Historias Reflejadas
“Los caminos de la magia”
Los caminos de la magia
Los pasos hacia los reinos mágicos se pierden sobre una línea recta.
Un velo nos separa de múltiples mundos, vedados a los ojos de los incrédulos, atrapados entre páginas, construidos por letras que vuelven visible lo invisible.
Hay que seguir las huellas, olfatear los secretos escondidos en la profundidad de los senderos, degustar las imágenes que unos pocos logran saborear.
Una puerta se abre y desde el fondo emergen criaturas capaces de modificar la existencia. Debajo, en los ángulos de unas hojas antiguas, se ocultan verdades que guardan misterios.
Sobre las pupilas de unos ojos predispuestos, un milagro toma forma y se manifiesta. Puentes invisibles se expanden y conducen a los territorios fantásticos en los que todo es posible para comenzar.
Es necesario avanzar hacia los territorios mágicos, sumergirse en sus aromas, acariciar sus evidencias y aferrarse a las luces que desvanecen las sombras.
Aprehender las historias narradas, absorber sus silencios, amarrar nuestra mente a las delicias de un mundo inventado para comprender el nuestro, eso es atravesar los caminos de la magia.
Los pasos hacia los reinos mágicos se pierden sobre una línea recta. Sólo aquellos que estén atentos serán capaces de encontrar en las curvas los nombres que conducen hacia ellos.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia: “Corazón de tinta”, de Cornelia Funke; “Shalko, príncipe de los Okis”, de Helena Okomski; “Los siete nombres”, de Clara Levin; y “La emperatriz de los etéreos”, de Laura Gallego García.
Historias Reflejadas
“Los secretos del viento”

Los secretos del viento
Las palabras del viento eran livianas, apenas pesaban sobre sus manos invisibles. Sin embargo, había días en los que el viento se quedaba sin palabras. Mudo de respuestas. Justo cuando dejaba de soplar secretos.
En sus brazos de aire se escondían silencios. Arriba y abajo flotaban como espacios vacíos, huecos.
A veces, el viento se volvía blando, las palabras flexibles, dóciles. Tanto que sus letras podían remontar barriletes. Y alas. Y deseos llegados de otros planetas.
Sin embargo, existían vientos duros, de palabras ásperas, que desparramaban los silencios. Y cambiaban la dirección de las cosas. Eran vientos que no dejaban ver. O sí. Porque al evitarlos no se llegaban a escuchar las voces escondidas. Ni sus palabras.
Existían secretos hechos de aire en movimiento, breves, como pedazos de tiempo guardados en la memoria del viento.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia los siguientes textos: “Por su culpa”, de Luciana Schwarman con imágenes de Leni; “La travesura del viento”, de Liliana Cinetto; “Mi hermano llegó de otro planeta, un día de mucho viento”, de Liza Porcelli Piussi con ilustraciones de Virginia Piñón; “La ciudad en el viento”, de Nicolás Barrera con ilustraciones de Iñaki Echeverría; y “Amigos por el viento”, de Liliana Bodoc ilustrado por Poly Bernatene.
Historias Reflejadas
“Carrera”

Carrera
Corrían. Los pasos se alargaban más allá de sus cuerpos en busca de respuestas.
Avanzaban sobre un tiempo muerto, sin formas, las horas quietas en puntos suspensivos. El pasado se hacía presente, como una sombra, como un vidrio sucio donde se escondían las preguntas.
Corrían y en sus pies se enredaban las mentiras, una detrás de la otra; el cuerpo en movimiento, fijo en el instante, dejándose reposar en ese balanceo de la vida, para no caer en la opresiva sensación de las circunstancias.
Corrían, viajaban sobre sus pensamientos, cada pisada un encuentro con la inevitable memoria de sus cuerpos; la búsqueda y el vacío.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia los siguientes textos: “Asco”, de Carolina Perrot; “Una mujer corre”, de Bibiana Ricciardi; “Vidrio”, de Gabriela Borrelli; y “Cada despedida”, de Mariana Dimópulos.
Historias Reflejadas
“Un territorio sin conquista”

Un territorio sin conquista
El agua guardaba una historia, las palabras balanceándose entre las olas y sobre la espuma, un vaivén de preguntas. Iban y venían, de una costa a la otra, como naves sin destino.
Un viento, cómplice de otros vientos, sostenía recuerdos, las voces enraizadas en el origen, un nombre que abarcaba a las palabras, al otro lado de la historia, justo en el puerto de la memoria.
Aquí y allá, un desencuentro de orillas, los conquistadores y los conquistados, un argumento sin rumbo.
Hubo sangre y hubo guerra, las voces callaron y fueron leyenda, sutiles fragmentos de un territorio que permanece sin conquista.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia los siguientes textos: “En los orígenes los aborígenes”, de Adela Basch con ilustraciones de Elissambura; “DescubriMiento de América”, de Marcelo Valko con ilustraciones de Dolores Mendieta; “La conquista española de América”, de Ramón Tarruela con ilustraciones de Matías Lapegüe; y “Leyendo leyendas”, de María Inés Falconi con ilustraciones de Sandra Lavandeira.
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