

Historias Reflejadas
“El otro lado del silencio”

El otro lado del silencio
Las palabras resbalan sobre la superficie de un silencio. Un hilo se suelta. Las voces sin voz, como un eco que raspa y lastima, repiten el lamento de una historia callada.
Por debajo, en la oscuridad, las raíces absorben el recuerdo de la tierra y rescatan los sonidos de la memoria.
Arriba el mundo se quiebra, la verdad asciende, crece, arde y se detiene en un detalle imperceptible, apenas un punto viscoso por donde el grito asoma y conmueve.
El tiempo se estira, elástico, dentro de las bocas que esconden las palabras. Los círculos se cierran, sin distancias. Lo inevitable sucede, las mentiras se alargan y resbalan sobre la superficie del miedo.
Las voces toman vida, emergen lentamente desde el fondo, se expanden como ondas y finalmente se manifestan en una historia que habla, a pesar del silencio.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia las siguientes novelas: “Trasfondo”, de Patricia Ratto; “Distancia de rescate”, de Samanta Schweblin; “Cadáver exquisito”, de Agustina Bazterrica; y “Tú eres para mí”, de José Niemetz.

Historias Reflejadas
“Ansiada libertad”

Ansiada libertad
Murallas derrumbadas dejaron al descubierto los secretos silenciados. Ella soltó por fin las palabras ocultas, sepultadas al solo efecto de mantener las apariencias. Necesitaba reparar heridas que todavía sangraban. Nada era lo que parecía. Detrás de la fachada de su cuerpo, una inmensa soledad era su única compañía.
Debajo de la tenue máscara que ocultaba la verdad, se escondían bellezas negadas, riquezas cargadas de pobreza, abundancia teñida de escasez y pasiones que se convirtieron en traición y fueron, durante mucho tiempo, dolores enterrados.
Ella buscaba liberarse del pasado. Dejó caer su pesada carga y la convirtió en palabras, que fueron hechos. Los acontecimientos se desplazaron, vitales, y se fueron entrelazando en una línea imaginaria, arrastrando consecuencias irremediables en el juego de la vida.
Desparramados en el suelo de su existencia quedaron al descubierto los silencios que la hacían esclava.
Por fin había logrado la tan ansiada libertad.Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia: “Pasión y traición” de Florencia Canale, “Historia de una mujer” de Marcelo Birmajer, “Pasado imperfecto” de Andrea Milano, y “Palabras silenciadas” de Luis Carranza Torres.
Historias Reflejadas
“Sin fronteras”

Sin fronteras
En la gran colmena que constituyen cada uno de los países del mundo, el encuentro aún es posible.
Un rítmico decir de tambores lejanos, clama desde el continente negro. ¿Lejano para quiénes?
Culturas que se interpelan unas a otras, caminos cruzados de penas y dolores.
África sangra ausencias, llora angustias de mujeres despojadas de su esencia, obligadas a enterrar el precioso tesoro de la libertad, se lamenta por aquellos hombres encadenados a los deseos caprichosos de algunos, que ambicionan y controlan, y mira con dolor a miles de niños abrazados por los sonidos de la selva, que se entregan abandonados a los latidos de un destino sin final feliz.
Si lográramos mirar más allá de nuestra propia celda, si por un instante pudiéramos detenernos a escuchar el llamado de los tambores lejanos y hacernos uno con sus latidos, tal vez sería posible desdibujar las fronteras que aíslan y lastiman.
En la gran colmena que constituye este planeta, es tiempo de desplegar las alas, levantar vuelo y crear una corriente de respeto, amor y paz.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia: “Bajo el sol de Kenia” de Bárbara Wood, “Caballo de Fuego (Congo)” de Florencia Bonelli, “La masai blanca” de Corinne Hofmann y “Africa, tormenta de libertad” de Hernán Lanvers.
Historias Reflejadas
“Laberintos de la cordura”


Laberintos de la cordura
Dejó caer las palabras como si fueran pétalos secos. Un sonido viejo enmudeció sobre el papel. Los instantes, desparramados en una migración sin fronteras, destejieron la trama. El silencio avanzó como una sombra entre las letras. Tres lágrimas se alargaron en ese segundo oscuro. Volvió a llover esa lluvia sin gotas. Sus recuerdos embarrados se alargaron por encima de las paredes, cada fragmento era una mancha húmeda descomponiéndose en las nubes de su memoria.
¿Dónde era afuera? ¿En qué lugar del silencio era posible atravesar los ruidos de la mente?
¿Dónde era adentro en los límites de aquellas manchas?
La nada crecía sobre ese papel en el que se buscaba. Una coma en el camino, los recuerdos flotando debajo de los recuerdos, las voces del más allá inventando un renglón para aquietarse. Y al final, un punto, como una puerta que encerraba a los fantasmas, como otro silencio; aunque pronto se volviera letras y pudieran atravesar los límites de la locura para trascenderla.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia los siguientes textos: “Invisible”, de Juan Solá; “La pieza del fondo”, de Eugenia Almeida; “Pequeña flor”, de Iosi Havilio; y “Mal de muchas”, de Marcela Alluz.
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