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Leo Frino: “Siempre digo que no sería el ilustrador que soy si antes no hubiese sido diseñador gráfico”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Existen letras flexibles, dóciles, capaces de moverse sobre el plano que las contiene, como si sus curvas y sus rectas tuvieran vida y necesitaran expresarse.

Hay imágenes que habitan el interior de las letras. Son dibujos que se adhieren a sus bordes, formas dentro de las formas, blandas, sutiles presencias que las completan, voces atrapadas en las líneas de un alfabeto siempre nuevo.

Leo Frino es diseñador e ilustrador, dos profesiones que ha logrado fundir en sus creaciones en las que las tipografías o las figuras geométricas se convierten en vehículos de un mensaje dibujado.

En diálogo virtual con ContArte Cultura, el artista plástico nos introduce en su mundo creativo.

—Vamos a comenzar esta charla, como si no existieran las palabras, con un dibujo: ¿Qué imagen formada por letras dibujadas elegirías para presentarte y por qué?
—Hay una especie de autoretrato en mi serie Tiposición donde una gran O es la cabeza, tiene el pelo un poco desalineado y una A clavada en la cabeza como si fuese la punta de un lápiz, listo para pensar y dibujar ideas e imágenes. Hay tipografías que me llevan a diseño, hay letras que arman un personaje, una ilustración. Es mi autoretrato para esa serie, una linda forma de empezar.

—¿En qué momento sentiste que tu profesión de diseñador podía completarse o fundirse con la ilustración?
—En realidad, tengo formación en diseño gráfico y es a lo que me dediqué al inicio, pero hubo un momento que empecé a aburrirme un poco con la profesión y, por el contrario, me empezó a entusiasmar más el dibujo o la ilustración, es por eso que empecé a abrirle camino al ilustrador. En esa ruta, el diseño ya estaba ahí e inconscientemente creo que era un recurso que utilizaba en el armado de las piezas, tanto para la construcción de la imagen como en la elaboración de archivo final. También, se puede ver cuando me encargo de ambas cosas en un trabajo y, si bien es un punto a favor para generar clientes o trabajos, a veces genera un proceso de cambios constantes tanto del diseño como de la ilustración resultante, pues voy acomodando según lo necesite. Eso hace un poco menos liviano el proceso, pero por otro lado tengo control para ir manejando según vaya viendo cuál es la mejor opción. En estos casos, siempre pienso primero el diseño y luego la ilustración en función de lo que haya armado, pero, como decía, es al inicio y queda sujeto a cambios, pues puede ocurrir que veo algo de la ilustración que hace que quiera adaptar algo del diseño. En ese aspecto, manejar ambas profesiones es un beneficio.

(PH: Lu Bonomini)

—¿Cómo y cuándo te descubriste jugando con la plasticidad de las letras y sus formas?
—Ya en primer año de Diseño Gráfico, conocí las vanguardias de principios de Siglo XX. Entre ellas el futurismo, el dadaísmo y los movimientos rusos, que utilizaban para sus carteles y obras, collages y letras dispuestas de manera no tradicional o convencional, a la vez que empezaban a utilizarla como una forma, no como letra con su significado literal sino como formas plásticas. Entonces, las letras no formaban palabras sino manchas, formas. Actuaban como lo hacían los dibujos o fotografías. Eso me fascinó e hizo que siempre juegue con las tipografías en cada diseño que hacía. Más acá en el tiempo, me crucé con Papeles fútiles, un libro excelente de Bianki donde mostraba cómo armaba personajes o situaciones con las letras. Eso, en cierta forma, me habilitó a experimentar ese lenguaje y cuando le fui abriendo paso a la ilustración surgió casi inevitablemente. Empecé a darle cada vez más plasticidad hasta el punto de equipararlas a personajes o cosas como las que había hecho Bianki años atrás. Entonces, al principio experimenté utilizando solo la tipografía Bodoni, que tiene muchas variantes que van desde la regular hasta la black, teniendo también variantes condensadas. Es una tipografía clásica, infalible casi, que en sus formas genera un contraste visual súper interesante en sus trazos y formas. Luego agregué familias de palo seco. El desafío, siempre, era tratar de utilizar la misma familia, con sus variantes, para conservar los mismos trazos o formas. También algo que intento, aunque no siempre es posible, es generar el personaje o la situación con las letras que la conforman. De esta manera, podía utilizar el recurso de ilustrar con letras para, además de armar la imagen, aprovechar para generar un plus o incluir algún mensaje conceptual.

—Contanos qué es la “Tiposición” y de qué manera te fue abriendo caminos en tu carrera de ilustrador.
Tiposición es un juego de palabras entre tipografía e ilustración. Es una composición tipográfica para ilustrar o, más simple, una ilustración tipográfica. Fue el paso necesario para la transición entre dejar diseño e iniciarme profesionalmente en la ilustración y ahora funciona como una conjunción perfecta de esos dos mundos. Siempre digo que no sería el ilustrador que soy si antes no hubiese sido diseñador gráfico. Creo que es como una especie de carta de presentación. Es un estilo poco común de ver, y entonces lo vi como un diferencial en mi trabajo, pero realmente no lo hubiese desarrollado más allá de esa primera experimentación si no fuese algo que me entusiasma hacer, es por eso que haber podido publicar algunos libros con este lenguaje, e incluso viñetas para manuales que luego fueron parte de la Bienal de Bratislava en 2019, es más que gratificante.

—Si pudieras elegir una tipografía que hable de vos, ¿cuál sería?
—¡Uh! es una pregunta bastante difícil, nunca me la habían hecho. Pensando un poco, voy a decir algunas que me gustan como la Bodoni, DIN, Calibri, Fira Sans o la Helvética. Pero creo que, si tengo que quedarme con alguna que me represente, supongo que sería alguna de palo seco, sin serif, pero con un toque suave. Voy a elegir la Calibri.

—¿Cómo nacen y se desarrollan tus personajes desde lo gráfico?
—Generalmente empiezo por un círculo en papel y lápiz y luego es borrar, corregir, repetir. Los bocetos suelo hacerlos así, a lápiz, hago algunas pruebas, distintas poses o gestos. A veces los paso a tinta y luego sigo en la computadora, redibujando y agregando color. La parte de color me es mucho más sencilla y rápida de esta forma. También, en esta instancia, empiezan a aparecer, junto al color, algunos detalles u objetos para caracterizar o darle cierta personalidad al personaje. Una vez que éste empieza a definirse, voy probando algunas situaciones o posturas específicas.

—Muchas veces utilizás trazos sencillos o figuras geométricas para construirlos, ¿cuál es el proceso creativo para darles vida? Por ejemplo, ¿cuántas aves pueden habitar en un triángulo?
—Eso tiene que ver un poco con mi formación de diseño, más esquemática que plástica si se quiere. Supongo que esto de “menos es más” o perderle el miedo al blanco en cuanto a no rellenar por rellenar. Saber usar el blanco como un color más, como otro recurso, me fue formando la mirada y mi gusto de contar con imágenes morfológicamente simples, sin tanto detalle. Hace poco retomé una serie de aves que había hecho hace unos años y desarrollé distintos pájaros formados por triángulos, donde sólo utilicé círculos para los ojos y algún detalle. Es interesante cómo con una sola figura (o dos) aparecen resultados tan dispares cambiando el color, el tamaño o la ubicación. Pero más impactante aún es el hecho de que algo que podría parecer un límite termina siendo lo contrario. En realidad, es como poner un límite para romperlo. Sin esa limitación, no tendría la necesidad de hurgar en la forma, de descomponerla, de ver qué hay dentro de ese triángulo y de probar distintas maneras y combinaciones posibles. Es un poco experimentar y salir de la zona de confort, romper los límites impuestos e ir hacia lo desconocido, lo nuevo, eso que incomoda o da miedo. Hay que saber sobrellevar esa parte del proceso porque que es vital para seguir en movimiento, para poder obtener resultados nuevos o distintos.

—¿Con qué materiales te sentís más cómodo para crear?
—Lápiz al principio. Luego, generalmente, llevo todo a la computadora y sigo probando.

—¿En qué proyectos estás trabajando por estos días?
—Actualmente estoy en cosas un poco dispares. Es lo lindo de esta profesión, un dibujo puede estar en distintos soportes y es algo bastante entretenido, porque son desafíos distintos, no sólo el encargo sino todo el proceso. Puntualmente, estoy ilustrando un par de libros, distintos entre sí. Uno, donde voy jugando un poco con las ilustraciones y el diseño de éstas en la página. El otro es con pictogramas, por lo que tuve que armar bastantes viñetas que van reemplazando las palabras en la historia. Son diferentes entre sí pero súper entretenidos de hacer, cada uno con sus formas. También, tengo avanzados algunos proyectos personales para libros (siempre estoy pensando alguna idea o proyecto) y hace poquito le di vida a un personaje para un lugar que hace tomas de escalada. Es un perrito escalador llamado Quevi (se pronuncia Cuevi). Por último, hace poco desarrollé “Dibuja tu destino”, un material con 40 consejos sobre el oficio de ilustrar, cosas o tips para tener en cuenta en distintas instancias de este oficio, ya sea al empezar o al estar en contacto con clientes, así como el proceso creativo, los tiempos muertos y los números o costos. Este material se puede descargar de forma libre desde mi web.

—¿Existe algún deseo que te gustaría dejar escondido en alguna de tus letras dibujadas?
—Nuestras ideas, nuestra mirada, se pegan en lo que hacemos, se nota cuando estamos bien o cuando estamos mal. Se nota en el trazo, en la paleta de colores, en donde hacemos foco al pensar las imágenes, eligiendo qué mostrar o no mostrar. Es un trabajo tan noble que muchas veces no nos deja mentir, nos expone, por eso, es sano hacer las cosas con cierta inocencia, mostrándonos lo más genuinos que cada trabajo y momento nos dejan ser. Uno de los libros que realicé, es un abecedario llamado Letranimal, publicado por Editorial Olivia hace algunos años ya. En las guardas del libro se formaba una frase que sintetiza un poco esta idea, dice “Reíte toda la vida y dibujá con el corazón”.

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Marcha atrás con el cierre del Fondo Nacional de las Artes y del Instituto Nacional del Teatro

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El Gobierno envió al Congreso el texto reformado del proyecto de “Ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos” donde da marcha atrás a la derogación del Fondo Nacional de las Artes (FNA) y del Instituto Nacional del Teatro (INT), entre otros puntos incluidos en el capítulo dedicado a la cultura, que se “rediseñó protegiendo los recursos del sector, pero preservando el objetivo de que los gastos administrativos no sean una carga excesiva”, según se explicó en los fundamentos de la iniciativa.

Tras el plenario de comisiones de Diputados, donde expusieron referentes de la cultura, enmarcados por protestas y manifestaciones en las calles de trabajadores del arte y la cultura, la Ley Bases ingresó al Congreso con varias reformas: una “nueva versión” que “ha sabido recoger muchos de los puntos de la discusión”, donde “la diferencia no es solo cuantitativa (se pasa de un proyecto con 664 artículos a uno de 523) sino cualitativa”, aclara la introducción del texto.

El nuevo texto -que incorpora gran parte del debate público” pero “mantiene las bases fundamentales de ampliación de libertades, libertad económica, reorganización administrativa, equilibrio presupuestario” y “fortalecimiento de la educación y la cultura”- plantea que el FNA pase a funcionar con directores ad-honorem y un límite de gastos del 20% de sus ingresos; que se reforme la categorización de filmes nacionales, restricciones financieras para el Instituto Nacional de la Música (Inamu) y la Comisión Nacional de Biblioteca Populares (Conabip).

“Es sano exponer los privilegios de unos pocos, es sano mover nuestro marco normativo hacia adelante modificando cosas que el tiempo había enquistado (…) es sano escuchar, corregir, aprender”, dice el documento que incorpora medidas específicas para garantizar que el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) promocione al cine nacional y mantenga intactos los alcances del Fondo de Fomento Cinematográfico.

En cuanto al Instituto Nacional de la Música (INAMU) y la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares CONABIP, “en pos de una gestión más eficiente”, se establecen restricciones de gastos para el INAMU y la CONABIP. Limitar también los egresos al 20% de los ingresos de estas instituciones busca garantizar una utilización eficaz de los recursos disponibles, evitando excesos administrativos y priorizando el respaldo directo a la música y las bibliotecas populares.

Sobre el Instituto Nacional del Teatro, el proyecto propone la absorción de las funciones del INT por la Secretaría de Cultura, señalando un enfoque en la eficiencia administrativa. Sin embargo, esta decisión también abre la posibilidad de que el Instituto quede más supeditado a los vaivenes políticos, planteando desafíos adicionales para su funcionamiento futuro.

Las nuevas modificaciones al proyecto de ley reflejan una estrategia más cautelosa, donde se buscan reformas significativas sin descuidar la protección de instituciones fundamentales, pero que mantiene el espíritu de achicar el Estado. La propuesta se adapta a la complejidad del sector cultural argentino, reconociendo la necesidad de cambios, pero asegurando que estos no comprometan la estabilidad y la misión esencial de las instituciones culturales del país.

Entrando más en el orden preciso de los cambios, el proyecto redefine la categorización de películas nacionales. Ahora, se considerarán aquellas producidas por ciudadanos argentinos o con domicilio legal en el país, con participación predominante de equipos locales. Se introducen definiciones específicas para películas de corto y largo metraje, proporcionando claridad a la industria.

Además, se impone la obligatoriedad de obtener un certificado de exhibición del INCAA para todas las películas que deseen proyectarse, independientemente de su origen. Esta medida, acompañada por la exigencia de un certificado de libre deuda, refuerza los controles administrativos.

El cambio significativo de derogar un inciso en particular busca promover apertura y diversidad en la producción cinematográfica. Se establece un límite del 20% para los gastos internos del INCAA, equilibrando la eficiencia administrativa con la necesidad de recursos para el desarrollo del sector.

El compromiso del INCAA de subsidiar tanto películas de largometraje nacional como coproducciones se detalla con lineamientos específicos. Se incorpora un artículo que establece normas para reconocer la inversión al coproductor argentino en coproducciones internacionales, fomentando la colaboración global.

Numerosos artículos de la Ley N° 17.741 (Texto ordenado 2001) son derogados, marcando un cambio profundo en la regulación de la cinematografía argentina.

Se incorpora también un artículo que limita los egresos de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP) al 20% de los recursos recibidos. Múltiples leyes y artículos de la Ley N° 26.522 son derogados, marcando un enfoque más restrictivo en los gastos de CONABIP y una transformación significativa en la regulación de los medios audiovisuales.

Adicionalmente, el proyecto incorpora ajustes para salvaguardar recursos y adaptarse a la realidad política. Se reducen las modificaciones propuestas para el INCAA, manteniendo la asignación específica y preservando los alcances del Fondo de Fomento Cinematográfico.

Las restricciones financieras se aplican al INAMU y la CONABIP, limitando sus gastos al 20% de los ingresos. El Instituto Nacional del Teatro experimenta una fusión de funciones con la Secretaría de Cultura, buscando eficiencia, aunque planteando desafíos políticos.

Estos cambios en el proyecto mantienen el espíritu inicial de la propuesta, con algunas concesiones a raíz de las resistencias de los sectores de la cultura. La propuesta intenta tranquilizar al sector, reconociendo la necesidad de cambios, pero asegurando que estos no afecten la misión esencial de la Ley de Bases, conocida como Ley Ómnibus. El impacto real dependerá de la implementación eficaz y la adaptación de los diversos sectores involucrados en la cultura argentina.

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Lo más amplio de la escena artística se pronunció en defensa de la cultura

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Charly García, Fito Páez, León Gieco, Cecilia Roth, Graciela Borges y Leonardo Sbaraglia son algunas de las más de 20.000 figuras que firmaron una solicitada publicada este lunes por el Frente de Soberanía Cultural “en defensa de nuestra identidad”.

La carta se titula “Carta al Congreso Nacional. La cultura está en peligro” y está dirigida a los diputados y senadores.

En rechazo al DNU y la Ley Ómnibus del presidente Javier Milei, la solicitada cuenta con un apoyo masivo de referentes de la cultura nacional de todos los sectores.

“El Gobierno Nacional pretende, a través de la Ley Ómnibus, derogar leyes vitales para la supervivencia de las industrias culturales, las artes y las ciencias, y el patrimonio cultural de nuestro país”, dice uno de los fragmentos del texto.

Otros de los referentes de la quienes dejaron su firma son Palito Ortega, Luis Felipe “Yuyo” Noé, Juana Molina, Tute, Mercedes Morán, Dolores Fonzi, Santiago Mitre, Paula De Luque, Lucía Puenzo, Juan Leyrado, Inés Estévez, Daniel Fanego, Juan Minujín, Julieta Ortega, Darío Grandinetti, Tomás Fonzi, Kevin Johanssen, Claudia Piñeiro y Humberto Tortonese.

También apoyaron Georgina Barbarrosa, Eleonora Wexler, Emilia Mazer, Albertina Carri, Martín Caparrós, Diego Cremonesi, Jazmín Stuart, Mónica Antonópulos, Alejandra Flechner, Andrea Frigerio, Mirta Busnelli y Soledad Villamil.

Acerca del paquete legislativo, la carta señala: “No hay en la letra de su desarrollo el mero atisbo de participación ni interés alguno en el quehacer cultural, y por el contrario, el texto tiene una mirada mercantilista que apunta sin miramientos a desfinanciar y anular el desarrollo de las actividades de nuestra cultura nacional”.

En el final, el texto advierte: “La cultura es identidad. La cultura es lo único que no se puede importar. La hacen los pueblos. Queremos seguir teniendo una identidad propia como Nación. De otro modo solo nos quedará el destino triste de no ser. De eso se trata esta lucha. Un país es tan grande o tan pequeño como la medida de su proyecto cultural”.

El Frente de Soberanía Cultural viene realizando actividades semana tras semana para repudiar todo el articulado del paquete legislativo de Milei que apunta contra los entes culturales.

El plan de acción comenzó con un plenario en el Teatro Argentino de La Plata, continuó con un encuentro de grupos de teatro y artes escénicas en esta misma Plaza del Congreso, con una convocatoria en Mar del Plata y un “Musicazo” el jueves pasado y una lectura colectiva este sábado. Se trata de instancias previas de cara al Paro Nacional de este miércoles anunciado por la CGT.

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Marvel incluye en sus comics un Capitán América de la comunidad LGBTQ+

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La editorial de cómics de superhéroes Marvel anunció que este próximo de 2 de junio se publicará la primera serie del Capitán América protagonizada por Aaron Fischer, uno de los últimos personajes incluidos en ese universo que pertenece a la comunidad LGBTQ+ y lucha contra la opresión de ese colectivo.

Se trata de “Los Estados Unidos del Capitán América”, en la que el histórico Steve Rogers, el primer Capitán América, pierde su escudo en un robo y se reúne con otros héroes conocidos para iniciar un viaje a través de ese país y encontrar su característica arma.

Durante la travesía, el grupo conoce a distintas personas con variados trasfondos que en algún momento utilizaron el símbolo del superhéroe para defender sus comunidades, entre las que se encuentra Fischer, un adolescente inspirado por referentes y activistas del colectivo queer.

La historia del cómic fue escrita por el guionista Joshua Trujillo e ilustrado por la artista trans Jan Bazaldua, bajo la dirección de Christopher Cantwell y el dibujante Dale Eaglesham, los directores a cargo del proyecto.

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Propietario: Contarte Cultura
Domicilio:La Plata, Provincia de Buenos Aires
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