Historias Reflejadas
“Una vuelta hacia la verdad”
Una vuelta hacia la verdad
Todo comenzó en una biblioteca, una noche silenciosa en la que una calesita se puso en marcha.
Tal fue la felicidad de todos sus ocupantes, que juntos levantaron vuelo para encontrar la libertad.
En ese torbellino de risas contagiaron a los habitantes de otros libros quienes despertaron de su aburrimiento para subirse a la calesita voladora.
Vuelta tras vuelta, se fueron sumando más y más personajes conocidos que salían de sus libros para no perderse el espectáculo.
El Gato con Botas invitó a la Cenicienta para que lo acompañara, Caperucita desafió al Lobo, la Sirenita en el apuro salpicó con su cola, todavía mojada, a la pobre Blancanieves que dormía un hechizo y uno de los tantos príncipes llegó justo a tiempo.
A la hora señalada, una puerta transparente se abrió sobre ellos y, como estaban de aventura, decidieron atravesarla.
Emocionados y sorprendidos se encontraron de repente en el País de la Verdad, y en ese espacio sin formas se atrevieron a soñar.
Todo fue un golpe de suerte, porque la alegría no puede postergarse y para todo existe el momento oportuno.
Desde ese mundo verdadero ellos nos invitan a atravesar la puerta detrás de la cual la verdadera magia siempre es posible.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia: “Había una vez ¿Y después?”, Antología de Ana María Shua, María Inés Falconi, Adela Basch, Ángeles Durini, Olga Drennen, Graciela Pérez Aguilar, Mercedes Pérez Sabbi, Cecilia Pisos, Federico Combi; “Un golpe de buena suerte”, de Perla Suez; “La puerta para salir del mundo”, de Ana María Shua; y “La calesita voladora”, de Fabián Sevilla.
Historias Reflejadas
“Carrera”

Carrera
Corrían. Los pasos se alargaban más allá de sus cuerpos en busca de respuestas.
Avanzaban sobre un tiempo muerto, sin formas, las horas quietas en puntos suspensivos. El pasado se hacía presente, como una sombra, como un vidrio sucio donde se escondían las preguntas.
Corrían y en sus pies se enredaban las mentiras, una detrás de la otra; el cuerpo en movimiento, fijo en el instante, dejándose reposar en ese balanceo de la vida, para no caer en la opresiva sensación de las circunstancias.
Corrían, viajaban sobre sus pensamientos, cada pisada un encuentro con la inevitable memoria de sus cuerpos; la búsqueda y el vacío.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia los siguientes textos: “Asco”, de Carolina Perrot; “Una mujer corre”, de Bibiana Ricciardi; “Vidrio”, de Gabriela Borrelli; y “Cada despedida”, de Mariana Dimópulos.
Historias Reflejadas
“Un territorio sin conquista”

Un territorio sin conquista
El agua guardaba una historia, las palabras balanceándose entre las olas y sobre la espuma, un vaivén de preguntas. Iban y venían, de una costa a la otra, como naves sin destino.
Un viento, cómplice de otros vientos, sostenía recuerdos, las voces enraizadas en el origen, un nombre que abarcaba a las palabras, al otro lado de la historia, justo en el puerto de la memoria.
Aquí y allá, un desencuentro de orillas, los conquistadores y los conquistados, un argumento sin rumbo.
Hubo sangre y hubo guerra, las voces callaron y fueron leyenda, sutiles fragmentos de un territorio que permanece sin conquista.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia los siguientes textos: “En los orígenes los aborígenes”, de Adela Basch con ilustraciones de Elissambura; “DescubriMiento de América”, de Marcelo Valko con ilustraciones de Dolores Mendieta; “La conquista española de América”, de Ramón Tarruela con ilustraciones de Matías Lapegüe; y “Leyendo leyendas”, de María Inés Falconi con ilustraciones de Sandra Lavandeira.
Historias Reflejadas
“El país de los sueños”

El país de los sueños
Adentro de un bostezo viajaba un sueño largo, muy largo. Tan largo que llegaba al otro lado del mundo. Y más allá, a un lugar donde todo era posible.
Un paisaje de colores cayó entre las pestañas, como un viento cargado de novedades. A un costado, justo a los pies de la cama, o tal vez un poco más acá, había un árbol de páginas abiertas, como si de pronto le hubieran crecido cuadernos. Y a los cuadernos, renglones. Y a los renglones, palabras que colgaban de las ramas y contaban una historia.
De pronto, la historia se precipitó sobre el suelo y fue semilla. A la semilla le nacieron brazos, como hojas. ¡Y raíces!
Fue entre esas raíces donde apareció una lombriz. Iba y venía la lombriz, y enredaba la historia. Y entonces se volvió un ovillo de sueños.
Cuando el barquero despertó pudo ver en su almohada un hombrecito de colores. En sus manos, un pájaro verde llevaba en el pico a una extraña hormiga cantora.
Minutos después, cruzaron a través de la ventana y nadaron por el río de la mañana hacia el país de los sueños.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia homenaje a Laura Devetach, los siguientes libros de la escritora: “El enigma del barquero”, “La hormiga que canta”, “La planta de Bartolo”, “Del otro lado del mundo” y “Lombriz que va, lombriz que viene”
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