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Literatura

Llega la obra “Severino, el infierno tiene nombre”, ópera prima del poeta Gabriel Rodríguez Molina

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

La llama permanece encendida. Es un fuego profundo, se abre paso entre laberintos de silencio. Danza. Hace sombra la sombra, tambalean las palabras, una vez, muchas veces. Intentan fusilarla. Sin embargo, la poesía no ha muerto.

El escritor y poeta platense Gabriel Rodríguez Molina, luego de escribir la novela “Severino”, la historia del anarquista italiano Severino Di Giovani, presenta por estos días su ópera prima “Severino, el infierno tiene nombre”, que verá la luz el próximo 12 de agosto.

Contarte Cultura charló con él para recorrer a través de sus palabras las rutas que lo llevaron a contar la vida y el proceso de morir del conocido tipógrafo.

“Severino –dice el autor- es mi primera obra de teatro. Acercarse a él ha sido acercarme a un fuego profundo. Tomar su voz es como tomar una antigua antorcha para alumbrar los oscuros laberintos de la historia y en sus paredes ver reflejada nuestra propia sombra que, de alguna manera, siempre ha sido testigo del fusilamiento de los poetas, es decir, del fusilamiento de la poesía”.

—Comencemos esta charla haciendo foco en el personaje que da nombre a tu libro y a la obra “Severino”, ¿cómo y cuándo se cruzó en tu camino?

—”Severino” se cruzó en mi camino al conocer, hace algunos años, a Osvaldo Bayer. Comenzaba el verano y yo había leído su primer libro de poemas, “Los cantos de la sed”, un trabajo muy bello y muy poco conocido. Magnetizado por esa obra llegué un día a su puerta para conversar de poesía, sobre todo, poesía alemana, que le gustaba más a él. En esa ocasión, ya habiendo leído su hermosa biografía publicada en 1970 sobre Severino Di Giovanni, le llevé el boceto de un relato, lo que luego se transformaría en la novela. Quedó en llamarme tras leer el relato pero ese llamado nunca existió, ya que un tiempo después él falleció. De alguna manera, la novela es una conversación implícita con él. Una forma de llenar ese silencio. 

—Luego de ese primer encuentro con Severino y su historia, llegó la novela, ¿cuáles fueron las rutas que recorriste para atravesar la historia y darle voz a tu protagonista?

—Las rutas podría decir que fueron dos: las de sus ojos y las de sus manos. Las de sus ojos en tanto que las poéticas que estaquean de alguna manera la obra son las de sus lecturas: Tolstoi, Nietzche, Shakspeare, Dante. Y las de sus manos en tanto que la poesía que se hilvana en la novela siempre corre por el surco de la carne. Las manos que escriben son las manos de un florista, de un docente, de un tipógrafo, de un anarquista, de un hacedor de bombas y también, claro, las manos de un poeta.  

—Y fue ese mismo recorrido el que te llevó a escribir tu primera obra como dramaturgo, “Severino, el infierno tiene nombre”. ¿De qué manera se desarrolló ese proceso de llevar a las tablas la historia del tipógrafo italiano?

—Entiendo que sí. La mirada y las manos de Severino se hicieron fuego en mí hasta que un día, tras un largo sueño, lo escuché hablar. Fue entonces que empecé a soñar con la obra. Pensar en su reencarnación a metros de dónde empezó su última persecución es, sin dudas y en palabras de un periodista con el que hablé hace poco, una reconquista del territorio. Se vuelve todo muy simbólico y ese silencio pasado por el misterioso filtro de la poesía hoy se vuelve grito. El proceso fue largo, ya que la idea comenzó a bocetarse a finales del 2020, aún encierro de por medio. Pero la espera, con el sólido equipo que se fue formando, de alguna manera hizo que la versión madurara y que cada palabra golpee como debe hacerlo. Eso ha sido un trabajo sutil de Mariano Dossena, quien ha sabido con paciencia y sensibilidad posarse también en los ojos de Severino para atravesar ese umbral. Hay también una belleza y una metafísica que ha ido adquiriendo la obra que tiene que ver con la lectura que han ido haciendo todos los que están trabajando alrededor de “Severino” desde la puesta, hasta la asistencia de Katiuska Francis, pasando por el trabajo de luces que propone Ana Heilpern

—Sobre el escenario se produce un diálogo entre el protagonista (encarnado por el actor Juan Manuel Correa) y la música de un bandoneón (Julio Coviello/Carla Vianello). Si pudieras elegir una palabra que represente ese intercambio que determina el ritmo de la historia, ¿cuál sería y por qué?

El actor Juan Manuel Correa interpreta a “Severino”. Ph: Matanza Viva.

—La palabra sería “ímpetu”. El ímpetu es la fuerza que mueve la obra. Es lo que movía la sangre de Severino. La música compuesta por Julio Coviello, e interpretada por él y por Carla, traducen el alma de Severino, desde la alborada de su juventud hasta su mítico final, sin dejar de lado las contradicciones que trazaron su camino. La voz del bandoneón, esa voz que desde las sombras jadea, es la voz de un segundo Severino que desde las nieblas retorna y perfora la trama histórica del relato para desnudar al actor y ponerlo cara a cara con la muerte, es decir, cara a cara con el vacío, es decir, con la eternidad. 

—Y si de palabras se trata, la poesía es otra de las protagonistas en escena, ¿de qué manera se filtra tu propia poesía en esta obra?

—Mi poesía, si se filtra, es a través de la fragilidad. Tomar una voz sanguínea como la de Severino y hacerla caminar por el terreno de la vacilación, de la duda, de la pregunta, es una apuesta poética. De allí brotan los momentos más curiosos de la obra donde el amor, la pasión, la tristeza, el dolor, se condensan para que esa ausencia, una ausencia existencial que todos llevamos dentro, se manifieste e irrumpa para desgarrar.  

—¿Qué te gustaría destacar de la escenografía y del vestuario?

Nicolás Nanni, encargado tanto de la escenografía y del vestuario, ha tenido a mí entender una lectura muy acertada de Severino. Lo coloca, por un lado, en el calabozo donde esperó la muerte, sin dudas cargado de un tinte reo. Y por otro lado, se desprende de esa representación, de ese espejo, para con sutileza, y gracias a un elemento central, romperlo, producir extrañeza, diálogos implícitos. La obra, el texto, el cuerpo del actor y la música, danzan alrededor de ese elemento haciendo que todo se pliegue, pero de otra manera, que da como resultado una visión muy original y muy abierta de la obra. 

Julio Coviello, Mariano Dossena, Gabriel Rodríguez Molina y Juan Manuel Correa. Ph: Matanza Viva

—¿Existe algún objeto simbólico dentro de esa escenografía que represente el espíritu o la temática principal de la obra?

—Sin dudas. Hay varios elementos donde se inscribe el alma de Severino y donde la poesía dialoga con la historia para expresar la verdadera condición humana: la dualidad, la duda, la pregunta, la incertidumbre, la eterna espera frente a la muerte, la posibilidad de mirar a los ojos al verdugo. ¡Ya los verán cuando vengan al teatro! (risas).

—¿Cuándo y dónde se podrá disfrutar de “Severino, el infierno tiene nombre”?

—“Severino” tendrá lugar los viernes de agosto (y muy posiblemente septiembre), a las 22.30, en el Centro Cultural de la Cooperación, de Avenida Corrientes al 1543 de la Ciudad de Buenos Aires. Como dijera aquel periodista que mencioné antes, y compartiendo su opinión, ponerlo de pie a pocos metros donde empezó su persecución final y 91 años después tras un largo silencio, es un acto de justicia poética. Quienes estén interesados, las entradas se pueden adquirir por Alternativa Teatral o en la boletería del teatro.

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Textos para escuchar

La grasita – Mercedes Pérez Sabbi

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La escritora Mercedes Pérez Sabbi lee un fragmento de La grasita, su nueva novela (Editorial Comunicarte).


“Llegamos al Café Tortoni para buscar a Dora, pero no podíamos entrar por la puerta principal porque los empleados y los familiares entran por la puerta de atrás. Vi que era hermosísimo el café. Con una puerta de madera con cortinitas blancas y adornos de bronce para abrirla. Pero no, no la abrimos, porque dimos la vuelta por la calle Rivadavia, y entramos por un pasillo con cajones de botellas y bolsas con mercadería, parecido al depósito del almacén de mi papá. Ahí preguntamos por Dora Rodríguez. Un muchacho de delantal, gorrita blanca y camisa desteñida nos dijo que enseguida la llamaba. Al ratito apareció Dora, arregladita como para salir de paseo. Alta estaba, por los zapatos con plataforma.

—Las hice esperar para cambiarme. ¿Les gustaría pispear el bar?
—Sí, me gustaría —dije.
—Bueno, las hago mirar por acá, porque por el frente solo entran los clientes.

Pasamos por otro pasillo y Dora nos corrió unos cortinados de terciopelo azul. Hermoso lo que vimos: las paredes de madera y papel con flores, el techo con cuadraditos de vidrios de arabescos de colores, unas columnas gigantes de mármol marrón, las sillas tapizadas de negro, las mesas redondas con señoras de sombreros elegantes y señores de trajes muy distinguidos… Parecía un palacio de película.

—¿Puedo ir al baño que me hago pis…? —le pregunté a Dora.
—Bueno, andá al baño principal porque el del personal está medio cochino —y me señaló el lugar—. Ves allá que hay una mesa grande redonda, seguís a la izquierda y ahí está el tualet de damas. Te esperamos acá.
—¿El tualet?
—Sí, es baño en francés. Acá es así.
—Dejame el tapado así vas más cómoda —me dijo mi mamá.

Y me quedé con mi pollera escocesa y mi saquito azul. Bonitos.

Tualet, tualet, tualet…

Toalette, decía en la puerta, con una figurita de mujer.

Adentro había una señora de sombrero azul con su hija de bucles rubios. Saludé y me quedé mirando adónde ir, porque había varias puertas y lavatorios y espejos con lámparas como copas. La señora se dio cuenta de algo y me preguntó:

—¿De dónde sos?
—De Maizoro.
—¡Ah! ¿dónde queda eso? —me preguntó mientras se pintaba los labios y la nena me miraba.
—Lejos. Hay que tomar un tren en Constitución y después otro.
—Podés pasar ahí —me cortó señalándome uno de los baños.
—Gracias —y entré.

Desde el inodoro escucho que la nena le pregunta:

—¿Quién es mami?
—Una grasita —le respondió, mientras se cerraba la puerta.

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Historias Reflejadas

“Un territorio sin conquista”

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Un territorio sin conquista

El agua guardaba una historia, las palabras balanceándose entre las olas y sobre la espuma, un vaivén de preguntas. Iban y venían, de una costa a la otra, como naves sin destino.

Un viento, cómplice de otros vientos, sostenía recuerdos, las voces enraizadas en el origen, un nombre que abarcaba a las palabras, al otro lado de la historia, justo en el puerto de la memoria.

Aquí y allá, un desencuentro de orillas, los conquistadores y los conquistados, un argumento sin rumbo.

Hubo sangre y hubo guerra, las voces callaron y fueron leyenda, sutiles fragmentos de un territorio que permanece sin conquista.

Andrea Viveca Sanz

Se reflejan en esta historia los siguientes textos: “En los orígenes los aborígenes”, de Adela Basch con ilustraciones de Elissambura; “DescubriMiento de América”, de Marcelo Valko con ilustraciones de Dolores Mendieta; “La conquista española de América”, de Ramón Tarruela con ilustraciones de Matías Lapegüe; y “Leyendo leyendas”, de María Inés Falconi con ilustraciones de Sandra Lavandeira.

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Literatura

Mar del Plata será sede de MarPlaneta 2026, el mayor festival literario de la Costa Atlántica

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Mar del Plata se prepara para recibir MarPlaneta 2026, el Festival Literario más importante de la Costa Atlántica, una propuesta que combina literatura y artes performáticas y que tendrá como eje central a los libros y sus autores, acompañados por música en vivo, DJ sets, talleres, experiencias gastronómicas y contenidos audiovisuales.

Con entrada libre y gratuita, el festival se desarrollará en el Centro de Creación Chauvín los días 5 y 6 de enero y 2 y 3 de febrero, en el horario de 18 a 0. La programación reunirá a una destacada nómina de escritores y referentes del pensamiento y la cultura contemporánea, entre ellos Adrián LakermanJuan José Becerra, Darío Sztajnszrajber, Daniel Mecca, Guillermo Martínez, Alexandra Kohan, Martín Kohan, Hugo Alconada Mon, Jorge Fernández Díaz, Diego SztulwarkFabián Casas, Nicolás ArtusiFlorencia Canale, Florencia Sichel, Flor Dapiaggi, Agustina Buera, Adriana Riva, Osvaldo Gross, Daniel López RosettiCynthia Wila y Gabriel Rolón.

El concepto de MarPlaneta apunta a expandir la experiencia de lectura y llevarla más allá del formato tradicional, integrando distintas expresiones sensoriales en un mismo espacio. La propuesta incluye presentaciones de libros, charlas, firmas de autores, talleres y espacios de lectura, en diálogo permanente con la música, la gastronomía y el lenguaje audiovisual.

“Creemos fundamental brindar un espacio libre y gratuito con una amplia propuesta de presentaciones, charlas, talleres, firmas y espacios de lectura, de la mano de nuestros autores, donde los amantes de los libros y de la cultura en general puedan convocarse y compartir una experiencia enriquecedora”, señaló María Estomba, directora de Marketing y Comunicación de Grupo Planeta.

Con una programación que se despliega a lo largo del verano, MarPlaneta 2026 busca consolidarse como un punto de encuentro cultural clave en la agenda estival y reafirmar a Mar del Plata como un escenario privilegiado para la literatura y el pensamiento contemporáneo.

Agenda Literaria 

Lunes 5 de enero 

  • Adrián Lakerman – Juan José Becerra
  • Darío Sztajnszrajber

Martes 6 de enero

  • Diego Sztulwark
  • Florencia Canale
  • Florencia Sichel
  • Adriana Riva – Fabián Casas

Lunes 2 de Febrero 

  • Daniel Mecca – Guillermo Martínez
  • Alexandra Kohan – Martín Kohan
  • Hugo Alconada Mon – Jorge Fernández Díaz

Martes 3 de Febrero 

  • Osvaldo Gross – Nico Artusi
  • Daniel López Rosetti
  • Gabriel Rolón – Cynthia Wila
  • Florencia Dapiaggi  – Agustina Buera

(Fuente: Agencia Noticias Argentinas)

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