

Artes Visuales
Mucho más que una ciudad balnearia: una muestra fotográfica sobre Mar del Plata
Con la mirada desde la costa del Atlántico y un diálogo entre el exterior y el interior, los fotógrafos Walter Barrios y Nicolás Trombetta exponen en la muestra “La arquitectura de los peces y el perfume del error” en el Museo Juan Carlos Castagnino de Mar del Plata, lugar que puede visitarse hasta mediados de octubre.
“Desde el momento que nos conocimos con Walter nos interesó la manera de hacer fotografía dentro de la costa. Los dos transitamos lugares comunes como Mar del Plata, Mar de Ajó, el océano Atlántico”, explicaba Trombetta en una nota con la agencia de noticias Télam.
“Por mi parte el interés de construir en la naturaleza como lugar imaginario donde conviven seres inventados entre aguas, médanos, y bosques”, esgrimió el fotógrafo sobre su obra, “mientras que Walter con sus procesos del quehacer con su espacio habitado, construye desde su casa lugares imposibles que recuerdan su ciudad natal”.
Ambos artistas expresan sobre sus prácticas que “cada uno en su forma y su mirada busca reinventar lo sabido, lo que ya está, en consecuencia la mirada que nada tiene de verdad, transita, tan solo transita”.
Trombetta, con sus seres inventados y reales ubicados en paisajes que van de Bretaña a la blanca Antártida, el viento y el mar de estas costas, la naturaleza, en “sus fotos congela espirales de arena, conspira con el desierto para robarle algo al devenir y ocultarlo en un pase de magia: donde otros harían alarde de su certeza mostrando, él decide anclar en la incertidumbre. En sus fotografías todos somos errantes preguntando, no hay respuestas”, escribe la fotógrafa Laura Ortego.
En cambio, “para conjurar el abismo Barrios guarda en su caja de herramientas ornamentos caros y materiales baratos, y se atrinchera en los interiores de Mar del Plata como quien se prepara para pasar el invierno”, contrapone.
Nicolás Trombetta (Buenos Aires, 1972) vive y trabaja entre Buenos Aires y Mar de Ajó, estudió fotografía en la Escuela de Arte Fotográfico de Avellaneda y en los talleres de Alberto Goldenstein. Expuso en Argentina, Brasil, Estados Unidos, Canadá y Francia, y su obra forma parte de las colecciones del Mamba, Fundación Federico Klemm, Salón Nacional de Artes visuales y el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro.
En 2004 ganó el premio adquisición de Artes Visuales, en 2014 participó de la residencia artística en la Antártida, y entre 2015-2016 cursó la maestría de Lenguajes contemporáneos latinoamericanos de la Undav. Además, su obra ha sido publicada en los libros “Fotografía en la Argentina 1840 – 2010”, “Arte contemporáneo Argentino Colección del Mamba 2” .
Walter Barrios (Mar del Plata, 1977) finalizó sus estudios de fotografía en la Escuela Superior de Artes Visuales Martín A. Malharro de su ciudad en 2002, y a partir del 2001 realizó muestras individuales y colectivas, y desde el 2006 fue seleccionado y premiado en concursos, salones y bienales.
Fue becado y realizó clínicas artísticas con Fabián Burgos y Laura Messing, y cursó la Escuela de Proyecto que completó en 2011 bajo la guía docente de Sergio Bazán, Manuel Amestoy, Andrea Juan y Augusto Zanela.
Entre 2007 y 2013 fue docente de fotografía y lenguaje visual en distintos colegios privados, y en 2009 creó Salto Luz, Taller de Fotografía y Lenguaje Visual que dirige y en el que dicta clases, un espacio de charlas y clínicas con artistas como Marcos López, Alberto Goldenstein, Nacho Iasparra, Ataulfo Pérez Aznar y Augusto Zanela; y su obra forma parte de la Colección del Museo Castagnino+Macro de Rosario.
“La arquitectura de los peces y el perfume del error” podrá visitarse hasta el 16 de octubre, de miércoles a lunes entre las 14 y 19 en el Museo Municipal de Arte Juan Carlos Castagnino de Avenida Colón 1189, Mar del Plata.


Artes Plásticas
ADA presenta su catálogo online y pide el reconocimiento de dibujantes como autores

La Asociación de Dibujantes de Argentina (ADA) realizará este viernes una actividad con editores en la Biblioteca del Congreso Nacional en la que se presentará el catálogo online de proyectos editoriales de los socios de la entidad y el anuario de su 85 aniversario, pero además impulsarán el reconocimiento de la tarea de ilustradores como autores a la par de quienes escriben los textos.
“Los ilustradores también somos autores aunque no hayamos escrito un texto, porque con nuestras ilustraciones también estamos comunicando, también estamos narrando. De hecho, muchas veces las ilustraciones van por un camino diferente del texto escrito”, explicó a la agencia de noticias Télam Alejandra Clutterbuck, autora del libro “¡Qué pelo difícil!” que participará de una charla que se realizará ese día a las 19 junto a Poly Bernatene, presidente de ADA, y los ilustradores María Wernicke, Leo Frino, Guadalupe Belgrano y Nadia Romero Marchesini.



Esa charla será abierta al público pero antes, a las 17.30 y 18.30, será el turno de la presentación de las maquetas de los ilustradores de ADA y del catalogo on line que reúne todos los proyectos editoriales de los dibujantes y es una nueva herramienta para que editores de todo el mundo puedan seleccionar material para sus propios catálogos, explican desde la asociación.
A su vez, a las 18.30 se presentará el Anuario del 85 Aniversario de ADA y se entregarán ejemplares a los editores presentes.
Sobre el eje que intentan visualizar en esta jornada, Clutterbuck destaca que “muchas veces los libros son elegidos por las ilustraciones y no por el texto y a veces uno se lleva buenas sorpresas con el texto y otras veces al revés, porque quizás compra el libro por las ilustraciones. Cosa que también puede pasar a la inversa, que un libro tenga muy lindos textos y las ilustraciones tal vez no tanto. Pero bueno, en ese sentido lo que es la palabra escrita y la imagen comunican”.
“De ahí que digamos que también somos autores y que también merecemos un reconocimiento. Muchas veces hay gente que quiere ir a comprar un libro porque le gustan las ilustraciones y cuando lo busca en las librerías, a través de los catálogos, no figura el ilustrador y entonces se hace muy difícil incluso conseguirlo. Entonces para nosotros es importante generar un cambio en la mirada sobre nuestro trabajo también desde ese lugar”, concluye.
Artes Plásticas
María Julia Tagliero: “Si hay un texto, la imagen es interesante cuando muestra algo más”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Es una línea que busca otra línea, la convergencia, una pincelada expuesta, el impulso de saltar al vacío, a la nada donde habitan todas las posibilidades.
Es el trazo que se atreve más allá de las palabras, el punto de encuentro, las letras y el pincel.
Es algo nuevo, inevitable, un grito de colores, el silencio de formas inciertas.
Es el arte que fluye, como si no existiera un principio ni un final.
María Julia Tagliero es diseñadora en comunicación visual e ilustradora, una carrera que se manifestó como un juego en sus años de infancia. Las líneas marcaron el camino. Una encima de la otra, fueron desenrollando el gusto por el arte que en la actualidad llena sus horas.
Contarte Cultura charló con ella para conocer su historia y los proyectos que forman parte de su vida.
—Porque creemos que toda manifestación artística es un punto de encuentro, vamos a comenzar esta charla con unas pinceladas imaginarias que acerquen nuestras voces. Un pincel va y viene sobre la tela de tu mente, se deja llevar por el paisaje que lo convoca, un paisaje que te representa, que te atrapa en las manchas que lo definen. A modo de presentación, ¿cuál sería el paisaje que te da vida? ¿Qué elementos o sensaciones que nos cuenten algo de vos aparecerían en esa imagen?
—Plantas, árboles, cielo, agua, caminatas, manchas de color, música, crayones, textura, tacto, luz.
—Y partiendo de ese territorio imaginario que fue descubriendo parte de vos, ¿recordás en qué lugares de tu infancia comenzó tu conexión con el arte?



—Sí, más que nada con mi abuela, pero también en el jardín de infantes y en la escuela. Mi abuela pintaba, hacía más que nada pintura decorativa, en cajas y en casi cualquier otro objeto de madera. También pintaba cuadros. Me encantaba compartir esto con ella. Yo tenía 5 años, 9, 14. Fueron muchos años de charlas compartidas y momentos de pintar. Lo disfrutaba, disfrutábamos mucho. Teníamos un juego. Ella hacía una línea en una hoja. Después yo hacía otra. Luego ella, luego yo. Y así íbamos haciendo un dibujo entre las dos. Salían dibujos raros y nos solíamos reír con esto. En el jardín de infantes un día hubo un concurso de arte que supuestamente yo gané y me dieron un reloj, aunque yo hoy en día supongo que nos deben haber dicho a todos que ganamos (risas). De cualquier manera, en ese momento se guardó en mí una conexión entre hacer algo que me gustaba y el sentimiento de haber hecho algo bueno. Me gustaba mucho dibujar, como a cualquier peque, pero como lo realizaba mucho con mi abuela lo fui haciendo cada vez más parte de mi vida. También en la escuela teníamos plástica, y la maestra nos hacía hacer cosas interesantes. Siempre me gustaron las manualidades. Eso de que a partir de la nada, o casi, se forma algo nuevo. Creo que por eso también me gusta restaurar cosas, como un mueble o agarrar algún objeto, limpiarlo, arreglarlo y utilizarlo para otra cosa. Mi novio dice que soy “croto-chic” (risas).



Me gusta mucho la decoración. Hacer que un espacio se sienta agradable para estar. Luz, plantas -vida- y pensar en los colores que hay en el espacio. Creo que es un poco como ilustrar en la tridimensión. En fin, en la escuela, en la clase de plástica, un día hicimos un ejercicio que constaba en replicar un dibujo de una mujer, pero… mirándolo al revés (patas para arriba), y al ver el resultado me sorprendí (eso es porque haciendo esto burlás el lado izquierdo del cerebro que busca formas que conocemos y en su lugar te limitás a copiar las líneas que ves) y eso me hizo sentir que podía crecer. Todo eso metido en un bowl, junto con que de adolescente salí unos cuantos años con un dibujante, mantuvo siempre mi atención y mi disfrute en pintar y dibujar. Estar con él me inhibía bastante. Evidentemente yo me comparaba. Pero cuando decidimos separarnos hubo una explosión en mí. Pasé el verano entero dibujando. Todos los días. Estaba totalmente metida. Y eso me ayudó a crecer. Hacer algo todos los días, aunque sea un ratito y con ganas, es muy poderoso. Ese mismo año, en abril empecé la carrera de Diseño en Comunicación Visual. Pasé unos años hermosos. Aprendí e hice amistades que valoro mucho. Por esos años mis papás me regalaron mi primera tableta gráfica, y también murió mi abuela, pero siempre la tengo muy presente. Así que más que un lugar o momento, yo creo que fue una serie de vivencias.
—Si nos situáramos frente a tu mesa de trabajo, ¿qué veríamos en lo cotidiano?
—En mi mesa siempre hay plantas. Son algo que me transmite mucha vida. Siempre me asombro con sus formas y colores y lo que emanan. Me hacen bien. En cuanto a los materiales, van cambiando. Tengo épocas. Durante mucho tiempo usé témperas y lápices, pero hoy en día estoy en una larga racha de crayones acuarelables. No los acuarelo, pero me encanta porque dejan mucha materia. Apoyás la punta del crayón y eso mismo es lo que ves en la hoja. Los descubrí hará 2 años y sigo un poco obsesionada. Antes de eso, para mí, decir crayones era sinónimo de los crayones escolares, ni siquiera sabía que este material se producía para el trabajo profesional (son similares a los óleo pasteles). Trabajo en un estudio de animación, así que el dibujo y pintura digital son necesarias, además de que brindan muchas herramientas. También tengo un scanner. Después de tantos años, recién el mes pasado me cayó la ficha de que lo necesitaba, así que ahí está también, junto a la computadora. A veces, porque soy muy de cambiar todo de lugar.






—¿De qué manera llevás adelante el proceso creativo de tus obras?
—Soy bastante desordenada. No es algo que me enorgullezca, porque no me ayuda mucho, así que estoy en lucha con eso, tratando de ordenar un poco mi proceso creativo. Para ser honesta, a veces empiezo directamente a pintar. Otras veces, cuando necesito algo más de planeamiento, hago algunos bocetos y luego pinto. Para mí lo más importante es el color, así que normalmente empiezo armando pruebitas de posibles paletas. Combino colores y cantidades y cuando encuentro algo que me gusta lo uso de base. Suelo ver referencias, aunque últimamente intento no hacerlo demasiado, porque hay tanto para ver que a veces caigo en la trampa de pasar mucho tiempo mirando y al final me queda poco para dibujar. Algo que disfruto mucho es salir a pasear y ponerme a pintar algún paisaje. Me concentro mucho así, porque la naturaleza me provoca eso. Usualmente vamos con Adri, mi novio, a algún pueblito no necesariamente turístico. Nos sentamos en alguna laguna o paisaje que nos guste, él toca la guitarra y yo pinto con los crayones en mi sketchbook. Siempre con mate.









—¿Con qué materiales y técnicas te sentís más a gusto a la hora de trabajar?
—Lo que más me ha gustado siempre (hasta ahora) es lo que se siente bien cargado de materia y de color, que deja expuesta la pincelada o el trazo a la vista, como el óleo, o la témpera casi sin agua, los óleo pasteles y los crayones acuarelables. Tuve mi momento con todos esos materiales, pero hasta ahora no se me dio mucho por medios más sutiles como la acuarela. He hecho alguna cosa, pero no es lo que más me llama. Cuando he visto cuadros de Van Gogh, Sorolla o Cezanne me he tenido que poner un babero. Creo que me llama mucho eso de que se vea el rastro de quien lo hizo. Cómo fue esa pincelada. Se siente la energía, el impulso, o lo que sea.












—Contanos de tus obras, ¿cómo llegaron los libros álbum a tu vida y cuáles son las claves para que tus ilustraciones dialoguen con los diferentes textos?
—Llegaron cuando tenía 19 años, en el 2009. En enero. Estaba en Plaza Italia, en mi ciudad (La Plata). Me iba a encontrar con un chico para intercambiar clases de piano por pintura. Nunca fue, así que crucé la calle, fui a la librería que estaba enfrente y caí en el sector infantil que estaba en la entrada. “¡¿Qué es todo esto?!”, me dije. Encontré un libro que se llama Princesas olvidadas o desconocidas, de la ilustradora Rebecca Dautremer. Ahí se abrió un universo para mí, (recordemos que en el 2009 no estábamos como ahora con Tik Tok en los celulares). Lo descubrí. Era un libro que costaba $49, algo caro. Seguro no me alcanzaba, pero igual metí la mano en el bolsillo y conté lo que tenía: $49. Todavía lo tengo. Ese verano me la pasé mirándolo. Me fui de vacaciones con mi familia y a la noche me quedaba despierta mirando detalladamente todo. No lo podía creer. Respecto del diálogo entre texto e imagen, para mí lo más importante es el color. La sensación que te da la paleta. Voy a decir algo que creo que cualquier ilustrador o ilustradora diría, pero creo que es la clave: que el texto y la imagen no digan lo mismo. Si hay un texto, la imagen es interesante cuando muestra algo más. Dejar que quien lo vea descubra cosas que no están dichas literalmente en el texto es lo que hace que quieras quedarte mirando. A veces no es cuestión de agregar información, sino tal vez de cambiar el punto de vista desde donde se ve la escena. O quizás sea mostrar un detalle de todo lo que dice el texto.



—¿Cómo vivís la oportunidad de haber sido seleccionada para participar de la 29° Bienal de Bratislavia 2023?
—La verdad es que cuando vi mi nombre en la web de ADA me vi las manos y tenía los dedos blancos (risas). Estoy muy contenta. Me parece que este tipo de oportunidades son muy significativas, no sólo por lo que podés aprender, sino por toda la experiencia en general: el viaje, un lugar nuevo, las personas que te cruzás, y encima todo dispuesto para dedicar nueve días a aprender y hacer. En el 2018 hice algo similar en Albania. Fui a desarrollar habilidades en pintura de paisajes con un pintor de allá.
—¿En qué otros proyectos estás trabajando por estos días?
—Dentro del estudio en el que trabajo hace más de 8 años, siempre estamos haciendo el desarrollo visual para alguna animación. Desde “explainer videos” hasta cortos animados. A mí me toca el diseño de personajes y fondos y la dirección de arte de algunos de esos proyectos. Puntualmente, ahora estoy trabajando en el tercer libro de la colección Yoga para Peques y en el desarrollo de una app que se desprende de estos libros. Dejo el Instagram y web para quien quiera ver algo de esto: www.instagram.com/amblagar www.amblagar.com.



Y en mi modo freelance, estoy preparando ilustraciones en crayón que pienso vender en la web que me está haciendo uno de mis hermanos. La idea es que haya cuadros y láminas para elegir. Nunca fui de vender lo que hago de esta forma, pero varias personas me han preguntado si vendía cuadros, así que decidí probar. También estoy metiéndome en el diseño de patterns. Me tiene algo obsesionada desde hace un tiempo, así que todos los días miro alguna clase y hago algún pattern. Siento que es muy importante ver clases, porque ayuda mucho a nutrirse y entusiasmarse con algo nuevo o a profundizar lo ya conocido. Al que quiera, también pueden visitar mi web personal: www.mariajuliatagliero.com.
—Para terminar te invitamos a soltar un deseo en nuestro paisaje del comienzo. 9- —”Lindas sorpresas” es mi deseo. Aclaro “lindas” porque pedir solo “sorpresas” me da un poco de miedo (risas).
Artes Visuales
La Fototeca Latinoamericana continúa su recorrido por diversos puntos del país

La Fototeca Latinoamericana (FOLA) continúa su gira por distintos puntos del país. Se trata de un museo itinerante, de acceso libre y gratuito, que reúne fotografías de 42 personalidades de la historia argentina, de diferentes generaciones y estilos.
La propuesta, apoyada por el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires a través del programa de financiamiento de la plataforma Impulso Cultural “Mecenazgo”, tiene previsto, para fin de año, completar los 7 mil kilómetros recorridos, habiendo transitado por 11 provincias y 30 ciudades. Este mes, estará en Adolfo Alsina, Bahía Blanca y Mar del Plata.
“Mecenazgo es una herramienta muy importante para fortalecer nuestra cultura, conectando proyectos con empresas que los apoyan. Esta edición cuenta con un fuerte componente federal que permite visibilizar las iniciativas en distintos puntos del país, como es el caso de FoLa. Estamos muy contentos con la recepción que tuvo este primer museo de fotografía itinerante”, afirmó el ministro de CABA, Enrique Avogadro.
Por su parte, el director y fundador de FOLA, Gastón Deleau, sostuvo: “Este proyecto soñado superó todas nuestras expectativas, recorrimos más de 7 mil kilómetros y visitamos más de 30 ciudades de 11 provincias. El cariño y agradecimiento que recibimos fue increíble, las emociones que atesoramos serán imborrables. El sueño que teníamos se volvió realidad. Ahora seguiremos trabajando por un 2023 con nuevas aventuras y emociones”.
Desde enero, la Fototeca Latinoamericana recorre el país con una muestra en la que se destacan fotógrafos como Grete Stern, Annemarie Heinrich, Sara Facio, Helen Zout, Horacio Coppola, Giann Bulacio, Alejandro López, María Inés Paz, Marcelo Abud, Fabián González y Gustavo Nelles.
A la propuesta permanente se suma la proyección de imágenes de entre 10 y 30 fotógrafos de cada ciudad. Eso se complementa, a su vez, con una biblioteca rodante, proyección de documentales y espacios de charla que se concretan con los pobladores locales del sitio visitado por FOLA.
Los próximos destinos serán en la provincia de Buenos Aires: Adolfo Alsina (14 de noviembre), Bahía Blanca (21 de noviembre) y Mar del Plata (28 de noviembre). Así continúa la gira que ya pasó por las ciudades de Mendoza, Rosario, Concordia, Rafaela, Córdoba, Santiago del Estero, Salta, Jujuy, San Juan, San Luis y Santa Rosa.
(Fuente: Ministerio de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires)
Debe estar conectado para enviar un comentario.