

Entrevistas
Liliana Cinetto: “La literatura de tradición oral es un puerto al que hay que arribar para zarpar hacia otras historias”
Por Andrea Viveca Sanz
(Edición: Walter Omar Buffarini)
En un rincón de su infancia permanecen los recuerdos que huelen a tinta y a papel, atrapados en palabras inquietas, capaces de levantar vuelo e invitar a un viaje imaginario.
Sumergida en ese espacio de su memoria, Liliana Cinetto se atreve a avanzar por el camino de las letras para dar vida a personajes entrañables, que se mueven con soltura por las páginas de sus libros, para abrir puertas y ventanas a otros mundos, para invitar a atravesarlas y descubrir que más allá, del otro lado, la magia de las palabras siempre es posible.
En diálogo con Contarte Cultura, la escritora hojea su camino y comparte sus vivencias en la creación de sus obras.
—Supongamos que en este momento un gran libro se abre delante tuyo y te invita a sumergirte entre sus páginas para atrapar una historia, ¿con qué palabras comenzaría el relato con el que te gustaría regresar de ese viaje en el que las calles son de papel y las personas están hechas de palabras?
—Las palabras con las que comenzaría el relato serían “Había una vez…”. Porque creo que los cuentos tradicionales que comenzaban con esa fórmula son como la primera fuente fundamental, en la que yo me sumergí cuando era chica y en la que se tienen que sumergir los chicos. De ahí uno trae personajes como brujas, ogros, monstruos, fantasmas, vampiros, y con ellos puede hacer muchas otras cosas. Creo que la literatura de tradición oral, que para mí es tan valiosa y tan importante, es como un punto de partida esencial. Un puerto necesario al que hay que arribar para poder zarpar hacia otras historias.
El protagonista de “Un cuento desesperado” de mi libro “Veinte poesías de amor y un cuento desesperado”, es un personaje hecho de palabras que busca alguien que lo escriba.
—¿Recordás en qué rincón de tu infancia comenzaste a degustar el sabor de las palabras y cómo fueron esos primeros pasos como lectora?
—Ese rincón fue la biblioteca de mi casa, donde nací, en el barrio de Boedo. Allí, en la parte de arriba, subiendo una escalerita, estaba la biblioteca, que no era un mueble, sino toda una habitación llena de estantes con libros, de mi madre, de mi padre, de la familia toda, que era gran lectora. Yo había elegido la biblioteca como mi lugar preferido de la casa, y ahí jugaba y leía, leía y jugaba, y jugaba a lo que había leído. Por eso los muñecos se convertían en personajes de mis historias, y lo pasaba tan bien que decidí, en ese mismo momento siendo muy chica, que iba a ser escritora.
Le dije a mi mamá: ‘Cuando sea grande voy a ser escritora y voy a escribir libros para que la gente se divierta como me divierto yo”.
También leía los libros que me compraban mi mamá y mi papá, que, aunque no tenían demasiado dinero, todos los meses, cuando cobraban el sueldo, nos traían un libro nuevo a mí y a mi hermana. Pero cuando se acababa ese texto, porque yo era una lectora voraz, revolvía la biblioteca y buscaba otros. Entre todos esos libros fui dando mis primeros pasos como lectora, sumados a los cuentos que me contaba mi abuela, que traía todo un caudal de historias de aparecidos y de luces malas, y de cosas que ella decía que eran absolutamente reales pero que después una se los encontró en cuentos de tradición oral.
La maestra me decía: ‘¿Cómo que leyó Neruda alumna? eso no es para chicos”, y yo no encontraba nada que impidiera que una nena como yo pudiera leer esos poemas maravillosos.
—¿De qué manera nace un texto en tu interior? ¿Creés que las aguas de la imaginación deben agitarse primero para fluir a través de las palabras y aquietarse en la obra terminada?

—La verdad es que el texto a veces nace en mi interior. A veces surge una idea y se va desarrollando casi como un embrión dentro de mí, y va creciendo hasta que llega el momento en que sí, las aguas de la imaginación se agitan hasta que llega el momento en que tiene que fluir ese caudal transformándose en palabras y aquietarse en la obra terminada. Pero no siempre ocurre así, porque a veces tengo que buscar y rebuscar un texto, y no es mi interior, sino justamente en las palabras. Es como el proceso inverso, empiezo a escribir, aunque lo que escriba no me guste, aunque borre tache y tire a la papelera mucho de lo que escribo. Pero de pronto, entre las palabras encuentro la idea, la punta del ovillo de la que empiezo a tirar para construir el texto. A veces construyo el esqueleto de la historia. Lo armo sabiendo lo que va a pasar en cada uno de los capítulos, y a partir de ahí empiezo a buscar las palabras con las que voy a vestir esa estructura. Son distintas maneras de trabajar, creo que es porque los textos también son diferentes y porque eso es un poco mi característica, el no quedarme quieta, el no repetir moldes, que mis textos no se parezcan uno a otro, ni siquiera desde la creación.
—Si tuvieras que usar imágenes para definir lo que provocan en vos la poesía, el cuento y la novela, ¿cuáles elegirías para representar a cada uno de ellos y por qué?
—Para la poesía, que es lo que más me gusta escribir, elegiría sentimientos, sensaciones, recuerdos, cosas que tienen mucho que ver con mi infancia y mi adolescencia. El cuento, que es lo que menos me gusta, porque tal como dice Horacio Quiroga en el Decálogo del perfecto cuentista tiene que ser justo, se caracteriza por la economía de recursos, no debe sobrar nada, ni una palabra, ni un personaje, es tan medido que tiene que ser perfecto y debe tener la extensión de su lectura, me provoca más una imagen de desafío, como una pelea entre la historia y yo, un reto. Y en la novela me siento a gusto, como cuando estoy sentada en una reposera frente a la playa, mirando el mar, que es mi lugar en el mundo. Sentada frente al mar con un libro en la mano, que siempre es una novela. Esa es mi imagen del descanso, del placer, del disfrute, y creo que representa a ese género.
—¿Cuáles crees que son las puertas que abre la literatura en la infancia?
—Son muchas, pero lo primero y fundamental es la familia la que debe abrir la puerta de las canciones de tradición oral, empezando por las viejas canciones de cuna que nos cantaban, para luego pasar a las canciones de cuna de autor, y luego a la poesía de tradición oral, que viene casi de la mano de la poesía de autor, porque la poesía de tradición oral es poesía en estado puro y es pura poesía. Creo que precisamente la poesía es la puerta de entrada a la literatura.
Los cuentos de tradición oral son textos en los que desde hace siglos la humanidad muestra valores claros a través de símbolos encriptados. En esos cuentos el bueno es bueno, el malo es malo y el que las hace las paga.
Cuando atraemos la atención de los pequeños, incluso los bebés, o antes cuando aún están en la panza, les podemos contar y cantar poemas. Como las etapas de evolución de un niño remeda las etapas de evolución de los seres humanos, la puerta de entrada a la literatura es también la poesía de la mano de la música. Las viejas canciones deben volver a cantarse como un juego compartido, porque en ese momento el niño entabla con la literatura un vínculo afectivo muy importante.
—¿Cómo fue tu experiencia de escribir novelas históricas para chicos?
—Me encantó escribir novelas históricas para chicos. Me fascinó y me fascina la etapa previa, la de investigación, en la que tengo que leer libros de historia, biografías, genealogías, un montón de documentos, cartas, para seleccionar aquellos que van a ser el marco de mi novela, el marco real. Así, como cuando se arma un rompecabezas de muchas piezas uno primero empieza por los bordes, toda esa investigación me permite armar el borde, la frontera que yo no tengo que traspasar, que son los hechos reales. Y dentro de esa frontera puedo jugar con lo que quiero.
Me encanta investigar y encontrar entre los datos históricos una historia que pueda desarrollar y, sobre todo, poder mezclar la realidad con la ficción.
—¿Cuál fue la primera experiencia en ese género?
—La primera novela histórica que escribí fue Un misterio en Tucumán y mientras investigaba encontré al personaje protagonista, que es José Ignacio, que era uno de los hijos del gobernador Bernabé Aráoz, mandatario de Tucumán en la época en que se declaró la Independencia. Yo supe que ese era mi protagonista y lo que le hice hacer, decir, y el amigo que le inventé, fue parte de los permisos que me puedo tomar como autora al escribir una novela histórica, pero respetando el marco que José Ignacio era el hijo del Gobernador. Me divertí tanto escribiéndola que cuando me propusieron escribir la segunda, que fue El sueño de Doroteo, para narrar la epopeya del cruce de Los Andes, también me entusiasmé muchísimo. Y tanto fue así que, aunque no me la habían pedido, propuse escribir la tercera novela que fue Secretos en la recova, porque realmente descubrí que el género de novela histórica me encanta.
—¿Cuál es la función que desempeña el humor en la creación de una historia?
—Para mí el humor es fundamental, es parte de mi estilo. Yo tengo que reírme cuando estoy creando una historia, de manera que, si yo no me divierto, si no la paso bien, si no me da risa lo que escribo, sé que no voy a lograr ese efecto en mis lectores. Para mí, si es un texto de humor, éste tiene que estar presente desde la propia creación. El humor, es sus distintas facetas, es el punto de partida. Desde el humor desopilante, el sutil o el disparate, la elección será mía, pero siempre tiene que provocar en mí un efecto a la hora de escribir. Si yo lo paso bien, los lectores la van a pasar bien.

—Se acaba de publicar tu novela “Mientras no muera tu nombre”, ¿qué nos podés contar acerca de las vivencias que te llevaron a escribirla y de lo que sentís ahora que ya levantó vuelo propio?
—”Mientras no muera tu nombre” es una historia que está inspirada en lo que le pasó a mi hermana, que murió hace 20 años, en la relación que tuvo con una persona que ejercía sobre ella violencia psicológica. En esa época el tema de la violencia hacia la mujer, o en sí hacia otra persona, el bullying, o la violencia física, eran temas que por supuesto existían, pero no se hablaba de ellos, no se los visualizaba. Así, en el momento que ella murió hubo muchas cosas que no cerraban, que ni yo ni mi familia entendíamos, como piezas de un rompecabezas que nos faltaban. Durante estos 20 años yo fui buscando esas piezas porque necesitaba terminar de armar esa historia y saber por qué mi hermana había fallecido. Entonces fui preguntando, armando ese rompecabezas que me permitió reconstruir todo lo que pasó. Creía importante no sólo que nosotros como familia recordáramos a Patricia, sino que también se conociera su historia. Hoy, con la novela publicada, se cerró una etapa de mi vida y de la vida de mis padres. Creo que al fin ella descansa en paz y que al haber escrito su historia voy a salvar a otras personas, aunque no haya podido salvarla a ella. Estoy feliz ahora que la novela tomó vuelo propio, porque veo que provocó un efecto de mucha sensibilidad en los que la leen.
—¿De qué manera lograste integrar la escritura con la narración en tu vida?

—Se integraron casi naturalmente. Descubrí la narración cuando estudiaba para ser maestra y me encantó. Dejándome llevar por la intuición y por los conocimientos que venían de otros aprendizajes como la música, la danza, el teatro, que estuvieron siempre muy presentes en mi vida, fui un poco tanteando a través de las respuestas de mis audiencias, que fueron primero mis alumnos y mis hijos, hasta que un día descubrí que había narración profesional y decidí insertarme en ese mundo. Al principio yo narraba textos de otros autores o de tradición oral, hasta que un día mi querida Graciela Cabal, que fue una gran amiga y que me estimuló y aconsejó mucho, me dijo “vos tenés que narrar tus propias historias”, y empecé a hacerlo y empecé a sentir que ya no encontraba otras historias que me convencieran o que me gustaran más que las mías. Los caminos como escritora y como narradora fueron paralelos, hasta que decidí “jubilarme” de esta última actividad. De igual modo, esto no quiere decir que no siga narrando, siempre lo sigo haciendo. Uso la narración para presentar mis libros, para dar charlas, para capacitar a docentes, para entusiasmar a los padres o a los chicos para que lean los libros.
—¿En qué lugar te gustaría soltar tu próxima historia para que, más tarde, el viento la tome entre sus manos invisibles, la acune y comience a contarla?
—Todas mis historias las suelto exactamente en el mismo lugar, que es el estudio en donde escribo en mi casa, en el barrio de Floresta, que está llena de rincones caprichosos y lugares secretos, igual que mi hogar de la infancia.
Me encanta conocer culturas y lugares diferentes del mundo, caminar las ciudades, de las que me traigo cosas. Soy viajera pero no soy nómade, sino que siempre vuelvo a mi casa, a mi corazón, a mi familia.
Lo mismo me gustaría hacer con mi próxima historia, soltarla en mi casa y que el viento la lleve con sus manos invisibles, la acune y empiece a contarla por todos lados, que llegue a lugares insólitos y la cuente en cualquier parte del mundo, aunque mi corazón siempre esté en mi casa.
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Entrevistas
“Vientos de libertad”, la gesta sanmartiniana en la nueva obra de Luis Carranza Torres

Por Andrea Viveca Sanz /
Edición: Walter Omar Buffarini
Cruzar las fronteras del tiempo y del espacio, animarse, como si existiera una continuidad, un rumor de páginas que necesitaran volver a leerse.
Con una trama que pone la mirada en los detalles, en los paisajes interiores de los protagonistas, en el pasado, pero también en el presente y en el futuro, Luis Carranza Torres avanza, cruza sus propias montañas y da vida a una historia que se ramifica, un entramado donde las pasiones y el amor son protagonistas.
“Vientos de libertad” es la nueva novela del escritor cordobés, quien con sus letras lleva al lector a épocas de la gesta sanmartiniana, para adentrarse en algo más de lo que cuenta la historia.
— ¿Qué te llevó a elegir este renglón de la historia para invitar a tus personajes de ficción a vivir los hechos reales?
— Me gustan los momentos bisagra de la historia, y este período en que transcurre la novela lo fue para nosotros. Nunca es en vano recordar que la Independencia argentina se sancionó, a diferencia de muchas otras, en el peor momento posible. Sin recursos, derrotados nuestros ejércitos en el Alto Perú, amenazados por los cuatro costados por los españoles, los portugueses y los indios. Nacimos, por tanto, en la esperanza, pero también por el coraje de no rendirse ante la adversidad. Eso es lo que busqué reflejar en la novela. Y es algo que sirve más allá del orgullo por nuestro pasado, en la vida diaria de cualquier persona. Se trata de la prehistoria, por así decirlo, de la Argentina que hoy conocemos. Cuando todavía ni nos llamábamos de esa forma. A la par de la evolución de los personajes, existe también la de una sociedad que busca ser de otra forma, liberándose de muchas cosas. A partir de esa declaración de independencia, se produce un gran sinceramiento colectivo de lo que queríamos ser, y de lo que podíamos lograr solo con dos cosas: un liderazgo apropiado y la capacidad de esfuerzo que nos caracteriza individualmente, pero articulada en conjunto. La gesta del cruce de los Andes muestra a lo que podemos llegar cuando hacemos bien las cosas.
— ¿De qué manera trabajaste para poner en palabras los escenarios naturales que recreás en los distintos capítulos?
— Me esfuerzo por poner atención a los detalles, esos que le confieren autenticidad a la trama. Cuando se estructura la trama, uno también va buscando el escenario para plantear determinada escena. Aquí, en “Vientos de Libertad”, no las determinan tanto los actos exteriores sino la interioridad de los personajes, que el paisaje esté a tono con lo que le pasa por dentro a quién protagoniza la escena. Fue eso lo que busqué plasmar. Te diría que aun con la presencia de una referencia geográfica de tanto peso como los Andes, la cuestión pasa más por los lugares culturales o sociológicos de ese tiempo: los espacios de sociabilización como la Alameda o la Plaza Mayor, las conversaciones en el río de las lavanderas, las sala de recibir de las casas, el cuartel militar como preparación para el cruce. Es algo que no busqué, se dio naturalmente. La cordillera está, pero a la vez no está y hay otras todavía más inmensas que sortear. A veces los libros te llevan a eso. A pesar de que he estado en los Andes de norte a sur, desde la puna al estrecho y hecho andinismo en la zona del Tupungato cuando era jóven. O quizás por eso, la presencia no es tanto física como simbólica. Los lectores decidirán (risas).
— Además hay otros escenarios que muestran la vida doméstica de José de San Martín junto a Remedios de Escalada. ¿Por qué te interesó hacer foco en esas vivencias cotidianas?
— La relación entre José de San Martín y Remedios de Escalada ha sido muy bastardeada, por usar una palabra de la época. Con ella, sobre todo, siempre invisibilizada y desmerecida injustamente. Fue Remedios una mujer excepcional, tan valerosa, rebelde y libre como la sociedad de su época podía permitir, e incluso algo más. Asimismo, mostró un compromiso personal y propio con la causa emancipadora, aun desde antes de conocer al Libertador, con la misma firmeza de carácter que luego tuvo en el manejo de los asuntos patrimoniales de la pareja, ya que fue ella quien administró todo mientras San Martín hacía sus campañas, teniendo incluso la plena patria potestad de la hija de ambos. Por extraño y hasta paradójico que parezca, bien podemos decir que la Remedios histórica es muy diferente de aquella que la historiografía nos ha pintado. Por su parte, José de San Martín es bastante más de lo que usualmente tenemos en consideración. Era un hombre ilustrado, curioso de casi todo lo que se movía a su alrededor, que leía mucho, en inglés y francés además del castellano. Tocaba la guitarra, cantaba bastante bien, pintaba cuadros de paisajes, sobre todo de la cordillera, era un apasionado del ajedrez y gustaba de las nieves de limón -antecedente de nuestro actual helado de ese gusto-. Creo que la frase que el Libertador pone en la tumba de Remedios ilustra bastante respecto de la relación que tuvieron: “Esposa y amiga del general San Martín”. Recordemos que él valoraba la amistad en un grado superlativo dentro de su escala de valores. Tanto uno como otro fueron personas adelantadas a su tiempo. Y que se atraían por compartir esos valores, sintiendo admiración mutua. Es lo que quise reflejar en la historia en cuanto a ellos. La relación de igual a igual que, a juzgar por toda la documentación fidedigna, tuvieron en un gesto inaudito para la época. Parecen más un matrimonio de nuestros días que de aquellos de 1816.
— ¿Cómo se manifestaron en vos Sebastiana y Justo, los protagonistas de “Vientos de libertad”?
— Ambos son seres literarios por demás interesantes. Complejos, intrincados por dentro y por fuera, y hasta queribles aun en sus defectos. Él ya no puede ser en lo físico lo que sigue siendo en mente y alma: un soldado. Ella, un ser tan castigado por la vida, que termina por volverse una resentida con casi todos. Y el amor como prenda de unión, que da segundas oportunidades para ser feliz, pero también implica renuncias costosas. Si Justo tiene un brazo inútil, Nazarena lleva esas mutilaciones por dentro. Cada cual lidia con ellas como mejor puede, en tanto no deja de advertir que al otro le pasa igual. Para peor, ambos son terriblemente pasionales. En lo bueno y en lo malo. Particularmente, en el orgullo propio. Ninguno cede nada, a pesar de la atracción, del deseo o los fuertes sentimientos que se prodigan. Cada cual quiere lo mejor para el otro, pero a su modo. Y cuando se desilusionan, es en grande. Con todos estos ingredientes, creo que la historia de Nazarena y Justo termina siendo una de las más pasionales que he escrito. Pero también, de las más sufridas e implacables.
— ¿Hay algún personaje secundario que te gustaría destacar?
— La familia Buteler. La historia es verídica en sus líneas generales. Un irlandés que viene con el ejército inglés y se aquerencia al punto de no querer volver a su tierra y plantar raíces aquí. Algunos de los descendientes del Buteler histórico eran vecinos de mi familia en el campo, y de chico escuché alguna de las cosas que aparecen en la novela y me sirvió para darle forma a esa peculiar familia literaria. En cierto modo, es un homenaje a aquellas historias y a las personas que me las contaron. Así como a unos vecinos muy cercanos que tengo como parte de mi historia personal y considero, incluso hoy, como parte de mi familia ampliada. Además, “Vientos de Libertad” se trata de una de las novelas con más personajes secundarios que he escrito. Por lo mismo, se puede leer en varias líneas narrativas. Todas cruzadas por distintos tipos de amor: el de Goya y Tadeo, los esclavos de Nazarena, el apegado a las normas de Isabel y Eulogio, el pasional de Nazarena con Justo, el amor a la distancia entre Mariana y Tulio o el cómplice entre Remedios y José. A la par de eso, hay historias personales muy ricas en matices, como la de Goya, el mismo Tadeo, Mariana en Santiago de Chile o Isabel en Mendoza. Cada una por sus propias y muy particulares razones.
— Vemos que uno de los personajes, Eulogio, lleva un apellido conocido de otras obras tuyas: López de Madariaga. Y que Isabel es una devota lectora de Jane Austen, sin mencionar a la autora. ¿Qué podés contarnos sobre eso? ¿Hay otro texto, quizás implícito, detrás del texto impreso de la novela?
— Son guiños de complicidad para los lectores que me siguen desde siempre. Eulogio es mencionado, ya anciano, en “Palabras Silenciadas”. Es, en sus años mozos como se diría en la época de la novela, el antepasado de la familia que desarrollé en la saga de la Segunda Guerra Mundial que inició con “Mujeres de Invierno”. Antes de llevar a cabo todo por lo que su familia lo recuerda. En el caso de Isabel, sus lecturas son una suerte de homenaje a lo que he visto o me han contado que leen muchas de mis lectoras. Y para recordar que clásicos de Jane como “Orgullo y Prejuicio”, por los tabúes de la época en la sociedad inglesa, se publicaron de forma anónima, sin más datos que su escritora era una mujer. Cosas como estas encajan de maravilla para pintar con un detalle a la sociedad de entonces.
— Mientras todos ellos se preparaban para cruzar una frontera geográfica, vos ibas cruzando las barreras del tiempo para revivir aquellas escenas. ¿Qué fue lo que más te impactó de ese cruce temporal?
— La magnitud de lo que se hizo con muy pocos medios, pero usados muy inteligentemente. La libertad siempre tiene un precio e impone sacrificios. Ellos no dudaron en pagarlo, y por eso es que somos argentinos hoy en día. Tenemos una deuda con esos compatriotas que ya no están, es lo que quise reflejar en la trama de la historia. Otra de las cuestiones que me llamó la atención, y quise rescatar para dar cuerpo a la historia de la novela, es la tremenda preparación logística que implicó. No solo fue un cruce. Debieron llevar consigo todo lo que necesitaban para sobrevivir, desde la leña hasta el agua. Y combatir para apoderarse de las fortificaciones realistas que guardaban los pasos. Pero el éxito de todo dependía de mantener al adversario sin saber por dónde cruzarían. Que se revelara ese detalle hubiera ocasionado el desastre de toda la expedición, y esa es la idea movilizadora que estructura la historia.
— Has dedicado esta novela “a ese soldado argentino, sólo conocido por Dios” ¿Qué razones te movieron a poner esas palabras?
— Es una frase conocida en el mundo castrense. Refiere a aquellos que han caído en combate y no han podido ser identificados sus restos. Solo Dios sabe quién es y cómo sacrificó su vida. A veces ni tumba tienen. Hubo muchos en las guerras de la independencia, por no decir que fueron la mayoría de los caídos en esa época. Son los seres más anónimos de las batallas y guerras. Desde chico, cuando veía la llama votiva por el soldado desconocido de la Independencia a la entrada de la catedral de Buenos Aires, era algo, y lo sigue siendo hoy, que me sobrecoge. Cuando terminé de escribir la novela, supe que era a ellos que debía dedicarlo, para reconocerlos, tal como se hace en cualquier país que cuida sus valores cívicos.
— El viento siempre mueve cosas, ¿qué movilizaron en Luis Carranza Torres los vientos de la escritura de esta novela?
— La gratitud a aquellos que se sacrificaron para tener la libertad que, muchas veces hoy, usamos mal o, peor aún, nos resulta indiferente. Poder decidir nuestro destino es una gran cosa. No solo en lo individual, sino también como sociedad. Quise rescatar eso, pero también lo que entiendo como una paradoja curiosa y hasta cruel respecto del deber: hacer lo que entendemos correcto, implica muchas veces sacrificios muy personales. Y en el caso de los personajes de la novela, como el mismo José de San Martín lo habla con Eulogio, cumplir con el deber es alejarse de los que uno quiere y poner en riesgo de mil formas la propia existencia. Somos lo que somos colectivamente, entre otras cosas, por esos esfuerzos que se cuentan en la novela. No debemos nunca olvidarlo. Eso busqué transmitir, más allá de contar una historia vibrante en lo épico e intrincada y de suspenso también en cuanto a lo amoroso.
Entrevistas
En primera persona: Nair Libonatti, escritora
La artista uruguaya habla de ella misma, de cómo llegó a la escritura y de su obra

Sobre sí misma y su arte
Soy Nair Libonatti, mujer uruguaya de 69 años. Toda mi vida supe que podía escribir, sin embargo, al plasmar mis ideas en una hoja, el resultado no me era grato y terminaba rompiendo.
En el año 2019 una amiga me invitó a “algo” literario y fui. Resultó ser un taller y fue ahí donde comencé a escribir.
Pocos meses después llegó la pandemia, entonces, buscando recursos para mi nuevo despertar, entré en un grupo argentino de Facebook. En él compartíamos textos y comentábamos.
Un buen día me invitaron a participar en el Mundial de Escritura, al principio me parecía inalcanzable hasta que me animé y la experiencia resultó maravillosa.
Sobre su obra
He escrito algunos libros: “Historias del Caldero”, en conjunto con dos amigas, “Constelaciones”, libro que va por su segunda edición y “El Pata de Bolsa y otros relatos”. Estos dos últimos están presentes en la 49a Feria del Libro de Buenos Aires, en el stand de Uruguay.



Sobre “Constelaciones” puedo decir que es un libro fuerte, con historias bastante movilizadoras, es un intento de visibilizar algunas circunstancias. “El Pata de Bolsa” es en tono más humorístico, un poco más distendido y coloquial.
Son libros de cuentos cortos, escritos individualmente y luego seleccionados para cada uno de los libros.
Su actualidad

Actualmente integro el taller “Ratones de biblioteca”, que funciona en la Casa de la Cultura de Minas, Uruguay, y algunas compañeras me acompañaron a la Feria del Libro de Buenos Aires.
Nair Libonatti junto a Andrea Viveca Sanz, de Contarte Cultura, en la 49º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires
Entrevistas
Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.
“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense Aguirre–Rodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.
Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.
—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?
—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.
—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?
—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.


—¿Cómo fueron esos comienzos?
—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.
—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?
—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.
—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?
—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.
—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?
En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio, mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.
—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?
—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.
—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?
—Haremos algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.
—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.
9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.
—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?
—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.
Cristina
20/06/2019 a 09:38
Amo a Lili Cinetto,tuvimos el orgullo de tenerla en nuestra Escuela un 20 de Septiembre de 2012 y en junio de 2016 fue la invitada especial a la Primera Feria del Libro de General Paz,en el año del Bicentenario de la Declaracion de la Independencia,Feria de la cual hace unos dias vivimos la cuarta edicion.Tuve el placer de recibir su ultima novela,super emocionante y recomendable.Los mayores exitos para esta bella autora,narradora y persona
Y por un pronto regreso a General Paz.Felicitaciones por tan gran entrevista!!!