Entrevistas
Patricia Fitti: “Cuando se me ocurre una idea que podría llegar a ser una buena historia, la pienso en imágenes”
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Un universo de palabras, enredadas en líneas de grafito, rueda sobre las páginas; el viento desparrama las formas y los colores, todo toma una dimensión nueva, como si cada parte adquiriera volumen y levantara vuelo, como si las palabras estuvieran vivas y comenzaran a crecer, pura textura sobre los silencios.
Son esos silencios los que la escritora e ilustradora Patricia Fitti ha logrado capturar con sus manos y con su voz; es en esos espacios mudos en los que sus obras toman vida y se expanden hacia las manos de sus lectores.
En un diálogo virtual con ContArte Cultura la autora cuenta de qué manera vive el proceso creativo de sus obras y adelanta algunos de sus proyectos.
—Sobre este primer renglón que nos conecta vamos a dejarte un puñado de hojas secas y un lápiz, ¿cuál es la primera imagen que viene a tu cabeza para crear algo que te sirva para presentarte con esos elementos?
—Estoy en mi mesa de trabajo, justamente con esos elementos que ofrecés imaginariamente para presentarme: hojas secas y un lápiz. Pero esta vez prescindo del lápiz. Y es porque, desde que me mudé al campo, entre las sierras, hace solo unos meses, estoy tan fusionada con la naturaleza que las imágenes se me vienen en forma de hojas. O de semillas, de ramitas, de piedras… Así que lo que hago es mirar esas hojas para ver qué me sugieren sus formas. Y lo primero que viene a mi mente es la imagen de un pez. Tal vez me surge esto porque como un pez, cuando estoy creando, me sumerjo en las profundidades tanto, que a veces me olvido de que existe un mundo en la superficie. Buceo, me hundo, observo y vivo un mundo submarino donde otros sólo ven mar y olas. En la profundidad de esas aguas también me conecto con mi mundo infantil, ese que en realidad está siempre latente en mi vida, creo que soy una eterna niña encerrada en un cuerpo adulto; tal vez por eso siempre fui docente de los más pequeños, tal vez también por eso me dedico a la literatura y a la ilustración infantil.
“Soy docente de alma, aunque ya no ejerzo, pero tenía otra vocación postergada: desde chica quería dibujar y pintar como mi papá lo hacía.”
¿En qué rincones de tu infancia se gestó tu gusto por la ilustración y las palabras?
—Mi papá era un artista. Vivió en La Boca e incluso conoció a Quinquela Martín y contaba que en una oportunidad expuso junto a él. Vino de Italia después de pelear en la Segunda Guerra Mundial, y aunque era mecánico aeronáutico, le apasionaba el arte. Lo hacía como hobby, claro, ya que tenía que mantener a su familia -esposa y tres hijas-, y “del arte no se puede vivir”, decía. De chiquita lo imitaba: iba a su taller, buscaba sus cinceles e intentaba repujar algún trozo de metal. Imaginate que, entonces, yo me crié sumergida, como el pez, en el mundo del arte. Con respecto a la literatura, mi amor por las palabras y la lectura se desarrolló en la escuela. Aunque mis padres no eran lectores ni había en mi casa una biblioteca, mi mamá me estimulaba a escribir, leer o dibujar. Siempre me decía “tenés que escribir un libro”, creo que para ella era el escalón más alto a donde podía llegar. Recuerdo que, apenas supe escribir, me compraba cuadernos de hojas lisas y los cortaba a la mitad horizontalmente para que quedaran rectangulares como una revista de historietas. Y precisamente fue lo primero que hice: historietas. Más tarde, como a los 8 años, escribía a máquina mis cuentos y los ilustraba, les hacía la tapa con cartón e incluso le había inventado un nombre a la editorial y a la colección de cuentos. Pero, curiosamente, no supe de esta profesión hasta después de los treinta años. Siendo docente de nivel primario me acerqué mucho más a la literatura y comencé a investigar lugares donde poder aprender ilustración, así como también a talleres literarios. Cursé en diferentes escuelas, con varios reconocidos ilustradores de variados estilos y corrientes, y también me formé estudiando Artes Visuales.
“Mi padre era una persona increíble, no había nada que no supiera hacer. En la casa donde vivíamos no había rincón que él no hubiese embellecido. Yo lo admiré siempre.”
—¿Qué no puede faltar en tu espacio creativo?
—Tengo un taller lleno de cosas. Cajas con telas, papeles pintados, revistas, recortes, cositas para collage, frascos con semillas, piedritas y cientos de elementos naturales, otras cajas con perlas, cintas, hilos, botones… Y por supuesto estantes con tintas, acuarelas, acrílicos, óleos, pasteles, lápices, tizas, gesso, témperas, gouache… podría decirse que tengo una librería personal. Es difícil que pueda faltarme algo, y si eso sucede, alguna otra cosa puede reemplazarlo. Pero lo que sí no puede faltar y considero fundamental, es un espacio amplio ya que suelo esparcirme, luz, música o completo silencio, mate o café. Antes de comenzar un trabajo necesito sentir paz en el ambiente y ordenar el lugar. Un espacio ordenado da un efecto visual agradable y me inspiro mucho mejor. Eso sí, el orden dura muy poco…
—Contanos de qué manera lográs que tus textos se fundan o completen las ilustraciones que realizás.
—Cuando se me ocurre una idea que considero que podría llegar a ser una buena historia, la pienso en imágenes. Pero nunca parto de las ilustraciones sin antes escribir, aunque más no sea, un boceto de la historia. Necesito mínimamente tener la trama definida y resumida en algunas palabras, luego procedo a ilustrarla. Por eso invertiría la pregunta: yo no fundo o completo el texto de acuerdo a la imagen, sino que pienso la imagen y la completo de acuerdo al texto. Una vez que ambas cosas están encaminadas, sí, trabajo con el texto y la imagen simultáneamente, modificando, adecuando, completando o ajustando una cosa con respecto a la otra.
—¿Y cuando el texto es de otro autor?
—Cuando es así, lo primero que hago es darle una leída rápida, pero más por ansiedad que por otra cosa. Luego profundizo en la historia y la releo varias veces. Me documento si es necesario, y comienzo con un “casting” de personajes. Intento darle un enfoque personal, una mirada original a lo que quiero graficar, pero siempre pensando en qué querría mostrar con imágenes el escritor. En lo posible trato de contactarme con el autor para trabajar en forma conjunta. A pesar de que hay editoriales que no acostumbran o no facilitan la conexión y el intercambio entre ilustrador y escritor, yo creo que es fundamental, que el resultado es mucho más consistente, rico, acabado. El texto y la ilustración deben dialogar, complementarse para que el libro sea una obra armónica. Lo mismo sucede con la tipografía y el diseño. Creo firmemente que para hacer un buen libro, el escritor, el ilustrador, el diseñador y el editor deben trabajar en equipo.
—¿Qué técnicas y materiales son las que utilizás para dar vida a tus obras?
—Me encanta experimentar técnicas nuevas. Pero las que más utilizo son acrílico sobre papel blanco, en los casos en que quiero trabajar con mucho detalle y con un acabado prolijo, o acrílico sobre papel misionero, con acrílico puro y pinceles más duros para darle un toque más pictórico. También utilizo tinta y nogalina, las que trabajo como si fueran acuarelas, sobre papel de alto gramaje, y por último collage con elementos naturales, aunque a veces incorporo papel. Prefiero trabajar de forma analógica; disfruto mucho ensuciarme las manos, estar en contacto con el material, dejar mi impronta y mi huella imperfecta sobre el papel. A veces termino alguna ilustración digitalmente, pero nunca trabajo plenamente con la computadora. Generalmente me piden una técnica determinada o yo pregunto cuál prefieren, aunque suelo sugerir cuál es la adecuada para esa historia en particular, porque las técnicas, los materiales y los colores que utilizamos también nos cuentan cosas. No transmiten la misma sensación una línea gruesa y pesada que se traza con presión sobre el papel, los colores oscuros de la acuarela liviana que fluye o los colores pasteles. El collage, por ejemplo, es ideal para escenas más sencillas o infantiles; las imágenes son frescas, fáciles de interpretar y visualmente llamativas. Por otro lado, la tinta y la nogalina sugieren delicadeza, calidez. Y el acrílico, según como se lo manipule, puede adaptarse a cualquier situación.
—Contanos el proceso que llevás adelante para convertir esos materiales en personajes o escenarios de tus libros.
—En primer lugar, como ya mencioné antes, hago un “casting” de personajes. Comienzo a probar, hago pruebas de colores y técnicas para ver cuál cuadra mejor con lo que pide la historia. Después realizo, a grandes rasgos, un primer storyboard para ubicar las escenas en cada viñeta, ver cuántas páginas tendrá el libro, cuántas de ellas serán simples o dobles… en fin, toda la estructura que es necesario armar para ordenar lo que en definitiva será el libro. Más tarde, diseño un story más detallado, en un tamaño de hoja más grande, y ubico el texto. A partir de allí comienzo a construir simultáneamente la escritura y la imagen. Es un arduo trabajo de pulido, porque en el armado de esa sociedad, en la que conviven el lenguaje escrito con el gráfico, es donde surgen las dudas, los problemas, donde se ve la necesidad de hacer ajustes, inserciones, cambios. Siempre hay que estar dispuestos a la posibilidad de una transformación absoluta del proyecto. A veces sucede que uno termina eliminando algo que le gustaba mucho, incorporando elementos que no estaban en la idea original o incluso cambiando el final que teníamos pensado desde un comienzo. Cuando todo esto está finalmente resuelto, planteo todo digitalmente, corrigiendo tamaños, eligiendo cuidadosamente la tipografía, la paleta de color y todo el trabajo que realizaría un diseñador gráfico. Luego de imprimir todo, realizo una maqueta con las ilustraciones en blanco y negro y por último, si todo se aprueba, paso a darles color.
“Me defino como autora, aunque la palabra que más se acerca a lo que hago es ‘creadora’. Prácticamente todo el tiempo estoy pensando, creando, imaginando algo, y esto no se limita a la literatura o el arte, sino a lo cotidiano.”
—Fuiste galardonada con el premio Destino Infantil Apel-Les-Metres, de editorial Planeta en España, por tu libro “El niño que no quería ser azul, la niña que no quería ser rosa”, ¿qué nos podés contar de esa obra y ese reconocimiento?
—El niño que no quería ser azul, la niña que no quería ser rosa nació originalmente como un cuento, no como un libro álbum. La idea era contar la historia de la Cenicienta desde el punto de vista del príncipe; lo que yo quería era mostrar la presión que sienten los varones partiendo de una realidad que está aún vigente en la sociedad: una educación segmentada y desigual con respecto a las mujeres. La mayoría de las historias que se proponen hoy en día están contadas y pensadas desde lo femenino, y no desde lo masculino, y yo creo que, para romper con estos estereotipos, hay que repensar la educación que le damos a los varones, sobre todo. Después de escribir el cuento de Celestino, ya que así se llamaba originalmente el libro que presenté en la convocatoria, me di cuenta de que podía ser un libro álbum y que no necesariamente debía hablar del príncipe de Cenicienta. Entonces transformé toda la historia, respetando el objetivo que me había planteado desde un comienzo. A medida que iba armando mi proyecto, como sucede la mayoría de las veces, fui modificando ideas. Por ejemplo, en cuanto al color, decidí que desde la introducción hasta el conflicto el libro solo tuviera dos colores: celeste y rosa. Estos colores enfatizaban más esa idea de estereotipo y de división; todos los personajes femeninos, incluyendo la tipografía, serían de color rosa, y todos los masculinos, celeste. A medida que el libro llega al final, van apareciendo otros colores. Hay muchos prejuicios todavía sobre este tema, muchos padres y docentes consideran que es algo delicado y difícil de abordar; por eso recurrí a la metáfora de los colores, es una forma sutil que deja el camino abierto a varias interpretaciones. Me sentí muy honrada de recibir ese premio, fue una sorpresa muy grata. El jurado destacó “el importante mensaje que esconden sus páginas y la originalidad en la ejecución”. Afortunadamente, el libro ya va por su tercera edición en año y medio y se publicó no solo en España sino también en Turquía y Corea.
—¿En qué proyectos estás trabajando por estos días?
—Actualmente estoy trabajando en varios proyectos. Tengo tres libros terminados como para presentar en editoriales o concursos; dos de ellos troquelados, para niños de 2 a 7 años aproximadamente. Son libros que trabajan contenidos como “los opuestos”, pero de una manera muy original y sorpresiva. Los otros dos proyectos están orientados a un público más adulto. Uno es un libro álbum en el que el relato es una poesía y las ilustraciones están realizadas con la técnica de collage solo utilizando materiales naturales que encuentro en la tierra. Es un libro que considero muy expresivo y profundo, también fuera de lo común, teniendo en cuenta la técnica. La historia habla sobre una hoja de otoño que se enamora del viento e intenta gustarle tomando otras formas. En la historia se puede entrever el tema del maltrato y la falta de autoestima. El segundo, es un libro álbum que salió finalista en el Concurso Biblioteca Gran Insular Islas Canarias a fines del año pasado y que próximamente será publicado en Colombia. Y, por último, estoy por ilustrar, me lo acaban de confirmar, un libro para una nueva colección de AZ.
—Si pudieras dejar un sueño escondido entre las páginas de un libro, ¿cuál sería?
—Un sueño… qué complicado. Tengo sueños utópicos en los que la humanidad entera saldría beneficiada, pero no sería la única en tener esos ideales y seguramente muchos nunca se van a cumplir. Por eso, voy a hablar de mis sueños personales: tengo la suerte de haber cumplido la mayoría de los sueños que tenía cuando era chica; quería ser “dibujanta y cuentista”, y después de mucho tiempo de espera, hace solo nueve años, se hizo realidad. Viajé y conocí lugares con los que también soñaba; tengo dos hijas maravillosas; una familia lindísima, amigos, vivo en el campo, entre las sierras, con un compañero ideal, como también soñé de adolescente, ¿qué más puedo pedir? Pero hay un sueño que no pudo ser: me hubiera gustado mucho que mi papá viviera unos años más; sé que lo habría hecho muy feliz ver a dónde me llevó ese camino que él trazó para mí, sin saberlo.
Conocé más sobre Patricia Fitti en www.patriciafitti.com.ar
Entrevistas
Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.
“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense Aguirre–Rodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.
Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.
—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?
—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.
—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?
—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.
—¿Cómo fueron esos comienzos?
—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.
—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?
—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.
—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?
—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.
—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?
En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio, mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.
—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?
—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.
—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?
—Haremos algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.
—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.
9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.
—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?
—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.
Entrevistas
Celina Cocimano y ‘El juego de las emociones de Uma’: “Un libro que pide gran compromiso de los adultos”
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Todo gira, se mueve en una circularidad compartida. Las emociones suben y bajan, cuelgan de nuestros cuerpos, se desprenden como hojas secas. Regresan, son brotes, transformados en otra cosa.
Celina Cocimano es terapeuta emocional y a partir de sus vivencias y de su trabajo de muchos años necesitó dejar huellas, sembrar palabras para que germinen a través de sus libros.
“El juego de las emociones de Uma”, su último libro, está dedicado a las infancias. A través del juego logra acercarse a los territorios del miedo, de la ansiedad o de la frustración para atravesarlos.
ContArte Cultura charló con ella para conocer las rutas que la llevaron a indagar en ese universo.
—Las emociones forman parte de nuestras vidas, van y vienen, se mueven y nos movemos con ellas. Por eso, para comenzar y a modo de presentación, nos gustaría que elijas al menos tres emociones que te atravesaron al momento de escribir tu último libro y que a cada una de ellas les otorgues un sabor o un aroma.
- Frustración, sabor a cebolla
- Ansiedad, aroma a menta
- Alegría, aroma a vainilla
—Y ya instalados en esa imagen, vayamos a tus comienzos, ¿qué vivencias te llevaron a transitar el camino de la terapia emocional?
—La insatisfacción personal, haberme descubierto cómo estafadora de mi propia vida, creando personalidades adquiridas para moldearme al gusto de la mirada ajena, siempre con esa sed emocional de ser alguien para los demás, ser aceptada, reconocida, querida y encantar a todos. Mientras estudiaba para contadora, sentí un apagón emocional, la apatía era mi única compañera en esos tiempos, hasta que mi cuerpo también “habló” con un síntoma muy sentido. Empezaba a hacerme pis por las noches siendo ya grande, más adelante entendí que eso sucedía en cada hogar o lugar donde me sentía a gusto, de esa manera, “intentaba” aferrarme a algún territorio, sentirlo al menos, por momentos, un lugar donde era yo. Como los animales que marcan su territorio orinando sobre él. Eso era lo que faltaba para que mi vida se vistiera de insatisfacción y cambie totalmente de rumbo, mejor dicho, empiece a vivir y dejar de aparentar lo que mis vacíos necesitaban cubrir.
—Seguramente al ir recorriendo ese camino fue necesario dejar huellas y de esa manera llegaron los libros, ¿cómo vivís la experiencia de escribir para que las palabras sean instrumento de sanación?
—Mi primer libro, “Despierta”, nació como algo catártico de la etapa que comenté anteriormente. Aún no sabía qué era lo que estaba viviendo y, sinceramente, pensaba que me moría por esos tiempos, entonces empecé a escribir cómo fue ese tránsito a mí destrucción de las corazas hacia mi reconstrucción emocional. Después, al compartir mi vivencia con muchas personas, me di cuenta que varios pasamos por ciertos procesos similares, por lo que se me ocurrió darle forma de libro y agregar reflexiones y ejercicios terapéuticos y de autogestión emocional. Los otros 3 -“Diamantes”, “Rotas”, y “El juego de las emociones de Uma”-, fueron pensados basándose en las historias que atiendo y buscando dejarle una “biblioteca” de recursos emocionales a mi hija para cuando sea más grande y, a las personas, que encuentren en estos libros, escrito en palabras, el propio sentir descarnado y sin filtro de las emociones que abordo en cada uno de ellos y luego, ofrecerles dinámicas, reflexiones, ejercicios para que encuentren en ellos formas de transitar el campo emocional sin tanto dolor y con valentía.
—Si pudieras resumir en una palabra el espíritu de cada uno de tus libros, ¿cuáles serían?
- Despierta: Integridad
- Diamantes: Osadía
- Rotas: Coraje
- El juego de las emociones de Uma: Autenticidad
—Tu último libro, “El juego de las emociones de Uma”, transita los paisajes de la infancia con todas sus gamas de colores, ¿cuál o cuáles fueron los disparadores de esta historia?
—Mi hija, a los 8 años, comenzó a transitar por un tiempo la conocida “Crisis de ansiedad y angustia”. Yo me opuse a que esté medicada siendo tan pequeña, y desde mi saber en el campo emocional de los adultos, junto a una gran observación sobre ella y sus crisis, se me ocurrió trabajar juntas para buscar soluciones a su sentir. Buscamos opciones en el juego infantil, en la creatividad, desarrollando distintos escenarios, armando una rutina de ejercicios y, sobre todo, busqué acercarla a la autogestión emocional. Así fue que se me ocurrió compartir cada ejercicio que funcionó en ella en este cuento, que no solo tiene el fin de que los niños empiecen a desarrollar desde pequeña edad sus propias respuestas emocionales ante cierta situaciones, sino que es un libro que pide gran compromiso de los adultos que acompañan al niño, y esa compañía, con el estar, el hablar su idioma, mejorar la calidad del vínculo, validar sus emociones, respetarlos y comunicarse con ellos, es lo que hace casi la mayor magia del trabajo de fortalecimiento emocional.
—Y justamente, a partir de tus propias vivencias decidiste contar desde el juego y desde las imágenes. Explicanos cómo fue el proceso de elegir esas duplas emocionales sobre las que querías hablar.
—Busqué las que a su edad son dentro de todo fáciles de interpretar, como decimos los adultos: de “etiquetar”. Son parte de las emociones primarias y la dupla fue pensada para dejarles el mensaje de que no son ni buenas ni malas, simplemente son y cada una es mensajera de un sentir, una acción a llevar a cabo y una particular respuesta emocional. También al ponerlas en duplas, cuando ellos/as sientan, por ejemplo, tristeza además de procesarla en todo su ser, sepan que pueden aprender a transportarla en alegría, ir de la ansiedad a la calma. Es decir, que conozcan cuál es la emoción que se necesita para equilibrar una con otra.
—Las semillas del libro fueron plantadas, ¿creés que tus palabras ya comenzaron a germinar y son brotes en los lectores?
—Sorprendentemente sí. Como comenté, yo me dedico a adultos no a infanto, y este libro que se publicó en abril del 2024 ya se está imprimiendo la segunda edición. Lo han comprado mucho abuelas y abuelos para compartirlo con sus nietos, en colegios para abordar ciertas emociones en el aula ya que también hay un capítulo sobre el bullying. Y muchas madres me compartieron que sus hijos o hijas mientras que se les leía el cuento ya comenzaban a incorporar los ejercicios sugeridos, o que empezaban a identificar sus propias emociones, tenían armados sectores en su cuarto como se encuentran en algunos capítulos. Incluso los que son más grandes, según cómo se sentían, buscaban en la biblioteca el libro y se encerraban en su cuarto a leer exclusivamente el capítulo que contiene la emoción que estaban sintiendo en ese día o ese tiempo. También compartió nota de Revista junto a Unicef en el día internacional contra el Bullying de 2024.
—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
—Tengo dos libros más en camino, uno para adultos sobre la depresión, y otro para infanto, más expansivo aún, con un viaje al campo emocional que sea para ellos y para sus padres o tutores también, digamos que será un libro revelador en muchos aspectos.
—Para terminar, te invitamos a elegir la textura que represente a tu libro “Las emociones de Uma”.
—La textura sería cálida, pomposa, con colores desde pasteles a fuertes, con ganas de descubrirla y sentirla, y con distintos aromas que vayan cambiando según cada paso de la mano o de los pies sobre ella.
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Florencia Ghio presenta “Aguas Turbias”, una historia que lleva al lector por una variada gama de emociones
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Hay un rumor, un murmullo por encima y por debajo. La evidencia flota, va y viene. Pero el agua arrastra las palabras, se lleva las voces, esconde. No se ve lo que no se quiere ver. O lo que no se debe. La verdad se hunde, toca fondo. Es barro entre los dedos. Y mancha.
En “Aguas Turbias”, la última novela de Florencia Ghio editada por El Emporio, flotan varias verdades, como un rumor debajo de lo que se lee, van y vienen. Se convierten en imágenes, en sonidos y en aromas, mientras ella bucea para rescatarlas. Para que la verdad nunca se manche.
En diálogo con ContArte Cultura, la escritora cuenta cómo nació la obra y de qué manera descubrió a los protagonistas de esta historia.
—Vamos a comenzar esta charla haciendo foco en una palabra que flota entre las páginas de tu novela: justicia. A modo de presentación del libro y de sus protagonistas, si pudieras elegir una imagen o un objeto simbólico que represente esa justicia, ¿cuál elegirías y por qué?
—Elegiría la clásica estatua de la justicia pero con su balanza completamente inclinada hacia un lado y sus ojos vendados. Porque es un poco eso lo que se ve en esta novela, una justicia que es ciega, y también sorda, por eso el protagonista de mi libro, que dice ser el chivo expiatorio de un crimen que no cometió, tiene que venir desde un pueblo del sur y salir a clamar su inocencia por altoparlantes en un subte de Buenos Aires.
—Y a partir de esa imagen viajemos al principio. Sin dudas, siempre existe un germen que da vida a las cosas. Seguramente tu novela también es producto de ideas o situaciones que fueron semillas en la tierra de tu imaginación. ¿Recordás cómo y cuándo comenzaste a sembrar esta historia?
—Yo digo que en lo que va de mi carrera de escritora, en las dos novelas que escribí y en la que estoy escribiendo ahora, me pasó que no busqué las historias sino que las historias me buscaron a mí. Aguas Turbias está inspirado en un caso real, y surgió a partir de que viera por televisión a un joven que se había fabricado una máscara de chivo y andaba por los subtes suplicando que alguien lo escuchara. Había estado preso por el crimen de su madrastra que él juraba no haber cometido, y le aterraba la idea de que lo condenaran. Me impresionó el mecanismo, recurrir a su creatividad para escapar de ese infierno, eso me llevó a averiguar qué le había pasado y me inspiró para escribir la novela, en donde los personajes, lugares y la mayoría de los sucesos son ficticios, pero ese fue el puntapié inicial que me sumergió en esta novela.
—Aleida, tu protagonista, es una mujer que lucha por sus ideales, va en busca de justicia pero también pelea contra sus propios monstruos. ¿Cómo viviste el proceso de construir ese mundo interior con tantos matices?
—Aleida San Martín es un personaje que rescaté de mi anterior novela El Ciudadano. Es una abogada honesta e idealista, de esas que estudió derecho porque ama la justicia. Al mismo tiempo, es una guerrera; logró superar una historia familiar traumática, para convertirse en una funcionaria pública que trata de rescatar a toda persona que atraviesa un infierno, porque ella sabe lo que es estar ahí y no quiere que nadie más lo tenga que vivir. Aguas Turbias la va a encontrar en un tramo de su vida en que está en caída libre, porque ahora, aun con las secuelas de sus anteriores traumas, tiene que luchar contra el acoso laboral, se siente muy sola, y todo eso le provocó una fuerte adicción al casino, que en esos momentos encuentra como su única vía de evasión. En estas condiciones se cruza a García Robledo en el subte y, conforme a su esencia, no puede quedar indiferente a su historia. Intuye que él no miente, pero ella no puede ejercer la profesión por ser funcionaria, y además vive en Buenos Aires, así que veremos si, en su estado, logra tomar decisiones tan difíciles para ayudar al chico de la máscara. Para el proceso de construcción de este personaje me ayudó mi especialización en violencia familiar y también hablé con psicólogas expertas en ludopatía.
—También el personaje de García Robledo, el chico de la máscara, tiene sus claroscuros, ¿qué fue lo primero que percibiste de este protagonista al momento de escribirlo?
—García Robledo es un muchacho que antes de pasar por ese infierno amaba la vida, pero luego de esto se ha decepcionado completamente de ella. Descree de las instituciones de su localidad pero, al igual que Aleida, es un guerrero que, en su caso, salió de su pueblo a buscar si al menos en alguna otra parte existía esa justicia que no lograba encontrar. El lector tendrá que averiguar si con toda esa lucha la logra despojar de la venda que tiene en sus ojos y cambiar la inclinación de esa balanza que parece desvencijada.
—Como ya comentaste, hay una cierta continuidad de “Aguas turbias” con “El ciudadano”, tu anterior novela, ¿qué hilos temáticos presentes en ambas historias te gustaría seguir sosteniendo en un futuro?
—Por el momento los casos judiciales reales o ficticios han sido fuentes de inspiración, no sé si quisiera mantener algún hilo temático en particular, pero sí escribir el tipo de literatura que a mí me gusta leer, aquella que no es puro entretenimiento sino que te deja reflexionando y retrata distintos tipos de realidades, algunas veces invisibilidades o desconocidas para quien no las transita, así como en El Ciudadano abordé, además de la violencia familiar y el funcionamiento de la justicia, la política migratoria argentina. Creo que esa también puede ser una de las funciones de la literatura y de la cultura en general. Como lectora, a los libros que solo me entretienen los olvido no bien termino la última página, en cambio el otro tipo de literatura es la que me ha marcado como persona, no solo la recuerdo sino que en determinados momentos de mi vida regreso a ella para releer, aunque más no sea algún párrafo.
—Como en todo policial, en esta novela hay un crimen alrededor del cual se teje la trama. ¿Cuáles son las emociones que te atraviesan al transitar esos escenarios con la palabra y con la imaginación?
—Creo que en Aguas Turbias, que tiene componentes del policial pero también es un drama y tiene romance, el lector va a atravesar una variada gama de emociones y estados de ánimo. Se me ocurren, por ejemplo, indignación, tristeza, intriga, alegría, entre otras.
—¿Seguirá la doctora Aleida San Martín presente en próximas historias?
—En la novela que estoy escribiendo ahora la doctora San Martín no es parte, pero no descarto que en algún momento vuelva.
—Para concluir, ¿cuál sería el color que elegirías para representar el espíritu de tu novela y por qué?
—Elijo el gris topo, por todo lo que acontece.- El lector tendrá que averiguar si ese color puede llegar a cambiar en algún momento de la novela.
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