

Entrevistas
“El libro del Éter”, primera novela de la escritora Teresa Nanfito, contada por la autora
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Algo cuelga del tiempo, los cuerpos pesan sobre los cuerpos, como si el dolor se prolongara. Es el odio que viaja de una generación a la siguiente, ramificándose, mientras la vida se seca y una profecía se abre paso entre las páginas de un libro.
Teresa Nanfito nació en la ciudad de La Plata donde cursó sus estudios. Es Licenciada en Informática y escritora. En 2004 publicó su primer libro “Creciendo con dinosaurios” y desde entonces sus letras han formado parte de diversas antologías.
Por estos días presentó “El libro del Éter”, su primera novela, un lugar donde la historia se vuelve espejo de otras historias, donde lo fantástico cuelga de las ramas de la realidad, sangre encima de la sangre, como ríos que recorren el tiempo y revelan.
Contarte Cultura charló con la autora para entrar al universo fantástico de su obra y conocer los detalles de su proceso de escritura.



—Vamos a comenzar esta charla con un juego de presentación. Si pudieras elegir algún objeto simbólico que forme parte del universo de “El libro del Éter” y que de alguna manera nos cuente algo de vos, ¿cuál sería y por qué lo elegiste?
—Sin dudas elijo la flor que guarda la Señora Gorda, que es violeta porque es mi color preferido. Este color está relacionado con Aradia en la flor, sus ropas, el fuego. Además, la flor representa no sólo la amistad verdadera entre Aradia y Nieves, sino también la lealtad, el decir “siempre que lo necesites allí estaré”. Y el valor de la amistad es algo muy importante en mi vida.
—Y si hablamos de símbolos sin dudas el éter lo es, ¿cómo llega a vos la historia de ésta, tu primera novela?
—Llega después de muchos años de escribir cuentos, relatos, poesías, muchas poesías que luego no me gustaron y mandé derechito al tachito de basura de la pc. De ver muchas películas de fantasía, castillos, de época, épicas, tenebrosas, siniestras; todo el género de fantasía me encanta. Y obviamente luego de leer mucho. Así, un día me senté con una idea de novela, de principio y fin, pero escribiendo desordenado, con el conflicto entre esa mujer independiente y resuelta y ese hombre que se siente traicionado por las mujeres, y los demás personajes que fueron apareciendo a medida que la historia crecía.









—¿De qué manera se manifestaron esos protagonistas y qué caminos seguiste para darles la vida a través de tinta y palabras?
—Es algo extraño, pero los veo. De pronto voy haciendo las relaciones entre los personajes y van surgiendo y se aparecen en mi cabeza totalmente formados. El camino de darles vida fue un proceso muy divertido, pues al comenzar la novela “en tiempos remotos” y terminar en el siglo XXI, pude imaginar personajes muy variados, brujas que se adaptan de las túnicas a las minifaldas, y señores de los castillos que terminan viviendo en un departamentito en Londres y añoran los sirvientes. Muchos surgieron pensando en gente que conocí en el pasado, otros en actores y actrices, o en escenas de películas que quedaron grabadas en mi memoria.
—Dentro de la ficción se entrelazan la fantasía y la realidad tocando temas profundos como el abuso y la discriminación, ¿cómo viviste el proceso de construcción de ese juego donde lo fantástico y lo real se superponen y atraviesan todos los tiempos?
—Desgraciadamente el abuso y la discriminación han sido y son reales, en este y todos los tiempos. Se relatan diversas situaciones donde los abusos, tanto físicos como psicológicos, degradan a las personas, pero también veremos, por ejemplo, como las brujas conscientes de esto se aprovechan de los estereotipos de belleza para volverse invisibles para los hombres del siglo XXI.









—¿Qué te gustaría destacar de los escenarios que recorren tus personajes?
—La ciudad de La Plata, que es mi ciudad, donde nací y donde vivo. Es loco pensar en un libro que comienza en tiempos de castillos y reyes, en un lugar remoto del planeta totalmente inventado, y que termina en el siglo XXI en La Plata y en otro lugar más del que soy fanática, que no te lo digo para no spoilear.
—Y ya que mencionamos a los personajes, ¿hay alguno secundario que merecería un protagónico en otra posible novela?
—Los cuatro jóvenes hijos de los Amos, podrían ser “actores invitados” de otra novela, no sé si protagónicos, pero pensé que tal vez podrían encontrarse con uno de los personajes de la novela que ya estoy escribiendo, que a priori no tiene nada que ver con El Libro del Éter.



—Dentro del libro, una profecía viaja en el tiempo. Sin adelantar mucho, ¿cuál es la palabra que elegirías para representar su espíritu a lo largo de los años?
—Mandato. La profecía es el mandato de los dioses que, pase lo que pase, Aradia y Lucifer se sienten obligados a cumplir, aunque por diferentes razones.
—Para terminar y a modo de reflexión final: ¿Qué cosas descubrió Teresa Nanfito dentro de “El Libro del Éter” luego de haberlo encontrado en su camino? ¿Continuará?
—Descubrí cómo mostrarle a la gente que la palabra “gorda” es una de las palabras más lindas que tiene El Libro del Éter, y cuento algo personal: yo estaba recién escribiendo la novela y mi papá se enfermó, y mientras le hacían estudios e íbamos con mis hermanas de aquí para allá, él, cada vez que yo me iba de su casa, me abrazaba, me daba un beso y me decía “¡Un beso gordo!”. La “Señora Gorda” del libro, está dedicada a él, que no llegó a poder leerla. Ella es, quizás, el único personaje totalmente bueno de toda la historia. Y no, no va a continuar, salvo, como te contaba en líneas anteriores, que algunos de sus personajes se encuentren con los de la nueva novela.


Entrevistas
Marisa Villar presenta “Mamá peluda”, una obra sobre el puerperio: “Sentía que tenía que hablar de eso”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Hay una fragmentación, una ruptura de los cuerpos, una danza que crece. Los ojos viajan. Miran. Ven donde no se ve. No hay mal ni bien. Todo se transforma.
Marisa Villar es bailarina, directora, coreógrafa y docente. Por estos días presenta “Mamá peluda”, una obra donde confluyen la danza, el teatro y el lenguaje audiovisual para hacer foco en el tema de la maternidad con una mirada profunda.
En diálogo con ContArte Cultura, Marisa cuenta de qué manera surgió la idea de este espectáculo y cómo llevaron adelante el proceso creativo.
—Comencemos esta charla haciendo un recorrido por la escenografía de “Mamá peluda” y hagamos foco en tres elementos que te sirvan para sintetizar el espíritu de la obra.
—Es muy difícil sintetizar el foco en tres elementos escenográficos, porque para mí la falta de escenografía representa la soledad de este personaje. Solo hay en el espacio escénico elementos de utilería que acompañan las escenas, algunos objetos, y una pantalla en la que se despliega el lenguaje audiovisual.
—¿En qué momento de tu vida te sentiste llamada por el arte y cómo fue ese recorrido?
—Desde chiquita. Obviamente lo primero fue la danza. Empecé a los 4 años con una maestra del barrio y desde los 9 y hasta los 12 años en la Escuela Municipal de Danza “José Neglia”. Luego empecé la secundaria en la Escuela Superior de Educación Artística en Danza N° 02 “Jorge Donn”, donde tuve la suerte de ser parte del ballet pudiendo bailar y viajar mucho representando a la escuela. Eso me motivó más a querer dedicarme al arte. Al finalizar la escuela formé parte de la compañía de Salo Pasik y Silvia Vladimivsky, en la que hice mi primera experiencia con el teatro y conocí ese mundo. Interpreté varias obras con las que hicimos giras por las provincias del país y Europa. Ese espacio me despertó un gran interés por conocer más y empecé a estudiar teatro, canto y otras técnicas de danza con maestros y maestras. A partir 2008 empecé a bailar con otros directores y directoras, y participé como asistente de dirección en otras obras en las que aprendí a dirigir un montaje teatral. Así formé parte del GRUPODELPATIO con Ayelén Clavin, Laura Figueiras y Natacha Visconti. Era un equipo autogestivo con el que realizamos varios proyectos. Uno de ellos fue mi primera obra como directora, Una Obvia. A partir de ese momento empecé mi camino como directora. Luego vino La Habitación de Diotima, Vendidas, Los Obvios (Una Obra ya hecha) y actualmente Mama Peluda.
—Justamente en “Mamá peluda” se cruzan varios lenguajes artísticos para tratar una temática universal: la maternidad. ¿Cómo surge este proyecto?
—Durante mi puerperio, que no fue fácil, me preguntaba por qué nadie me había contado de qué se trataba esa etapa. Sentía muchas emociones contradictorias: angustia, felicidad, agotamiento, amor intenso, duelo, culpa, furia… Me sentía totalmente desconocida de mí misma, un estallido de hormonas confundidas. Y sentía que tenía que hablar de eso, que quizás había alguna mujer que también se sentía así y no pudo expresarlo. Entonces empecé a juntar material, motores de ideas. Todo el tiempo sabía que quería hacer una obra sobre mi experiencia en el puerperio, pero dudaba del biodrama, entonces me imaginé un personaje ficticio, Mama Peluda. Porque claramente en ese momento no tenía ni ganas ni tiempo de depilarme y por momentos me imaginaba que me ocultaba con mis pelos. Después empezó la pandemia y este personaje creció más. Parecía que se prolongó ese puerperio. Y fue durante la pandemia que se me ocurrió convocar a Estela Cristiani, una directora que proviene de otro lenguaje, madre con otra experiencia de maternar y que me gustaban sus formas de trabajar. Después pensé en dos intérpretes que sean madres con otras experiencias, para poder dialogar con estos cruces de lenguajes y, lo más importante, sobre la maternidad. Es importante para mí aclarar que Mamá peluda habla de su propia experiencia en su puerperio, que no significa que todas las maternidades y puerperios son iguales. Escuché relatos de madres que tienen más de un hijo, que con cada uno fue distinta su experiencia. Entonces para mi es importante dejar de generalizar, porque cada situación es distinta por varios motivos.
—¿De qué manera dialogan la danza, el teatro y el lenguaje audiovisual en el escenario?
—Cruzamos disciplinas porque parte de la propuesta era construir el personaje desde la diversidad de voces. Y está conciencia de diferentes recursos narrativos responde a esa lógica.
—¿Qué nos podés contar del vestuario, la música y la iluminación que crean el clima de la obra?
—La música, a diferencia del vestuario y la iluminación, la elegí antes de empezar a ensayar presencialmente. Durante la pandemia fui juntando material en una carpeta en la compu (frases en redes, imágenes, textos sueltos, libros, películas y músicas), ideas sueltas para crear la obra. Fue un gran estímulo para imaginarme escenas y también para la búsqueda del lenguaje de movimiento. Una vez terminada la obra, trabajó el sonido Sergio Di Martino. Sobre la iluminación, teníamos claro ciertos momentos, algunos muy puntuales. En mi caso, cuando ensayábamos me los imaginaba, pero el diseño de toda la obra lo realizó Sebastián Francia. Respecto del vestuario, es la primera vez que me pasa que en el proceso creativo no me lo podía imaginar. Sabía que no quería algo tan literal y que a la vez represente ese momento tan puntual que es el puerperio. Sólo tenía claro que quería que aparezca un superhéroe/mujer sexi en una escena puntual. Que los rulos sean protagonistas. Estela tenía claro la paleta de colores de la obra y buscó referencias. A partir de ahí se convocó a Agustina Bachanian quien terminó de cerrar la idea.
—“Mamá peluda” muestra una madre multiplicada y fraccionada a la vez. ¿Cómo llevaron adelante el proceso de dar vida a esos personajes que confluyen en una misma persona?
—En la obra no son tres personajes que concluyen en uno, sino que es un personaje, Mama Peluda, su nombre y apellido, que está representada por tres cuerpos diferentes que transitan los diferentes estados de catarsis de la etapa del puerperio que lo habita. También porque el concepto de fraccionamiento de un cuerpo representa lo que es maternar y atender las demandas que el rol le impone a esta mamá. Dos están físicamente en escena y la tercera es contada por Estela desde el lenguaje audiovisual.
—¿Dónde y cuándo puede disfrutarse de este espectáculo?
—Todo los viernes de septiembre a las 22 en Espacio Callejón, de calle Humahuaca al 3759 de CABA.
Artes Plásticas
Jeremías Milles: “Me interesaba que mi trabajo le llegue a personas sin que éstas lo tengan que ir a buscar”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Es una palabra en busca del espacio, el viaje a través de los ladrillos, la pintura sobre la pintura, la mano que pronuncia, la textura del lenguaje.
Es una historia que salta del muro.
Son los ojos que miran, la palabra en las pupilas, los colores en el cuerpo, las imágenes en movimiento. De acá para allá, texturas compartidas, una fusión de lenguajes en el alma de la calle.



Es un latido en la pared, puro arte.
Jeremías Milles es artista visual especializado en arte urbano. Sus manos pronuncian las líneas necesarias para dar vida a cada una de sus creaciones. Las paredes son el lienzo, el espacio misterioso donde nacen y crecen las palabras dibujadas.
Nacido en la Plata, donde lleva adelante su proyecto Milles, ha realizado numerosas intervenciones urbanas que visten de arte la ciudad.
En diálogo con Contarte Cultura, el artista cuenta acerca de sus comienzos y de sus proyectos.
—Vamos a comenzar esta charla ubicándonos delante de una pared imaginaria, un muro que, a modo de presentación, pueda revelarnos algo de vos. ¿Cómo sería ese espacio? ¿Qué elementos, colores o texturas representan a Jeremías Milles?
—Jugando un poco, diría que esta pared está acompañada de muchas otras, donde cada una tiene un artista distinto y se fusionan entre sí para conversar entre una obra y otra. Me gustaría que enfrente haya un gran espacio para que la gente pueda hacer las actividades que sienta y al mismo tiempo poder disfrutar de eso que se pinte. Creo que las mejores paredes están delimitadas no por su característica individual sino por su entorno y por lo que las personas hacen en él. En esta pared imaginaria pondría colores plenos, tramas y viñetas, proponiendo distintas escenas de alguna historia que tenga para contar en ese momento.









—Y mirando hacia atrás, si pudieras contarnos en pocas palabras cómo sería la “foto” que sintetiza tu comienzo en el camino del arte, ¿qué elementos veríamos y quiénes formarían parte de ese instante?
—Me es difícil resumir todo en una foto, ni yo soy consciente de cuando empezó mi camino por el arte realmente. Sólo tengo historias contadas por las personas que me acompañaban en la niñez. Podría ser más una peli, donde los escenarios cambian, las personas van y vienen. Podría ir desde pintar con crayones en el jardín de infantes, pasar por exponer por primera vez, sacar fotos, hacer esculturas, dibujar comics, pintar realismo, después murales y ganas de volver a pintar con crayones en el jardín.
—¿Cómo llevás adelante el proceso creativo de tus obras?
—Creo que el proceso creativo de una obra empieza mientras estoy haciendo la anterior. Siempre estoy en movimiento, pensando cosas nuevas, probando técnicas y buscando el error, ahí es donde aparecen las cosas que me divierten. Después, ya es cuestión de encontrar qué es lo que sirve de toda esa investigación y buscar la manera de integrarlo a una obra, a una idea o a una materialidad. La mayoría de las veces mis imágenes proponen frames aislados entre sí, de una historia. Ya sea personal o algo que vivió alguna persona cercana.
—En esta etapa de tu carrera lograste atravesar las puertas y ventanas de la creación dentro de un taller hacia la calle. ¿Qué es lo primero que te sedujo del arte callejero?



—Desde chico me interesa el arte callejero, y si bien hice varias pruebas de pintar en la calle, siempre lo vi más como un espectador. Hasta que en un momento, hace aproximadamente 5 años, con el proyecto MILLES decidí no solo pertenecer al mundo de las galerías y las exposiciones, sino también poder llegar a las personas que no tienen el hábito de asistir a estos lugares. Es decir, me interesaba que mi trabajo le llegue a personas sin que estas lo tengan que ir a buscar, que se lo topen mientras están de paso.
—Y si hablamos de Street Art, hablamos de un lenguaje, una manera de narrar la vida en el mundo de afuera. ¿De qué forma lográs introducir esas “palabras dibujadas” en cada obra para dar un mensaje?
—Si bien hacer una imagen en el espacio público tiene otras connotaciones que una obra de caballete y hay que tener algunos recaudos, mi forma de producir es la misma. Aunque me parece más oportuno sostener el concepto de que ese espacio es de todos, y que el espectador sea quien termine la imagen, según su visión, sus creencias y vivencias. Me gusta verme como alguien que propone historias a armar, como rompecabezas.
—Claramente esos mensajes luego serán leídos por la mirada de los caminantes. ¿Cómo vivís esa interacción con la gente que se detiene a “leer” tus creaciones?
—Realmente me divierte mucho. Si bien uno no se entera de la interpretación de cada persona que vio el trabajo, aprecio mucho cuando me manifiestan sus visiones y resignifican la imagen que propuse. Hay mucha gente que escribe, dibuja o saca fotos a raíz de mi trabajo. Eso es algo que valoro un montón y hace que la rueda siga.
—¿Qué elementos serían los más representativos de tu trabajo?
—Podrían ser la figuración, el formato del comic, el uso de tramas y colores plenos.






—¿Con qué materiales y técnicas trabajás habitualmente?
—Depende mucho del proyecto. En los murales suelo trabajar con stencil, aerosoles y látex. Pero después, en obras de interior o intervenciones, pueden aparecer materiales como óleo, crayones, fibrones, esmalte, acrílico… Y técnicas cómo aerógrafo, dibujo a lápiz, stencil, serigrafía, fotografía, etc.
—¿En qué proyectos estás trabajando por estos días?
—Ahora tengo algunos murales por pintar, estoy preparando una muestra. También voy a estar pintando en vivo en algunos eventos y festivales. En las redes se van a estar enterando de todo, va a haber varias cosas interesantes.
—¿Dónde se pueden encontrar tus murales y obras? —Te podés encontrar con murales por varios lugares y países, pero principalmente los vas a ver en La Plata. Y después se puede ver todo en mis redes sociales y página web, ahí tienen registro de todo lo que voy haciendo, desde murales hasta obras de interior.
Artes Plásticas
Juan Lorenzo: “Siempre soñé con integrar en una sola expresión mis sonidos plásticos con mis imágenes musicales”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
La ciudad despierta. Varias líneas recorren el paisaje, suenan sobre las veredas, se curvan en una esquina. Crecen. Son una mancha, la gota de aceite que flota el sonido del agua, el tren que se acerca. Azul, un garabato en el vacío. Rojo, dos pies en movimiento. Negro, la danza y el silencio. Un silencio periférico que, a pesar de todo, brota como si fuera una línea nueva.
El poeta, compositor, músico y artista plástico Juan Lorenzo se encuentra presentando su segunda obra como solista, “Alto ruido”, una creación donde convergen temas instrumentales y canciones que recorren los rincones urbanos de nuestros días a través de la guitarra y la voz.
En diálogo con Contarte Cultura el artista cuenta acerca de su carrera y de los procesos que lo llevaron a dar vida a este nuevo álbum.



—Hay un paisaje sonoro que constantemente flota y se mimetiza con los espacios que habitamos. Ese paisaje muta, se expande y se contrae en los tiempos sucesivos. Para presentarte, si pudieras elegir algún elemento del paisaje sonoro actual que te represente para convertirlo en una imagen, ¿qué veríamos en ese cuadro imaginario?
—La imagen más representativa puede ser, entre otras, la tapa de Alto ruido, en donde pueden sentirse la velocidad, la sinergia entre los sonidos, los ruidos y las imágenes gráficas, el gesto, el ruido y el sonido humano de la urbe como signo de estos tiempos. Cuando dibujamos o pintamos lo que nos sale de adentro estamos dejando ver el paisaje que llevamos en nuestro interior, y por supuesto ese paisaje está en constante cambio, por eso nuestro arte cambia constantemente. Muchas veces ocurre que no nos explicamos lo que hacemos artísticamente. Primero hacemos, luego pensamos. A veces tardamos años en comprendernos y comprender lo que hicimos y por qué lo hicimos.
—Y hablamos de sonidos y de imágenes. Sin dudas tu vida está atravesada por el arte. ¿De qué manera se manifiestan en vos las pinceladas de música o los sonidos dibujados?
—Siempre soñé con integrar en una sola expresión mis sonidos plásticos con mis imágenes musicales. Varios colegas músicos me han dicho que mis pinturas eran muy musicales y artistas plásticos entendían que mi música y mis letras tenían imágenes muy vívidas. La materia desde la cual creamos arte parte de un sentimiento profundo de decir algo al mundo, los medios pueden ser varios aunque hay elementos comunes a todas las artes. En mi caso, aprendí que hay cosas que sólo son posibles de ser expresadas desde el lenguaje de la plástica, otras desde el lenguaje de las palabras y otras desde los sonidos musicales. Hay que aprender a decir estas cosas teniendo en cuenta que hay que perfeccionarse en cada disciplina artística para lograr una mayor profundidad en comunicar lo que queremos expresar.
—También la escritura forma parte de tus creaciones. ¿Qué nos podés contar de “sonidos humanos” donde las palabras suenan?
—Este libro nació durante una conversación con mi amiga Vanina Steiner, quien es diseñadora, editora y dueña de Tinta Roja Ediciones Del Sur XXI. Ella ha venido realizando una valiosa tarea editando numerosos libros sobre letristas y compositores y compositoras del tango actual, haciendo visible obras y artistas del llamado Tango Nuevo. Me propuso en un principio hacer un libro con mis poemas y letras de mis canciones y acompañarlos con algunas imágenes de mis dibujos y pinturas. Con el entusiasmo que empezó a generarse al ver la cantidad y calidad de obras que había disponibles, este proyecto fue creciendo y se terminó convirtiendo en un verdadero catálogo de pinturas y dibujos de varias etapas de mi carrera como artista plástico, con todas mis canciones, alguna de ellas inéditas hasta la edición del libro, con un código QR para que lectoras y lectores pudieran acceder a las diferentes versiones grabadas por varios intérpretes. Este libro es una forma de dar testimonio del trabajo de una buena parte de mi vida dedicada al arte, en todas las formas en las que he podido expresarme: la música, la palabra, el dibujo y la pintura.



—Por estos días estás presentando tu segunda obra como solista, “Alto ruido”, un disco que vibra desde el arte de tapa. Contanos cómo fue el trabajo de ese diseño en el que las líneas parecieran trazar melodías, como un adelanto de lo que suena dentro.
—El diseño de la tapa de Alto ruido está realizado Vanina Steiner, desde un dibujo abstracto de mi autoría que lleva el mismo nombre, realizado especialmente y pensado en lo que me dicen esas dos palabras y su relación con la música de este trabajo, la velocidad, el vértigo y la superposición de sonidos y ruidos que se da en la ciudad. Realizado con la técnica de marcadores y tinta sobre un papel de 60 x 56 cm.
—Si vamos a los distintos temas que forman parte de este álbum, la guitarra y la voz dibujan los sonidos actuales, se meten en las calles de estos tiempos para que resuenen. ¿Qué te gustaría destacar del nuevo tango argentino?
—Lo más destacable es la gran variedad y cantidad de expresiones que han estado surgiendo en estos últimos años, sobre todo de gente muy joven. También la gran cantidad de mujeres compositoras, poetas e intérpretes que hoy son referentes en el género. Todo esto se acrecienta al ver que no contamos con la visibilidad de los grandes medios, y los espacios que hay sobreviven gracias a la solidaridad de la comunidad artística, lo cual habla de un verdadero movimiento cultural con capacidad de resistencia.
—¿Quiénes colaboraron en la producción y realización de “Alto ruido”?
—Todos los temas fueron grabados y mezclados en noviembre de 2021 en Estudio Casa por el técnico Edgardo González, excepto Despacito, que fue producido y grabado en BSP Producciones, entre febrero de 2020 y mayo de 2023, por los técnicos Nicolás López, Belbeatz y Juan Morales también como productor. La masterización de todos los temas fue realizada en BSP en junio de 2023 por Nicolás López. Todos los arreglos, guitarras y voces son de Juan Lorenzo, también con la excepción de Despacito, donde la voz es de Lautaro Lorenzo. Como comentaba, la tapa es en base a un dibujo de mi autoría especialmente realizado para este trabajo y el diseño gráfico fue hecho por Vanina Steiner. Las fotografías para prensa la realizó Nicolás Foong, y las que me encuentro tocando en vivo son de Camila Verón. El trabajo lo editó y distribuye Acqua Records y la prensa y comunicación está a cargo de Alicia Gubitsch. Luego hay una gran cantidad de colegas que de alguna forma u otra han aportado valiosas opiniones, consejos y críticas que terminaron por influenciar el armado total de este trabajo.
—Hay un tema muy especial para vos, el trap de Lautaro Lorenzo, tu hijo. ¿Cómo fue el proceso personal y musical para darle la forma final a “Despacito”?
—Es un “bonus track” muy especial, que obviamente no estaba entre la selección inicial del repertorio. Un trap cuya autoría es de mi hijo Lautaro, que él había grabado en 2019 originalmente con su voz y una pista bajada de las redes, gracias a haber sido seleccionado de entre muchos chicos para grabar sus primeras canciones por BSP Producciones. Luego de superar parcialmente una difícil situación anímica estuve en condiciones y preparado para encarar entre fines del 2022 y mediados del 2023 el trabajo de limpiar y procesar la grabación original, para luego intervenir con mi guitarra sobre esa pista. Gracias al amoroso trabajo del productor Juan Morales y el técnico Nicolás López, fue posible cumplir el sueño que seguramente tiene todo músico: compartir y tocar música con sus hijos e hijas. Lauti me había comentado que estaba realizando esta grabación pero que aún no quería que yo la escuche y respeté su decisión hasta muy luego del final inesperado de su partida. Después de dos años de su viaje final estuve en condiciones anímicas de ir a la productora y conocer Juan, quien atesoró y guardó su voz. Fue como descubrir un lugar antiguo en donde alguien tenía guardada su voz y su música, un tesoro, un testimonio póstumo. Pese a esta tragedia había quedado algo de él, un mensaje, el legado artístico de sus 15 años de vida. Pude escuchar esa letra que habla de la muerte, de su muerte, de sus días que no tienen horas y otras tantas frases premonitorias. Siempre respeté su música y junto con él traté de entenderla, de aprender. Son nuevas formas de expresar las cosas de los pibes y pibas, que buscan lugares y sonidos nuevos, así como yo escuchaba a Los Ramones frente a mi viejo que nunca me dijo una palabra negativa sobre mis gustos musicales tan diferentes a los de él. Haber podido grabar e intervenir con mi guitarra sobre su música es un extraño privilegio que me tocó, en donde pudimos dialogar sobre nuestros mundos y nuestras cosas y hacer una confluencia artística de dos generaciones alejadas por el tiempo y sobre todo por la muerte, a la que derrotamos en esos 4 minutos eternos.
—¿Dónde y cuándo será la presentación de “Alto ruido”?
—La presentación en vivo tendrá lugar en el Club Social Cambalache, en Defensa al 1179 de San Telmo, en CABA, el sábado 16 de septiembre a las 21. Contará con la participación especial de las cantantes Bárbara Grabinsky, Bárbara Aguirre y el joven virtuoso bandoneonista de chamamé Santy Santa Cruz.
—Además del disco, ese día se podrá disfrutar de una muestra de artes plásticas donde se exhibirán algunas de tus obras, ¿de qué se trata?
—Se trata de una muestra de la serie de obras Monte Salvaje y la serie de dibujos Alto ruido que componen el diseño de la tapa del disco.
—Para terminar y a modo de síntesis, ¿podrías elegir un aroma que logre fundir a los temas de tu disco con los cuadros que formarán parte de tu muestra de arte el 16 de septiembre?
—Pues creo que serían varios los aromas, una mezcla del perfume que exhala mi patio en primavera, a glicinas y madreselvas, con ese olor que emana del asfalto en verano.
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