Conéctate con nosotros

Entrevistas

Sabrina Mercado: “Descubrí que el secreto de la felicidad estaba en escribir”

Publicado

el

Por Andrea Viveca Sanz

Envuelta en la magia del arcoíris, Sabrina Mercado se siente capaz de atravesar sus propios horizontes y se entrega a aquello que la apasiona.

Las palabras la acompañan en ese camino sobre el cual siembra historias que la llevan a revelar secretos.

Con entusiasmo se introduce en la vida de sus personajes y los acompaña para compartir desde ellos las emociones más profundas con sus lectores.

En diálogo con ContArte Cultura la escritora nos cuenta su experiencia en el sendero de las letras y nos presenta su última novela Secreto compartido.

—Para presentarte, ¿cómo comenzaría un cuento en el que Sabrina Mercado tendrá que atravesar el horizonte para encontrar el arcoíris y luego, junto a él, desenterrar el secreto que la convirtió en escritora?
—Comenzaría cuando decidí que quería dedicarme a esto, y abandoné mi carrera profesional (soy Ingeniera en Sistemas). Yo diría que primero encontré el arcoíris, porque mi primer libro lo publiqué mientras estaba trabajando (en la misma empresa durante más de veinte años). En ese tiempo sucedieron algunas cosas, por las que decidí atravesar el horizonte y dejar todo por esto que me apasiona. Entonces descubrí que el secreto de la felicidad estaba en escribir.

—¿Qué factores fueron decisivos en la elección de este camino de las palabras?
—Comencé a escribir desde muy chica, para mí, nunca para los demás. Luego la vida me llevó por otro camino, pero siempre estaba en mi interior la idea de que algún día volvería a las letras. Y sucedió antes de lo esperado, porque de repente surgió en mí esa necesidad imperiosa de escribir, de contar una historia. Una compañera de trabajo me alentó para que autopublicara, y ese fue el comienzo de este camino. Luego todo se fue dando para que pudiera tomar la decisión de dedicarme por completo a ser escritora.

—¿Qué cosas pueden convertirse en tus fuentes de inspiración?
—Absolutamente todo. Una conversación, un suceso importante, algo que me tocó vivir, un viaje, un sueño. De golpe sucede algo que me genera la sensación de que “eso” tiene que formar parte de una historia, y lo guardo en mi mente. Soy acumuladora de sucesos. Pequeñas piezas de rompecabezas que en algún momento se unen. Lo viajes son los que más producción me dan. ¿Vieron esa frase que dice “El que quiere viajar, lee. El que quiere escribir, viaja”? Exactamente así.

—¿Cómo sería la imagen de tu lugar creativo?
—Ahhh… yo puedo escribir en cualquier parte. En un bar, en el entrenamiento de mi hijo, en la terraza, a la noche en la cama (aclaro que escribo a la antigua, con lapicera, en cuadernos). Pero hace poco menos de un año tengo mi “sillón de escribir”. ¿De qué se trata? Es un sillón hamaca, muy mullido, con almohadones, que tengo cerca de mi escritorio, en el living de mi casa. Ahí existen dos grandes ventanales y sólo veo vegetación a través de ellos. Es un lugar muy luminoso y agradable. Ideal para pasar varias horas hasta que mi mano dice “basta por hoy”.

—¿Hay algún tesoro especial en tu biblioteca que haya marcado tus pasos de escritora?
—Adoro mi biblioteca, que se va nutriendo con el tiempo. No tengo un libro especial, son muchos los autores que admiro, argentinos y extranjeros. Muchos son contemporáneos y eso es muy lindo. Pero existen dos libros particulares, que de chica adoré e hicieron que me imaginara a mí misma siendo una de las protagonistas: Mujercitas y Las mujercitas se casan. Ver a Jo, una de las cuatro hermanas, convertirse en escritora, para mí fue un momento sublime de la lectura.

—Una palabra que defina tu primera novela “Como el arco iris después de la tormenta”.
—Amor. Creo que es una historia de amor pasional, amor imposible, amor intenso, amor profundo. Amor por el que se puede dar todo. Un amor impensado. Por eso elijo esa palabra.

—¿Con qué se encontrarán los lectores que logren atravesar el horizonte junto con Amanda, la protagonista de tu segunda obra?
Atravesando el horizonte es el viaje al interior más profundo de su protagonista. En ese recorrido, que no es otra cosa que una constante búsqueda del amor, se van a encontrar con situaciones difíciles, por momentos muy duras, pero que serán las que al final nos enseñen que siempre, pero siempre, hay una nueva oportunidad.

—¿Cuáles son los escenarios en los que se desarrolla tu tercera novela “Secreto compartido” y en qué momento histórico se produce la acción?
Secreto compartido se desarrolla en parte en la ciudad de Buenos Aires, en mi barrio Villa Devoto (quise brindarle un pequeño homenaje al lugar que amo y elijo para vivir). Y también en la ciudad de San Rafael, Mendoza (otro lugar que me parece bellísimo). Hay salpicones del extranjero, porque algunos personajes deambulan por ciertos países (Brasil, Costa Rica, Grecia, Siria), pero básicamente transcurre aquí, en esta época, y entremezcla el romance con la intriga.

—¿Quiénes son los protagonistas? ¿Hay algún personaje secundario que quieras destacar?
—Los protagonistas son Selma, una diseñadora gráfica de veinticuatro años a quien su novio acaba de dejar justo antes de irse a vivir juntos, y que a pesar de ello intenta independizarse y mudarse sola. Y Nadir, un joven sirio, muy enigmático, del que nada se sabrá en un principio, pero que irrumpe en la vida de Selma, generándole un sinfín de sensaciones nuevas. Hay dos personajes secundarios fundamentales en la historia: Ingrid, la mejor amiga de Selma, que aparece poco, pero en los momentos clave, y Fátima, una joven muy especial en la vida de Nadir.

—¿Qué sueño te gustaría compartir con tus lectores?
—Mi sueño es poder llegar a muchos lectores, que me conozcan, me lean, y disfruten con las historias que tengo para contar. Y otro más lejano, como el de otros escritores, es alguna vez ver reflejada una de mis novelas en un guión de cine, y disfrutarla viéndola en la pantalla grande, o como ahora se estila, en la plataforma de la N.


Sabrina Mercado

Conocé mucho más de Sabrina Mercado aquí.

Nació el 17 de septiembre de 1973 en Buenos Aires, Argentina. Está casada y es madre de dos hijos. Reside en el barrio porteño de Villa Devoto. Es Ingeniera en Sistemas de Información, pero luego de trabajar en el área de la informática por más de veinte años, dejó de lado su profesión para dedicarse a su verdadera pasión, escribir.
El interés por la escritura lo desarrolló desde pequeña, ganando a los doce años de edad su primer concurso literario con el cuento “Historia de una indiecita”. De adolescente, su hobby era escribir cuentos y narraciones que ocasionalmente daba a conocer a sus amistades, llegando a incursionar en la novela corta. Posteriormente se inclinó por las historias de viaje, y algunas de ellas se han publicado de manera aficionada en las secciones de turismo de diarios y revistas.
A lo largo de los años siempre soñó con ser escritora, aunque editar un libro era un anhelo que veía como algo lejano. Pero en el año 2015 logró convertirlo en realidad al publicar su primera novela: Como el arcoíris después de la tormenta. La obra se lanzó en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires de ese año, y sus lectores la recomiendan por tratarse de una apasionada y conmovedora historia de amor, que atrapa de principio a fin.
En 2017 publicó su segunda novela, Atravesando el horizonte, que narra el viaje al interior más profundo de una mujer, logrando que el lector se compenetre con la protagonista hasta las fibras más íntimas.
Su último trabajo es otra vibrante historia, Secreto compartido, muy esperada por quienes se proclaman como fieles seguidores.

Sigue leyendo
Haga clic para comentar

Debes iniciar sesión para publicar un comentario. Acceso

Deja una respuesta

Entrevistas

Cynthia Edul repasa “El punto de costura”, una obra donde lo familiar y lo laboral disparan y sostienen la historia

Publicado

el

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Es un hilo más otro hilo. Y otro. Manos urdiendo la trama, el lenguaje de los dedos, un sonido que teje. 

Es una palabra encima del hilo, las voces cosidas, el acento en la aguja, un hilván que sostiene.

Es la tela y el hilo en la tela, la tijera y el silencio, texturas superpuestas, voces asomándose entre los puntos, una costura del verbo.

Es antes y después, todos los hilos y todas las palabras, la sintaxis de la trama.

“El punto de costura” es una obra que se introduce en el universo textil, una trama tejida con hilos personales que se expande más allá del escenario.

En diálogo con ContArte Cultura, Cynthia Edul, autora de los textos, directora y responsable de la lectura en la obra, tira de un hilo y de otros, indaga, cose y corta con su voz, con los sonidos que despiertan, texturas y nombres, en el punto de sus propias costuras.

—Sin dudas a lo largo de nuestras vidas existen hilos de historias que nos cosen por dentro, palabras en las telas de los cuerpos, costuras que nos definen. Para comenzar y a modo de presentación, si pudieras elegir la imagen de una “costura” que te represente, ¿cómo sería? ¿Qué hilos formarían parte de esa trama?

—Creo que la imagen textil que me representa es el Boro. En Japón es un tipo de costura como el patchwork que se hace con retazos y esas prendas se heredan de generación en generación. Cada generación sigue usando ese traje y las memorias de toda la familia se conservan en ese texto.

—Y porque hay hilos que permanecen a lo largo del tiempo, nos gustaría llegar a los orígenes, a tu propio primer punto de costura. ¿Qué vivencias personales te acercaron al mundo textil?

—En mi caso, mi familia paterna se dedicó a lo textil. Desde que llegaron de Siria se iniciaron en ese rubro, así que la tradición del trabajo familiar era ese. Y también el mandato de ese negocio pesaba mucho en mi familia. Yo me dediqué a la literatura, pero siempre estuve involucrada en el negocio familiar y en la pandemia me tuve que hacer cargo… no tuve opción. Entonces empecé a escribir sobre qué sentidos puede tener regresar a los oficios familiares, a la historia del trabajo familiar y recuperar mis experiencia con todo ese mundo.

—¿Cuáles fueron los disparadores para empezar a poner en palabras esas vivencias hasta llegar a dar vida a tu obra “El punto de costura”?

—El primer disparador, como comentaba antes, fue el regreso a los oficios familiares textiles en primera persona. A partir de ahí comencé a construir esa primera línea, que tenía que ver directamente con el motivo del regreso. Después empecé a tirar hilos que se relacionaban con la historia familiar: la historia del algodón, las historias de las hilanderas. Y a sumar otras como las historias de opresión y de resistencia a través del textil. Recuperando eso fui reencontrando las vivencias personales, a la luz de otras vivencias, históricas y sociales.

—Toda la escenografía da cuenta de ese universo donde una trama se superpone a la otra, la palabra y la imagen, el sonido y las texturas, ¿quiénes colaboraron en el proceso creativo del mundo textil sobre el escenario?

—La escenografía fue algo que fuimos construyendo con María Venancio y Nicolás Zuñiga, en un principio, y luego con Sebastián Francia. La idea era hilar texto, imagen y sonoridad, construyendo de alguna manera las mesas de costura. En una trabaja Guillermina Etkin y en otra yo, con un espacio que es la alfombra, el espacio textil tan sagrado para muchas religiones también. Y así, simplificando pero dándole sentido específico a cada función, fuimos construyendo ese espacio, que tiene en el centro al telar y la máquina de coser. Dos elementos que se vuelven centrales en el relato.

—También hay un trabajo muy interesante con la música, un paisaje sonoro que se une a la voz y al piano para crear texturas nuevas. ¿Cómo fue el trabajo con Guillermina para lograr esa fusión de sonidos que ayudan a narrar?

—Con Guillermina leíamos el texto y a partir de eso ella empezaba a componer sonoridades, canciones, tonos, que expresaran el sentido profundo que le provocaba lo que leía. Así que fuimos buscando parte por parte, investigando la sonoridad en cada momento. Además, teníamos una premisa que era usar los textiles como elementos sonoros: de ahí el telar, la máquina de coser, las telas, el costurero y la amplificación de esos sonidos que, como decía John Cage, “actúan”.

—Para concluir, detengámonos entonces en esos sonidos. Si pudieras elegir el que represente el espíritu de la obra, ¿cuál sería y por qué?

—Difícil pregunta, pero si tengo que elegir uno: la máquina de coser. Ese sonido mecánico y al mismo tiempo familiar, ese objeto con el que trabajaron nuestras abuelas, nuestras madres, nuestras tías. Hay está el espíritu de las mujeres costureras. Creo que ese representa muy bien el espíritu de la obra.

Sigue leyendo

Entrevistas

Gabriela Margall: “Necesitaba una vuelta a mis raíces y ahí estaban los libros esperando”

Publicado

el

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

El fuego arrasa, incendia los nombres. Es la guerra sobre el amor, que resiste y se deja abrazar por las llamas. Hay una revolución en los cuerpos, una intuición de libertad, como si adentro y afuera se encontraran en una misma batalla.

Y es que los combates se dan primero en los cuerpos, en las ideas capaces de encender otras chispas y alimentar otras llamas.

Tres mujeres, tres historias atravesadas por el fuego y por la guerra. Tres deseos de libertad encerrados en aquello que no puede nombrarse, pero igual crece.

La trilogía de Gabriela Margall, que incluye sus novelas “Si encuentro tu nombre en el fuego”, “Con solo nombrarte” y “La viajera del sur” y fue publicada por Del Fondo Editorial, recorre los tiempos de las invasiones inglesas y de las guerras napoleónicas para sumergir a los lectores en tres historias de amor capaces de resistir cualquier batalla.

ContArte Cultura charló con la autora e historiadora para acercarnos al proceso de escritura de esta saga, cuyas protagonistas seguramente serán capaces de trascender las páginas que las contienen a través de cada lectura.

—La guerra y la libertad son dos temas que atraviesan tu trilogía. Entre las páginas se desatan revoluciones históricas pero también las personales. Vamos a detenernos ahí. Para comenzar esta charla y a modo de presentación, hagamos foco en esos movimientos personales que te llevaron a escribir a las protagonistas femeninas de estas novelas. Si pudieras elegir dos cosas de esas mujeres en las que te veas reflejada, ¿cuáles serían?

—No siempre construyo personajes porque me reflejo en ellos. Si hago una historia de las protagonistas, probablemente no haya muchas características similares. De hecho, me gusta trabajar con personajes y elementos que no tienen que ver conmigo, porque lo que me interesa es la reconstrucción de un período histórico y qué ocurría con los seres humanos dentro de ese tiempo. 

—Como todo tiene un comienzo y un final que suelen tocarse, nos gustaría llegar a ese punto de contacto: ¿Qué fue lo que te movilizó para escribir aquella primera novela “Si encuentro tu nombre en el fuego” y luego de tantos años llegar a la escritura de “La viajera del sur” para cerrar la historia de la familia Torres?

—Como decía antes, lo que me gusta es la reconstrucción de un período histórico. El fin del Virreinato del Río de la Plato, las Invasiones Inglesas, la Revolución de Mayo y la guerra por la independencia de España, son períodos que están muy estudiados en la historia argentina. Tenemos mucha información, incluso sobre la actuación de las mujeres y otros sectores subalternos. Escribir esa historia, incluso desde la ficción, es una de mis cosas favoritas.

—En ese lapso de tiempo entre una y otra obra escribiste “Con solo nombrarte”, una novela ambientada en los escenarios de la segunda invasión inglesa a Buenos Aires. ¿Cómo fue el proceso de reconstruir aquellos días y de darle continuidad a tu primera historia?

Si encuentro tu nombre en el fuego y Con solo nombrarte fueron concebidas juntas. Las dos salieron para los bicentenarios de la primera y segunda invasión inglesa y por eso nunca existió la urgencia de continuar la historia. Y tampoco hubo urgencia después, sino que fue un proceso de cambio y continuidad que se dio con los años. Necesitaba una vuelta a mis raíces y ahí estaban los libros esperando.

—Si hay un punto en común en esta trilogía es la presencia de mujeres fuertes, que se atreven a todo, algo que no era común en esos tiempos, ¿de qué manera trabajaste para darle vida a cada una de tus protagonistas?

—En las tres protagonistas lo que busqué fue “ir un poco más allá”. Las tres, Paula, Jimena, Julieta, tienen una base histórica, podemos establecer que sí, que algunas mujeres hicieron lo que hacen ellas (con algunos límites). Lo que busqué en las novelas fue que eso que hacían (el acceso a libros y organización de reuniones, la participación en batallas y el comercio y actuación como espías) quedase bien definido y con algunas licencias. Pero todo tiene un anclaje en la realidad.

—Más allá de los vínculos de sangre que las unen, qué  te parece que podría representar a tus tres protagonistas: Paula, Jimena y Julieta.

—Están en el mismo punto de vista político, las tres son parte de ese grupo que va a liderar el proceso de revolución e independencia de España. A veces se considera que solo son hombres los que tenían ideas políticas, pero basta leer las cartas de Guadalupe Cuenca a Mariano Moreno para saber que ella tenía un conocimiento claro de la realidad política del momento.

—Y hablando de Julieta, ella es la que va a cruzar el océano para hacerse parte de otra guerra, ¿qué fue lo que más disfrutaste o padeciste al momento de “viajar” con ella hacia los tiempos napoleónicos.

—Mucho antes de que supiera qué historia iba a contar con Julieta, sabía que iba a ser una novela de viajes. Así que fue un proceso tranquilo.

—¿Cuál fue la batalla que más te costó escribir y por qué?

—La batalla por la Reconquista de Buenos Aires en Con solo nombrarte. Conocía bien la ciudad y las calles, pero las tropas de ambos bandos avanzaban y retrocedían, entraban en casas, había túneles, arroyos en la ciudad, no fue sencillo tener todo eso en la cabeza y traducirlo en una novela.

—Más allá de las guerras, cerca de ellas siempre late el amor, ¿de qué manera surgieron en vos las historias de amor de tus protagonistas?

—Siempre pienso en los protagonistas como una pareja, nacen así, y considero con atención qué es lo que los separa, porque es el centro de la novela, y cómo se va a resolver, si es que se resuelve.

—Con la trilogía completa, ¿qué sigue ahora en el universo Margall?

—Veremos. Hay varias cosas que tengo en mente y no me alcanza el tiempo para todas. La historia siempre está presente, aunque me gustaría probar con la épica fantástica.

—Para terminar, te invitamos a elegir tres telas o vestimentas que representen respectivamente a cada una de tus novelas.

Si encuentro tu nombre en el fuego: una mantilla de encaje.
Con solo nombrarte: un abanico.
La viajera del sur: un vestido verde oscuro.

Sigue leyendo

Entrevistas

Verónica Sordelli: “Escribir fue la manera de leer mi vida”

Publicado

el

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Las huellas de sus pies desaparecen, se hunden en la arena como si nada hubiera existido, después de los deseos. Son partículas de tiempo disolviéndose, nada. Cada paso los acerca y los aleja. Son un espejismo de sus propias palabras. No basta con pronunciar sus nombres, el viento se los lleva, los arrastra al vacío, donde alguna vez existieron castillos de arena.

“Castillos de arena”, la última novela de Verónica Sordelli, cuenta una historia que se pierde en las arenas del desierto, en un escenario que muta para dejar en los lectores un viento de preguntas que, poco a poco, van revelando los otros desiertos, los que habitan en el interior de sus protagonistas.

En diálogo con ContArte Cultura, la autora cuenta acerca de su propia ruta en el camino de la escritura, especialmente de su última obra, donde invita al lector a viajar a través de sus palabras.

—La arena, su liviandad, esa convergencia de partículas en movimiento y la textura al pisarla suelen llevarnos a distintos escenarios donde nuestros pies han dejado sus marcas. En tu novela el desierto es un gran protagonista, es por eso que para comenzar nos gustaría detenernos en las sensaciones que la arena haya despertado en vos, en sus huellas, que de alguna manera puedan ayudar a presentarte.

—Soy de Necochea, la arena me acompaña desde mi infancia. Siempre fue la misma, soy yo la que con el paso de los años la fui viendo distinta, porque en cada etapa de mi vida despertó sensaciones diversas: una infancia construida de la misma manera que con la pala y los rastrillos se construyen los pozos esperando que desde su interior surja el mar. El asombro de no entender por qué sucedía y la alegría de que así fuera. Una adolescencia donde la arena representó los fogones con amigos, el primer beso de amor y tal vez la primera lágrima de desamor. Una adultez donde comencé a caminarla, y se la presenté a mis hijos y los ayudé a construir sus castillos y los escuché gritar de alegría y tuve que consolarlos cuando el mar, en cuestión de segundos, los desmoronaba. Miré muchas veces para atrás, no estaban solamente mis huellas, y lloré mucho despidiendo algunas que se fueron y agradecí recibiendo a aquellas que se sumaron. ¡Y si! ¡Así es la vida! Y como aquella niña siento el asombro de no saber porque sucede y la alegría de que así sea.

—Y en ese desplazamiento que significa viajar, vayamos a tus comienzos como escritora. ¿Recordás en qué momento de tu vida se despertó tu deseo de contar historias?

—Mi primera novela surgió de la necesidad de contar la historia de las playas de Quequén, una historia llena de naufragios, con uno de los hoteles más imponentes de Sudamérica. El momento exacto fue cuando una de las tantas mañanas que salí a trotar por la costa, sentí el privilegio de vivir en este maravilloso lugar. 

—Mirando hacia atrás, ¿qué hilos temáticos atraviesan todas tus obras?

—Escribir fue la manera de leer mi vida. En mis libros estoy. Entonces diría que el hilo rojo que une a mis novelas es la mujer. En algunos momentos de la historia, o de la cultura en la que vivió, no tuvo demasiado o ningún poder de decisión, en otros pudo hacerlo. Pero siempre luchó para ser fiel a sus pensamientos.

—Tu novela “Castillos de arena”, publicada por Del Fondo Editorial, es una historia de amor y de fusión de culturas, ¿cuál fue el disparador para su escritura?

—La importancia que tiene la religión en la cultura árabe y la maravillosa diferencia con el occidente me llevó a preguntarme: ¿Qué tenemos en común? Por encima de toda diferencia tenemos en común el amor. A partir de ahí comenzó la historia.

—¿Cómo viviste el proceso de cruzar el desierto para acercarte a una cultura tan diferente de la nuestra?

—Agradezco haber podido viajar en tres oportunidades a encontrarme con la cultura árabe. En cada una de ellas mi premisa fue no cuestionarla y respetarla. Fue lo que me ayudó a entender la importancia de los mandatos sociales y religiosos en sus vidas y como viven para cumplirlos. Fue también entender que somos distintos, ni mejores ni peores, solo distintos. Toda cultura se merece ser respetada, pero creo que para lograrlo hay que estudiarla, no desde los extremismos porque gente mala y buena hay en todas, sino desde la esencia del ser humano.

—¿Qué o quiénes te ayudaron a darle vida a Jayif, el protagonista de “Castillos de arena”?

—Jayif fue creado a partir del lugar que ocupaba en su cultura y con los mandatos que ella le imponía.

—Y si tuvieras que definir a Elena, tu otra protagonista, en una sola palabra, ¿cuál sería?

—Superación

—Al avanzar en la historia aparecen situaciones límite donde el dolor y la muerte envuelven a tus personajes, ¿qué fue lo que más te costó al momento de escribir esas escenas?

—Investigué y leí muchísimos testimonios. Lo más difícil fue aceptar que se trataba de situaciones reales.

—Un deseo sin spoilear… ¿hay vida después de la muerte?

—No lo sé, sólo puedo afirmar que la muerte es la no presencia física, pero siempre estaremos vivos en el recuerdo de aquellos que nos aman. Dicen que la vida es corta, pero también dicen que las cosas no valen por el tiempo que duran, sino por las huellas que dejan.

—Para terminar, ¿qué aroma creés que representaría a tus “Castillos de arena” y por qué?

—Mi preferido: el perfume que siento cuando abrazo a una persona que amo. Porque el amor sana y salva.

Sigue leyendo


Propietaria/Directora: Andrea Viveca Sanz
Domicilio Legal: 135 nº 1472 Dto 2, La Plata, Provincia de Buenos Aires
Registro DNDA Nº 2022-106152549
Edición Nº