Literatura
Buenos Aires vive la octava edición del Filbita
Los lazos que se entretejen entre literatura e identidad son el eje del octavo Festival de Literatura Infantil Filbita, que se realiza desde este jueves y hasta el 25 de noviembre en la ciudad de Buenos Aires, con actividades gratuitas para niños y adultos, de la mano de más de 60 autores, educadores y promotores de la lectura nacionales y extranjeros.
Escritores como Daniel Link, Paula Bombara, Félix Bruzzone, Ana Padovani y Federico Jeanmaire, miembros del Programa Abrigo que brinda protección a niños, niñas y adolescentes en estado de vulnerabilidad, e ilustradores como la francesa Marjorie Pourchet, la chilena Paloma Valdivia y el español Raúl Guridi darán forma al festival que se desarrollará durante cuatro días en tres sedes porteñas.
La programación incluye actividades para docentes, bibliotecarios, autores, ilustradores y público en general, que se realizarán el jueves 22 y viernes 23 de noviembre en la Alianza Francesa, sobre avenida Córdoba 946; el sábado 24 en el centro de producción artística cheLA, ubicado en Iguazú 451; y el domingo 25 en el complejo Chacra de los Remedios, situado en avenida Directorio y Lacarra.
Se trata de más de 40 actividades que pueden consultarse, para inscripción e información, en la página www.filba.org.ar, “que no se suspenden por lluvia y que comenzarán en horario”, informaron los organizadores que, en esta edición, invitan a “pensar en el rol de las historias que se cuentan y que acompañan la construcción identitaria desde la infancia”.
Así, entre las propuestas, está “recuperar la poesía de las buenas noches, las voces que acercan las primeras palabras, la lectura compartida como gesto cariñoso y los libros como pasajes a otros mundos y linternas al interior de cada uno”.
El festival organizado por Fundación Filba propone “un encuentro entre lectores, mediadores de lectura y profesionales del libro, a partir de una programación que incluye talleres para adultos y para niños, diálogos, lecturas, juegos y música”, explicaron.
El ilustrador español Guridi dará un taller sobre lo sutil de la imagen narrativa; Pourchet participará de un panel sobre los sentidos complejos de los libros silenciosos; y Valdivia dará una charla-taller sobre ilustración autobiográfica, en el cual los participantes, a partir de un objeto cotidiano, narrarán, con imágenes y textos, quiénes son y qué vínculo e historia los unen con ese objeto.
Los adultos serán protagonistas en la Alianza, donde reflexionarán sobre “la presencia de la literatura infantil en la construcción de la identidad, las historias en las que nos reflejamos y las palabras que nos nombran, las estrategias para una biblioteca itinerante y un taller de grabado”.
Las familias podrán participar, el sábado 24 dentro del cheLA, de juegos para crear relatos con sombras; de un espacio para descubrir museos e inventar el propio; un rincón donde “desaprender a dibujar”; de una biblioteca en movimiento, talleres para crear una historia colectiva y hacer títeres y de un espectáculo musical del taller experimental de Mariana Cincunegui.
En tanto que el domingo 25 el punto de encuentro será, de 15 a 19, la Casona de los Olivera, donde se invitará a descubrir obras de arte contemporáneo, a armar un tejido colaborativo y a participar de lecturas para bebés, juegos para los más grandes y talleres para pensar filosóficamente.
El cierre se realizará con un recital de Teresa Usandivaras, Julio Calvo, Pablo Spiller y Esteban Samela, que recorrerá las canciones de cuna del libro “Nidos que arrullan” y el libro “Los Musiqueros, música y palabras”.
Literatura
Tres jóvenes fundaron una editorial que apuesta por la literatura de riesgo
Por Gastón Marote
Tres jóvenes emprendedores fundaron la editorial independiente La Tarea de Escribir, que ya publicó siete libros y apuesta por escrituras radicales y autores emergentes, con una propuesta estética que prioriza “lo raro antes que lo bueno”.
La editorial fue creada en 2025 por Juan Rey (27), Vinicius Fonseca (28) y María Josefina Pesado (29), y surge como continuidad del taller homónimo activo desde 2021.

Según explicaron sus fundadores, el proyecto busca acompañar obras que “se atrevan a pensar desde el borde” y no temen al error o a la incomodidad.
“Creemos que una editorial no es una vidriera sino un dispositivo de pensamiento”, sostienen los creadores, que acompañan cada libro con materiales complementarios como prólogos, notas, entrevistas o piezas visuales disponibles en un soporte digital propio.
En un comunicado, destacaron que trabajan con autores “nuevos, invisibles o directamente ilegibles para la mirada estándar del presente editorial”, y que la curaduría está guiada por una apuesta estilística abierta y desafiante.
Entre sus influencias mencionan tanto editoriales independientes como N Direcciones o la mítica 18 Whiskys, como también autores consagrados y contemporáneos como César Aira, María Negroni, Gabriela Cabezón Cámara o Pablo Katchadjian.
Los objetivos de La Tarea de Escribir están divididos en tres escalas: a corto plazo, construir un catálogo pequeño e incisivo y obtener visibilidad en eventos como la Feria del Libro o la FED; a mediano plazo, formar una comunidad interesada en la experimentación; y a largo plazo, producir un archivo vivo que integre edición, taller e investigación.
Definen a su público como lectores curiosos, móviles, interesados en lo anómalo y en obras que “se presenten como objetos capaces de abrir preguntas, no de clausurarlas”.
La circulación de sus libros se enfoca en librerías independientes, ferias, universidades y espacios culturales, aunque no descartan expandirse comercialmente para sostener el proyecto.
(*) Agencia Noticias Argentinas
Literatura
Martín Caparrós, Doctor Honoris Causa de la Universidad de Guadalajara
El escritor y periodista argentino Martín Caparrós fue distinguido con el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Guadalajara (UdeG), en una ceremonia realizada en la sede del Instituto Cultural de México en Madrid.
Se trata de la máxima distinción honorífica que otorga la institución mexicana, que reconoció en el autor su “compromiso ético e intelectual con la verdad, la memoria y la dignidad humana”, además de su “extraordinaria contribución al periodismo narrativo y a la literatura contemporánea”.
Durante el acto, la rectora del campus CUCEA de la UdeG, Mara Robles, definió a Caparrós como “un sembrador de dudas”, una cualidad que, según señaló, la universidad busca fomentar en sus estudiantes. En ese marco, leyó un fragmento de “El hambre”, uno de los libros más emblemáticos del autor, cuya reflexión inicial sobre la experiencia cotidiana y la distancia con el hambre estructural conmovió visiblemente al homenajeado.
La ceremonia reunió a unas treinta personas, entre ellas periodistas y escritores como Alex Grijelmo, Jorge Volpi y el exdirector del diario El País Javier Moreno. También participaron familiares, amigos y becarios de la Universidad de Guadalajara, quienes desde ahora quedarán simbólicamente “bajo la tutela” intelectual de Caparrós. El público cerró el acto con un prolongado aplauso en reconocimiento a su trayectoria.
Al tomar la palabra, Caparrós confesó que México fue una asignatura pendiente en su vida y que siempre deseó vivir en ese país, influido por la obra de Carlos Fuentes y por los vínculos tempranos que allí forjó hace más de cuatro décadas, cuando comenzó a adoptar su característico bigote.
La Universidad de Guadalajara concede el Doctorado Honoris Causa a personalidades eminentes, mexicanas o extranjeras, por contribuciones excepcionales en el ámbito del conocimiento, las artes o por una obra de vida vinculada a las causas más nobles de la humanidad. En los últimos años, la distinción fue otorgada, entre otros, a Joan Manuel Serrat, Sergio Ramírez, Leonardo Padura y Miguel Ángel Navarro Navarro.
En julio pasado, la Universidad de Buenos Aires también reconoció a Caparrós con un galardón honorífico similar.
Textos para escuchar
La grasita – Mercedes Pérez Sabbi
La escritora Mercedes Pérez Sabbi lee un fragmento de La grasita, su nueva novela (Editorial Comunicarte).
“Llegamos al Café Tortoni para buscar a Dora, pero no podíamos entrar por la puerta principal porque los empleados y los familiares entran por la puerta de atrás. Vi que era hermosísimo el café. Con una puerta de madera con cortinitas blancas y adornos de bronce para abrirla. Pero no, no la abrimos, porque dimos la vuelta por la calle Rivadavia, y entramos por un pasillo con cajones de botellas y bolsas con mercadería, parecido al depósito del almacén de mi papá. Ahí preguntamos por Dora Rodríguez. Un muchacho de delantal, gorrita blanca y camisa desteñida nos dijo que enseguida la llamaba. Al ratito apareció Dora, arregladita como para salir de paseo. Alta estaba, por los zapatos con plataforma.
—Las hice esperar para cambiarme. ¿Les gustaría pispear el bar?
—Sí, me gustaría —dije.
—Bueno, las hago mirar por acá, porque por el frente solo entran los clientes.Pasamos por otro pasillo y Dora nos corrió unos cortinados de terciopelo azul. Hermoso lo que vimos: las paredes de madera y papel con flores, el techo con cuadraditos de vidrios de arabescos de colores, unas columnas gigantes de mármol marrón, las sillas tapizadas de negro, las mesas redondas con señoras de sombreros elegantes y señores de trajes muy distinguidos… Parecía un palacio de película.
—¿Puedo ir al baño que me hago pis…? —le pregunté a Dora.
—Bueno, andá al baño principal porque el del personal está medio cochino —y me señaló el lugar—. Ves allá que hay una mesa grande redonda, seguís a la izquierda y ahí está el tualet de damas. Te esperamos acá.
—¿El tualet?
—Sí, es baño en francés. Acá es así.
—Dejame el tapado así vas más cómoda —me dijo mi mamá.Y me quedé con mi pollera escocesa y mi saquito azul. Bonitos.
Tualet, tualet, tualet…
Toalette, decía en la puerta, con una figurita de mujer.
Adentro había una señora de sombrero azul con su hija de bucles rubios. Saludé y me quedé mirando adónde ir, porque había varias puertas y lavatorios y espejos con lámparas como copas. La señora se dio cuenta de algo y me preguntó:
—¿De dónde sos?
—De Maizoro.
—¡Ah! ¿dónde queda eso? —me preguntó mientras se pintaba los labios y la nena me miraba.
—Lejos. Hay que tomar un tren en Constitución y después otro.
—Podés pasar ahí —me cortó señalándome uno de los baños.
—Gracias —y entré.Desde el inodoro escucho que la nena le pregunta:
—¿Quién es mami?
—Una grasita —le respondió, mientras se cerraba la puerta.

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