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Literatura

“Un lugar soleado para gente sombría”, un nuevo libro de cuentos de Mariana Enriquez

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La mundialmente célebre escritora Mariana Enriquez vuelve a la escena literaria con un libro de doce cuentos, “Un lugar soleado para gente sombría”, título que publicará el sello Anagrama en marzo tanto en Argentina como en España, luego del éxito de la multipremiada novela “Nuestra parte de noche” y la incursión de la autora en la experiencia teatral con “No traigan flores”.

Hay un folleto, hay un posteo de la autora y sobra la euforia entre lectores. Falta muy poco tiempo para que Mariana Enriquez regrese a la escena literaria con un nuevo libro, esta vez de cuentos, tras la novela que la consagró en lo más alto no solamente en Argentina sino también a nivel mundial.

La autora de “Los peligros de fumar en la cama”, “Las cosas que perdimos en el fuego” y “Bajar es lo peor”, entre otros, compartió en su cuenta de Instagram: “Bueno ¡teaser! (prelanzamiento publicitario en inglés). Ya pronto sale el nuevo libros de cuentos, el viernes me dicen que estará la tapa. Son doce y bueno, ojalá les gusten”.

Luego, Enriquez hizo referencia al origen del título. “Un lugar soleado para gente sombría” es una cita de Sommerset Maugham sobre la Riviera francesa, pero yo lo leí por primera vez en una nota sobre los Rolling Stones y la grabación de “Exile On Main St.”.

En el 2010, la escritora publicó un artículo en el suplemento Radar de Página 12, el diario en donde aun trabaja, al que llamó “Un lugar soleado para gente sombría” y comienza de esta manera: “Treinta y ocho años después de su edición original, los Rolling Stones por fin se decidieron a remasterizar el disco considerado unánimemente como el mejor de su carrera, Exile on Main St. El nuevo lanzamiento viene además con un puñado de canciones nuevas y un documental en DVD”.

Este texto, en el que Enriquez repasa los hitos de gloria de los Stones, fue nuevamente publicado en el libro “Retratos, fetichismos, confesiones”, que compila los textos de no ficción que escribió a lo largo de su carrera como periodista y fue editado por su colega Leila Guerriero.

Enriquez ha declarado públicamente que “Exile on Main St.” es su disco favorito de los Stones, y también llevó el texto al escenario cuando se presentó con el espectáculo “No traigan flores”.

“Se los voy a leer y voy a tratar de contárselo no sólo con pequeños aditamentos, sino para que vean cómo de alguna manera también toda esa época se derrama sobre mi ficción”, dijo en ese momento, que ahora funciona como una suerte de guiño con este nuevo libro.

Los Rolling Stones nunca volvieron a sacar un disco que estuviera a la altura de ‘Exile on Main St.’ O cerca siquiera. Fue, también para ellos, el inexorable final de la magia negra”, concluye Enriquez en su artículo de Página 12.

Como en una especie de juego con ese final, la autora se anima a apostar con el título y lo usa en su nuevo libro de cuentos. Que, ojalá, no sea el inexorable final de su propia magia negra, sino sólo una continuación.

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Literatura

“Mi nombre es Emilia del Valle”, nueva novela de Isabel Allende

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La nueva novela de la escritora chilena Isabel Allende, “Mi nombre es Emilia del Valle”, reivindica su carácter latinoamericano y feminista.

La sobrina del expresidente Salvador Allende es adorada por millones de lectores leales gracias a sus fuertes protagonistas femeninas y sus tramas épicas que se extienden a lo largo del continente americano.

En novelas como “La casa de los espíritus”, Eva Luna y, más recientemente, Violeta, mujeres indomables ocupan el centro del escenario y conducen narrativas dramáticas conjuradas con un toque de realismo mágico por la escritora nacida en Perú y criada en Chile.

En “Mi nombre es Emilia del Valle” presenta a una periodista aventurera en San Francisco a finales del siglo XIX. La joven es sorprendentemente intrépida para una mujer de su tiempo, que desafía y supera las barreras de género mientras pasa de escribir novelas baratas bajo un seudónimo masculino a luchar para que su verdadero nombre —como mujer— sea publicado sobre sus artículos periodísticos.

Gran parte de la curiosidad intelectual y la confianza de Emilia provienen de su padrastro, un maestro de escuela de habla hispana que se casa con su madre embarazada, una novicia católica abandonada tras un romance con un acaudalado aristócrata chileno.

Aunque Allende inicialmente sitúa su historia en Estados Unidos, gradualmente traslada la acción a Chile cuando Emilia persuade a un editor de periódico para que le permita viajar al país sudamericano para ayudar a cubrir la guerra civil de Chile, enfatizando sus habilidades en el idioma español.

Es enviada junto con el corresponsal de periódico Eric Whelan, quien se centrará en las noticias principales mientras ella se encarga de los reportajes.

Además del desafío profesional, Emilia quiere aprender más sobre el padre que nunca conoció y sobre sí misma. Una vez en Chile, enfrenta peligros extremos que nunca había imaginado y se cuestiona de dónde viene y hacia dónde se dirige.

Es una historia que probablemente será apreciada por los fanáticos de la autora en español más leída del mundo. Aunque la novelista chileno-estadounidense es fluida en inglés y ha vivido durante mucho tiempo en California, escribe en su español natal y sus libros son traducidos.

Galardonada con el Premio Nacional de Literatura de Chile en 2010, Allende también es considerada un tesoro literario estadounidense. Fue incorporada a la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras en 2004 y recibió la Medalla Presidencial de la Libertad de manos del presidente Barack Obama en 2014.

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Historias Reflejadas

“La trama de la libertad”

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La trama de la libertad

En el aleatorio entramado de la vida, los hilos invisibles se cruzan para tejer despacio los recuerdos sin nombre.

Detenidos en un oscuro hueco de la existencia, muchos buscan sus raíces, arrancadas temprano, junto con la esencia que atraviesa sus venas.

Ellos cargan sobre sus espaldas el peso del vacío. Rostros desdibujados en sus memorias se pierden en largos túneles que huelen a sangre y a miedo.

En ese espacio sin formas, los fantasmas se convierten en espectros que susurran las palabras de voces ausentes. Allí mismo, inmersos en un silencio denso y líquido, se escurren pronto los lamentos de lo incierto y luego son huellas que vibran rebeliones vencidas.

Sin embargo, es en ese descenso tenebroso donde cada ser se redescubre y logra abrazar sus raíces, aquellas que nutren y sanan a pesar del olvido.

Las guerras se transforman en ojos, que a lo largo de los siglos se pierden en un fondo sin figuras ni formas, tan solo pinceladas amorfas en las que cada hora es la totalidad del tiempo. Una foto quieta llora y grita lo callado de un pasado que duele y se hereda. Imágenes reflejadas en una pared convertida en espejo, se esfuman lejos, hacia los espacios negados.

En la trama del caos, muchas almas se atreven a trascender la esclavitud para por fin alcanzar la verdadera libertad.

Andrea Viveca Sanz

Se reflejan en esta historia “Herencia negada”, de Mirta Fachini; “El enigma Weiss”, de Roberto Lapid; “Hija del silencio”, de Manuela Fingueret; y “Antes de la revolución”, de Silvana Serrano.

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Textos para escuchar

Desde la ventana – Vanesa Spinelli

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Vanesa Spinelli lee su cuento Desde la ventana, del libro Alma de abril – Historias de amor y desamor.


Ciudad de Buenos Aires, 21 de septiembre de 2015

Amado mío:

Hoy, al fin, he decidido escribirte esta carta a corazón abierto. Fue aquel día, lo recuerdo bien, hace trescientos sesenta y cinco días atrás. Era el inicio de la primavera, cuando al igual que hoy, las gotas de lluvia danzaban intermitentes en puertas y ventanas. Dibujos fugaces de agua, que con delicadeza se formaban en las copas de los árboles. Yo me había servido un café fuerte con dos cucharadas de azúcar; tenía frío, el tiempo no acompañaba la calidez que indicaba el calendario.

Me había sentado en mi sillón blanco con ribetes de encajes marfilados, llevaba puesta una remera larga que tenía la inscripción “Love, Love, Love” en distintas topografías y colores, como anticipando lo que luego sería la tortura más dulce de mi vida. Tomé mi libreta para escribir lo que se me ocurriese; una frase, una palabra, un sentimiento. Llovía y la ventana entreabierta me traía ese aroma húmedo y revuelto que me fascinaba, que me inspiraba. Seguía con frío, ninguna palabra se deslizaba en mí… nada.

Entonces decidí levantarme, acercarme a la ventana, contemplar la calle, la plazoleta, observar a las personas que iban y venían, sonrientes unos; apurados o vacilantes, otros.

El frío se había intensificado, y fue en el mismo instante en el que decidí cerrar la ventana, cuando te vi.

Un temblor me recorrió el cuerpo, sin entender aún mucho a qué emoción tu imagen apelaba. El cabello oscuro, la tez blanca; los ojos, imaginé sin duda, que eran almendrados, profundos. Vestías un sobretodo negro, los zapatos te brillaban. Llevabas un ramo de rosas turquesas. No eran blancas. No eran rojas. Y yo me pregunté para quién serían esas flores que albergabas en tus manos. No pude dejar de mirarte. Sentí envidia. Sentí celos.

Creerás que estoy loca, y a lo mejor estás en lo cierto. Pasaron unos minutos, y la llovizna abrazando tu rostro era una poesía que me atrapaba. No podía cerrar la ventana. No podía dejar de mirarte. Segundos después llegó ella enfundada en un traje de color rosa pastel, con zapatos y cartera haciendo juego, parecía una sirena del océano. Imaginé que sería empresaria, abogada, arquitecta. Nunca supe a qué se dedicaba. La abrazaste delicadamente. Cuando la besaste pude sentir tu beso.

Temblé otra vez y mi mente se interrogó desde cuándo uno se queda estupefacto mirando a alguien, desde lejos, desde una ventana. Le ofreciste las flores con humildad, con dulzura. Ella las rechazó. Tu rostro comenzó a cambiar de expresión: sorpresa, enojo, culpa, tristeza. No sé cuánto duró la conversación, la gesticulación de las manos, el abrazo casi robado que intentaste al final…La vi marcharse, sin detenerse ni un minuto para mirar hacia atrás. Recuerdo perfectamente que te sentaste debajo del árbol de la plazoleta, como para protegerte de tu propio dolor.

Te llevaste las manos a la cara, y mientras vi cómo se desgarraban tus lágrimas, yo sentí que se desgarraba mi alma.

Hubiese corrido para consolarte, para darte calor con mi cuerpo y proponerte un amor sin final. Pero solo pude cerrar la ventana, sentarme de nuevo en mi sofá y preguntarme por qué amamos tanto a quién no nos ama. Desde ese día solo abro la ventana para contemplarte cuando te detenés, a la misma hora, en el mismo lugar, y no pierdo la esperanza de que algún día tendré la valentía suficiente para bajar a la calle, abrazarte y decirte que te he estado amando desde una ventana.

Esperando el milagro…

Con amor, Sofía.

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