

Entrevistas
Daniela Catrileo: “Si soy parte de un Pueblo, aquello va a emerger de cierta forma en lo que haga”
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Siempre es posible viajar hacia el paisaje que nos habita, sumergirse en sus voces, recorrer la periferia para llegar al centro, atravesar las fronteras, adentrarse en los límites de ese territorio donde la memoria permanece y regresar con las palabras que nos pertenecen, sólo para recuperar la lengua que nos define.
Daniela Catrileo forma parte del pueblo mapuche, es un hilo en su trama, su voz es muchas voces, es el paisaje que repite las palabras olvidadas, es el lamento del río y de los bosques, es recuerdo perpetuado en el tiempo, pura poesía para evitar el olvido.
En una charla virtual con ContArte Cultura la profesora de filosofía y poeta chilena invita a recorrer el espacio de sus letras.
—Te proponemos que para comenzar este viaje de palabras en la virtualidad y a modo de presentación, elijas un objeto, territorio, un lugar que hoy te represente y nos cuentes que te une a él.
—Hace poco tiempo encontré los mapas de los “títulos de merced” de mi familia. Aquellos títulos fueron hechos a partir de las reducciones y despojos territoriales que hizo el Estado posterior a la Ocupación de Wallmapu (territorio mapuche), similar al proceso del Estado argentino con la Campaña del Desierto. Si un mapa no es un territorio, menos lo son aquellos títulos que cargan tanta violencia colonial, sin embargo, creo que son parte fundamental de nuestra memoria, de lo que nos han hecho y del poco tiempo que ha pasado desde entonces. Esos documentos, hoy son huellas que me permiten tender hilos genealógicos y territoriales con mis ancestros y ancestras, por lo tanto, me permiten saber más de mí.
—¿En qué paisajes de tu infancia sentís que nació la poesía que forma parte de tu esencia?
—No creo en algo así como la esencia, pero sí creo en la memoria. Mi poesía nació entre la periferia, los juegos que inventamos con mis primos y los viajes con mis abuelos. Entre los cerros verdes, la cordillera recién nevada, las ferias y los cachureos, música de barrio, el tren y sus sonidos de madrugada, la carretera Panamericana, el jardín y la cocina de mi abuela, entre las historias y conversaciones familiares cotidianas.
—Tu poesía está tejida por hilos que provienen de vivencias, tanto tuyas como del pueblo mapuche en general, ¿de qué manera llevás adelante el proceso creativo de esos versos que atraviesan tu historia?
—Para mí la escritura no está separada de la vida. Cuando escribo estoy yo, pero también soy otros y otras que han transferido parte de sus experiencias en mí, a través de la conversación, de sus vivencias, de sus memorias. Por tanto, si soy parte de un Pueblo, aquello va a emerger de cierta forma en lo que haga. Mi oficio es recoger elementos y armar un montaje con ellos, intentar que adquieran otros cauces, tomar las palabras como materiales vivos. Mis procesos de creación parten desde antes de la escritura, por medio de la escucha y la observación. Tampoco todos los procesos son iguales, pero creo que la parte fundamental es recolectar aquello que pueda colaborar en la escritura para después componer imágenes, montajes, maceración y edición. A veces trabajo más con los sonidos, con los ritmos. También muestro lo que tengo a quienes confío, para escuchar opiniones, comentarios y quizás más ediciones en esas lecturas.
—Cómo nace la idea de tu libro “Río Herido” y cuál es la temática que recorren esas aguas?
—Río Herido nace mucho antes de su escritura, pues es la traducción poética que hice de mi apellido “Catrileo”, que significa algo así como “río cortado”. Creo que pasé años intentando modular un lenguaje para escribir ese libro, fue una tarea muy lenta y minuciosa. Quería trabajar con pocos elementos que pudiesen mostrar por sí mismos las heridas de las que se hablan ahí, sin hacer un panfleto político, sino algo más reflexivo que pudiese poner en evidencia en clave poética de la diáspora mapuche. Fue una construcción con retazos, testimonios, conversaciones con mi padre y mi abuelo. La historia de migración mapuche a la ciudad de Santiago, la pérdida de la lengua, los ríos que componen nuestro linaje.


—Contanos acerca de “Invertebrada”, ¿qué experiencias te llevaron a escribir esas páginas?
—Invertebrada es algo más cotidiano que nace de mis diarios de vida. No es un libro terminado, y por ahora sólo hay una versión muy antigua en internet. Mi idea es que siga creciendo, que funcione como un collage de experiencias traducidas en poesía, sin ninguna ambición más que el testimonio mixturado con fotografías del día a día.
—¿De qué manera construiste las voces de esas mujeres que se enfrentan a los conquistadores de América en tu libro “Guerra Florida”?
—En Guerra Florida me di la libertad de crear a partir de la ficción, de hacer algo totalmente diferente al relato testimonial. Traté de inventar un mundo posible donde hubiese distintos tiempos, una tierra que no se sabe muy bien qué lugar exacto es pero al mismo tiempo podría ser cualquier lugar de Abya Yala. Escribí ese libro como si fuese una novela épica en poemas, pero alterando la linealidad y las representaciones, pues parte como si fuese la invasión colonial fundacional y termina la protagonista caminando en un tiempo que parece presente, pero aún hay una continuidad bélica, no sé sabe muy bien si es una revolución o más bien algo postapocalíptico. Sobre las voces, sólo aparecen dos que retratan lo que ven y se mixturan en el final: la guerrera y la diosa travesti. Imaginé todo como si fuese una película, a partir de la idea filosófica de que el cine es una guerra de imágenes.
—¿Qué hebras temáticas se entrelazan en los tres relatos de “Piñén”?
—Quise hablar de la periferia de Santiago sin romantizarla, sino desde la experiencia compartida de crecer en viviendas sociales reducidas, en el hacinamiento, en un territorio desplazado políticamente. Desde ahí surgen temas como el racismo, la migración, la lengua, ser mapuche en la ciudad, ser una niña y transformarse en mujer bajo las lógicas de género binarias. Escribí de la periferia donde nací y crecí y traté de armar personajes similares a los que me acompañaron durante esos años. Construí relatos donde las pequeñas vidas fueran importantes y no el segundo plano de la literatura hegemónica.


—¿Creés que las palabras liberadas en tus poemas son un puente para recuperar o visibilizar la cultura y la voz de tu pueblo?
—Creo que la escritura es un gesto, una forma de llegar y encontrarse con otras y otros. Pero además pertenezco a un Pueblo que ha sido despojado de sus derechos constantemente por los Estados contemporáneos (Chile y Argentina) y creo que aquello puede tener resonancias en lo que otros y otras leen, porque en esas palabras testimoniamos también nuestras formas de vida, decimos “a pesar de todo, acá estamos, acá seguimos”. La escritura es una forma de no silenciarnos, de exigir hablar con voces propias, de tomar armas simbólicas. Sin embargo, para recuperar y visibilizar la existencia política del Pueblo Mapuche, hacemos mucho más que escribir, hacemos comunidad, colectivos, alianzas, resistencias. En aquello, la escritura es una hebra, un gesto, como decía al comienzo, pero que debe tejerse con otras formas de lucha y con otras luchas de otros pueblos.
—¿En qué proyectos estás trabajando por estos días?
—Formo parte del Equipo Editorial de Yene Revista, un medio que nace a partir de la colectividad y las alianzas entre pueblos diaspóricos y de Abya Yala, después de cinco años de un trabajo con mi Colectivo Mapuche Rangiñtulewfü (Entre ríos). Respecto a la escritura, en varias cosas, pero por ahora me interesa difundir el trabajo de quienes escriben para Yene, sobre todo en los difíciles momentos que pasamos como Pueblo, pues se cumplen más de 85 días de la huelga de hambre de un grupo de presos políticos mapuche que exigen un diálogo con el gobierno y la aplicación del Convenio 169 en plena pandemia.
—Volviendo a nuestro objeto del comienzo, si pudieras guardar en su interior un sueño, ¿cuál sería?
—El sueño de la liberación para los diversos pueblos que han sufrido la violencia colonial del despojo, que las aguas vuelvan a sus cauces, que el territorio pueda ser recuperado.

Entrevistas
En primera persona: Nair Libonatti, escritora
La artista uruguaya habla de ella misma, de cómo llegó a la escritura y de su obra

Sobre sí misma y su arte
Soy Nair Libonatti, mujer uruguaya de 69 años. Toda mi vida supe que podía escribir, sin embargo, al plasmar mis ideas en una hoja, el resultado no me era grato y terminaba rompiendo.
En el año 2019 una amiga me invitó a “algo” literario y fui. Resultó ser un taller y fue ahí donde comencé a escribir.
Pocos meses después llegó la pandemia, entonces, buscando recursos para mi nuevo despertar, entré en un grupo argentino de Facebook. En él compartíamos textos y comentábamos.
Un buen día me invitaron a participar en el Mundial de Escritura, al principio me parecía inalcanzable hasta que me animé y la experiencia resultó maravillosa.
Sobre su obra
He escrito algunos libros: “Historias del Caldero”, en conjunto con dos amigas, “Constelaciones”, libro que va por su segunda edición y “El Pata de Bolsa y otros relatos”. Estos dos últimos están presentes en la 49a Feria del Libro de Buenos Aires, en el stand de Uruguay.



Sobre “Constelaciones” puedo decir que es un libro fuerte, con historias bastante movilizadoras, es un intento de visibilizar algunas circunstancias. “El Pata de Bolsa” es en tono más humorístico, un poco más distendido y coloquial.
Son libros de cuentos cortos, escritos individualmente y luego seleccionados para cada uno de los libros.
Su actualidad

Actualmente integro el taller “Ratones de biblioteca”, que funciona en la Casa de la Cultura de Minas, Uruguay, y algunas compañeras me acompañaron a la Feria del Libro de Buenos Aires.
Nair Libonatti junto a Andrea Viveca Sanz, de Contarte Cultura, en la 49º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires
Entrevistas
Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.
“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense Aguirre–Rodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.
Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.
—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?
—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.
—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?
—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.


—¿Cómo fueron esos comienzos?
—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.
—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?
—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.
—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?
—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.
—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?
En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio, mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.
—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?
—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.
—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?
—Haremos algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.
—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.
9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.
—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?
—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.
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Celina Cocimano y ‘El juego de las emociones de Uma’: “Un libro que pide gran compromiso de los adultos”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Todo gira, se mueve en una circularidad compartida. Las emociones suben y bajan, cuelgan de nuestros cuerpos, se desprenden como hojas secas. Regresan, son brotes, transformados en otra cosa.
Celina Cocimano es terapeuta emocional y a partir de sus vivencias y de su trabajo de muchos años necesitó dejar huellas, sembrar palabras para que germinen a través de sus libros.
“El juego de las emociones de Uma”, su último libro, está dedicado a las infancias. A través del juego logra acercarse a los territorios del miedo, de la ansiedad o de la frustración para atravesarlos.
ContArte Cultura charló con ella para conocer las rutas que la llevaron a indagar en ese universo.
—Las emociones forman parte de nuestras vidas, van y vienen, se mueven y nos movemos con ellas. Por eso, para comenzar y a modo de presentación, nos gustaría que elijas al menos tres emociones que te atravesaron al momento de escribir tu último libro y que a cada una de ellas les otorgues un sabor o un aroma.
- Frustración, sabor a cebolla
- Ansiedad, aroma a menta
- Alegría, aroma a vainilla
—Y ya instalados en esa imagen, vayamos a tus comienzos, ¿qué vivencias te llevaron a transitar el camino de la terapia emocional?
—La insatisfacción personal, haberme descubierto cómo estafadora de mi propia vida, creando personalidades adquiridas para moldearme al gusto de la mirada ajena, siempre con esa sed emocional de ser alguien para los demás, ser aceptada, reconocida, querida y encantar a todos. Mientras estudiaba para contadora, sentí un apagón emocional, la apatía era mi única compañera en esos tiempos, hasta que mi cuerpo también “habló” con un síntoma muy sentido. Empezaba a hacerme pis por las noches siendo ya grande, más adelante entendí que eso sucedía en cada hogar o lugar donde me sentía a gusto, de esa manera, “intentaba” aferrarme a algún territorio, sentirlo al menos, por momentos, un lugar donde era yo. Como los animales que marcan su territorio orinando sobre él. Eso era lo que faltaba para que mi vida se vistiera de insatisfacción y cambie totalmente de rumbo, mejor dicho, empiece a vivir y dejar de aparentar lo que mis vacíos necesitaban cubrir.
—Seguramente al ir recorriendo ese camino fue necesario dejar huellas y de esa manera llegaron los libros, ¿cómo vivís la experiencia de escribir para que las palabras sean instrumento de sanación?
—Mi primer libro, “Despierta”, nació como algo catártico de la etapa que comenté anteriormente. Aún no sabía qué era lo que estaba viviendo y, sinceramente, pensaba que me moría por esos tiempos, entonces empecé a escribir cómo fue ese tránsito a mí destrucción de las corazas hacia mi reconstrucción emocional. Después, al compartir mi vivencia con muchas personas, me di cuenta que varios pasamos por ciertos procesos similares, por lo que se me ocurrió darle forma de libro y agregar reflexiones y ejercicios terapéuticos y de autogestión emocional. Los otros 3 -“Diamantes”, “Rotas”, y “El juego de las emociones de Uma”-, fueron pensados basándose en las historias que atiendo y buscando dejarle una “biblioteca” de recursos emocionales a mi hija para cuando sea más grande y, a las personas, que encuentren en estos libros, escrito en palabras, el propio sentir descarnado y sin filtro de las emociones que abordo en cada uno de ellos y luego, ofrecerles dinámicas, reflexiones, ejercicios para que encuentren en ellos formas de transitar el campo emocional sin tanto dolor y con valentía.
—Si pudieras resumir en una palabra el espíritu de cada uno de tus libros, ¿cuáles serían?
- Despierta: Integridad
- Diamantes: Osadía
- Rotas: Coraje
- El juego de las emociones de Uma: Autenticidad
—Tu último libro, “El juego de las emociones de Uma”, transita los paisajes de la infancia con todas sus gamas de colores, ¿cuál o cuáles fueron los disparadores de esta historia?
—Mi hija, a los 8 años, comenzó a transitar por un tiempo la conocida “Crisis de ansiedad y angustia”. Yo me opuse a que esté medicada siendo tan pequeña, y desde mi saber en el campo emocional de los adultos, junto a una gran observación sobre ella y sus crisis, se me ocurrió trabajar juntas para buscar soluciones a su sentir. Buscamos opciones en el juego infantil, en la creatividad, desarrollando distintos escenarios, armando una rutina de ejercicios y, sobre todo, busqué acercarla a la autogestión emocional. Así fue que se me ocurrió compartir cada ejercicio que funcionó en ella en este cuento, que no solo tiene el fin de que los niños empiecen a desarrollar desde pequeña edad sus propias respuestas emocionales ante cierta situaciones, sino que es un libro que pide gran compromiso de los adultos que acompañan al niño, y esa compañía, con el estar, el hablar su idioma, mejorar la calidad del vínculo, validar sus emociones, respetarlos y comunicarse con ellos, es lo que hace casi la mayor magia del trabajo de fortalecimiento emocional.
—Y justamente, a partir de tus propias vivencias decidiste contar desde el juego y desde las imágenes. Explicanos cómo fue el proceso de elegir esas duplas emocionales sobre las que querías hablar.
—Busqué las que a su edad son dentro de todo fáciles de interpretar, como decimos los adultos: de “etiquetar”. Son parte de las emociones primarias y la dupla fue pensada para dejarles el mensaje de que no son ni buenas ni malas, simplemente son y cada una es mensajera de un sentir, una acción a llevar a cabo y una particular respuesta emocional. También al ponerlas en duplas, cuando ellos/as sientan, por ejemplo, tristeza además de procesarla en todo su ser, sepan que pueden aprender a transportarla en alegría, ir de la ansiedad a la calma. Es decir, que conozcan cuál es la emoción que se necesita para equilibrar una con otra.
—Las semillas del libro fueron plantadas, ¿creés que tus palabras ya comenzaron a germinar y son brotes en los lectores?
—Sorprendentemente sí. Como comenté, yo me dedico a adultos no a infanto, y este libro que se publicó en abril del 2024 ya se está imprimiendo la segunda edición. Lo han comprado mucho abuelas y abuelos para compartirlo con sus nietos, en colegios para abordar ciertas emociones en el aula ya que también hay un capítulo sobre el bullying. Y muchas madres me compartieron que sus hijos o hijas mientras que se les leía el cuento ya comenzaban a incorporar los ejercicios sugeridos, o que empezaban a identificar sus propias emociones, tenían armados sectores en su cuarto como se encuentran en algunos capítulos. Incluso los que son más grandes, según cómo se sentían, buscaban en la biblioteca el libro y se encerraban en su cuarto a leer exclusivamente el capítulo que contiene la emoción que estaban sintiendo en ese día o ese tiempo. También compartió nota de Revista junto a Unicef en el día internacional contra el Bullying de 2024.
—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
—Tengo dos libros más en camino, uno para adultos sobre la depresión, y otro para infanto, más expansivo aún, con un viaje al campo emocional que sea para ellos y para sus padres o tutores también, digamos que será un libro revelador en muchos aspectos.
—Para terminar, te invitamos a elegir la textura que represente a tu libro “Las emociones de Uma”.
—La textura sería cálida, pomposa, con colores desde pasteles a fuertes, con ganas de descubrirla y sentirla, y con distintos aromas que vayan cambiando según cada paso de la mano o de los pies sobre ella.
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