Historias Reflejadas
“Voces silenciadas”
Voces silenciadas
Circulaba por la vida en medio de pegajosas oscuridades. Su mente se había convertido en un ruidoso campo de batallas. Luchaba contra todos, pero sobre todo contra sí mismo. Un aleteo de palabras retumbaba en sus oídos hasta dejarlo sordo de ideas.
El viaje que había emprendido lo liberaba de penas, aunque más de una vez lo ayudaba a encontrarlas.
Caminaba la tristeza adherida a su cuerpo como una coraza que arrastraba desde hacía muchos años.
La negrura de sus días se elevaba sobre su cabeza en un espacio cargado de angustias que se iban desvaneciendo en pensamientos sombríos.
¡Y no es que fuera locura! ¡No! En realidad, era la búsqueda ordenada de un rumbo, de una verdad, la que lo había llevado a transitar cada uno de los caminos que hoy recorría.
Las despedidas y el abandono, el aburrimiento y el cansancio, todo lo que se había ocultado, pero sobre todo sus propios miedos, eran ahora perros hambrientos que se revelaban mostrando su furia. Lo perseguían de día y de noche mostrando sus dientes. Sus ladridos despertaban sensaciones dormidas.
Tarde descubrió las respuestas que descansaban dentro suyo. No era un superhombre y nunca lo sería.
El creciente rumor de palabras que se enredaban dentro de su mente no le permitían escuchar la vida.
Recorrió minutos dibujados abrazando la despedida. Tres puntos suspensivos quedaron en el puente. El río torrentoso abrazó su desdicha y en la batalla final, las voces se perdieron en sus aguas.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia “El sabueso” de Howard Lovecraft, “La hora sin sombra” de Osvaldo Soriano, “Los siete locos” de Roberto Arlt y “Voces en la Noche” de Isidoro Blaisten.
Historias Reflejadas
“Los secretos del viento”

Los secretos del viento
Las palabras del viento eran livianas, apenas pesaban sobre sus manos invisibles. Sin embargo, había días en los que el viento se quedaba sin palabras. Mudo de respuestas. Justo cuando dejaba de soplar secretos.
En sus brazos de aire se escondían silencios. Arriba y abajo flotaban como espacios vacíos, huecos.
A veces, el viento se volvía blando, las palabras flexibles, dóciles. Tanto que sus letras podían remontar barriletes. Y alas. Y deseos llegados de otros planetas.
Sin embargo, existían vientos duros, de palabras ásperas, que desparramaban los silencios. Y cambiaban la dirección de las cosas. Eran vientos que no dejaban ver. O sí. Porque al evitarlos no se llegaban a escuchar las voces escondidas. Ni sus palabras.
Existían secretos hechos de aire en movimiento, breves, como pedazos de tiempo guardados en la memoria del viento.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia los siguientes textos: “Por su culpa”, de Luciana Schwarman con imágenes de Leni; “La travesura del viento”, de Liliana Cinetto; “Mi hermano llegó de otro planeta, un día de mucho viento”, de Liza Porcelli Piussi con ilustraciones de Virginia Piñón; “La ciudad en el viento”, de Nicolás Barrera con ilustraciones de Iñaki Echeverría; y “Amigos por el viento”, de Liliana Bodoc ilustrado por Poly Bernatene.
Historias Reflejadas
“Carrera”

Carrera
Corrían. Los pasos se alargaban más allá de sus cuerpos en busca de respuestas.
Avanzaban sobre un tiempo muerto, sin formas, las horas quietas en puntos suspensivos. El pasado se hacía presente, como una sombra, como un vidrio sucio donde se escondían las preguntas.
Corrían y en sus pies se enredaban las mentiras, una detrás de la otra; el cuerpo en movimiento, fijo en el instante, dejándose reposar en ese balanceo de la vida, para no caer en la opresiva sensación de las circunstancias.
Corrían, viajaban sobre sus pensamientos, cada pisada un encuentro con la inevitable memoria de sus cuerpos; la búsqueda y el vacío.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia los siguientes textos: “Asco”, de Carolina Perrot; “Una mujer corre”, de Bibiana Ricciardi; “Vidrio”, de Gabriela Borrelli; y “Cada despedida”, de Mariana Dimópulos.
Historias Reflejadas
“Un territorio sin conquista”

Un territorio sin conquista
El agua guardaba una historia, las palabras balanceándose entre las olas y sobre la espuma, un vaivén de preguntas. Iban y venían, de una costa a la otra, como naves sin destino.
Un viento, cómplice de otros vientos, sostenía recuerdos, las voces enraizadas en el origen, un nombre que abarcaba a las palabras, al otro lado de la historia, justo en el puerto de la memoria.
Aquí y allá, un desencuentro de orillas, los conquistadores y los conquistados, un argumento sin rumbo.
Hubo sangre y hubo guerra, las voces callaron y fueron leyenda, sutiles fragmentos de un territorio que permanece sin conquista.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia los siguientes textos: “En los orígenes los aborígenes”, de Adela Basch con ilustraciones de Elissambura; “DescubriMiento de América”, de Marcelo Valko con ilustraciones de Dolores Mendieta; “La conquista española de América”, de Ramón Tarruela con ilustraciones de Matías Lapegüe; y “Leyendo leyendas”, de María Inés Falconi con ilustraciones de Sandra Lavandeira.

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