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Literatura

Murío Mercedes Barcha, esposa de Gabriel García Márquez

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Mercedes Barcha Pardo, esposa del escritor colombiano Gabriel García Márquez durante 56 años y compañera desde sus comienzos del derrotero literario que le valió el Premio Nobel de Literatura, entre otros logros, falleció este sábado a los 87 años en Ciudad de México, según confirmó el sobrino del narrador, Gabriel Torres García, al diario colombiano El Universal.

Hasta el momento se desconocen las causas del deceso, aunque medios colombianos informan que Barcha, quien desde 1962 residía en la capital mexicana, padecía problemas respiratorios.

La figura de la mujer fue determinante en la carrera de Gabo: confió tanto en su trabajo que lo apoyó incondicionalmente durante los 18 meses en los que él se encerró a escribir su obra cumbre, “Cien años de soledad”.

De hecho, no dudó en vender las pocas pertenencias del hogar para que la obra pudiese llegar al editor argentino Francisco “Paco” Porrúa, que estaba al frente de la editorial Sudamericana.

El día en que el escritor terminó el manuscrito de la novela, en los años 60, él y su esposa fueron al correo en México para enviarlo a la editorial argentina.

Un funcionario pesó el manuscrito y dijo que el envío costaría 83 pesos, pero Mercedes Barcha Pardo -que era la administradora de la familia – dijo que no tenía más que 45.

Los dos decidieron enviar entonces tan solo la mitad del manuscrito, la parte que podían pagar, y se quedaron con el resto con la esperanza de enviarlo después.

“Entonces nos fuimos a la casa y Mercedes sacó lo último que faltaba por empeñar”, contó alguna vez Gabo. Empeñó el calentador, su secador de pelo, la batidora, y así logró enviar el resto de la novela que hizo legendario a su esposo.

“Ahora lo único que falta es que la novela sea mala,” le dijo entonces, enojada. Barcha leía antes que nadie la obra de Gabo y era la crítica que más temía el escritor.

La pareja estuvo casada por 56 años y tuvieron dos hijos, Rodrigo y Gonzalo. Su esposo se encargó de hacer famoso el nombre de ella por años, porque si bien él pudo dedicarse a tiempo completo a las letras, no lo hubiera logrado sin el trabajo administrativo y los cuidados que ella le dedicó.

“Su personalidad era única, una mezcla singular de inteligencia absoluta, fortaleza de carácter, pragmatismo, curiosidad, sentido del humor y hermetismo”, expresó en un comunicado de condolencia Jaime Abello Banfi, director general de la Fundación Gabo y acotó: “Querida Mercedes, que fuiste polo a tierra, jamás te olvidaremos. Tu recuerdo nos inspirará”.

Barcha había nacido el 6 de noviembre de 1932 en Mangangué (Colombia) y conoció a García Márquez durante un baile en Sucre. Él tenía 13 años y ella 9. Sin embargo, el futuro escritor y periodista supo ese mismo día que ella sería su esposa. Se casaron en 1958 y estuvieron unidos más de medio siglo, hasta la muerte del escritor, el 17 de abril de 2014, también en la Ciudad de México.

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Historias Reflejadas

“Derrumbe”

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Derrumbe

La vida se derrumbaba. Las olas del pasado arrastraban los recuerdos. Sin embargo, entre los escombros, sus miradas lograron encontrarse.

Sus ojos se buscaron por encima de las cenizas, más allá de las fronteras de la muerte. Los límites se desdibujaron, las voces, una distinta de la otra, múltiples, diversas, se fundieron sobre el suelo que las unía.

El agua arrojó las palabras, como el viento del monte, como la tierra que temblaba y se abría en una boca sin nombres; como la fiebre y la guerra, que eran voces invisibles dispuestas a manifestarse.

Andrea Viveca Sanz

Se reflejan en esta historia las siguientes novelas: “Renacer de los escombros”, de Gabriela Exilart; “La canción del mar”, de Gloria Casañas; “La princesa de las pampas”, de Gabriela Margall; y “Los amantes de San Telmo”, de Graciela Ramos.

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Feria del Libro

FILBITA celebra 15 años de lecturas, juegos y poesía para las infancias

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El Festival de Literatura Infantil FILBITA celebra su 15ª edición con tres días dedicados a las infancias y a la lectura compartida. Bajo el lema Leer con otras y otros, el encuentro —organizado por la Fundación Filba— se realizará del 7 al 9 de noviembre en distintos espacios de la Ciudad de Buenos Aires, con actividades gratuitas para toda la familia.

El viernes 7, en el marco del programa Territorios de encuentros de ALIJA, habrá una jornada de formación e intercambio para mediadores de lectura, docentes y bibliotecarios en Los Pompas Club de Artes (Avenida Brasil 2640). Durante la tarde se desarrollarán una exposición, talleres de narración oral y lectura en contextos de vulnerabilidad, una conversación sobre experiencias de lectura comunitaria y el diálogo Leer con otros y otras, entre Belén Campero y Carlos Skliar.

El sábado 8 y el domingo 9, las actividades se concentrarán en el Espacio Cultural del Sur (Av. Caseros 1750), con una programación que incluye narraciones, lecturas, talleres de fanzine, escritura, ilustración, poesía, música, dibujo, cortos y actividades para bebés. Participarán autoras y autores como Luciana De Luca, Mario Méndez, Patricia Strauch, Noe Garín, Jimena Rodríguez, Laura Ávila, Luciano Saracino, Eleonora Garriga, Matías Moscardi, Jimena Tello, CH Respira, entre otros, junto a editoriales como Fondo de Cultura Económica, Loqueleo, Limonero, Lecturita, Siglo XXI, Ojoreja, Periplo, Ralenti, La brujita de papel y Pípala.

El festival será también escenario del lanzamiento del nuevo programa de la Fundación Filba, Sinfín, un proyecto social y cultural que promueve la circulación de libros y lecturas en comunidades, escuelas, espacios de salud e instituciones sociales.

Entre las propuestas destacadas del sábado figuran los talleres PalabreríoDel sonido al papel, Rumbos cortitos, Pequeñas cosas extraordinarias, Cazadores de gigantes, y las lecturas Todas las semillas, Ilustrar a Galeano y Golondrina de inviernoA partir de las 19, en el marco de La Noche de los Museos, el escritor Mario Méndez ofrecerá Anochecer siniestro en Filbita, con cuentos de terror, y el cierre estará a cargo de Luciano SaracinoVictoria Rodríguez Lacrouts y Eugenia Sasso con Cantos y cuentos para llamar a la luna.

El domingo 9 se sumarán los talleres Mi bosque: un libro en miniaturaQue gane el perdidoKiosco de palabrasCómo armar un diario de viajeCómo ilustrar textos literarios, y actividades como Cuentos a cuerdaRondas al vientoy la premiación del concurso Cazacuentos. El cierre del festival será a las 18:30 con el recital ATR (A Todo Rap), junto a CH Respira y los participantes del taller Escribiendo con ritmo.

Desde 2011, FILBITA se consolidó como un espacio clave en la agenda cultural argentina, reuniendo a cientos de autores, ilustradores y mediadores en torno a la palabra, la imaginación y la lectura como experiencia compartida.

Más información y programa completo: https://filba.org.ar/filbita/filbita-2025_137/programa

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Textos para escuchar

Una larga noche negra – María Verónica Puyó por Mariano Rodríguez

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Mariano Rodríguez lee el cuento Una larga noche negra de María Verónica Puyó


Era de día y, sin embargo, la noche se irguió de repente. No lo notamos al principio, pero el manto negro se extendió tan veloz como una gran mancha de aceite. Hasta entonces éramos felices.
Lo éramos. Pero un péndulo de acero glacial nos rozaba las cabezas y nos soplaba su aliento de verdugo. Y nosotros, inmutables, permanecíamos latiendo, viviendo a nuestro antojo sin medir ni calcular finales.
Un buen día me dijiste algo del miedo. Ciertamente no presté mucha atención, te escuché sin oír lo que decías. Simplemente recuerdo que hablaste de algo así como de un monstruo voraz y sanguinario. Siempre tenías esos temas, no me pareció extraño, pero ahora que trato de visualizar tus ojos, me doy cuenta que tenían un fulgor distinto, más brillante. Después dijiste que no había que dejarse morder por el miedo, que nunca lo harías. Sinceramente, no sabía de qué hablabas.
Poco después de aquella tarde vinieron a buscarte. Estaba oscuro y el toque de queda había barrido las calles como una feroz tormenta de otoño. A esa hora tomábamos un té en la cocina, era como una ceremonia, y el mundo podía caérsenos encima mientras tanto sin que nosotros soltáramos las tazas. Entonces oímos patear la puerta, y unas sombras desnudas se arrinconaron tras el cristal. Me levanté asustada y fui a ver qué querían. Creo que te paraste y permaneciste como congelado al lado de la silla. Cuando abrí se lanzaron como buitres, te vieron, te ataron las manos en la espalda y, sin oír mis preguntas aterradas, te apoyaron un revólver en la sien. Enmudecí y los ojos se me nublaron. Me parece verte pálido todavía, diciéndome algo del miedo, y yo no te escuchaba.
Te sacaron sin decirme una palabra, me cerraron la puerta y alcancé a verte tras el vidrio empañado, subiendo a un auto verde con los ojos perdidos. Grité y no me escuchaste, y entonces, solo entonces, comprendí lo del miedo.
Esa noche no dormí y por la mañana corrí temprano a preguntar dónde estabas. Me atendió un hombre alto, de anteojos, que, pasando varias veces el dedo de arriba a abajo en el papel lánguido me dijo que no estabas en la lista de los detenidos, como otros cientos. No se cómo volví a casa, ni cómo esa noche, recostada en el sillón, te soñé caminando mientras un niño pequeño te arrastraba de la mano hasta un precipicio. En el borde, a punto de caer, me gritabas algo, y yo no te oía. Te alcancé una mano y la tuya se escurrió como agua entre mis dedos. Resbalaste al vacío y, desesperada, quería caerme contigo pero no podía.
He escuchado muchos toques de queda desde entonces y creo que, desde algún lugar, desde alguna celda fría o pozo oculto continúas llamándome. Muchas veces me pregunté qué habías hecho, y otras muchas me respondí que no habías temido, que no habías aportado tu cuota al régimen del temor soberano. Hoy, tras años de preguntas sin respuestas, de calabozos sin registros, de silencio y noche negra; hoy, recién, aclara el día. Y sin embargo para mí la noche no se ha ido.

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