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Artes Plásticas

María Julia Tagliero: “Si hay un texto, la imagen es interesante cuando muestra algo más”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Es una línea que busca otra línea, la convergencia, una pincelada expuesta, el impulso de saltar al vacío, a la nada donde habitan todas las posibilidades.

Es el trazo que se atreve más allá de las palabras, el punto de encuentro, las letras y el pincel.

Es algo nuevo, inevitable, un grito de colores, el silencio de formas inciertas.

Es el arte que fluye, como si no existiera un principio ni un final.

María Julia Tagliero es diseñadora en comunicación visual e ilustradora, una carrera que se manifestó como un juego en sus años de infancia. Las líneas marcaron el camino. Una encima de la otra, fueron desenrollando el gusto por el arte que en la actualidad llena sus horas.

Contarte Cultura charló con ella para conocer su historia y los proyectos que forman parte de su vida.

—Porque creemos que toda manifestación artística es un punto de encuentro, vamos a comenzar esta charla con unas pinceladas imaginarias que acerquen nuestras voces. Un pincel va y viene sobre la tela de tu mente, se deja llevar por el paisaje que lo convoca, un paisaje que te representa, que te atrapa en las manchas que lo definen. A modo de presentación, ¿cuál sería el paisaje que te da vida? ¿Qué elementos o sensaciones que nos cuenten algo de vos aparecerían en esa imagen?

—Plantas, árboles, cielo, agua, caminatas, manchas de color, música, crayones, textura, tacto, luz.

—Y partiendo de ese territorio imaginario que fue descubriendo parte de vos, ¿recordás en qué lugares de tu infancia comenzó tu conexión con el arte?

—Sí, más que nada con mi abuela, pero también en el jardín de infantes y en la escuela. Mi abuela pintaba, hacía más que nada pintura decorativa, en cajas y en casi cualquier otro objeto de madera. También pintaba cuadros. Me encantaba compartir esto con ella. Yo tenía 5 años, 9, 14. Fueron muchos años de charlas compartidas y momentos de pintar. Lo disfrutaba, disfrutábamos mucho. Teníamos un juego. Ella hacía una línea en una hoja. Después yo hacía otra. Luego ella, luego yo. Y así íbamos haciendo un dibujo entre las dos. Salían dibujos raros y nos solíamos reír con esto. En el jardín de infantes un día hubo un concurso de arte que supuestamente yo gané y me dieron un reloj, aunque yo hoy en día supongo que nos deben haber dicho a todos que ganamos (risas). De cualquier manera, en ese momento se guardó en mí una conexión entre hacer algo que me gustaba y el sentimiento de haber hecho algo bueno. Me gustaba mucho dibujar, como a cualquier peque, pero como lo realizaba mucho con mi abuela lo fui haciendo cada vez más parte de mi vida. También en la escuela teníamos plástica, y la maestra nos hacía hacer cosas interesantes. Siempre me gustaron las manualidades. Eso de que a partir de la nada, o casi, se forma algo nuevo. Creo que por eso también me gusta restaurar cosas, como un mueble o agarrar algún objeto, limpiarlo, arreglarlo y utilizarlo para otra cosa. Mi novio dice que soy “croto-chic” (risas).

Me gusta mucho la decoración. Hacer que un espacio se sienta agradable para estar. Luz, plantas -vida- y pensar en los colores que hay en el espacio. Creo que es un poco como ilustrar en la tridimensión. En fin, en la escuela, en la clase de plástica, un día hicimos un ejercicio que constaba en replicar un dibujo de una mujer, pero… mirándolo al revés (patas para arriba), y al ver el resultado me sorprendí (eso es porque haciendo esto burlás el lado izquierdo del cerebro que busca formas que conocemos y en su lugar te limitás a copiar las líneas que ves) y eso me hizo sentir que podía crecer. Todo eso metido en un bowl, junto con que de adolescente salí unos cuantos años con un dibujante, mantuvo siempre mi atención y mi disfrute en pintar y dibujar. Estar con él me inhibía bastante. Evidentemente yo me comparaba. Pero cuando decidimos separarnos hubo una explosión en mí. Pasé el verano entero dibujando. Todos los días. Estaba totalmente metida. Y eso me ayudó a crecer. Hacer algo todos los días, aunque sea un ratito y con ganas, es muy poderoso. Ese mismo año, en abril empecé la carrera de Diseño en Comunicación Visual. Pasé unos años hermosos. Aprendí e hice amistades que valoro mucho. Por esos años mis papás me regalaron mi primera tableta gráfica, y también murió mi abuela, pero siempre la tengo muy presente. Así que más que un lugar o momento, yo creo que fue una serie de vivencias.

—Si nos situáramos frente a tu mesa de trabajo, ¿qué veríamos en lo cotidiano?

—En mi mesa siempre hay plantas. Son algo que me transmite mucha vida. Siempre me asombro con sus formas y colores y lo que emanan. Me hacen bien. En cuanto a los materiales, van cambiando. Tengo épocas. Durante mucho tiempo usé témperas y lápices, pero hoy en día estoy en una larga racha de crayones acuarelables. No los acuarelo, pero me encanta porque dejan mucha materia. Apoyás la punta del crayón y eso mismo es lo que ves en la hoja. Los descubrí hará 2 años y sigo un poco obsesionada. Antes de eso, para mí, decir crayones era sinónimo de los crayones escolares, ni siquiera sabía que este material se producía para el trabajo profesional (son similares a los óleo pasteles). Trabajo en un estudio de animación, así que el dibujo y pintura digital son necesarias, además de que brindan muchas herramientas. También tengo un scanner. Después de tantos años, recién el mes pasado me cayó la ficha de que lo necesitaba, así que ahí está también, junto a la computadora. A veces, porque soy muy de cambiar todo de lugar.

—¿De qué manera llevás adelante el proceso creativo de tus obras?

—Soy bastante desordenada. No es algo que me enorgullezca, porque no me ayuda mucho, así que estoy en lucha con eso, tratando de ordenar un poco mi proceso creativo. Para ser honesta, a veces empiezo directamente a pintar. Otras veces, cuando necesito algo más de planeamiento, hago algunos bocetos y luego pinto. Para mí lo más importante es el color, así que normalmente empiezo armando pruebitas de posibles paletas. Combino colores y cantidades y cuando encuentro algo que me gusta lo uso de base. Suelo ver referencias, aunque últimamente intento no hacerlo demasiado, porque hay tanto para ver que a veces caigo en la trampa de pasar mucho tiempo mirando y al final me queda poco para dibujar. Algo que disfruto mucho es salir a pasear y ponerme a pintar algún paisaje. Me concentro mucho así, porque la naturaleza me provoca eso. Usualmente vamos con Adri, mi novio, a algún pueblito no necesariamente turístico. Nos sentamos en alguna laguna o paisaje que nos guste, él toca la guitarra y yo pinto con los crayones en mi sketchbook. Siempre con mate.

—¿Con qué materiales y técnicas te sentís más a gusto a la hora de trabajar?

—Lo que más me ha gustado siempre (hasta ahora) es lo que se siente bien cargado de materia y de color, que deja expuesta la pincelada o el trazo a la vista, como el óleo, o la témpera casi sin agua, los óleo pasteles y los crayones acuarelables. Tuve mi momento con todos esos materiales, pero hasta ahora no se me dio mucho por medios más sutiles como la acuarela. He hecho alguna cosa, pero no es lo que más me llama. Cuando he visto cuadros de Van Gogh, Sorolla o Cezanne me he tenido que poner un babero. Creo que me llama mucho eso de que se vea el rastro de quien lo hizo. Cómo fue esa pincelada. Se siente la energía, el impulso, o lo que sea.

—Contanos de tus obras, ¿cómo llegaron los libros álbum a tu vida y cuáles son las claves para que tus ilustraciones dialoguen con los diferentes textos?

—Llegaron cuando tenía 19 años, en el 2009. En enero. Estaba en Plaza Italia, en mi ciudad (La Plata). Me iba a encontrar con un chico para intercambiar clases de piano por pintura. Nunca fue, así que crucé la calle, fui a la librería que estaba enfrente y caí en el sector infantil que estaba en la entrada. “¡¿Qué es todo esto?!”, me dije. Encontré un libro que se llama Princesas olvidadas o desconocidas, de la ilustradora Rebecca Dautremer. Ahí se abrió un universo para mí, (recordemos que en el 2009 no estábamos como ahora con Tik Tok en los celulares). Lo descubrí. Era un libro que costaba $49, algo caro. Seguro no me alcanzaba, pero igual metí la mano en el bolsillo y conté lo que tenía: $49. Todavía lo tengo. Ese verano me la pasé mirándolo. Me fui de vacaciones con mi familia y a la noche me quedaba despierta mirando detalladamente todo. No lo podía creer. Respecto del diálogo entre texto e imagen, para mí lo más importante es el color. La sensación que te da la paleta. Voy a decir algo que creo que cualquier ilustrador o ilustradora diría, pero creo que es la clave: que el texto y la imagen no digan lo mismo. Si hay un texto, la imagen es interesante cuando muestra algo más. Dejar que quien lo vea descubra cosas que no están dichas literalmente en el texto es lo que hace que quieras quedarte mirando. A veces no es cuestión de agregar información, sino tal vez de cambiar el punto de vista desde donde se ve la escena. O quizás sea mostrar un detalle de todo lo que dice el texto.

—¿Cómo vivís la oportunidad de haber sido seleccionada para participar de la 29° Bienal de Bratislavia 2023?

—La verdad es que cuando vi mi nombre en la web de ADA me vi las manos y tenía los dedos blancos (risas). Estoy muy contenta. Me parece que este tipo de oportunidades son muy significativas, no sólo por lo que podés aprender, sino por toda la experiencia en general: el viaje, un lugar nuevo, las personas que te cruzás, y encima todo dispuesto para dedicar nueve días a aprender y hacer. En el 2018 hice algo similar en Albania. Fui a desarrollar habilidades en pintura de paisajes con un pintor de allá.

—¿En qué otros proyectos estás trabajando por estos días?

—Dentro del estudio en el que trabajo hace más de 8 años, siempre estamos haciendo el desarrollo visual para alguna animación. Desde “explainer videos” hasta cortos animados. A mí me toca el diseño de personajes y fondos y la dirección de arte de algunos de esos proyectos. Puntualmente, ahora estoy trabajando en el tercer libro de la colección Yoga para Peques y en el desarrollo de una app que se desprende de estos libros. Dejo el Instagram y web para quien quiera ver algo de esto: www.instagram.com/amblagar  www.amblagar.com.

Y en mi modo freelance, estoy preparando ilustraciones en crayón que pienso vender en la web que me está haciendo uno de mis hermanos. La idea es que haya cuadros y láminas para elegir. Nunca fui de vender lo que hago de esta forma, pero varias personas me han preguntado si vendía cuadros, así que decidí probar. También estoy metiéndome  en el diseño de patterns. Me tiene algo obsesionada desde hace un tiempo, así que todos los días miro alguna clase y hago algún pattern. Siento que es muy importante ver clases, porque ayuda mucho a nutrirse y entusiasmarse con algo nuevo o a profundizar lo ya conocido. Al que quiera, también pueden visitar mi web personal: www.mariajuliatagliero.com.

—Para terminar te invitamos a soltar un deseo en nuestro paisaje del comienzo. 9- —”Lindas sorpresas” es mi deseo. Aclaro “lindas” porque pedir solo “sorpresas” me da un poco de miedo (risas).

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CABA lanzó el “Concurso Filete Porteño”

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El Ministerio de Cultura porteño, a través de la Dirección General Patrimonio, Museos y Casco Histórico, abrió la convocatoria “Concurso Filete Porteño”, que invita a los fileteadores a presentar sus propuestas inéditas para ser exhibidas en los buses turísticos de la ciudad mediante la técnica de ploteo.

El fileteado porteño es una expresión artística, decorativa y popular, que combina el dibujo y la pintura de manera única. El término filete proviene del latín filo, que significa hilo o línea fina, utilizado para adornar dibujos. Filetear se define como “adornar con filetes”. En 2015, el fileteado porteño fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

La inspiración para este premio proviene del Día del Fileteado Porteño, que se celebra cada 14 de septiembre en Buenos Aires. La celebración recuerda la primera exposición de esta forma de arte, realizada en la Galería Wildenstein en 1970.

Los diseños seleccionados serán utilizados para intervenir los autobuses turísticos que recorren los sitios históricos, espacios culturales y barrios pintorescos de la ciudad.

Estos autobuses son una herramienta fundamental para los turistas que desean descubrir Buenos Aires. Los diseños deberán transmitir una atmósfera de bienvenida, invitando a los visitantes a explorar y disfrutar de los atractivos de la ciudad.

La convocatoria estará abierta hasta el domingo 11 de julio y los resultados serán comunicados a partir del 29 de ese mes, a través del sitio web del Gobierno porteño y en las redes sociales de BACultura, MuseosBA.

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Carlos Bissolino, un artista inclasificable

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El jueves 13 de junio a las 18 inaugura “Antología Flotante”, una exposición integrada por 80 obras del artista visual Carlos Bissolino que será exhibida en las salas 7, 8 y 9 del Centro Cultural Recoleta.

Figura vital de la escena del arte argentino desde la década del 70 hasta el presente, Bissolino ha desarrollado parte de su obra durante los años 80 en Italia y, desde su regreso al país, dirige una de las cátedras más activas e influyentes de la Universidad Nacional de las Artes.

Óleos, acrílicos, técnica mixta sobre tela, tinta sobre papel -entre otros formatos- son algunas de las piezas que reflejan el universo del artista en el que coexisten paisajes oníricos de una intensa exploración técnica.

Agustín Fernández, Sol Ganim, Rodolfo Marqués, Ramiro Oller, Juan Reos y Gonzalo Silva conforman el equipo curatorial de la muestra celebratoria del artista argentino. Todos ellos, formados en su cátedra, festejan hoy la vitalidad y experimentación radical de la producción del maestro abarcando al menos cuatro décadas de un trabajo ininterrumpido.

Bissolino es para todos nosotros el ideólogo de un espacio donde nos formamos y del que surgió nuestro primer grupo de pertenencia dentro del campo del arte en Buenos Aires”, apunta Agustín Fernandez. “Nos entusiasmamos con las obras que se resisten a ser explicadas, las más inclasificables, las que sostienen un misterio tanto en su imagen como en su dimensión técnica”, agrega Rodolfo Marqués. “Algunas de ellas no habían sido exhibidas y otras habían sido vistas hace ya mucho tiempo, en contextos muy diferentes”, cuenta Ramiro Oller.

La muestra se organiza asincrónicamente, permitiendo que obras de distintos períodos convivan en una misma sala e incluye la producción más reciente de Bissolino (2020-2021), plagada de abstracciones matéricas de gran formato, junto a tintas alucinadas y prolíficos cuadernos que dan cuenta de su vasto imaginario.

En la sala 7 se exhiben pinturas de gran formato “donde ciertos objetos animados habitan atmósferas misteriosas”, explica Juan Reos, y “en la sala 8 se muestran paisajes metafísicos poblados de escalinatas de perspectivas imposibles junto con objetos que flotan en un espacio ambiguo”, agrega Sol Ganim.

Por último, “en la sala 9 diseñamos un espacio pequeño, escenográfico, que funciona como transición y donde nos permitimos reunir las obras más fantasmales de la muestra”, comenta Gonzalo Silva.

En Bissolino la propia práctica de la pintura cobra jerarquía convirtiéndose en una especie de fluido vital que se redefine y reconstituye en cada serie. “Antología Flotante” es, más que un homenaje, un redescubrimiento y puesta en valor de lo que sus obras pueden mostrarnos hoy.

(Fuente: Cecilia Gamboa – Comunicación & Prensa)

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Exhiben en Nueva York la muestra “Re Memoria – Retratos de vida”

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“Re Memoria – Retratos de vida”, la muestra del artista Marcos Acosta, se presentará por primera vez en el Consulado General Argentino en Nueva York, en el marco de las conmemoraciones por el 30° aniversario del ataque terrorista a la AMIA.

La exposición, que estará abierta al público a partir de este viernes 7 de junio, consta de 85 retratos realizados en acuarela y que son el resultado de imágenes de archivo y fotografías seleccionadas especialmente por las familias de las víctimas fatales para la creación de las obras.

La muestra que se presentará en Nueva York, y que se encarga de rendir homenaje a cada una de las personas asesinadas en el atentado del lunes 18 de julio de 1994, fue realizada en 2020, cuando el artista fue convocado por la AMIA.

En plena pandemia, la muestra tuvo, primero, su correlato digital en el sitio “Re Memoria – Retratos de vida”. Como si se entrase a la sala de un museo, se propuso un recorrido virtual, retrato por retrato, para poder contemplar cada una de las 85 acuarelas allí exhibidas.

“La memoria de las 85 víctimas y el reclamo permanente de justicia es una de las misiones de nuestra institución que tuvo que adoptar en julio de 1994. Muchas veces también lo hacemos desde el arte en el entendimiento de que es una muy buena forma de comunicación con nuevos públicos. El terrorismo desgraciadamente no tiene fronteras y la permanente lucha por recordación y justicia tampoco, por eso hemos promovido que llevar esta muestra tenga un derrotero internacional.”, sostuvo Amos Linetzky presidente de la AMIA.

La muestra contó con la curaduría y la producción general de Elio Kapszuk, director del departamento de Arte y Producción de AMIA, quien explicó que los 85 retratos están basados en un importante trabajo de recolección de imágenes que se realizó para aportarle al artista material para los retratos.

El objetivo de este proyecto artístico fue volver a darle nitidez a esos rostros. En este sentido, Kapszuk recordó que la idea original de esta iniciativa surgió cuando un familiar le confesó que a veces la memoria le jugaba una mala pasada, y que al igual que una fotografía vieja, el rostro de su ser querido se le iba desvaneciendo.

“A veces, la memoria y el recuerdo son inalterables, pero no pasa lo mismo con las fotos familiares. En pocos casos se conservan los negativos y las copias en papel dan cuenta del paso del tiempo. Ahí es donde se empieza a construir este ejercicio de la memoria plástica: volver sobre una imagen y traerla al presente a través de la reescritura del rostro y de la reafirmación de los rasgos a partir de cada pincelada”, remarcó el director de Arte y Producción.

Para Marcos Acosta, la obra realizada superó la mera dimensión artística. “Este trabajo es, sin duda, algo muy importante en mi vida. Va más allá de mi carrera. Pintar a cada una de las víctimas ha sido un viaje muy profundo en el aspecto humano. Para mí ha sido un orgullo y un honor”, reconoció el artista.

Cada una de las acuarelas creadas por Acosta lleva el nombre de la víctima y la edad que tenía en el momento en que fue asesinada.

Sobre el artista

Marcos Acosta nació en la provincia de Córdoba en 1980. En 1991 empezó a estudiar pintura y dibujo. Más tarde egresó con el título de Licenciado en Pintura de la Escuela de Artes de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. Complementó sus estudios artísticos en el taller del artista Carlos Peiteado desde 1998 hasta el año 2000.

Es un artista polifacético; es pintor, grabador, escultor y dibujante. Ha participado en numerosas muestras en destacados espacios culturales y museos, entre ellos el Centro Cultural Recoleta, el Palais de Glace, el Museo Caraffa, el Centro de Arte Contemporáneo y el Centro Cultural Cabildo de Córdoba. Su obra forma parte de diversas colecciones particulares en Argentina, Italia, Estados Unidos, Inglaterra y Luxemburgo, y de colecciones públicas como el Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Caraffa. Como acuarelista, sorprende con su técnica y sensibilidad para captar a cada una de las personas retratadas.

(Fuente: Agencia Noticias Argentinas)

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Propietaria/Directora: Andrea Viveca Sanz
Domicilio Legal: 135 nº 1472 Dto 2, La Plata, Provincia de Buenos Aires
Registro DNDA Nº 2022-106152549
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