guardar un deseo en una sola palabra, esa sería amor. Empatía con el otro. Deseo de un mundo más justo.
(Fotos: Diario La Voz de Córdoba / Hugo Suárez Fotografía)

Entrevistas
En primera persona: Nair Libonatti, escritora
La artista uruguaya habla de ella misma, de cómo llegó a la escritura y de su obra

Sobre sí misma y su arte
Soy Nair Libonatti, mujer uruguaya de 69 años. Toda mi vida supe que podía escribir, sin embargo, al plasmar mis ideas en una hoja, el resultado no me era grato y terminaba rompiendo.
En el año 2019 una amiga me invitó a “algo” literario y fui. Resultó ser un taller y fue ahí donde comencé a escribir.
Pocos meses después llegó la pandemia, entonces, buscando recursos para mi nuevo despertar, entré en un grupo argentino de Facebook. En él compartíamos textos y comentábamos.
Un buen día me invitaron a participar en el Mundial de Escritura, al principio me parecía inalcanzable hasta que me animé y la experiencia resultó maravillosa.
Sobre su obra
He escrito algunos libros: “Historias del Caldero”, en conjunto con dos amigas, “Constelaciones”, libro que va por su segunda edición y “El Pata de Bolsa y otros relatos”. Estos dos últimos están presentes en la 49a Feria del Libro de Buenos Aires, en el stand de Uruguay.



Sobre “Constelaciones” puedo decir que es un libro fuerte, con historias bastante movilizadoras, es un intento de visibilizar algunas circunstancias. “El Pata de Bolsa” es en tono más humorístico, un poco más distendido y coloquial.
Son libros de cuentos cortos, escritos individualmente y luego seleccionados para cada uno de los libros.
Su actualidad

Actualmente integro el taller “Ratones de biblioteca”, que funciona en la Casa de la Cultura de Minas, Uruguay, y algunas compañeras me acompañaron a la Feria del Libro de Buenos Aires.
Nair Libonatti junto a Andrea Viveca Sanz, de Contarte Cultura, en la 49º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires
Entrevistas
Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.
“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense Aguirre–Rodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.
Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.
—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?
—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.
—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?
—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.


—¿Cómo fueron esos comienzos?
—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.
—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?
—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.
—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?
—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.
—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?
En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio, mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.
—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?
—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.
—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?
—Haremos algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.
—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.
9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.
—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?
—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.
Entrevistas
Celina Cocimano y ‘El juego de las emociones de Uma’: “Un libro que pide gran compromiso de los adultos”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Todo gira, se mueve en una circularidad compartida. Las emociones suben y bajan, cuelgan de nuestros cuerpos, se desprenden como hojas secas. Regresan, son brotes, transformados en otra cosa.
Celina Cocimano es terapeuta emocional y a partir de sus vivencias y de su trabajo de muchos años necesitó dejar huellas, sembrar palabras para que germinen a través de sus libros.
“El juego de las emociones de Uma”, su último libro, está dedicado a las infancias. A través del juego logra acercarse a los territorios del miedo, de la ansiedad o de la frustración para atravesarlos.
ContArte Cultura charló con ella para conocer las rutas que la llevaron a indagar en ese universo.
—Las emociones forman parte de nuestras vidas, van y vienen, se mueven y nos movemos con ellas. Por eso, para comenzar y a modo de presentación, nos gustaría que elijas al menos tres emociones que te atravesaron al momento de escribir tu último libro y que a cada una de ellas les otorgues un sabor o un aroma.
- Frustración, sabor a cebolla
- Ansiedad, aroma a menta
- Alegría, aroma a vainilla
—Y ya instalados en esa imagen, vayamos a tus comienzos, ¿qué vivencias te llevaron a transitar el camino de la terapia emocional?
—La insatisfacción personal, haberme descubierto cómo estafadora de mi propia vida, creando personalidades adquiridas para moldearme al gusto de la mirada ajena, siempre con esa sed emocional de ser alguien para los demás, ser aceptada, reconocida, querida y encantar a todos. Mientras estudiaba para contadora, sentí un apagón emocional, la apatía era mi única compañera en esos tiempos, hasta que mi cuerpo también “habló” con un síntoma muy sentido. Empezaba a hacerme pis por las noches siendo ya grande, más adelante entendí que eso sucedía en cada hogar o lugar donde me sentía a gusto, de esa manera, “intentaba” aferrarme a algún territorio, sentirlo al menos, por momentos, un lugar donde era yo. Como los animales que marcan su territorio orinando sobre él. Eso era lo que faltaba para que mi vida se vistiera de insatisfacción y cambie totalmente de rumbo, mejor dicho, empiece a vivir y dejar de aparentar lo que mis vacíos necesitaban cubrir.
—Seguramente al ir recorriendo ese camino fue necesario dejar huellas y de esa manera llegaron los libros, ¿cómo vivís la experiencia de escribir para que las palabras sean instrumento de sanación?
—Mi primer libro, “Despierta”, nació como algo catártico de la etapa que comenté anteriormente. Aún no sabía qué era lo que estaba viviendo y, sinceramente, pensaba que me moría por esos tiempos, entonces empecé a escribir cómo fue ese tránsito a mí destrucción de las corazas hacia mi reconstrucción emocional. Después, al compartir mi vivencia con muchas personas, me di cuenta que varios pasamos por ciertos procesos similares, por lo que se me ocurrió darle forma de libro y agregar reflexiones y ejercicios terapéuticos y de autogestión emocional. Los otros 3 -“Diamantes”, “Rotas”, y “El juego de las emociones de Uma”-, fueron pensados basándose en las historias que atiendo y buscando dejarle una “biblioteca” de recursos emocionales a mi hija para cuando sea más grande y, a las personas, que encuentren en estos libros, escrito en palabras, el propio sentir descarnado y sin filtro de las emociones que abordo en cada uno de ellos y luego, ofrecerles dinámicas, reflexiones, ejercicios para que encuentren en ellos formas de transitar el campo emocional sin tanto dolor y con valentía.
—Si pudieras resumir en una palabra el espíritu de cada uno de tus libros, ¿cuáles serían?
- Despierta: Integridad
- Diamantes: Osadía
- Rotas: Coraje
- El juego de las emociones de Uma: Autenticidad
—Tu último libro, “El juego de las emociones de Uma”, transita los paisajes de la infancia con todas sus gamas de colores, ¿cuál o cuáles fueron los disparadores de esta historia?
—Mi hija, a los 8 años, comenzó a transitar por un tiempo la conocida “Crisis de ansiedad y angustia”. Yo me opuse a que esté medicada siendo tan pequeña, y desde mi saber en el campo emocional de los adultos, junto a una gran observación sobre ella y sus crisis, se me ocurrió trabajar juntas para buscar soluciones a su sentir. Buscamos opciones en el juego infantil, en la creatividad, desarrollando distintos escenarios, armando una rutina de ejercicios y, sobre todo, busqué acercarla a la autogestión emocional. Así fue que se me ocurrió compartir cada ejercicio que funcionó en ella en este cuento, que no solo tiene el fin de que los niños empiecen a desarrollar desde pequeña edad sus propias respuestas emocionales ante cierta situaciones, sino que es un libro que pide gran compromiso de los adultos que acompañan al niño, y esa compañía, con el estar, el hablar su idioma, mejorar la calidad del vínculo, validar sus emociones, respetarlos y comunicarse con ellos, es lo que hace casi la mayor magia del trabajo de fortalecimiento emocional.
—Y justamente, a partir de tus propias vivencias decidiste contar desde el juego y desde las imágenes. Explicanos cómo fue el proceso de elegir esas duplas emocionales sobre las que querías hablar.
—Busqué las que a su edad son dentro de todo fáciles de interpretar, como decimos los adultos: de “etiquetar”. Son parte de las emociones primarias y la dupla fue pensada para dejarles el mensaje de que no son ni buenas ni malas, simplemente son y cada una es mensajera de un sentir, una acción a llevar a cabo y una particular respuesta emocional. También al ponerlas en duplas, cuando ellos/as sientan, por ejemplo, tristeza además de procesarla en todo su ser, sepan que pueden aprender a transportarla en alegría, ir de la ansiedad a la calma. Es decir, que conozcan cuál es la emoción que se necesita para equilibrar una con otra.
—Las semillas del libro fueron plantadas, ¿creés que tus palabras ya comenzaron a germinar y son brotes en los lectores?
—Sorprendentemente sí. Como comenté, yo me dedico a adultos no a infanto, y este libro que se publicó en abril del 2024 ya se está imprimiendo la segunda edición. Lo han comprado mucho abuelas y abuelos para compartirlo con sus nietos, en colegios para abordar ciertas emociones en el aula ya que también hay un capítulo sobre el bullying. Y muchas madres me compartieron que sus hijos o hijas mientras que se les leía el cuento ya comenzaban a incorporar los ejercicios sugeridos, o que empezaban a identificar sus propias emociones, tenían armados sectores en su cuarto como se encuentran en algunos capítulos. Incluso los que son más grandes, según cómo se sentían, buscaban en la biblioteca el libro y se encerraban en su cuarto a leer exclusivamente el capítulo que contiene la emoción que estaban sintiendo en ese día o ese tiempo. También compartió nota de Revista junto a Unicef en el día internacional contra el Bullying de 2024.
—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
—Tengo dos libros más en camino, uno para adultos sobre la depresión, y otro para infanto, más expansivo aún, con un viaje al campo emocional que sea para ellos y para sus padres o tutores también, digamos que será un libro revelador en muchos aspectos.
—Para terminar, te invitamos a elegir la textura que represente a tu libro “Las emociones de Uma”.
—La textura sería cálida, pomposa, con colores desde pasteles a fuertes, con ganas de descubrirla y sentirla, y con distintos aromas que vayan cambiando según cada paso de la mano o de los pies sobre ella.
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