Literatura
“Villa Gesell Rock & Roll”, un libro que canta historia
El libro “Villa Gesell Rock & Roll” es un compendio de historias que “trazan una suerte de mapa local del mandato cultural de esa ciudad”, a partir de un trabajo documental realizado por el periodista Juan Ignacio Provéndola.
“La cultura rock argentina está cumpliendo 50 años y no hay artista que no acredite alguna experiencia fundante o polémica en Villa Gesell. Ninguna otra ciudad del país vivió eso con semejante trascendencia, salvo Buenos Aires, con la que Gesell mantuvo una interesante reciprocidad”, explica Provéndola en una nota brindada a la agencia de noticias Télam, sobre el germen de su libro.
El periodista, autor de “Historias de Villa Gesell” y “RockPolitik” propone, en esta edición independiente, 30 capítulos reconstruidos a través de material de archivos, entrevistas y menciones de Villa Gesell en distintos libros que abordan el rock.
“A eso le sumé unas cien entrevistas personales. En principio iban a ser veinte y luego se fueron ampliando porque me iba enterando de otras cosas. Todo derivó en una cartografía inmensa”, explicó Provéndola acerca del libro que suma un bonus track -en homenaje a las canciones ocultas de los discos- con algunas perlas.
Los relatos que se reúnen en “Villa Gesell Rock & Roll” recorren dicha ciudad desde 1966, año en que Los Beatniks (primera banda argentina en grabar un disco de rock en español con canciones propias) publicó el sencillo “Rebelde”, meses después de su formación en Juan Sebastian Bar, pub fundado por los músicos Moris y Pajarito Zaguri.
“Felizmente esa semilla germinó y la siembra se siguió cosechando con historias importantes durante todos los años posteriores, llegando incluso a la actualidad, donde bandas nuevas deciden hacer su experiencia de verano en Gesell, como si se tratase de una especie de ‘mandato cultural’ que toda banda debiera cumplir”, contó.
El libro recupera anécdotas de un Charly García que grita “Drogas sin sol” y es perseguido por espías de la bonaerense, un Soda Stereo que inaugura el concepto de “gira por la costa”, grabaciones perdidas de Los Redondos en los 80, historias de quienes debutaron allí como Celeste Carballo o sobre el ‘Flaco’ Spinetta en el filme de Fernando Spiner.
El libro “Villa Gesell Rock & Roll” se consigue en librerías de Villa Gesell, en Obel Libros (Corrientes 1230) y Eterna Cadencia (Honduras 5574), de Buenos Aires, y en Malisia (Diagonal 78 N°506) de la ciudad de La Plata.
Literatura
“No importa cuándo leas esto”, el libro de cuentos de Patricio Bartón
El periodista y conductor Patricio Barton presenta su primer libro de cuentos titulado “No importa cuándo leas esto”, una obra en la que apunta a mirar lo cotidiano como si nunca antes se hubiera hecho foco en ello.
Con prólogo de Alejandro Dolina, Barton encuentra en su obra una manera inesperada de narrar lo familiar: lo que parece trivial de pronto se abre hacia lo absurdo, lo poético o lo desopilante.

En su primer libro, Barton despliega creatividad y frescura, como si la literatura se hubiera levantado de buen humor. En la tradición de Osvaldo Soriano, Leo Maslíah o Hernán Casciari, Barton escribe con la destreza del que sabe que la risa es una de las maneras más lúcidas de leer el mundo.
Sin importar en qué parte se abra el libro, se encontrará un relato capaz de sorprender, una página que descoloca o una línea que relampaguea y deslumbra.
“Barton se me presentó con su poderosa fisonomía de escritor dispuesto a todo. Ahí nomás aparecieron diálogos teatrales sin pausa; preguntas que respondían otras preguntas, personajes que cambiaban de hábitos o quizá de identidad. Enseguida se me hizo patente su incontrolable vocación de sorprender. Barton se había propuesto un objetivo noble: construir un idioma poético de ocultaciones y revelaciones. Ya cerca del final pude comprender una realidad distinta: el encanto estaba en el propio Barton, con su astuto manejo de las contradicciones, de los tropos clásicos, de las cosas que son y no son al mismo tiempo, de las continuas contravenciones a la lógica”, indica Dolina en un segmento del prólogo que le dedicó a su amigo.
Patricio Barton es un comunicador que ha incursionado en diversos medios (radio, gráfica, televisión, podcast, streaming) a través del periodismo, la conducción, la narrativa y el humor. Hacedor de múltiples ciclos radiales en una decena de emisoras, conduce diariamente “Qué Importa”, por Radio Splendid AM990.
Lleva casi dos décadas junto a Alejandro Dolina en su clásico programa “La Venganza Será Terrible”, con presentaciones teatrales en Argentina, Uruguay y España. Formado en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires, produjo y condujo numerosos ciclos televisivos con impronta cultural en las señales Canal á, TV Pública, Encuentro y Pakapaka.
Historias Reflejadas
“Rumor de cuentos”

Rumor de cuentos
Un rumor resbaladizo se alargó sobre las hojas, como un secreto sin forma, deseoso de multiplicarse.
El viento desparramó las palabras, sus letras flotando en el aire, enredándose, livianas, viajeras, inquietas.
Fue entonces, cuando las historias rodaron de boca en boca, de pelo a pluma, de pata en pata, cubiertas de escamas, libres en los ríos de la memoria.
Fue entonces cuando a las palabras les nacieron alas que se elevaron como un canto antiguo, como una ronda alrededor del fuego, como un deseo nacido de las llamas, en el vientre del monte, en el sitio exacto donde el autor las recolectaba y las convertía en cuentos.
Pura sabiduría escondida en las voces de la tierra, tan sólo un puñado de silencios.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia homenaje a Gustavo Roldán, sus siguientes cuentos: “El monte era una fiesta” (Ilustraciones de Manuel Purdía), “Cada cual se divierte como puede” (Ilustraciones de Claudia Deglioumini), ” Cuentos que cuentan los indios” y “El camino de la hormiga” (Ilustraciones de Juan Lima).
Textos para escuchar
Campesino en el tren – Ana María Bovo
Ana María Bovo narra el cuento popular Campesino en el tren
Viajaba en un tren un campesino solo en su asiento, nadie adelante. Llevaba una bolsa de papas para vender en un pueblo próximo. Se dejaba acunar por loa música de la máquina de vapor: cinco pesos poca plata, cinco pesos poca plata. Miraba por la ventanilla y, para entretenerse, contaba árboles: álamo, paraiso, ceprés, plátano, ciprés… ciprés, ciprés, ciprés. “Seguro que viene un cementerio”, pensó.
En una estación, subió y se sentó delante de él un señor de traje azul cruzado con rayitas blancas finitas. Camisa blanca con rayas azules gruesas. Corbata bordó con rayas diagonal azul marino. Pañuelo bordó liso que sobresalía del bolsillo. No le convinaban los zoquetes que eran rojos con un rombo verde sobre el tobillo.
Arrancó el tren.
Álamo, álamo, paraiso, ciprés. Contaba y contaba árboles el campesino; se aburría el inspector. Un inspector de escuelas que venía de visitar escuelas rurales de la zona. Esa mañana había firmado dos nombramientos. estaba agotado. Para distraerse, le dijo al campesino:
—Perdón… ¿si jugamos a algo?
—Diga.
—Es un juego de preguntas y respuestas. Por ejemplo, yo le hago una pregunta a usted. Si usted no la sabe, me paga diez pesos a mí. Yo no la sé… en el supuesto de que no la supiera, le pagaría diez pesos a usted.
El campesino miró el portafolios entreabierto del inspector. Vio unas planillas escritas a máquina, un par de libros…
—Mejor no, le agradezco.
Álamo, álamo, paraíso, ciprés… Se entretenía el campesino; se aburría el inspector.
—La misma propuesta de hace un momento —irrumpió en inspector—, pero con una variante: yo le hago una pregunta a usted; usted no la sabe, me paga diez pesos a mí; usted me hace una pregunta a mí; yo no la sé… yo le pago cien pesos a usted.
—Bueno, dele.
—Empiezo yo… Dígame cuál es la estructura del átomo.
—La estructura del átomo… —repitió en voz baja.
Inmediatamente buscó diez pesos en su bolsillo y se los entregó.
—Ahora pregunte usted —dijo el inspector.
—… Bueno, dígame cuál es el animalito que sube al cerro en seis patas, y lo baja en tres.
—… ¿Cuál es el animal que asciende el cerro en seis extremidades y desciende en tres?
El tren corría y corría. Pensaba y pensaba el inspector. hasta que dijo:
—¿Es un vertebrado?
—No puedo ayudarlo.
Álamo, álamo, paraiso, ciprés…
—Disculpe —dijo de pronto el campesino—, me bajo en la próxima estación. ¿Si arreglamos…? Como no me contestó…
Cuando el tren se detuvo, el inspector preguntó:
—¿Cuánto era?
—Cien.
Se los pagó.
Cuando lo vio pasar por el anden debajo de su ventanilla, no resistió la curiosidad. Levantó el vidrio, asomó la cabeza y le preguntó:
—¿Se puede saber cuál es el animal que asciende en cerro en seis patas y lo baja en tres?
El campesino lo moró sorprendido. Después sacó diez pesos del bolsillo y se los entregó por la ventanilla.
Debes iniciar sesión para publicar un comentario. Acceso