Literatura
Salman Rushdie dijo tener “sueños locos” tras el atentado sufrido un año atrás
El escritor Salman Rushdie luce cada vez más repuesto del ataque que sufrió hace casi un año cuando se disponía a dar una conferencia en Nueva York, pero el episodio que casi termina con su vida le ha dejado algunas secuelas impensadas, como una seguidilla de “sueños locos” que confesó tener en el marco de una entrevista con la BBC.
“Tengo un terapeuta muy bueno que tiene mucho trabajo por hacer”, anticipó instalando un breve suspenso, que disolvió a continuación cuando confesó: “Tengo sueños locos”.
Durante la entrevista con la cadena británica, el autor de los “Versos satánicos” contó también que estaba físicamente “más o menos bien” desde el atentado del que fue víctima en agosto de 2022, cuando un hombre agazapado entre el público que asistía a una conferencia suya se abalanzó sobre él y lo acuchilló.
Rushdie pasó seis semanas en el hospital después del ataque que lo dejó sin visión de un ojo. También sufrió lesiones en la mano que le dificultan la escritura manuscrita.
El sospechoso del ataque, Hadi Matar, fue acusado de intento de asesinato y actualmente se encuentra recluido tras declararse inocente. “Si cambia su declaración de culpabilidad, entonces en realidad no hay un juicio, solo hay una sentencia, y es muy posible que mi presencia no sea necesaria”, comentó el escritor.
“Estoy en dos mentes al respecto. Hay una parte de mí que realmente quiere ir y pararse en la cancha y mirarlo, y hay otra parte de mí que simplemente no puede ser molestada. No tengo una opinión muy alta de él. Y creo que lo que es importante para mí ahora es que pueda encontrar que la vida continúa. Estoy más comprometido con el negocio de seguir adelante”, confesó también Rushdie a la BBC.
También dijo que todavía emplea seguridad en Estados Unidos en ciertas ocasiones. En el momento del ataque, vivía sin seguridad las 24 horas después de que el ayatolá Jomeini de Irán emitiera una fatua en 1988, que lo ocultó durante una década. “Los escritores no tienen mucho poder. No tenemos ejércitos -destacó-. Lo que tenemos es la capacidad de escribir sobre el mundo; si somos buenos, eso podría perdurar”, reflexionó.
En junio, Rushdie reveló que está escribiendo un libro sobre lo que le sucedió. “Será un libro relativamente corto, un par de cientos de páginas” -sostuvo en el festival literario Hay-. No es el libro más fácil de escribir del mundo, pero es algo que necesito superar para hacer cualquier otra cosa. Realmente no puedo empezar a escribir una novela que no tenga nada que ver con esto… Así que tengo que lidiar con eso”.
La última novela de Rushdie, “Victoria City”, publicada en febrero pasado, había sido terminada antes del ataque y se conmemoró con un lanzamiento virtual después de que se anunciara que no la promocionaría en público.
Durante la entrevista, también se le preguntó sobre su opinión sobre el autor Milan Kundera, quien falleció esta semana . “He estado pensando en él”, dijo. “ habla de la risa como la forma de lidiar con la atrocidad. Por supuesto, en su caso, la atrocidad en la que está pensando es el comunismo y demás. Pero creo que no es un mal consejo”, indicó.
Literatura
“La hija”, de Florencia Alifano – Del Fondo Editorial
“La hija” es la primera novela de Florencia Alifano, quien ficciona su historia de vida como hija adoptiva.
La obra, publicada por Del Fondo Editorial, aborda una problemática muy compleja como es la adopción. Describe hechos, contextualiza, resalta contrastes, entre la fortaleza, la perseverancia y la generosidad del sentimiento amoroso y la crueldad. Una historia emotiva con mucho suspenso y un final sorprendente.
“La hija”, declarada de Interés por el Ministerio de Cultura de la Nación, navega en temas que aún cuesta hablar como sociedad, de una manera amable.
Historias Reflejadas
“La aventura de ser”
La aventura de ser
Hace mucho tiempo, protegido por las hojas de un árbol, vivía un pájaro que escuchaba las palabras del viento. Y no solo esas, sino las que susurraba el río y las que cantaba la lluvia. Desde las alturas ponía música al paisaje y conectaba sus plumas con cada uno de los seres que lo rodeaban. Con elegancia y picardía, los invitaba a viajar entre sus alas capaces de mover las ramas de la imaginación. Cada viaje compartido era una fiesta de colores mezclados que se juntaban en pinceladas fugaces que contaban historias.
Desde las alturas era posible descubrir lo que pasaba en los oscuros senderos de la vida.
Así fue que día tras día muchos decidieron subirse a esas alas mágicas y pudieron ver lo que sus ojos no podían.
Allá abajo, un camaleón que recién despertaba, aprendía una lección. Confundir los colores no es cosa seria, porque las apariencias engañan y las diferencias enriquecen. Comprendieron que lo verdaderamente importante anida en el corazón, y es justamente ahí donde nacen las aventuras que se transmiten de boca en boca, como las de un tal Pedro, que atraviesa los miedos y se arriesga a descubrir cosas nuevas. Que es capaz de hacer brotar monedas de un árbol, de cocinar en una olla mágica, de compartir un rato con una perdiz que pone huevos de oro o de saltar con un conejo muy especial.
Y en ese trajinar de plumas también descubrieron que era posible llegar a un planeta en el que los sueños se hacen realidad, que sólo hay que aprender a abrir los ojos interiores, a desplegar las alas y animarse a mirar mucho más allá de lo visible.
Sólo quienes logran subirse a las alas de la imaginación lograrán dar vida a todo aquello que se supone no existe.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia: “Esmeralda, el planeta de los sueños”, de Florencia Bovio; “Cuentos del bosque”, de María Cristina Ramos; “Cuentos de Pedro Urdemales”, de Gustavo Roldán; y “Los colores de Wilmar”, de Walter Rossi.
Textos para escuchar
La Herida – Eloisa Tarruella
Eloisa Tarruella lee su relato La herida
Encuentro mi ciudad en una taza de café,
cálida y espumosa.
Una lágrima resbala por mi mejilla y cae adentro de la taza,
se fusiona con la espuma.
Ahora la taza está dulce y salada.
No sé si tomar el café y sentir su sabor imborrable o huir.
Abandonar la taza y sumergirme en lo conocido.
Hacerme otro café sin mi lágrima. Puro.
Mitad café, mitad leche, así tal como lo conozco.
Si tomo el café agridulce, quizás me transforme en alguien nuevo.
La metamorfosis es evidente.
La siento en la piel.
Pero ¿beberla? ¿Se puede tragar la propia metamorfosis?
Pienso en el proceso: la lágrima cayó justo adentro de la taza.
La revolví como un acto mecánico y ahora tengo miedo.
La transparencia de la lágrima la hace indetectable.
No sé en qué rincón de la taza se escondió.
Está presente en el vapor, puedo palpitarla.
La decisión es inminente.
Contemplar o actuar.
Correr o quedarme.
La taza era mi ciudad y ahora solo veo su herida.
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