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Música

50 años sin Jim Morrison: el rockstar disruptivo en pleno “verano hippie”

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Por Hernani Natale (*)

Se cumplen 50 años del fallecimiento en París de Jim Morrison, el cantante y atribulado líder carismático de la californiana banda The Doors, quien en pleno apogeo del hippismo instituyó desde uno de sus epicentros un disruptivo nuevo modelo de rockstar.

Con canciones como “Light My Fire”, “Roundhouse Blues”, “Break on Through”, “Waiting For The Sun”, “People Are Strange”, “The End” y “L.A. Woman”, entre tantas, Morrison se entremezcló entre las múltiples expresiones que oficiaban de banda de sonido del denominado “verano del amor y las flores”.

Sin embargo, en medio de un híbrido sonoro entre el rock clásico y la psicodelia, alineado con la oferta musical del momento, su figura sobresalió por la mirada oscura con la que abordó el existencialismo, desde líricas inspiradas en lecturas de Charles Baudelaire, Aldous Huxley, Arthur Rimbaud, Antonin Artaud y Paul Verlaine, entre otros; en contraposición al carácter optimista y luminoso que predominaba.

Pero además, el tímido joven nacido el 8 de diciembre de 1943 en Melbourne, Florida, se desmarcó de otras figuras a partir de una fuerte y novedosa imagen que exudaba rebeldía, hedonismo y sensualidad; y se proponía como una suerte de chamán que conducía al público en un lisérgico ritual colectivo.

En cierta forma, vida pública y privada se entremezclaron en Jim Morrison, quien transitó sus 27 años entre traumas infantiles, la fascinación por la literatura maldita, el interés por la experimentación con drogas alucinógenas, los roces con la ley y otras escenas propias comunes para un rockero promedio de la época.

Por lo tanto, más allá de haberse autoproclamado “El Rey Lagarto” y de sus memorables performances, todo lo mostrado en los shows no era más que una puesta en escena del andar cotidiano del controvertido cantante, quien pareció haberse esforzado por cumplir con todos los ítems del manual de estilo del perturbado artista autodestructivo.

Cuando en los inicios de su recorrido artístico con The Doors fue despedido del célebre local Whisky A Go-Go porque en medio de una de sus habituales improvisaciones poéticas, durante un pasaje instrumental de “The End”, aludió al concepto central de la obra “Edipo rey” de Sófocles sin demasiados circunloquios, el destino suyo y de la banda quedó sellado para siempre.

Por supuesto que la celebridad de Morrison no hubiera sido posible sin el sólido aporte musical de sus compañeros, el guitarrista Robby Krieger, el baterista John Densmore, y fundamentalmente el tecladista Ray Manzarek, su socio en la creación de las canciones y responsable de un característico timbre en su instrumento que dotó de una personalidad única al grupo.

Justamente, todo nació cuando Morrison le recitó con una particular entonación algunos poemas de su autoría al tecladista, con quien había forjado una amistad mientras compartían clases de cine en la universidad.

Al principio, Manzarek creyó que podía acompañar esas lecturas con alguna interpretación de fondo, pero eso fue derivando en un puñado de canciones que podían ser mostradas al estilo de cualquier banda de rock de entonces.

Hasta ese momento, la futura superestrella era un joven tímido, avergonzado de que su padre fuera un militar, que admiraba a Elvis Presley –a quien intentaría copiar en tono de voz y postura corporal-, y traumado por la imagen de un originario moribundo que vio en una ruta cuando era niño.

Ya durante su reinado, todos esos elementos aparecerían en su obra de manera más o menos explícita. Y mientras la escena musical se repartía entre un bucólico optimismo, la creación de una conciencia ecológica y los llamados a liberarse de viejos mandatos sociales y familiares, Morrison invitaba a atravesar las puertas de la percepción a partir de la experimentación con drogas psicodélicas, tal como lo habían hecho sus héroes literarios.

Con la publicación de exitosos discos y concurridos conciertos, la fama de Los Doors fue creciendo al ritmo de su líder carismático, quien atrapaba las miradas por su sex appeal, pero fundamentalmente por sus líricas y sus hipnóticas performances, en las que muchas veces perdía el control provocando escandalosos desenlaces.

Tras la grabación del disco “L.A. Woman”, un poco cansado de su propia imagen pública y de nuevo guiado por sus ídolos literarios, Morrison decidió mudarse por un tiempo a Paris en 1971, junto a su novia Pamela Courson.

Ella misma fue quien la mañana del 3 de julio de 1971 encontró su cadáver en la bañera del departamento que compartían. Los informes oficiales determinaron que el deceso se produjo por una insuficiencia cardíaca producida por un exceso de alcohol y drogas, pero la falta de rigor de los peritos forenses alimentaron innumerables mitos.

Desde entonces se dijo que fue asesinado por su novia -quien a su vez murió tres años más tarde, también a los 27 años-, que falleció en un bar pero que fue trasladado a su departamento para evitar problemas legales y hasta que fingió su deceso para vivir en el anonimato.

Este último mito fue alimentado incluso por el propio Manzarek cuando manifestó: “Si existe un tipo capaz de escenificar su propia muerte –creando un certificado de muerte ridículo y pagando a un doctor francés–, poner un saco de ciento cincuenta libras dentro del ataúd y desaparecer a alguna parte de este planeta –África, quién sabe– ese tipo es Jim Morrison. Él sí sería capaz de llevar todo esto a buen puerto”.

Más allá de todo eso, cincuenta años más tarde sigue siendo incesante el peregrinar de curiosos de todo el mundo por su tumba en el cementerio parisino de Père Lachaise; como provocadora su mirada inmortalizada en una famosa imagen con el torso desnudo y desafiantes sus intrépidos versos cantados.

(*) Agencia de noticias Telam.

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Música

Los Cadillacs en el Movistar Arena: sencillamente fabulosos

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Por Hernani Natale (*)

A cinco años de su último concierto en esta ciudad, que subrepticiamente se tituló “Despedida”; Los Fabulosos Cadillacs regresó este viernes en la primera de las dos fechas programadas en el Movistar Arena, en el barrio porteño de Villa Crespo, con un concierto en el que revalidó que, más allá de sus largas ausencias por Buenos Aires, es una banda que nunca se fue, sino que siempre está llegando.

Así lo hizo una vez más en esta parada porteña del internacional “El León del Ritmo Tour”, que seguirá viaje por diversas ciudades de Chile, México, España y Estados Unidos a lo largo de todo 2023, en la que entregó una performance de alto voltaje desde la cual la banda sobrevoló toda su historia.

Precisamente, Los Fabulosos Cadillacs puso a bailar a los saltitos y a poguear a la multitud que colmó el estadio con una buena parte del repertorio basada en los primeros tiempos, en la segunda mitad de los ’80, cuando sus integrantes proclamaban como principal estandarte que querían “morir tocando ska”.

Pero también convirtió al lugar en un hervidero al recalar en aquellos clásicos de los años ’90, cuando el grupo se proyecto a toda América Latina, no sólo a nivel comercial, sino fundamentalmente a nivel sonoro, y también desde el compromiso en sus líricas.

El endemoniado festival rítmico, que supo de contratiempos y altísimos tempos, en su faceta más post-punk; y salsa y percusiones afro, en su cara más latina; tuvo su correlato energético en el fantástico ida y vuelta entre la banda y el público.

Curiosamente, para ello no hicieron falta expresiones demagógicas, ni discursos. De hecho, apenas hubo una breve interlocución por parte de Vicentico; pero la absoluta entrega de los músicos fue la garantía más confiable.

Claro que el primer paso para esto se dio desde el escenario, en donde se percibió una contagiosa camaradería. Tal vez porque el grupo aún se sostiene sobre un gran porcentaje de miembros fundadores, con el inconfundible vocalista, el bajista y gran conductor musical Flavio Cianciarulo, el saxofonista Sergio Rotman, el tecladista Mario Siperman, el baterista Fernando Ricciardi y el trompetista Daniel Lozano.

Como si eso fuera poco, estuvieron como invitados El Tirri -también conocido como Luciano Jr.– y Vaino Rigozzi, percusionista y guitarrista, respectivamente, en la primera etapa. A la vez, en la actual formación estable, la sangre nueva la aportan Florián Fernández Capello, en guitarra; y Ástor Cianciarulo, en batería y percusión; hijos de Vicentico y Sr. Flavio, respectivamente.

En definitiva, el combo entre una numerosa base que lleva poco menos de cuatro décadas junta y nuevos bríos, pero conocidos de la casa, redundó en una demoledor y ajustado sonido, que no presentó fisuras.

Hay que advertir algo en este punto y es que, aunque Los Fabulosos Cadillacs pase largos períodos sin conciertos en nuestro país, es una banda que se mantiene activa con show anuales en Estados Unidos y México.

Más allá de todo, o quizás como gran sostén de todo, el grupo es dueño de una importante cantidad de composiciones que son parte del inconsciente colectivo musical de nuestro país.

“Mi novia se cayó en un pozo ciego”, “Yo no me sentaría en tu mesa”, “Belcha” o “El genio del dub” son algunas de las canciones que conformaron la banda sonora de la generación que iba a bailar entre 1987 y 1988, cuando el ska ganaba las pistas.

Por su parte, “Manuel Santillán, el León”, “Mal bicho”, “Matador”, “Carnaval toda la vida”, “Vasos vacíos” o “Demasiada presión” fueron algunas de las composiciones que se expandieron por toda América en los ’90, cuando MTV conectaba los públicos.

Todos ellas, y muchas más, sonaron en este concierto, que en lo que va del año pasó por Costa Rica, Puerto Rico, Uruguay y el famoso festival de Coachella.

A las 21.30, en medio de una música característica de película de James Bond, el grupo ocupó el escenario para iniciar con una abrumadora seguidilla que prácticamente enganchó la instrumental “Cadillacs”, “Manuel Santillán, el León”, “Demasiada presión”, “El muerto”, “Carmela”, “Estoy harto de verte con otros” y “El genio del dub”.

Sin bajar la intensidad, la cadencia reggae de “Calaveras y diablitos” y “Los condenaditos”, que permitió una mayor exploración desde lo sonoro, en especial desde la guitarra con eco, ofrecieron un breve respiro.

El baile regresó con “El aguijón”, “Nº 2 en tu lista”, “Basta de llamarme así” -en clave ska que le restó el profundo dramatismo a la original versión acústica- y “Saco azul”.

El tramo final presentó “Siguiendo la luna” y un final que evocó a “Kaya” de Sumo, la furia hardcore de “V Centenario”, la celebración colectiva de “Carnaval toda la vida” y la rabia noventosa de “Mal bicho” y “Matador”.

Como interludio antes los bises, Sr. Flavio se despachó con un solo de bajo que pasó por “Mañana en el abasto” -otra vez el recuerdo de Sumo– y desembocó en el Himno Nacional Argentino.

El bloque de ritmos latinos que puso en marcha “Carnaval toda la vida” se prolongó en los bises con “Vos sabés” y “Hoy lloré canción”, tramo que abrió con cierto aire a “Sympathy For The Devil” y cuyo cierre con la percusión fue aprovechado por Vicentico para mencionar a Toto Rotblat, percusionista del grupo fallecido en 2008.

“Mi novia se cayó en un pozo ciego” reavivó el pogo, incentivado más aún por su relectura casi hardcore; como en su versión original, El Tirri fue invitado para poner la voz principal en “Belcha”; y “Vasos vacíos” junto con “El satánico Dr. Cadillac” fueron cerrando el círculo.

Sin embargo, todavía faltaba la canción emblema cuya introducción ya había sido coreada por el público en varios momentos del concierto a modo de ovación.

“Yo no me sentaría en tu mesa”, el tema con el que los jóvenes que querían “morir tocando ska” fijaban su postura en torno a las leyes de punto final y obediencia debida, y con el que reivindicaban su hermandad, atravesó unos 35 años para reconfigurarse en días de discursos que parecieran reabrir debates que parecían superados.

Dos viejos amigos, El Tirri y Vaino Rigozzi se sumaron en este final en el que el paraguas protector que invocaba la canción volviera a abrirse en el Movistar Arena.

Los Fabulosos Cadillacs cerrará este sábado su paso porteño con una segunda fecha añadida originalmente por localidad agotadas, que será transmitida en vivo por la plataforma Star+, y luego seguirá su camino por otros países, hasta que una vez más esté llegando.

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Música

Murió Tina Turner, la Reina del Rock & Roll

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La cantante Tina Turner falleció este miércoles a los 83 años en Suiza, dejando atrás una carrera marcada por el temprano apogeo; una brutal caída personal y artística, al ser víctima de violencia por parte de su marido y mentor Ike Turner; y un resurgimiento gracias a su talento y su espectacular despliegue escénico.

Tina Turner, la Reina del Rock and Roll, falleció serenamente hoy a la edad de 83 años después de una larga enfermedad en su casa en Ksnacht cerca de Zúrich, Suiza. Con ella, el mundo pierde una leyenda de la música y un modelo”, anunció Bernard Dogherty, vocero británico de la intérprete en un comunicado citado por Sky News y Deadline.

Con una potente voz, heredera de la tradición negra ligada al gospel, el soul y el rhythm & blues; que sobre el escenario se potenciaba gracias al torbellino corporal que ponía en marcha en cada interpretación; esta artista sufrió las peores humillaciones domésticas que se puedan imaginar, pero logró sobreponerse e, incluso, opacar la figura de su otrora famoso marido.

Ocurre que en la segunda mitad de la década del ’70, cuando se divorció del abusivo Ike, harta de las golpizas que le propinaba, nadie podría apostar un centavo por el futuro artístico de la mujer que había alcanzado el estrellato gracias a un marido que no sólo la había apuntalado en su carrera, sino que hasta le había impuesto su apellido.

Sin embargo, entre 1983 y 1984, la vida artística le dio una segunda oportunidad a la mujer que, para esa altura, no sólo se repuso al divorcio con fenomenal éxito comercial, sino que hasta se apoderó del apellido de su ex esposo y lo confinó a un segundo plano en la consideración pública.

A esa altura, Ike Turner ya no sólo había pasado a ser el exmarido golpeador de la estrella Tina, sino que además iniciaba un camino hacia ese olvido al que años atrás parecía condenada ella.

De ascendencia afroamericana y nativa, Tina Turner fue criada por una familia adoptiva de blancos de Tennessee, Estados Unidos, que la bautizó con el nombre de Anna Mae Bullock.

Sin embargo, la infancia de la futura estrella no fue fácil debido al divorcio de quienes la adoptaron, algunas situaciones de violencia entre ellos y la posterior crianza por parte de una de sus abuelas, ante el poco interés de sus padres de seguir haciéndose cargo de ella.

Tras una mudanza a St. Louis, la muerte de su abuela y en medio de su trabajo como enfermera, Tina se reunió con su hermana mayor Ruby Aillene, con la que formó un dúo musical.

En medio de ese peregrinar por clubes, a finales de la década del ’50, conoció a Ike Turner, un guitarrista y cantante que descollaba con su propia banda y siempre sumaba alguna vocalista femenina a su formación.

En los sesenta fue testigo de la consagración del dúo integrado por Ike & Tina Turner, a quien había cobijado artísticamente y la había rebautizado, a partir de incendiarias actuaciones y una catarata de éxitos, como el caso de “Proud Mary”, “It’s Gonna Work Out Fine”, “I Idolize You” y “River Deep, Mountain High”, entre otros.

Sin embargo, la joven que en el escenario avasallaba con su sola presencia, en la intimidad del hogar padecía feroces golpizas por parte de de su marido.

El declive del furor por el estilo de música negra que representaba el dúo y la crisis doméstica comenzaron a mellar al exitoso combo en la década del 70, en donde la cantante sólo tuvo un importante hito al interpretar a “Acid Queen” en la ópera rock “Tommy” de The Who.

Tras el divorcio de su marido, la carrera de Tina parecía acabada, pero hacia 1983, su cover del tema de Al Green “Let’s stay together” y “What’s love got to do with it?” la relanzaron a la fama.

Estos dos éxitos fueron el puntapié para el exitoso disco de 1984 “Private dancer”, que le dieron un nuevo estatua de figura a Tina, que no sólo se apropió del apellido de su ex esposo, sino que reinventó su carrera con un estilo que conservaba las raíces negras pero adaptado al pop radial a la época.

Desde entonces y hasta 2009, en donde se retiró de los escenarios, Tina Turner giró por el mundo, vendió millones de discos, posicionó en la lista de éxitos una gran cantidad de canciones, entre las que pueden mencionarse “The best”, “Typical male”, “I don’t wanna lose you” y “Steamy windows”, entre otros.

También tuvo sus intervenciones memorables en la pantalla grande, como en “Mad Max”, en donde además interpretó el tema central “We don’t another hero”; y, de manera indirecta, en la autobiográfica “What’s love got to do with it?”, en donde su figura fue encarnada por Angela Basset.

Ya en la tranquilidad de su retiro, Tina Turner volvió a sufrir un fuerte revés en 2018 con el suicidio de su hijo mayor Craig Raymond Turner. Desde entonces, casi no se la vio en público, sin embargo los homenajes en su honor no cesan como el musical “Tina-The Tina Turner Musical” que se estrenó ese año pasado en Londres y luego pasó a las salas de Nueva York y Hamburgo.

En 2021 Turner pasó a ser parte del Salón de la Fama del Rock And Roll. Esa fue la segunda vez que la “Reina del Rock And Roll” fue incorporada al Salón, luego de que en 1991 fuera aceptada como parte del dúo de blues y funk que conformaba con su marido.

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Foo Fighters anunció a Josh Freese como su nuevo baterista en reemplazo de Hawkins

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La banda norteamericana Foo Fighters reveló que el sesionista Josh Freese será el nuevo baterista que reemplazará a Taylor Hawkins, quien murió en Colombia el año pasado, en el marco de una gira que comenzará el próximo 24 de mayo en New Hampshire, informó el grupo en un video.

A través de una transmisión en vivo titulada “Foo Fighters: Preparing Music for Concerts” (Foo Fighter: preparando música para los conciertos) emitida este domingo, el grupo conformado por Dave Grohl, Pat Smear, Nate Mendel, Chris Shiflett y Rami Jaffee mostró quién será su nuevo baterista y anunció el lanzamiento de una nueva producción llamada “But Here We Are” y que se presentará el próximo 2 de junio.

En el video planteado en tono de comedia se ve a todos los miembros haciendo chistes en la sala de ensayo cuando tres bateristas de primer nivel llaman a la puerta: Chad Smith, de Red Hot Chili Peppers; Tommy Lee de Motley Crue, y Danny Carey de Tool, diciendo cosas como: “Hay un Mercedes blanco bloqueando mi auto”.

Finalmente, se escucha una voz que grita: “¡Disculpen!” y cuando los integrantes de la banda se dan vuelta miran a Freese, que está sentado detrás de una batería pero que hasta ese momento había estado fuera de cámara. Y agrega: “¿Podemos tocar?” y la banda se lanza a las canciones de su próximo álbum.

Freese, de 50 años, participó en más de 300 grabaciones con músicos de distintos estilos, desde pop hasta rock y country. Fue parte de la banda The Vandals y tocó con grupos como Nine Inch Nails, Devo, A Perfect Circle y Guns N’ Roses. Desde 2003 también forma parte de las grabaciones de estudio de The Offspring, informó la prensa internacional.

Por ahora se desconoce si integrará oficialmente la banda o será una incorporación temporal.

El 25 de marzo de 2022 pasado, Taylor Hawkins fue hallado muerto a los 50 años en un hotel de Bogotá, Colombia, en donde el grupo se encontraba para participar del Festival Estéreo Picnic.

Con formación en percusión clásica desde niño, tomó como modelos de baterista de rock a Roger Taylor de Queen y a Stewart Copeland de The Police; y configuró así un versátil estilo que combinaba potencia y técnica.

Aunque integró varias bandas desde joven, comenzó a transitar el camino del profesionalismo cuando formó parte del grupo que acompañó a Alanis Morissette en la presentación de su exitoso disco “Jagged Little Pill.

La gira sirvió de plataforma para que fuera convocado por el ex Nirvana Dave Grohl para sumarse a Foo Fighters, en donde se ganó un lugar fundamental.

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Propietaria/Directora: Andrea Viveca Sanz
Domicilio Legal: 135 nº 1472 Dto 2, La Plata, Provincia de Buenos Aires
Registro DNDA Nº 2022-106152549
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