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Jorge Brooks: “Hacemos nuestro trabajo, danzar a Cuba por los escenarios del mundo”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Hay un sutil movimiento en todas las cosas, palabras que avanzan invisibles sobre los bordes de cada cuerpo, voces enredadas en la piel que buscan manifestarse.

La danza despliega su lenguaje, el movimiento comienza y las palabras se sueltan, como si en ese simple acto el cuerpo respirara la música que lo habita desde siempre.

ContArte Cultura dialogó de manera virtual con Jorge Brooks, mánager de la compañía “Danza Contemporánea de Cuba”, para conocer la historia de la agrupación y hablar de sus proyectos.

—¿En qué lugar de la historia podría ubicarse el origen de esta compañía en la que se fusionan el teatro y la danza?
—En la segunda mitad del siglo XX. Desde principios de la década de los años 50 de la pasada centuria, Ramiro Guerra se presentó en diferentes escenarios habaneros como bailarín de danza moderna, y en diferentes años de ese período fundó tres compañías de muy corta duración. En 1959, con el triunfo de la Revolución Cubana, se funda el Teatro Nacional de Cuba en el mes de junio. La doctora Isabel Monal fue nombrada Directora y convocó a Guerra para que dirija el Departamento de Danza del Teatro. Así, el 25 de septiembre de ese propio año fueron seleccionados los 25 bailarines de ese núcleo fundacional. El 19 de febrero de 1960 en la Sala Covarrubias, se presentó el primer programa del Departamento de Danza del Teatro Nacional de Cuba. La compañía, desde su fundación, parte de la fusión de técnicas y estilos. Ramiro Guerra con la ayuda de Lorna Burdsal, bailarina norteamericana radicada en Cuba, parten de la danza moderna norteamericana, de Graham -de quien Ramiro había sido alumno- y de Limón, y lo mezclan con nuestro folklore, atendiendo a las características del cubano, la forma de moverse, su gesticulación, la forma de bailar, que nos son inherentes como nación. En uno de sus primeros manifiestos plantearon que se apropiaran de todo lo necesario, del teatro, el folklore, el cine, la televisión, y de las nuevas tecnologías por surgir.

—¿Qué lenguajes artísticos se entrelazan en las presentaciones de “Danza Contemporánea de Cuba”?
—En nuestras presentaciones somos muy cuidadosos con los lenguajes artísticos, esa es una de las características que identifican a la compañía, su eclecticismo. Tres o cuatro piezas diferentes en la noche, donde se mezclan obras que van desde lo neoclásico a lo contemporáneo, desde lo contemplativo a lo experimental y a lo más explosivo para cerrar, de diferentes coreógrafos cubanos y de otras partes del mundo. Las coreografías son realizadas solo para Danza Contemporánea de Cuba, esa es nuestra condición.

—¿Cuál es el trabajo técnico y estético que llevan adelante?
—El entrenamiento básico es la técnica de la Danza Moderna Cubana, desarrollada por más de medio siglo, acompañada por los tambores Batá en vivo, y se alterna con técnica clásica en función de la danza contemporánea. Con cierta frecuencia seleccionamos a coreógrafos y maestros europeos para dotar a nuestros bailarines de las últimas técnicas de la danza mundial. Y como es habitual en la cultura cubana, nos apropiamos de ellas y se mezcla de forma natural con nuestra base técnica, ese es el secreto de la cubanía. Bailamos a Cuba en los más importantes escenarios del mundo.

—¿Cómo logran transitar los diversos estilos artísticos en el escenario?
—Los bailarines comienzan a estudiar desde los 8 o 9 años, hasta los 18; se forman en nueve escuelas de danza a lo largo de la isla, con el mismo programa de Técnica de la Danza Moderna Cubana y de folklore. Además, son entrenados en técnicas de improvisación y composición, teniendo una unidad técnica y estética. Se preparan durante años para enfrentar los más complejos y disímiles programas en una noche. Además del entrenamiento y ensayos en la compañía que demandan entre 6 y 8 horas de trabajo, que en ocasiones puede extenderse en el caso de los coreógrafos extranjeros que vienen a Cuba con tiempos limitados.

—¿Existe un punto de contacto, una síntesis, entre la danza afrocaribeña y el ballet clásico?
—Aquí hay un punto que lleva un análisis etnológico, etnográfico e incluso histórico. Somos un país indiscutiblemente del Caribe, al cual pertenecemos y estamos orgullosos; nuestra identidad, como la definió José Martí “dulcísimo misterio”, se comenzó a conformar con los llegados de diferentes latitudes; de la conquistadora España, del resto de Europa, de nuestros sobrevivientes y pocos indígenas, del África, de Asia. Tenemos el orgullo de todo ser cubano, sin diferenciar colores de piel. No somos afrocubanos, no somos afrocaribeños, ¡somos cubanos! Sí hay muchos puntos de contacto: el Ballet Nacional de Cuba es un referente muy fuerte para todas nuestras compañías de danzas, sin diferenciar géneros. Los padres fundadores del Ballet y de la Danza se formaron en la Escuela de Ballet de la Sociedad Proarte, desde los inicios de la década de los años treinta. Ramiro bailó y realizó coreografía para el entonces Ballet Alicia Alonso, luego Ballet Nacional de Cuba. La enseñanza de la danza en Cuba incluye en sus planes de estudios la técnica clásica y muchas de nuestras compañías incorporan al ballet como parte de sus entrenamientos. Algunos de los bailarines graduados de la Escuela Nacional de Ballet han desarrollado su carrera en Danza Contemporánea y en otras compañías no clásicas de Cuba.

—¿Quiénes forman parte de la compañía en la actualidad?
—Bailarines de todas las provincias de la isla. Si hay talento las puertas están abiertas para los habitantes de las ciudades y de los lugares más recónditos de Cuba. Las Escuelas de Artes, al igual que toda la enseñanza general, son gratuitas.

—¿Cuáles son los proyectos que quedaron en suspenso por la pandemia y sobre qué planes futuros se encuentran trabajando actualmente?
—Finalizamos el tour de Francia justo cuando se declararon los primeros casos en ese país, donde tuvimos que cancelar una temporada de “La Consagración de la Primavera”, con un grupo de nuestros bailarines en colaboración con el Teatro Ecuestre de París. A finales de abril debíamos presentarnos en Montreal y en el Otawa Arts Centers, lo cual también está cancelado. No pudimos estrenar una nueva pieza de la coreógrafa cubana Laura Domingo, “Páramo”, inspirada en la novela de Juan Rulfo con música de Chopin y un talentoso compositor cubano llamado Jorge Amado. Es casi seguro que no podremos viajar al Festival Cervantino de México ni al Festival en Bangkok, a los cuales estamos invitados. ¿Estrenaremos Beethoven, con la producción del canal Mezzo de Francia en noviembre? Está por verse. No obstante, ya estamos preparando nuestra próxima gira a varios países de Europa para 2021, y en espera de los canadienses para reprogramar la temporada cancelada. Como ven, Danza Contemporánea de Cuba hace su trabajo. Danzar a Cuba por los escenarios del mundo.

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Marcha atrás con el cierre del Fondo Nacional de las Artes y del Instituto Nacional del Teatro

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El Gobierno envió al Congreso el texto reformado del proyecto de “Ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos” donde da marcha atrás a la derogación del Fondo Nacional de las Artes (FNA) y del Instituto Nacional del Teatro (INT), entre otros puntos incluidos en el capítulo dedicado a la cultura, que se “rediseñó protegiendo los recursos del sector, pero preservando el objetivo de que los gastos administrativos no sean una carga excesiva”, según se explicó en los fundamentos de la iniciativa.

Tras el plenario de comisiones de Diputados, donde expusieron referentes de la cultura, enmarcados por protestas y manifestaciones en las calles de trabajadores del arte y la cultura, la Ley Bases ingresó al Congreso con varias reformas: una “nueva versión” que “ha sabido recoger muchos de los puntos de la discusión”, donde “la diferencia no es solo cuantitativa (se pasa de un proyecto con 664 artículos a uno de 523) sino cualitativa”, aclara la introducción del texto.

El nuevo texto -que incorpora gran parte del debate público” pero “mantiene las bases fundamentales de ampliación de libertades, libertad económica, reorganización administrativa, equilibrio presupuestario” y “fortalecimiento de la educación y la cultura”- plantea que el FNA pase a funcionar con directores ad-honorem y un límite de gastos del 20% de sus ingresos; que se reforme la categorización de filmes nacionales, restricciones financieras para el Instituto Nacional de la Música (Inamu) y la Comisión Nacional de Biblioteca Populares (Conabip).

“Es sano exponer los privilegios de unos pocos, es sano mover nuestro marco normativo hacia adelante modificando cosas que el tiempo había enquistado (…) es sano escuchar, corregir, aprender”, dice el documento que incorpora medidas específicas para garantizar que el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) promocione al cine nacional y mantenga intactos los alcances del Fondo de Fomento Cinematográfico.

En cuanto al Instituto Nacional de la Música (INAMU) y la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares CONABIP, “en pos de una gestión más eficiente”, se establecen restricciones de gastos para el INAMU y la CONABIP. Limitar también los egresos al 20% de los ingresos de estas instituciones busca garantizar una utilización eficaz de los recursos disponibles, evitando excesos administrativos y priorizando el respaldo directo a la música y las bibliotecas populares.

Sobre el Instituto Nacional del Teatro, el proyecto propone la absorción de las funciones del INT por la Secretaría de Cultura, señalando un enfoque en la eficiencia administrativa. Sin embargo, esta decisión también abre la posibilidad de que el Instituto quede más supeditado a los vaivenes políticos, planteando desafíos adicionales para su funcionamiento futuro.

Las nuevas modificaciones al proyecto de ley reflejan una estrategia más cautelosa, donde se buscan reformas significativas sin descuidar la protección de instituciones fundamentales, pero que mantiene el espíritu de achicar el Estado. La propuesta se adapta a la complejidad del sector cultural argentino, reconociendo la necesidad de cambios, pero asegurando que estos no comprometan la estabilidad y la misión esencial de las instituciones culturales del país.

Entrando más en el orden preciso de los cambios, el proyecto redefine la categorización de películas nacionales. Ahora, se considerarán aquellas producidas por ciudadanos argentinos o con domicilio legal en el país, con participación predominante de equipos locales. Se introducen definiciones específicas para películas de corto y largo metraje, proporcionando claridad a la industria.

Además, se impone la obligatoriedad de obtener un certificado de exhibición del INCAA para todas las películas que deseen proyectarse, independientemente de su origen. Esta medida, acompañada por la exigencia de un certificado de libre deuda, refuerza los controles administrativos.

El cambio significativo de derogar un inciso en particular busca promover apertura y diversidad en la producción cinematográfica. Se establece un límite del 20% para los gastos internos del INCAA, equilibrando la eficiencia administrativa con la necesidad de recursos para el desarrollo del sector.

El compromiso del INCAA de subsidiar tanto películas de largometraje nacional como coproducciones se detalla con lineamientos específicos. Se incorpora un artículo que establece normas para reconocer la inversión al coproductor argentino en coproducciones internacionales, fomentando la colaboración global.

Numerosos artículos de la Ley N° 17.741 (Texto ordenado 2001) son derogados, marcando un cambio profundo en la regulación de la cinematografía argentina.

Se incorpora también un artículo que limita los egresos de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP) al 20% de los recursos recibidos. Múltiples leyes y artículos de la Ley N° 26.522 son derogados, marcando un enfoque más restrictivo en los gastos de CONABIP y una transformación significativa en la regulación de los medios audiovisuales.

Adicionalmente, el proyecto incorpora ajustes para salvaguardar recursos y adaptarse a la realidad política. Se reducen las modificaciones propuestas para el INCAA, manteniendo la asignación específica y preservando los alcances del Fondo de Fomento Cinematográfico.

Las restricciones financieras se aplican al INAMU y la CONABIP, limitando sus gastos al 20% de los ingresos. El Instituto Nacional del Teatro experimenta una fusión de funciones con la Secretaría de Cultura, buscando eficiencia, aunque planteando desafíos políticos.

Estos cambios en el proyecto mantienen el espíritu inicial de la propuesta, con algunas concesiones a raíz de las resistencias de los sectores de la cultura. La propuesta intenta tranquilizar al sector, reconociendo la necesidad de cambios, pero asegurando que estos no afecten la misión esencial de la Ley de Bases, conocida como Ley Ómnibus. El impacto real dependerá de la implementación eficaz y la adaptación de los diversos sectores involucrados en la cultura argentina.

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Lo más amplio de la escena artística se pronunció en defensa de la cultura

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Charly García, Fito Páez, León Gieco, Cecilia Roth, Graciela Borges y Leonardo Sbaraglia son algunas de las más de 20.000 figuras que firmaron una solicitada publicada este lunes por el Frente de Soberanía Cultural “en defensa de nuestra identidad”.

La carta se titula “Carta al Congreso Nacional. La cultura está en peligro” y está dirigida a los diputados y senadores.

En rechazo al DNU y la Ley Ómnibus del presidente Javier Milei, la solicitada cuenta con un apoyo masivo de referentes de la cultura nacional de todos los sectores.

“El Gobierno Nacional pretende, a través de la Ley Ómnibus, derogar leyes vitales para la supervivencia de las industrias culturales, las artes y las ciencias, y el patrimonio cultural de nuestro país”, dice uno de los fragmentos del texto.

Otros de los referentes de la quienes dejaron su firma son Palito Ortega, Luis Felipe “Yuyo” Noé, Juana Molina, Tute, Mercedes Morán, Dolores Fonzi, Santiago Mitre, Paula De Luque, Lucía Puenzo, Juan Leyrado, Inés Estévez, Daniel Fanego, Juan Minujín, Julieta Ortega, Darío Grandinetti, Tomás Fonzi, Kevin Johanssen, Claudia Piñeiro y Humberto Tortonese.

También apoyaron Georgina Barbarrosa, Eleonora Wexler, Emilia Mazer, Albertina Carri, Martín Caparrós, Diego Cremonesi, Jazmín Stuart, Mónica Antonópulos, Alejandra Flechner, Andrea Frigerio, Mirta Busnelli y Soledad Villamil.

Acerca del paquete legislativo, la carta señala: “No hay en la letra de su desarrollo el mero atisbo de participación ni interés alguno en el quehacer cultural, y por el contrario, el texto tiene una mirada mercantilista que apunta sin miramientos a desfinanciar y anular el desarrollo de las actividades de nuestra cultura nacional”.

En el final, el texto advierte: “La cultura es identidad. La cultura es lo único que no se puede importar. La hacen los pueblos. Queremos seguir teniendo una identidad propia como Nación. De otro modo solo nos quedará el destino triste de no ser. De eso se trata esta lucha. Un país es tan grande o tan pequeño como la medida de su proyecto cultural”.

El Frente de Soberanía Cultural viene realizando actividades semana tras semana para repudiar todo el articulado del paquete legislativo de Milei que apunta contra los entes culturales.

El plan de acción comenzó con un plenario en el Teatro Argentino de La Plata, continuó con un encuentro de grupos de teatro y artes escénicas en esta misma Plaza del Congreso, con una convocatoria en Mar del Plata y un “Musicazo” el jueves pasado y una lectura colectiva este sábado. Se trata de instancias previas de cara al Paro Nacional de este miércoles anunciado por la CGT.

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Marvel incluye en sus comics un Capitán América de la comunidad LGBTQ+

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La editorial de cómics de superhéroes Marvel anunció que este próximo de 2 de junio se publicará la primera serie del Capitán América protagonizada por Aaron Fischer, uno de los últimos personajes incluidos en ese universo que pertenece a la comunidad LGBTQ+ y lucha contra la opresión de ese colectivo.

Se trata de “Los Estados Unidos del Capitán América”, en la que el histórico Steve Rogers, el primer Capitán América, pierde su escudo en un robo y se reúne con otros héroes conocidos para iniciar un viaje a través de ese país y encontrar su característica arma.

Durante la travesía, el grupo conoce a distintas personas con variados trasfondos que en algún momento utilizaron el símbolo del superhéroe para defender sus comunidades, entre las que se encuentra Fischer, un adolescente inspirado por referentes y activistas del colectivo queer.

La historia del cómic fue escrita por el guionista Joshua Trujillo e ilustrado por la artista trans Jan Bazaldua, bajo la dirección de Christopher Cantwell y el dibujante Dale Eaglesham, los directores a cargo del proyecto.

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Propietario: Contarte Cultura
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Registro DNDA En Trámite
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