



Música
Liliana Herrero y Thopa Irú trío, en los “Jueves Vivos” en el Teatro Argentino
Liliana Herrero y Thopa Irú trío se presentarán de manera gratuita este jueves a las 20 en la Sala Piazzolla del Teatro Argentino de La Plata como parte del ciclo “Jueves Vivos”, que impulsa el Instituto Cultural de la provincia de Buenos Aires.
En un comunicado, se precisó que “Jueves Vivos” es un ciclo de música bonaerense que se realiza todos los jueves del mes con el objetivo de enlazar artistas de grandes trayectorias con otros que se encuentran construyendo sus carreras, generando así la posibilidad de llegar a públicos variados y favorecer el intercambio profesional.


A través de las distintas programaciones se ofrece una variedad de géneros musicales como folclore, tango, otros ritmos rioplatenses, pop, rock y más.
La entrada es gratuita y se obtiene a través de la web del Teatro Argentino.


Música
La Renga paseó toda su potencia rockera durante un recital épico en el Fin del Mundo


Por Gabriel Ramonet (*)
Bajo el frío y por momentos la lluvia, a 3.000 kilómetros de Buenos Aires y a orillas del Canal Beagle, en el Fin del Mundo, La Renga brindó el sábado un recital épico, de esos destinados a quedar grabados para siempre en la memoria de la banda y sus seguidores, así como en la historia del rock argentino.
Con un show de casi tres horas llevado a cabo frente al hangar de la Base Aeronaval de la ciudad de Ushuaia, en Tierra del Fuego, el grupo liderado por Gustavo “Chizzo” Nápoli hizo delirar a una multitud de 20.000 personas que durante más de diez días antes habían comenzado a llegar desde distintos puntos del país.
Banderas, paraguas, humo rojo y saltos imprescindibles para soportar las bajas temperaturas y el viento sur llegaron a su clímax a las 21.56, cuando se escucharon a pura potencia los acordes de “Tripa y corazón”, el primer tema del recital que fue transmitido en vivo por la plataforma de streaming Star+ para toda Latinoamérica.
“Una cosa es decirlo y otra vivirlo. Que emoción es estar hoy acá, amigos”, reconoció “Chizzo” desde el escenario incrustado sobre la puerta de un hangar, cuyo frente sirvió de pantalla para la proyección de imágenes y de luces.
La puesta en escena del show y el sonido no relegaron ni una milésima de calidad respecto de otras presentaciones de la banda en los grandes centros poblados del país y del mundo, a pesar de la enorme tarea logística que significó el traslado de los elementos por miles de kilómetros, atravesando, incluso, el paso obligado por Chile y el cruce del Estrecho de Magallanes.
Con este primer recital en Tierra del Fuego, La Renga también completó el mapa del país: era la única provincia donde nunca habían tocado.
Cuando sonó “Buena Pipa”, la segunda canción del show, apenas había anochecido a orillas del Beagle, y las banderas de fanáticos del conurbano bonaerense, de Chaco, de Santa Fe, de Salta, de Neuquén y de otros tantos sitios distantes entre sí se mezclaban en un todo de comunidad organizada.
Cerca de las 23, el público estalló ante el hit “Balada del diablo y la muerte”, y media hora más tarde con “El revelde”.
A la medianoche, con casi dos horas ininterrumpidas de recital, otro punto de euforia colectivo se produjo con la versión de “El final es en donde partí”, tema al que siguió “Oscuro diamante” y después “Panic Show”, cantado como siempre y donde el vocalista deslizó “ojo Milei” aludiendo a la utilización del tema durante la campaña electoral por parte del ahora mandatario electo Javier Milei.
Después de “La razón que te demora”, “Chizzo” hizo uno de los pocos altos del concierto para volver a agradecer a “los que vinieron de todos lados, en avión, en auto o en moto” y a los que “se bancan la lluvia”, porque si algo le faltaba a la épica del momento era el agua que comenzó a caer con bastante intensidad en el Fin del Mundo.
La voz de La Renga también recordó el genocidio Selk’nam, el pueblo originario de la provincia que perdió a la mayoría de sus habitantes entre la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, con la llegada de los europeos, y que en la provincia se recuerda los 25 de noviembre, con un día feriado.
Y a propósito de efemérides, el aniversario de la muerte de Diego Armando Maradona también fue recordado por una enorme bandera con el número 10 que flameó durante toda la noche por el centro de la muchedumbre.
“Los mismos de siempre”, como se autodenominan los fanáticos de la banda originaria del barrio porteño de Mataderos, solo salieron de su repertorio de canciones de cancha adaptadas a sus ídolos para hacer alusión a su presencia en el Fin del Mundo y para dejar aflorar el sentimiento por la causa Malvinas que inunda a los pobladores fueguinos.
Acaso por ello, el hit “Y ya lo ve, el que no salta es un inglés”, fue por lejos el entretenimiento más utilizado por los fans para hacer pasar las horas interminables previas al espectáculo.
La llegada de los “rengueros” transformó la fisonomía habitual de Ushuaia y obligó a las autoridades a tomar medidas para asegurarles alojamiento, como la habilitación de zonas especiales para acampar.
También fue necesario habilitar puestos de comida ambulante, baños públicos y reforzar medidas de seguridad.
Los viajeros se lanzaron a aventuras impredecibles que incluyeron soportar los vientos patagónicos a través de cientos de kilómetros por la Ruta Nacional Nº3, pasar por Chile y regresar al país al norte de la ciudad de Río Grande, para continuar viaje hasta Ushuaia atravesando antes el paso más austral de la Cordillera de Los Andes.
Algunos adelantaron sus vacaciones, dejaron trabajos pendientes o directamente aprovecharon la oportunidad para montar sus puestos de venta de artesanías.
Otros como Carina Rostagno y Pablo Menseguez convirtieron su luna de miel en un viaje de aventura en moto para seguir a la banda de rock a la que ambos consideran parte de su vida.
Después de “Hablando de la libertad” y de un “Gracias Ushuaia, nos vemos la próxima”, el “banquete” como bautizan los fanáticos a cada recital se dio por concluido, y los miembros de la emblemática formación de hard rock bajaron del escenario para saludar a un público enfervorizado.
Fue el final de una noche legendaria en el Fin del Mundo, de esas que costará mucho dejar de recordar.
(*) Agencia de noticias Telam.
Música
Estelares llega por primera vez al Luna Park




Si hay un grupo dentro del rock nacional que podría catalogarse como una verdadera “usina musical” o una “máquina de melodías y canciones” es Estelares.
Todos esos temas que hicieron y hacen emocionar, reflexionar y sacan los sentimientos a flor de piel de sus seguidores , y que han desbordado todas las salas por donde han transitado, encuentran un nuevo lugar donde hacer escala.
Es que Estalares y sus trémulas canciones llegan el 1 de diciembre por primera vez al estadio Luna Park, verdadero ícono de la ciudad de Buenos Aires, en una noche donde no sólo seguirán presentando su disco “Un mar de soles rojos”, sino que será el lugar (y el día) perfecto para volver a disfrutar con los clásicos de su trayectoria que a esta altura también son marca registrada.
Nuevo videoclip
Además, la banda platense presenta “Hacelo bien”, nuevo corte y videoclip de su último álbum de estudio “Un mar de soles rojos”:
Músicos Invitados
- Javier Miranda: Batería
- Eduardo Minervino: pianos y teclados
- Guillermo Harrington: guitarra y coros
- Martín Bosa: teclados, percusión y guitarra
(Fuente: Nadya Cabrera – Prensa)
Música
Roger Waters en River: una indisoluble comunión entre el artista y su obra


Por Hernani Natale (*)
Con sus irrenunciables posicionamientos antibelicistas y antiimperialista en un primer plano, y el foco puesto especialmente en la defensa de los derechos humanos; pero además con la magia sonora intacta de los clásicos de Pink Floyd; Roger Waters brindó el martes el primero de la serie de dos conciertos en el Estadio River, en la parada argentina de su gira “This is not a Drill”.
“Si sos de los que dicen me encanta Pink Floyd pero no soporto las opiniones políticas de Roger, harías bien en irte a la mierda”, advirtió en off la voz del mítico artista británico, antes de iniciar el concierto, junto a otras series de recomendaciones más propias de una obra de teatro que de un recital de estadio, como la de apagar los celulares.
La frase que parecía lanzar un desafío, sobre todo a partir de las polémicas que rodearon su visita a Sudamérica, en realidad se trató de un anticipo del espíritu de este show, tal como quedó de inmediato en evidencia cuando maravillosas interpretaciones de clásicos de Pink Floyd se combinaron con las imágenes de bombardeos y de represiones violentas que proyectaban las gráficas.
Como si se tratara de algo indisoluble, la obra de Roger Waters, tanto en la popular banda como en su recorrida como solista, no puede escindirse de sus firmes posicionamientos políticos y sociales; los mismos que lo impulsaron a definirse en torno al conflicto en Gaza.
Las repercusiones no tardaron en llegar y por las quejas de distintas organizaciones judías, que lo tildaron de antisemita, los hoteles en Montevideo y Buenos Aires en donde preveía alojarse junto a su equipo, le cancelaron las reservas; a la vez que la DAIA realizó una presentación judicial para impedir estos shows, con la excusa de que allí se instaba al odio contra los judíos.
La respuesta de Roger Waters desde el escenario llegó en forma de un conmovedor concierto, en el que no faltaron las diatribas. “La razón por la que no me dejan alojarme es porque creo en los derechos humanos”, lanzó en un momento del show, cuando hizo alusión al problema con los hoteles
Pero si alguien hubiera querido realmente desentenderse del costado político de la obra de Roger Waters, sin dudas anoche tuvo la posibilidad de disfrutar de un gran concierto, en el que los fans locales tomaron contacto una vez más con la esencia de Pink Floyd.
Como gran cerebro creativo de la popular banda, el protagonista de la noche hizo una personalizada recorrida por su historia en el grupo, a partir de tres bloques bien marcados conformados por temas de los discos “The Wall”, “Wish You Were Here” y “Dark Side of the Moon”.
También hubo espacio para hacer paradas en “Animals”, “The Final Cut” y algunos mojones de su etapa solista.
Lo curioso es que no ahorró en narrativa para contextualizar a muchas de las canciones, además de la presencia de leyendas que iban apareciendo en las pantallas y contaban historias sobre Pink Floyd, la mayoría con Syd Barrett como personaje principal.
Y acaso lo más importante para remarcar es que todo esto sucedió junto a una fenomenal banda que supo evocar con precisión el espíritu sonoro del legendario grupo, fundamentalmente en los temas de corte rockero, en donde podía hacer gala de una arrolladora potencia.
Allí destacaron particularmente el guitarrista Dave Kilminister, quien asumió con solvencia los característicos solos de David Gilmour; y Jon Carin, en teclados y steel guitar. Completaron el combo, el guitarrista Jonathan Wilson, quien jugó el rol vocal de Gilmour en “Money” y “Us and Them”; el bajista Gus Seyffert; el baterista Joey Waronker; el tecladista Robert Walter; el saxofonista Seamus Blake; y las coristas Amanda Belair y Shanay Johnson.
El inicio del concierto, que se extendió aproximadamente por dos horas y media, fue con un bloque de “The Wall”, que abrió con una lúgubre versión de “Confortably Numb”, explotó con “The Happiest Days of Our Lives” y “Another Brick in the Wall”.
Le siguió un conjunto a composiciones de su etapa solista que mantuvo la intensidad con “The Powers That Be”, en una de las más destacadas performances de la banda, y bajó los decibeles con “The Bravery of Being Our of Range” y “The Bar”.
Por supuesto que como factor común, mientras sonaba cada una de estas creaciones, las pantallas replicaban matanzas, ciudades bombardeadas, escenas de violencia policial y militar, y la cara de todos los presidentes de Estados Unidos desde Ronald Reagan hasta hoy a quienes sin excepción se los presentó como “criminales de guerra”, entre otras cosas.
“Vamos a años atrás, cuando intentaba tocar rocanrol en una banda diferente”, dijo Waters para poner en escena la etapa del disco “Wish You Were Here”, con el especial recuerdo a Syd Barrett -y una deliberada ausencia de imágenes de Gilmour, su acérrimo rival- . “Have a Cigar”, “Shine On You, Crazy Diamond” y la canción que da nombre a la placa conformaron este set.
“Cuando pierdes a alguien que amas te das cuenta que esto no es un simulacro”, se leyó en un momento, como remate a la evocación de Barrett y dilucidando, a la vez, el disparador del nombre de esta gira.
Representado por la canción “Sheep”, el viaje por el mundo sonoro de Pink Floyd prosiguió con el disco “Animals”, al que caracterizó como un homenaje a George Orwell y Aldous Huxley“, responsables de haber advertido con sus novelas acerca de un futuro distópico que pareciera haber llegado para quedarse.
Bajo una enorme gráfica que instaba a resistir al capitalismo, se cerró esta primera parte y dio paso a un intermedio en el que la gran mayoría del publico que colmó el estadio, acaso contagiado por el tono combativo del show, comenzó a corear “el que no salta votó a Milei” y “Nunca más”.
Tras el sobrevuelo del icónico cerdo inflable asociado a Pink Floyd, el segundo bloque volvió sobre “The Wall” con “In the Flesh” y “Run Like Hell”; reposó en los solistas “Deja Vu” e “Is This The Life We Really Want?; y finalmente recaló en repertorio de “Dark Side of the Moon”, álbum que en 2023 cumplió 50 años y fue regrabado por Waters en solitario.
Entre imágenes de matanzas a civiles en Irak y leyendas que pedían que “paren el genocidio en Gaza” fueron sonando “Money”, “Us and Them”, “Any Colour You Like”, “Brain Damage” y “Eclipse”.
La causa Malvinas fue aludida en “Two Sun in the Sunsets”, de “The Final Cut”, durante el final que se terminó de dibujar con una reprise de “El bar” y “Outside the Wall”, que cerró el círculo.
Roger Waters volverá a presentarse este miércoles, con transmisión directa por Flow, en una jornada en la que acumulará su show 13 en River con lo que marcará un récord absoluto al sobrepasar los 12 que le daban el podio a Los Rolling Stones. Será otra velada en la que las polémicas volverán a tornarse ridículas entre tanta buena música y mensajes tan claros y contundentes.
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