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Entrevistas

Sara Bonfante: “El autor, en forma generosa, siempre está regalando alguna impresión propia al personaje”

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Por Walter Omar Buffarini

No tengo otra vida que no sea literaria“, así de contundente y descriptiva de sí misma es la frase de Sara Bonfante, escritora radicada en la ciudad de La Plata, lugar donde echó raíces para realizar la carrera de Comunicación Social, como complemento de su decidida elección de andar y desandar los caminos de la literatura.

Apasionada por el estudio de los estilos y los géneros literarios, se muestra generosa con colegas y alumnos a través de la Clínica de Novela que lleva adelante desde hace más de una década, espacio donde comparte sus saberes y respalda y acompaña a futuros autores.

En diálogo con ContArte Cultura, Bonfante cuenta sobre los orígenes de su pasión, brinda detalles de su actividad narrativa y docente, y asegura que el trabajo se antepone a la inspiración.

—¿Cuándo comenzaste a escribir?
—A los siete años ya sabía que iba a ser escritora. En el colegio me gustaba escribir composiciones y hasta impostaba la voz cuando me hacían leer. Yo no soy tímida, pero si introvertida, y creo que la escritura es la forma más espontánea que tengo para comunicar.

Sólido, polvo, aire

—Y así llegaron tus primeras publicaciones…
—Soy tauro, y si bien no creo mucho en los signos, necesito tener todo organizado, un cierto orden entre el afuera y el adentro, pero a pesar de ello me di cuenta de que si uno está siempre buscando el momento ideal para realizar las cosas nunca haría nada. Así, mi primer libro editado, que se llama Sólido, polvo, aire, llegó cuando tenía que ser. Después vino una novela llamada Pintar el tiempo, luego Arroyo de cenizas, que es un libro de cuentos, y por último La casa del silencio. Pero debo aclarar que no necesariamente han sido escritos en ese orden.

—¿Respetás una rutina para la creación?
—Tengo mis horas de estudio en mi casa por la mañana. El tiempo para la escritura es el que me dan las clases que dicto en la Clínica de Novela. Asimismo, soy muy disciplinada y creo que eso es algo que el escritor no puede no tener. Esa disciplina la tengo tanto para leer o escribir como para el análisis. Me gusta el análisis de la obra porque me permite descubrir estructuras narrativas, lo que me posibilita analizar mi propio proceso de escritura y revisarlo. Por otra parte, no creo que la escritura sea una inspiración, sino un oficio en el que uno trabaja para comunicar las impresiones que tiene de la vida, del mundo, de las cosas. Y con esa idea de la escritura, entendiéndola como un trabajo, es que generalmente cuando llevo adelante una obra, por más que no esté situada en la computadora, siempre hay un resabio que está en mi mente dando vueltas con la historia que quiero contar. Eso me permite que, pasado un tiempo, cuando me siento puedo resolver varios capítulos. Pero lo ideal sería sentarse todos los días y escribir un rato.

—Ya que mencionaste la Clínica de Novela, contanos de qué se trata.
—En la Clínica de Novela trabajo todos los días. No enseño escritura creativa ni hago edición, sino que trabajo con proyectos. Vienen a mí personas que mayormente ya tienen formación en escritura, me plantean su idea y desde allí trabajamos. Por ejemplo, viene una persona y dice que quiere escribir una novela con la idea del suicidio, entonces en base a eso, las charlas que tenemos, los estudios de género que hacemos, y de acuerdo a la disposición que tenga el escritor yo veo de qué género puede ser ese trabajo. Así vamos buscando distintos focos y puntos de vista desde donde escribir, y luego elegimos lo que entendemos más interesante y se decide contar la historia desde un determinado lugar.

—¿La satisfacción más grande la tenés por el lado de la escritura o por el de la docencia?
—Se complementan ambas cosas. Una función está absolutamente ligada a la otra. Yo siento entre ambas un gran complemento y me siento muy bien.

—¿Económicamente también dependés de la literatura?
—No tengo otra vida que no sea literaria y no sé hacer otra cosa tampoco. La Clínica de Novela es mi ocupación desde hace 10 años, y si bien es parte de mi sustento, surgió por una necesidad de comunicar fundamentalmente lo que había aprendido en Italia, donde viajé tras recibirme de Licenciada en Comunicación Social y realicé estudios de postgrado sobre literatura italiana. Respecto de la escritura, en 2017 firme un contrato por diez años con Randon House Mondadori, cediendo los derechos de dos novelas, aunque siempre me gustó la autoedición.

Un día las sombras hablarán

—¿No creés que la autoedición, con lo que implica todo su proceso, pueda ponerte límites?
—La verdad, no siento que sea una limitación. Al contrario, me da libertad, y cuando uno aprendió a ser libre es muy difícil cambiarlo. Particularmente, me gusta todo el proceso, no sólo escribir un libro, sino también encargarme de la promoción y la venta. Soy de Santa Fe y tengo gente amiga que me convoca y así realizo giras por pueblos de esa provincia, por ciudades de Entre Ríos y también de Buenos Aires, y son contactos que no quiero perder y que una editorial grande no me lo permitiría. Me gusta llevar mis libros, porque la gente también me quiere ver y no solamente ir a comprar a la librería, sobre todo en sociedades muy chicas.

—¿Te imponés escribir todos los años un libro?
—No, la verdad que no, pero quizás ahora, como una decisión o un desafío, le ponga más intensidad a la escritura.

—Tu obra “La casa del silencio” ahora lleva otro nombre ¿por qué el cambio?
—Es justamente una de las novelas que vendí sus derechos a Randon House Monditori y que ahora se llama Un día las sombras hablarán, es un puzzle que tiene tres tramas, una principal y dos subtramas que el propio lector debe ir entrelazando para completar la historia principal. El cambio de título lo pidió la editorial para diferenciarla claramente de la autopublicación. También debí corregir ciertos modismos del lenguaje utilizado, por ser demasiado español-rioplatense, más teniendo en cuenta que la novela fue subida a una plataforma desde donde lee gente de todo el mundo.

Arroyo de cenizas

—Tenés un libro de cuentos llamado “Arroyo de cenizas” ¿cómo surgió ese nombre?
—Leí La muerte en Venecia, una novela de la década del 50 de Thomas Mann, y me quedé impactada por la historia y por la sencillez como está narrada, y analizando el personaje, que se llama Aschenbach, y haciendo unos comentarios en un programa de radio en el que participaba, descubrí que en español quiere decir Arroyo de cenizas y me impactó esa imagen, porque el arroyo de cenizas es cuando ya no queda nada, y así surgió que el título del libro de cuentos fuera ese.

—¿Podés contarnos cómo creas tus personajes?
—Aquí debo volver al tema de la inspiración y por qué no creo en ella. Si yo confiara en la inspiración, ¿qué valor tendría mi trabajo? Sería como que alguien me dicta. Y ¿cuál es mi aporte a la literatura si alguien me está dictando? Yo creo en el trabajo y así, primero defino el tema. En La casa del silencio quería contar cómo el advenimiento de la democracia implosiona dentro de una casa, metáfora de la sociedad, donde no hay tiempo para acomodar los silencios de tantos años. Resuelto esto, recién pude pensar en los personajes. Entonces definí al protagonista, un comisario retirado, machista, autoritario, que necesita imponer su voluntad tanto dentro como fuera de la casa, que tiene negocios turbios. Y luego di forma a la hija y la esposa quienes, sin dudas, por las características de él, no debían hablar. Sólo haber conocido primero la historia que quería contar me permitió trazar esos perfiles. Es la confluencia de factores que van a influir en la trama, lo que termina definiendo a los personajes.

—¿Entendés que todos los personajes tienen algo del autor?
—Aunque sea mínimamente, sí. Porque si en ese personaje hubiera nada más que un recuerdo de la infancia del autor, ya tendría algo de él. Porque el autor, en forma generosa, siempre está regalando alguna impresión propia al personaje.

—¿Creés que entre el cuento y la novela hay uno más fácil de escribir que el otro?
—Son dos géneros enormemente diferentes. En el cuento es necesario el efecto. En tres páginas se debe resolver y para ello se necesita el efecto inmediato para que el lector se quede pensando y así tocar alguna de sus fibras. La novela da más tiempo. Particularmente no tengo problemas con los géneros discursivos. Me gusta la ficción en general, me siento muy cómoda. Es un lugar que siento muy propio.

—¿Cualquiera puede escribir?
—Sí, pero creo que para escribir hay que ser valiente desde dos puntos de vista. Primero hay que tener valentía porque no sabe qué resultado va a tener la obra, si va a gustar, si la van a leer, si va a tener la posibilidad de editarla, si después la va a vender. Y también hay que ser valiente en el sentido de aceptar que uno está exponiendo algo suyo siempre, ya sea una forma de ver el mundo propia, o tal vez una manera de verlo que tiene que ver con la propia observación, aunque uno no la comparta, pero siempre el escritor exhibe algo propio.

—¿Escribís para vos o para los demás?
—Escribo para mí. Cuando era chica y quería ser escritora, yo necesitaba expresarme. No pensaba que tenía que haber otro. De hecho, hay géneros en la Argentina y el mundo que no me atraen y no los escribiría sólo porque venden. Fundamentalmente escribo para comunicar. Antes de ponerme a escribir una novela me hago esa pregunta: “¿Qué hay para comunicar?”.

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En primera persona: Nair Libonatti, escritora

La artista uruguaya habla de ella misma, de cómo llegó a la escritura y de su obra

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Sobre sí misma y su arte

Soy Nair Libonatti, mujer uruguaya de 69 años. Toda mi vida supe que podía escribir, sin embargo, al plasmar mis ideas en una hoja, el resultado no me era grato y terminaba rompiendo.

En el año 2019 una amiga me invitó a “algo” literario y fui. Resultó ser un taller y fue ahí donde comencé a escribir.

Pocos meses después llegó la pandemia, entonces, buscando recursos para mi nuevo despertar, entré en un grupo argentino de Facebook. En él compartíamos textos y comentábamos.

Un buen día me invitaron a participar en el Mundial de Escritura, al principio me parecía inalcanzable hasta que me animé y la experiencia resultó maravillosa.

Sobre su obra

He escrito algunos libros: “Historias del Caldero”, en conjunto con dos amigas, “Constelaciones”, libro que va por su segunda edición y “El Pata de Bolsa y otros relatos”. Estos dos últimos están presentes en la 49a Feria del Libro de Buenos Aires, en el stand de Uruguay.

Sobre “Constelaciones” puedo decir que es un libro fuerte, con historias bastante movilizadoras, es un intento de visibilizar algunas circunstancias.El Pata de Bolsa” es en tono más humorístico, un poco más distendido y coloquial.

Son libros de cuentos cortos, escritos individualmente y luego seleccionados para cada uno de los libros.

Su actualidad

Actualmente integro el taller “Ratones de biblioteca”, que funciona en la Casa de la Cultura de Minas, Uruguay, y algunas compañeras me acompañaron a la Feria del Libro de Buenos Aires.


Nair Libonatti junto a Andrea Viveca Sanz, de Contarte Cultura, en la 49º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires

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Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.

“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense AguirreRodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.

Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.

—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?

—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.

—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?

—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.

—¿Cómo fueron esos comienzos?

—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.  

—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?

—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.

—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?

—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.

—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?

En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio,  mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.

—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?

—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.

—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?

—Haremos  algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.    

—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.

9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.

—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?

—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.

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Celina Cocimano y ‘El juego de las emociones de Uma’: “Un libro que pide gran compromiso de los adultos”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Todo gira, se mueve en una circularidad compartida. Las emociones suben y bajan, cuelgan de nuestros cuerpos, se desprenden como hojas secas. Regresan, son brotes, transformados en otra cosa.

Celina Cocimano es terapeuta emocional y a partir de sus vivencias y de su trabajo de muchos años necesitó dejar huellas, sembrar palabras para que germinen a través de sus libros.

“El juego de las emociones de Uma”, su último libro, está dedicado a las infancias. A través del juego logra acercarse a los territorios del miedo, de la ansiedad o de la frustración para atravesarlos.

ContArte Cultura charló con ella para conocer las rutas que la llevaron a indagar en ese universo.

—Las emociones forman parte de nuestras vidas, van y vienen, se mueven y nos movemos con ellas. Por eso, para comenzar y a modo de presentación, nos gustaría que elijas al menos tres emociones que te atravesaron al momento de escribir tu último libro y que a cada una de ellas les otorgues un sabor o un aroma.

  • Frustración, sabor a cebolla
  • Ansiedad, aroma a menta
  • Alegría, aroma a vainilla

—Y ya instalados en esa imagen, vayamos a tus comienzos, ¿qué vivencias te llevaron a transitar el camino de la terapia emocional?

—La insatisfacción personal, haberme descubierto cómo estafadora de mi propia vida, creando personalidades adquiridas para moldearme al gusto de la mirada ajena, siempre con esa sed emocional de ser alguien para los demás, ser aceptada, reconocida, querida y encantar a todos. Mientras estudiaba para contadora, sentí un apagón emocional, la apatía era mi única compañera en esos tiempos, hasta que mi cuerpo también “habló” con un síntoma muy sentido. Empezaba a hacerme pis por las noches siendo ya grande, más adelante entendí que eso sucedía en cada hogar o lugar donde me sentía a gusto, de esa manera, “intentaba” aferrarme a algún territorio, sentirlo al menos, por momentos, un lugar donde era yo. Como los animales que marcan su territorio orinando sobre él. Eso era lo que faltaba para que mi vida se vistiera de insatisfacción y cambie totalmente de rumbo, mejor dicho, empiece a vivir y dejar de aparentar lo que mis vacíos necesitaban cubrir.

—Seguramente al ir recorriendo ese camino fue necesario dejar huellas y de esa manera llegaron los libros, ¿cómo vivís la experiencia de escribir para que las palabras sean instrumento de sanación?

—Mi primer libro, “Despierta”, nació como algo catártico de la etapa que comenté anteriormente. Aún no sabía qué era lo que estaba viviendo y, sinceramente, pensaba que me moría por esos tiempos, entonces empecé a escribir cómo fue ese tránsito a mí destrucción de las corazas hacia mi reconstrucción emocional. Después, al compartir mi vivencia con muchas personas, me di cuenta que varios pasamos por ciertos procesos similares, por lo que se me ocurrió darle forma de libro y agregar reflexiones y ejercicios terapéuticos y de autogestión emocional. Los otros 3 -“Diamantes”, “Rotas”, y “El juego de las emociones de Uma”-, fueron pensados basándose en las historias que atiendo y buscando dejarle una “biblioteca” de recursos emocionales a mi hija para cuando sea más grande y, a las personas, que encuentren en estos libros, escrito en palabras, el propio sentir descarnado y sin filtro de las emociones que abordo en cada uno de ellos y luego, ofrecerles dinámicas, reflexiones, ejercicios para que encuentren en ellos formas de transitar el campo emocional sin tanto dolor y con valentía.

—Si pudieras resumir en una palabra el espíritu de cada uno de tus libros, ¿cuáles serían?

  • Despierta: Integridad
  • Diamantes: Osadía
  • Rotas: Coraje
  • El juego de las emociones de Uma: Autenticidad

—Tu último libro, “El juego de las emociones de Uma”, transita los paisajes de la infancia con todas sus gamas de colores, ¿cuál o cuáles fueron los disparadores de esta historia?

—Mi hija, a los 8 años, comenzó a transitar por un tiempo la conocida “Crisis de ansiedad y angustia”. Yo me opuse a que esté medicada siendo tan pequeña, y desde mi saber en el campo emocional de los adultos, junto a una gran observación sobre ella y sus crisis, se me ocurrió trabajar juntas para buscar soluciones a su sentir. Buscamos opciones en el juego infantil, en la creatividad, desarrollando distintos escenarios, armando una rutina de ejercicios y, sobre todo, busqué acercarla a la autogestión emocional. Así fue que se me ocurrió compartir cada ejercicio que funcionó en ella en este cuento, que no solo tiene el fin de que los niños empiecen a desarrollar desde pequeña edad sus propias respuestas emocionales ante cierta situaciones, sino que es un libro que pide gran compromiso de los adultos que acompañan al niño, y esa compañía, con el estar, el hablar su idioma, mejorar la calidad del vínculo, validar sus emociones, respetarlos y comunicarse con ellos, es lo que hace casi la mayor magia del trabajo de fortalecimiento emocional.

—Y justamente, a partir de tus propias vivencias decidiste contar desde el juego y desde las imágenes. Explicanos cómo fue el proceso de elegir esas duplas emocionales sobre las que querías hablar.

—Busqué las que a su edad son dentro de todo fáciles de interpretar, como decimos los adultos: de “etiquetar”. Son parte de las emociones primarias y la dupla fue pensada para dejarles el mensaje de que no son ni buenas ni malas, simplemente son y cada una es mensajera de un sentir, una acción a llevar a cabo y una particular respuesta emocional. También al ponerlas en duplas, cuando ellos/as sientan, por ejemplo, tristeza además de procesarla en todo su ser, sepan que pueden aprender a transportarla en alegría, ir de la ansiedad a la calma. Es decir, que conozcan cuál es la emoción que se necesita para equilibrar una con otra.

—Las semillas del libro fueron plantadas, ¿creés que tus palabras ya comenzaron a germinar y son brotes en los lectores?

—Sorprendentemente sí. Como comenté, yo me dedico a adultos no a infanto, y este libro que se publicó en abril del 2024 ya se está imprimiendo la segunda edición. Lo han comprado mucho abuelas y abuelos para compartirlo con sus nietos, en colegios para abordar ciertas emociones en el aula ya que también hay un capítulo sobre el bullying. Y muchas madres me compartieron que sus hijos o hijas mientras que se les leía el cuento ya comenzaban a incorporar los ejercicios sugeridos, o que empezaban a identificar sus propias emociones, tenían armados sectores en su cuarto como se encuentran en algunos capítulos. Incluso los que son más grandes, según cómo se sentían, buscaban en la biblioteca el libro y se encerraban en su cuarto a leer exclusivamente el capítulo que contiene la emoción que estaban sintiendo en ese día o ese tiempo. También compartió nota de Revista junto a Unicef en el día internacional contra el Bullying de 2024.

—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?

—Tengo dos libros más en camino, uno para adultos sobre la depresión, y otro para infanto, más expansivo aún, con un viaje al campo emocional que sea para ellos y para sus padres o tutores también, digamos que será un libro revelador en muchos aspectos.

—Para terminar, te invitamos a elegir la textura que represente a tu libro “Las emociones de Uma”.

—La textura sería cálida, pomposa, con colores desde pasteles a fuertes, con ganas de descubrirla y sentirla, y con distintos aromas que vayan cambiando según cada paso de la mano o de los pies sobre ella.

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Propietario: Contarte Cultura
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