

Entrevistas
Susana Vaquero: “Siempre pienso que a quien lee no hay que darle todo, sino despertarle la curiosidad”
Por Walter Omar Buffarini
Apegada a las letras desde la primera infancia, se erigió en vocera de los hechos cotidianos y convirtió en poesía su día a día, con una mirada aguda y no carente de humor de la realidad.
Sus textos, en cuentos, novelas o relatos a través de la redes sociales, se transformaron en una sana costumbre para la propia autora y para sus lectores.
En diálogo con ContArte Cultura, la escritora Susana Vaquero, nacida en la provincia de Buenos Aires “por un mandato familiar”, pero pampeana por adopción, brindó detalles de cómo llegó a hacer de la literatura una verdadera forma de vida.

—¿Cuándo comenzaste a escribir y en qué momento decidiste publicar?
—Lo hice toda la vida, desde muy chica, y nunca dejé de hacerlo. No hay un día que no escriba, mayormente de noche, aunque sea un ratito. Soy psiquiatra y trabajé en el Hospital de Romero muchos años. Cuando hacía guardias escribía poesías hablando de las cosas que allí sucedían, de las noches agobiantes. Siempre tuve lectores a quienes les mandaba los textos por mail y que podría considerárselos mis “lectores cero”, pero nunca se me hubiera ocurrido publicar, ya que siempre me conformé con la gente que me leía. Eran muchos y en verdad estaba bien. Pero cuando empecé a escribir la novela “Aromas de manzanillas”, una amiga con la que siempre viajaba me insistía con que tenía que pasarla al papel. Ella luego enfermó y creo que finalmente la publicación del libro fue en su homenaje. Como contaba, no era lo que más me interesaba, con que me leyera la gente que me conocía para mí era suficiente.
—Comentabas que escribías poesías en las guardias, pero ¿cómo fue que terminaste escribiendo una novela?
—En realidad, la novela no iba a ser tal, sino que iba a ser un cuento, ya que yo me siento mucho más cómoda con ellos, pero en un momento las cosas se me fueron de las manos. Como decía, la idea era un cuento que tenía que ver con las vivencias en distintos pueblos y lugares, y en eso se me cruza un material de cuando Perón llegó a Ezeiza, que siempre me pareció algo muy interesante, y empecé a investigar en diarios sobre qué se había escrito en distintos lugares de provincias en esa época. Así empezó a tomar forma lo que finalmente sería la novela.

—Y tenés un libro de cuentos…
—Publiqué un libro de cuentos del que acaba de salir la segunda edición. Con ese libro pasó algo muy lindo, porque la gente me lo empezó a pedir para leerlo, así fui sumando lectores y descubriendo que escribir tiene muchas formas. Son historias contemporáneas que, aunque muchos parecen naifs, entre líneas tienen alguna denuncia social. Siempre pienso que a quien lee no hay que darle todo, sino despertarle la curiosidad, que investigue lo que pasó. Por eso es que en mis textos siempre dejo alguna cosita que debe completar el lector.
—También viviste la experiencia de la narración junto a Graciela Aletti…
—Si. Con Graciela éramos compañeras de hospital y después nos reencontramos, ya que ella es narradora oral y hace muy poco hizo un espectáculo con cuentos míos que fue un verdadero éxito. Lo hicimos en un lugar llamado Jazz Bar, de avenida 53 y 10 de La Plata, y fue muchísima gente. Fue algo muy curioso y sorprendente. Primero me pareció raro ver cómo se adaptan los cuentos propios, y después estar escuchándolos fue muy interesante. Eso hizo que ahora esté trabajando en guiones para otros narradores, porque me pareció una experiencia y un camino nuevo de la escritura que no se me hubiese ocurrido, más allá que en YouTube hay un montón de textos y cuentos míos leídos por distintas personas. Pero eso es lectura, no narración.
—¿En qué estás trabajando por estos días?
—Estoy en un proyecto literario que involucra a muchas personas, pero del que no puedo contar casi nada. No es un trabajo solamente mío, sino que significa visibilizar muchos autores de cuentos, en principio de la ciudad de La Plata. Participan personas comunes: el verdulero, el carnicero… personas que tienen otros trabajos y que también pueden dedicarse un tiempo a leer y escribir. Es un proyecto muy amplio y que hace un año que venimos dándole forma. También involucra a distintas comunidades latinoamericanas que viven en la región. Pero lamentablemente no puedo adelantar más.
—¿Y en lo particular?
—Estoy abocada a unas historias, unos cuentos largos, que pienso que estarán para el año que viene. Son historias de mujeres, porque yo escribo sobre mujeres. Además, tengo una fanpage en la que escribo algunos artículos de humor que tienen que ver con mi barrio. Son cosas que me pasan a mí pero que le pueden pasar a cualquiera. Historias con cierto humor y que siempre terminan en el supermercado chino. Siempre estoy atenta a lo que sucede y los personajes involucrados.
“Teníamos un abuelo español que era un gran lector. Un hombre de campo, muy curioso pero que no hablaba casi nada. Eso hizo que en nuestra imaginación de chicos creyéramos que era un lobizón.“
—¿Si tuvieras que contar el porqué de tu afición a la lectura y la escritura, como lo explicarías?
—Sin dudas tiene que ver con que en mi casa se fomentaba mucho la lectura. Se compraban muchos libros, muchos diccionarios, y así todos los hermanos, que somos varios, aprendimos a leer mucho antes de empezar la escuela. Papá tenía la obsesión de que había que leer, siempre había que leer. Todos éramos socios de la biblioteca del pueblo desde chiquititos y nuestro recorrido al centro era para ir a la biblioteca. Así, casi todos quedamos ligados a la literatura, cerca de los libros. Tengo un hermano periodista, otro diseñador pero que también escribe, uno que fue bibliotecario…
—Cerca de los libros y con la imaginación a flor de piel…
—Seguramente. Pero para eso también mamá aportó lo suyo. A la hora de la cena era tal el lío en mi casa que ella debía ingeniárselas para lograr tranquilidad. Recuerdo que había una habitación que tenía una puerta con vidrios y cortinas floreadas, entonces mamá nos ponía detrás de esa puerta, en la habitación, y nosotros teníamos que contarle historias a mi hermano más chico, que se quedaba a su lado escuchándonos. Eso hizo que siempre estuviéramos narrando. Cuando nos vinimos a estudiar a La Plata, con mis hermanos mantuvimos esa costumbre. No teníamos demasiado dinero y vivíamos en un conventillo de calle 11 y 57. Por la noche, uno empezaba una oración, otro la continuaba, el otro seguía, y había que redoblar la apuesta para ver quién armaba la mejor historia. En esa época existían unos grabadores grandes en los que poníamos el casete y después escuchábamos lo narrado. Hasta hace un tiempo conservábamos esos relatos, pero de a poco se fueron perdiendo.
“Muchos de mis textos tienen que ver con eso de las soledades y los desamores. Personas oscuras que andan como escondidas y en realidad por dentro tienen esa imagen de un amor que no fue.“
—¿A la hora de escribir “robás” un poquito de las historias de tu profesión?
—Siempre evité escribir sobre cosas que tuvieran que ver con pacientes o que roce las patologías, pero muchas veces es inevitable. Me ayuda a la hora de construir un personaje, ya que puedo tener más herramientas. En un tiempo estuve escribiendo unas historias que se llamaban Memorias del sucucho, evocando el cuartito que a mí me tocaba para trabajar en el hospital, que era bastante bizarro como es todo el Hospital Alejandro Korn, que está muy deteriorado, pero que en definitiva no eran relatos sobre los pacientes. Yo ejercía una forma de la psiquiatría que los europeos llaman “de enlace”, que es trabajar el vínculo entre el médico y el paciente, pero más desde lo que le pasa al profesional frente a los internados. Esa forma de trabajo a veces hacía que los pacientes me contaran otras historias de su vida que no iban a la historia clínica. He escrito bastante sobre eso, pero no creo que nunca lo publique, tal vez sí alguna vez lo comparta con la gente con la que trabajé. Si bien no toca cuestiones propias de quienes trataba, eran cosas que ellos me contaban.
—¿A parte de esa relación con los libros desde muy chica, te preparaste de alguna manera especial para la escritura?
—No estudié ni hice cursos, porque soy muy tímida para estar en grupos trabajando y soy más de hacer las cosas sola, más con mi interior. Alguna vez pensé en realizar un taller con Gabriel Bañez y fui a una entrevista con él, pero me recomendó seguir sola. Primero pensé que no me había querido como alumna, pero después me di cuenta que no fue así. Sí estudié guion cinematográfico y me fue muy útil para escribir. Cuando me trabo, lo que no me sale lo armo en mi cabeza como un guion y me voy imaginando cómo se va moviendo, como lo filmarían y demás, entonces puedo volver a la escritura. También me gusta mucho el cine y he ido a muchos ciclos, lo que también ha ayudado a mi escritura. Tal vez algún día vaya a algún taller, pero no lo sé. Por el momento disfruto escribir de noche, me gusta escuchar jazz, que nadie me hable, y temo que un grupo me pueda condicionar, aunque reconozco que hay muy buenos talleres.
“Conocí a José Saramago en un Festival de Cine de San Sebastián, y tuve una muy linda charla con alguien muy afectuoso. Eso me llevó a pensar que él había empezado a publicar de grande, no había ido a talleres y tenía bastantes limitaciones también, y dije ‘tal vez los caminos sean estos’.“
—Nos contaste que nunca pasó por tu cabeza la idea de publicar, pero lo hiciste y te diste a conocer como escritora, ¿cuál sería tu sueño hoy?
—Con conservar la lucidez para escribir ya estoy conforme. Pero sí me gustaría que hubiera en la ciudad algo que permitiera visibilizar a mucha gente que escribe, que es muy talentosa, pero que no cuenta con las posibilidades de publicar. Me interesa hacer algo sobre eso y es un tema que desde hace un tiempo me da vueltas en la cabeza. Otra cuestión que me motiva es buscar la forma que los autores independientes podamos llegar a determinados sectores de la población, como pueden ser los no videntes. Hay muy poco publicado en Braille, y lo que existe es lo clásico. ¿Por qué limitar a las personas a solamente oír un cuento, si a lo mejor lo que quieren es tocar la letra?
—¿Cuándo tenés que leer, qué es lo que más elegís?
—Leo de todo y todos los días. A veces tengo varios textos a la par. Ahora estoy leyendo a Juan Solá, que es un chico muy interesante. Estoy leyendo Matadero Cinco de Kurt Vonnegut. Tengo casi terminada Serotonina de Michel Houellebecq, un autor bastante controvertido pero muy interesante. También me regalaron el último libro de Haruki Murakami, La muerte del comendador. Siempre tengo un libro en la cartera. Si tomo un colectivo y tengo tiempo, leo. Leo muchísimo.
“Es muy difícil para un autor independiente vender en las grandes librerías. Primero porque los porcentajes que se queda la librería es muy importante, y después porque los libros no reciben la difusión que necesitan, ni siquiera son puestos en vidriera.”
—¿Además de los libros, el contacto con tus lectores es a través de tu fanpage?
—Si. Así es que tengo lectores de los lugares más insólitos, a pesar de escribir solo en castellano. Casi todos los días subo algún cuento corto o voy contando acerca de proyectos que estamos llevando adelante. A veces recomiendo algún libro de otro autor o cuento cosas de otras personas que escriben y que yo respeto. Pero más que nada subo mis textos. Cuando es algo que voy a publicar no lo comparto todo, pero si un pedacito, como adelanto. También subo relatos cortitos que tienen que ver siempre con historias de bares, de mozos, cuentos de fútbol… Todos los días escribo alguna cosita.

—¿Qué nos podés contar de Aromas de manzanillas?
—Que es una novela que a mí me sorprendió. Cuando un autor independiente empieza a editar, primero hace pocos libros porque no se sabe a quién le va a interesar, más que a los amigos y los allegados. Pero en este caso se fueron abriendo los caminos, y hasta llegaron a preguntarme si no me parecía que también era una novela para adolescentes. Y la verdad que no lo había pensado. Pero puede ser, porque los personajes son chicos que entran a la facultad, lo que es el inicio del amor, la sexualidad, la amistad, lo que no se debe decir…
—¿Y por qué ese título?
—En realidad, tiene que ver con mi propia vida. He tenido una familia muy particular, con una mamá fiel a rajatablas a los mandatos familiares, y un papá socialista perdido por el mundo. Mi madre era de un pueblito en la provincia de Buenos Aires, pegado a Pehuajó, que se llama Francisco Madero, donde se cultivaba y se trabajaba la manzanilla y se vivía de su producción y venta. Vaya a saber uno por qué cuestiones, mi abuela había decretado que todos sus nietos debían nacer en su cama, por lo que, en el caso de mis padres que ya vivían en La Pampa, al llegar mi mamá al cuarto mes de embarazo viajaba y se quedaba en la casa materna hasta que después del nacimiento iba mi papá a buscarla. Después, durante nuestra infancia, viajábamos para el Día de los Muertos, porque era riguroso que todos debíamos ir al cementerio con la abuela para esa fecha. Tengo el recuerdo de los más chicos jugando a las escondidas en aquel lugar. Por lo tanto, yo pasaba todo noviembre con todos mis primos de distintos lugares en un pueblo con olor a manzanilla. Durante mucho tiempo tomé a ese pueblo como parte de mi identidad hasta que, después de mucho análisis de por medio, adopté a La Pampa como mi lugar y me reconozco como pampeana. Francisco Madero era el pueblo de mi madre, con todas sus historias, y yo lo tengo incorporado a través del perfume de la manzanilla.
El conventillo de calle 11
“Vivíamos con mis hermanos en un conventillo que había sido donado por Evita y en el que habitaban unos personajes rarísimos. El dueño era Cleto Ciocchini, el pintor de las barcazas de Mar del Plata y cuyo nombre lleva el museo que está en el puerto marplatense. Era manejado por sus hijos, que eran unos personajes con historias muy densas y a su vez muy ricas. En la entrada del lugar tenía su estudio el pintor platense Ricardo Porto y al fondo había una imprenta clandestina, que obviamente desconocíamos. También había chicos que pertenecían a La Cofradía de la Flor Solar. De ese lugar, que considerábamos horrible, con el tiempo descubrimos la riqueza que tenía haber vivido ahí. Detrás de cada puerta había una historia que hubiera merecido ser la trama de una película. Alguna vez he escrito algunas historias muy curiosas recordando aquella época, pero no las he publicado.“

Entrevistas
En primera persona: Nair Libonatti, escritora
La artista uruguaya habla de ella misma, de cómo llegó a la escritura y de su obra

Sobre sí misma y su arte
Soy Nair Libonatti, mujer uruguaya de 69 años. Toda mi vida supe que podía escribir, sin embargo, al plasmar mis ideas en una hoja, el resultado no me era grato y terminaba rompiendo.
En el año 2019 una amiga me invitó a “algo” literario y fui. Resultó ser un taller y fue ahí donde comencé a escribir.
Pocos meses después llegó la pandemia, entonces, buscando recursos para mi nuevo despertar, entré en un grupo argentino de Facebook. En él compartíamos textos y comentábamos.
Un buen día me invitaron a participar en el Mundial de Escritura, al principio me parecía inalcanzable hasta que me animé y la experiencia resultó maravillosa.
Sobre su obra
He escrito algunos libros: “Historias del Caldero”, en conjunto con dos amigas, “Constelaciones”, libro que va por su segunda edición y “El Pata de Bolsa y otros relatos”. Estos dos últimos están presentes en la 49a Feria del Libro de Buenos Aires, en el stand de Uruguay.



Sobre “Constelaciones” puedo decir que es un libro fuerte, con historias bastante movilizadoras, es un intento de visibilizar algunas circunstancias. “El Pata de Bolsa” es en tono más humorístico, un poco más distendido y coloquial.
Son libros de cuentos cortos, escritos individualmente y luego seleccionados para cada uno de los libros.
Su actualidad

Actualmente integro el taller “Ratones de biblioteca”, que funciona en la Casa de la Cultura de Minas, Uruguay, y algunas compañeras me acompañaron a la Feria del Libro de Buenos Aires.
Nair Libonatti junto a Andrea Viveca Sanz, de Contarte Cultura, en la 49º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires
Entrevistas
Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.
“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense Aguirre–Rodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.
Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.
—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?
—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.
—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?
—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.


—¿Cómo fueron esos comienzos?
—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.
—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?
—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.
—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?
—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.
—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?
En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio, mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.
—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?
—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.
—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?
—Haremos algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.
—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.
9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.
—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?
—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.
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Celina Cocimano y ‘El juego de las emociones de Uma’: “Un libro que pide gran compromiso de los adultos”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Todo gira, se mueve en una circularidad compartida. Las emociones suben y bajan, cuelgan de nuestros cuerpos, se desprenden como hojas secas. Regresan, son brotes, transformados en otra cosa.
Celina Cocimano es terapeuta emocional y a partir de sus vivencias y de su trabajo de muchos años necesitó dejar huellas, sembrar palabras para que germinen a través de sus libros.
“El juego de las emociones de Uma”, su último libro, está dedicado a las infancias. A través del juego logra acercarse a los territorios del miedo, de la ansiedad o de la frustración para atravesarlos.
ContArte Cultura charló con ella para conocer las rutas que la llevaron a indagar en ese universo.
—Las emociones forman parte de nuestras vidas, van y vienen, se mueven y nos movemos con ellas. Por eso, para comenzar y a modo de presentación, nos gustaría que elijas al menos tres emociones que te atravesaron al momento de escribir tu último libro y que a cada una de ellas les otorgues un sabor o un aroma.
- Frustración, sabor a cebolla
- Ansiedad, aroma a menta
- Alegría, aroma a vainilla
—Y ya instalados en esa imagen, vayamos a tus comienzos, ¿qué vivencias te llevaron a transitar el camino de la terapia emocional?
—La insatisfacción personal, haberme descubierto cómo estafadora de mi propia vida, creando personalidades adquiridas para moldearme al gusto de la mirada ajena, siempre con esa sed emocional de ser alguien para los demás, ser aceptada, reconocida, querida y encantar a todos. Mientras estudiaba para contadora, sentí un apagón emocional, la apatía era mi única compañera en esos tiempos, hasta que mi cuerpo también “habló” con un síntoma muy sentido. Empezaba a hacerme pis por las noches siendo ya grande, más adelante entendí que eso sucedía en cada hogar o lugar donde me sentía a gusto, de esa manera, “intentaba” aferrarme a algún territorio, sentirlo al menos, por momentos, un lugar donde era yo. Como los animales que marcan su territorio orinando sobre él. Eso era lo que faltaba para que mi vida se vistiera de insatisfacción y cambie totalmente de rumbo, mejor dicho, empiece a vivir y dejar de aparentar lo que mis vacíos necesitaban cubrir.
—Seguramente al ir recorriendo ese camino fue necesario dejar huellas y de esa manera llegaron los libros, ¿cómo vivís la experiencia de escribir para que las palabras sean instrumento de sanación?
—Mi primer libro, “Despierta”, nació como algo catártico de la etapa que comenté anteriormente. Aún no sabía qué era lo que estaba viviendo y, sinceramente, pensaba que me moría por esos tiempos, entonces empecé a escribir cómo fue ese tránsito a mí destrucción de las corazas hacia mi reconstrucción emocional. Después, al compartir mi vivencia con muchas personas, me di cuenta que varios pasamos por ciertos procesos similares, por lo que se me ocurrió darle forma de libro y agregar reflexiones y ejercicios terapéuticos y de autogestión emocional. Los otros 3 -“Diamantes”, “Rotas”, y “El juego de las emociones de Uma”-, fueron pensados basándose en las historias que atiendo y buscando dejarle una “biblioteca” de recursos emocionales a mi hija para cuando sea más grande y, a las personas, que encuentren en estos libros, escrito en palabras, el propio sentir descarnado y sin filtro de las emociones que abordo en cada uno de ellos y luego, ofrecerles dinámicas, reflexiones, ejercicios para que encuentren en ellos formas de transitar el campo emocional sin tanto dolor y con valentía.
—Si pudieras resumir en una palabra el espíritu de cada uno de tus libros, ¿cuáles serían?
- Despierta: Integridad
- Diamantes: Osadía
- Rotas: Coraje
- El juego de las emociones de Uma: Autenticidad
—Tu último libro, “El juego de las emociones de Uma”, transita los paisajes de la infancia con todas sus gamas de colores, ¿cuál o cuáles fueron los disparadores de esta historia?
—Mi hija, a los 8 años, comenzó a transitar por un tiempo la conocida “Crisis de ansiedad y angustia”. Yo me opuse a que esté medicada siendo tan pequeña, y desde mi saber en el campo emocional de los adultos, junto a una gran observación sobre ella y sus crisis, se me ocurrió trabajar juntas para buscar soluciones a su sentir. Buscamos opciones en el juego infantil, en la creatividad, desarrollando distintos escenarios, armando una rutina de ejercicios y, sobre todo, busqué acercarla a la autogestión emocional. Así fue que se me ocurrió compartir cada ejercicio que funcionó en ella en este cuento, que no solo tiene el fin de que los niños empiecen a desarrollar desde pequeña edad sus propias respuestas emocionales ante cierta situaciones, sino que es un libro que pide gran compromiso de los adultos que acompañan al niño, y esa compañía, con el estar, el hablar su idioma, mejorar la calidad del vínculo, validar sus emociones, respetarlos y comunicarse con ellos, es lo que hace casi la mayor magia del trabajo de fortalecimiento emocional.
—Y justamente, a partir de tus propias vivencias decidiste contar desde el juego y desde las imágenes. Explicanos cómo fue el proceso de elegir esas duplas emocionales sobre las que querías hablar.
—Busqué las que a su edad son dentro de todo fáciles de interpretar, como decimos los adultos: de “etiquetar”. Son parte de las emociones primarias y la dupla fue pensada para dejarles el mensaje de que no son ni buenas ni malas, simplemente son y cada una es mensajera de un sentir, una acción a llevar a cabo y una particular respuesta emocional. También al ponerlas en duplas, cuando ellos/as sientan, por ejemplo, tristeza además de procesarla en todo su ser, sepan que pueden aprender a transportarla en alegría, ir de la ansiedad a la calma. Es decir, que conozcan cuál es la emoción que se necesita para equilibrar una con otra.
—Las semillas del libro fueron plantadas, ¿creés que tus palabras ya comenzaron a germinar y son brotes en los lectores?
—Sorprendentemente sí. Como comenté, yo me dedico a adultos no a infanto, y este libro que se publicó en abril del 2024 ya se está imprimiendo la segunda edición. Lo han comprado mucho abuelas y abuelos para compartirlo con sus nietos, en colegios para abordar ciertas emociones en el aula ya que también hay un capítulo sobre el bullying. Y muchas madres me compartieron que sus hijos o hijas mientras que se les leía el cuento ya comenzaban a incorporar los ejercicios sugeridos, o que empezaban a identificar sus propias emociones, tenían armados sectores en su cuarto como se encuentran en algunos capítulos. Incluso los que son más grandes, según cómo se sentían, buscaban en la biblioteca el libro y se encerraban en su cuarto a leer exclusivamente el capítulo que contiene la emoción que estaban sintiendo en ese día o ese tiempo. También compartió nota de Revista junto a Unicef en el día internacional contra el Bullying de 2024.
—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
—Tengo dos libros más en camino, uno para adultos sobre la depresión, y otro para infanto, más expansivo aún, con un viaje al campo emocional que sea para ellos y para sus padres o tutores también, digamos que será un libro revelador en muchos aspectos.
—Para terminar, te invitamos a elegir la textura que represente a tu libro “Las emociones de Uma”.
—La textura sería cálida, pomposa, con colores desde pasteles a fuertes, con ganas de descubrirla y sentirla, y con distintos aromas que vayan cambiando según cada paso de la mano o de los pies sobre ella.
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