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“El desafío es contar cosas desde un lugar donde uno siempre está aprendiendo”

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El ilustrador argentino Poly Bernatene, elegido por los autores más reconocidos del género infanto juvenil como Fernando de Vedia, Silvia Schujer, Liliana Cinetto, Norma Huidobro y Luis María Pescetti, por solo nombrar a los locales, asegura que para ilustrar los más de 50 libros que cuenta en su haber se inspira en los afectos que lo rodean y cree que la empatía con los lectores se debe a que está atento a los pequeños detalles.

Poly, como es conocido en el mundo editorial, nació en Buenos Aires en 1972 y estudió en la escuela de Bellas Artes, donde aprendió a manejar la técnica. Luego incursionó en la publicidad, la animación, los cómics y en los últimos años desarrolló su labor como ilustrador de numerosos libros infantiles y juveniles para la Argentina, México, España, Inglaterra, Australia, Dinamarca, Bélgica, Alemania, Francia, China, Taiwan y los Estados Unidos.

Bernatene contó con sus trazos las historias de “Paco del Tomate”, “El sueño de Lucas”, “Unidos contra Drácula”, “Josepérez, astronauta”, “El lugar donde nacen las palabras” y “Orsai”, entre otros.

Recientemente editó por UnaLuna “Príncipe y sapo”, escrito por el británico Jonathan Emmett: “Disfruté mucho ilustrar ese cuento porque se trata de una nueva mirada tomando como referencia… ¡todos los clásicos! Es un libro para lectores que se ríe de los lectores y con los lectores”.

“La escritora María Teresa Andruetto dijo alguna vez que: ‘Se escribe de lo que no se sabe’, y eso también se puede llevar perfectamente al dibujo. Ese es también el desafío de un ilustrador, contar cosas desde un lugar donde uno siempre está aprendiendo”.

¿Cómo fue tu acercamiento a la ilustración?

Siempre supe que trabajaría de dibujante. No sabía específicamente de qué, pero el dibujo fue mi manera de comunicarme con el mundo desde chico. El cine, la animación y las historietas fueron mis principales influencias. Fue cuando estudié animación donde comencé a relacionarme entre pares con intereses parecidos y donde se me presentaron las primeras oportunidades para trabajar. Durante el año 2000, por la falta de continuidad e inestabilidad, comencé a buscar trabajo en editoriales y fue así como Atlántida me hizo la primer prueba para el libro “El inventor de la calesita” escrito por Fernando de Vedia. A partir de ese momento descubrí que lo mío era contar historias a través de los libros, y pasaron muchos años hasta descubrir y entender el rol de un ilustrador.

¿Por qué tenés una inclinación hacia la ilustración infanto-juvenil? ¿Qué te atrae de ese universo?

Mi llegada a ese público puede decirse que fue involuntaria y de casualidad. También tiene que ver con el contexto social y económico de la época en la que salí a buscar trabajo. De todas formas cuando empecé a dejar de lado ciertos prejuicios descubrí la enorme libertad que te da trabajar para chicos. A su vez, me fui profesionalizando y tomando en serio lo que estaba haciendo cuando la devolución de los lectores empezó a enriquecer mi trabajo. Cuando comencé mi carrera sentía que el lector infanto-juvenil estaba mucho más abierto a la lectura de la imagen que el adulto, a que la ilustración tenga nuevas cosas para encontrar.

Bernatene, elegido por los autores más reconocidos del género infanto juvenil.

¿Hay alguna diferencia entre el trabajo para grandes y chicos?

Hay diferencia a la hora de abordar ciertas temáticas, mentiría si dijera lo contrario. Pero por otro lado, cuando trabajo no pienso mucho para qué publico va dirigida la obra, primero dibujo para mí. Considero que los chicos pueden sentir e interpretar perfectamente cualquier tipo de lenguaje por complejo que sea, lo que no pueden percibir o absorber es porque queda fuera de su rango de edad a lo sumo, pero también es bueno que desde chicos se eduquen sabiendo que no todo está a mano, que uno mira y observa justamente para descubrir. Esto mismo es aplicable a un adulto, nunca terminaremos de aprender todo lo que tenemos por delante. Es buena y sana la ambigüedad, cierto misterio, permitirse que no todo cierre como uno quiere.

¿Es fácil publicar en la Argentina?

No es fácil porque hacer libros acá es caro. Para colmo, son pocas las publicaciones que vienen acompañadas de ventas que ayuden a recuperar la inversión. Esto desgraciadamente provoca que los autores (escritores e ilustradores) no siempre sean reconocidos por su trabajo y sea muy difícil vivir del libro. Puedo decir que vivo de esto en gran medida porque también publiqué varios libros en el exterior, con un poco de suerte y mucha dedicación y perseverancia. Siempre fui ilustrador por encargo, por lo que parte de mi oficio es saber venderme y moverme para que los clientes descubran mi trabajo.

¿Qué otros colegas, ya sean nacionales o internacionales, admirás?

En nuestro país son muchísimas las influencias. El viejo Breccia fue siempre un faro para mi en muchos sentidos. Claudia Legnazzi y Oscar Rojas fueron mis grandes maestros. Carlos Nine, Scafati, Alcatena, José Sanabria, O’Kif, Isol, Istvansch y Gusti, además de referentes tengo la suerte de decir que son amigos con los que hemos compartido charlas enriquecedoras. De afuera admiro mucho el trabajo de Dave Mc Kean, Bill Sienkiewicz y Nicolás de Crécy en historieta. Ilustradores como Shaun Tan, Rebecca Dautremer, Jimmy Liao y Oliver Jeffers son mis preferidos.

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Marcha atrás con el cierre del Fondo Nacional de las Artes y del Instituto Nacional del Teatro

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El Gobierno envió al Congreso el texto reformado del proyecto de “Ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos” donde da marcha atrás a la derogación del Fondo Nacional de las Artes (FNA) y del Instituto Nacional del Teatro (INT), entre otros puntos incluidos en el capítulo dedicado a la cultura, que se “rediseñó protegiendo los recursos del sector, pero preservando el objetivo de que los gastos administrativos no sean una carga excesiva”, según se explicó en los fundamentos de la iniciativa.

Tras el plenario de comisiones de Diputados, donde expusieron referentes de la cultura, enmarcados por protestas y manifestaciones en las calles de trabajadores del arte y la cultura, la Ley Bases ingresó al Congreso con varias reformas: una “nueva versión” que “ha sabido recoger muchos de los puntos de la discusión”, donde “la diferencia no es solo cuantitativa (se pasa de un proyecto con 664 artículos a uno de 523) sino cualitativa”, aclara la introducción del texto.

El nuevo texto -que incorpora gran parte del debate público” pero “mantiene las bases fundamentales de ampliación de libertades, libertad económica, reorganización administrativa, equilibrio presupuestario” y “fortalecimiento de la educación y la cultura”- plantea que el FNA pase a funcionar con directores ad-honorem y un límite de gastos del 20% de sus ingresos; que se reforme la categorización de filmes nacionales, restricciones financieras para el Instituto Nacional de la Música (Inamu) y la Comisión Nacional de Biblioteca Populares (Conabip).

“Es sano exponer los privilegios de unos pocos, es sano mover nuestro marco normativo hacia adelante modificando cosas que el tiempo había enquistado (…) es sano escuchar, corregir, aprender”, dice el documento que incorpora medidas específicas para garantizar que el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) promocione al cine nacional y mantenga intactos los alcances del Fondo de Fomento Cinematográfico.

En cuanto al Instituto Nacional de la Música (INAMU) y la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares CONABIP, “en pos de una gestión más eficiente”, se establecen restricciones de gastos para el INAMU y la CONABIP. Limitar también los egresos al 20% de los ingresos de estas instituciones busca garantizar una utilización eficaz de los recursos disponibles, evitando excesos administrativos y priorizando el respaldo directo a la música y las bibliotecas populares.

Sobre el Instituto Nacional del Teatro, el proyecto propone la absorción de las funciones del INT por la Secretaría de Cultura, señalando un enfoque en la eficiencia administrativa. Sin embargo, esta decisión también abre la posibilidad de que el Instituto quede más supeditado a los vaivenes políticos, planteando desafíos adicionales para su funcionamiento futuro.

Las nuevas modificaciones al proyecto de ley reflejan una estrategia más cautelosa, donde se buscan reformas significativas sin descuidar la protección de instituciones fundamentales, pero que mantiene el espíritu de achicar el Estado. La propuesta se adapta a la complejidad del sector cultural argentino, reconociendo la necesidad de cambios, pero asegurando que estos no comprometan la estabilidad y la misión esencial de las instituciones culturales del país.

Entrando más en el orden preciso de los cambios, el proyecto redefine la categorización de películas nacionales. Ahora, se considerarán aquellas producidas por ciudadanos argentinos o con domicilio legal en el país, con participación predominante de equipos locales. Se introducen definiciones específicas para películas de corto y largo metraje, proporcionando claridad a la industria.

Además, se impone la obligatoriedad de obtener un certificado de exhibición del INCAA para todas las películas que deseen proyectarse, independientemente de su origen. Esta medida, acompañada por la exigencia de un certificado de libre deuda, refuerza los controles administrativos.

El cambio significativo de derogar un inciso en particular busca promover apertura y diversidad en la producción cinematográfica. Se establece un límite del 20% para los gastos internos del INCAA, equilibrando la eficiencia administrativa con la necesidad de recursos para el desarrollo del sector.

El compromiso del INCAA de subsidiar tanto películas de largometraje nacional como coproducciones se detalla con lineamientos específicos. Se incorpora un artículo que establece normas para reconocer la inversión al coproductor argentino en coproducciones internacionales, fomentando la colaboración global.

Numerosos artículos de la Ley N° 17.741 (Texto ordenado 2001) son derogados, marcando un cambio profundo en la regulación de la cinematografía argentina.

Se incorpora también un artículo que limita los egresos de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP) al 20% de los recursos recibidos. Múltiples leyes y artículos de la Ley N° 26.522 son derogados, marcando un enfoque más restrictivo en los gastos de CONABIP y una transformación significativa en la regulación de los medios audiovisuales.

Adicionalmente, el proyecto incorpora ajustes para salvaguardar recursos y adaptarse a la realidad política. Se reducen las modificaciones propuestas para el INCAA, manteniendo la asignación específica y preservando los alcances del Fondo de Fomento Cinematográfico.

Las restricciones financieras se aplican al INAMU y la CONABIP, limitando sus gastos al 20% de los ingresos. El Instituto Nacional del Teatro experimenta una fusión de funciones con la Secretaría de Cultura, buscando eficiencia, aunque planteando desafíos políticos.

Estos cambios en el proyecto mantienen el espíritu inicial de la propuesta, con algunas concesiones a raíz de las resistencias de los sectores de la cultura. La propuesta intenta tranquilizar al sector, reconociendo la necesidad de cambios, pero asegurando que estos no afecten la misión esencial de la Ley de Bases, conocida como Ley Ómnibus. El impacto real dependerá de la implementación eficaz y la adaptación de los diversos sectores involucrados en la cultura argentina.

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Lo más amplio de la escena artística se pronunció en defensa de la cultura

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Charly García, Fito Páez, León Gieco, Cecilia Roth, Graciela Borges y Leonardo Sbaraglia son algunas de las más de 20.000 figuras que firmaron una solicitada publicada este lunes por el Frente de Soberanía Cultural “en defensa de nuestra identidad”.

La carta se titula “Carta al Congreso Nacional. La cultura está en peligro” y está dirigida a los diputados y senadores.

En rechazo al DNU y la Ley Ómnibus del presidente Javier Milei, la solicitada cuenta con un apoyo masivo de referentes de la cultura nacional de todos los sectores.

“El Gobierno Nacional pretende, a través de la Ley Ómnibus, derogar leyes vitales para la supervivencia de las industrias culturales, las artes y las ciencias, y el patrimonio cultural de nuestro país”, dice uno de los fragmentos del texto.

Otros de los referentes de la quienes dejaron su firma son Palito Ortega, Luis Felipe “Yuyo” Noé, Juana Molina, Tute, Mercedes Morán, Dolores Fonzi, Santiago Mitre, Paula De Luque, Lucía Puenzo, Juan Leyrado, Inés Estévez, Daniel Fanego, Juan Minujín, Julieta Ortega, Darío Grandinetti, Tomás Fonzi, Kevin Johanssen, Claudia Piñeiro y Humberto Tortonese.

También apoyaron Georgina Barbarrosa, Eleonora Wexler, Emilia Mazer, Albertina Carri, Martín Caparrós, Diego Cremonesi, Jazmín Stuart, Mónica Antonópulos, Alejandra Flechner, Andrea Frigerio, Mirta Busnelli y Soledad Villamil.

Acerca del paquete legislativo, la carta señala: “No hay en la letra de su desarrollo el mero atisbo de participación ni interés alguno en el quehacer cultural, y por el contrario, el texto tiene una mirada mercantilista que apunta sin miramientos a desfinanciar y anular el desarrollo de las actividades de nuestra cultura nacional”.

En el final, el texto advierte: “La cultura es identidad. La cultura es lo único que no se puede importar. La hacen los pueblos. Queremos seguir teniendo una identidad propia como Nación. De otro modo solo nos quedará el destino triste de no ser. De eso se trata esta lucha. Un país es tan grande o tan pequeño como la medida de su proyecto cultural”.

El Frente de Soberanía Cultural viene realizando actividades semana tras semana para repudiar todo el articulado del paquete legislativo de Milei que apunta contra los entes culturales.

El plan de acción comenzó con un plenario en el Teatro Argentino de La Plata, continuó con un encuentro de grupos de teatro y artes escénicas en esta misma Plaza del Congreso, con una convocatoria en Mar del Plata y un “Musicazo” el jueves pasado y una lectura colectiva este sábado. Se trata de instancias previas de cara al Paro Nacional de este miércoles anunciado por la CGT.

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Marvel incluye en sus comics un Capitán América de la comunidad LGBTQ+

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La editorial de cómics de superhéroes Marvel anunció que este próximo de 2 de junio se publicará la primera serie del Capitán América protagonizada por Aaron Fischer, uno de los últimos personajes incluidos en ese universo que pertenece a la comunidad LGBTQ+ y lucha contra la opresión de ese colectivo.

Se trata de “Los Estados Unidos del Capitán América”, en la que el histórico Steve Rogers, el primer Capitán América, pierde su escudo en un robo y se reúne con otros héroes conocidos para iniciar un viaje a través de ese país y encontrar su característica arma.

Durante la travesía, el grupo conoce a distintas personas con variados trasfondos que en algún momento utilizaron el símbolo del superhéroe para defender sus comunidades, entre las que se encuentra Fischer, un adolescente inspirado por referentes y activistas del colectivo queer.

La historia del cómic fue escrita por el guionista Joshua Trujillo e ilustrado por la artista trans Jan Bazaldua, bajo la dirección de Christopher Cantwell y el dibujante Dale Eaglesham, los directores a cargo del proyecto.

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Propietaria/Directora: Andrea Viveca Sanz
Domicilio Legal: 135 nº 1472 Dto 2, La Plata, Provincia de Buenos Aires
Registro DNDA Nº 2022-106152549
Edición Nº