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Liliana Bodoc: “La condición de turista es la peor que se puede tener en el mundo”

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La autora de la Saga de los Confines acaba de lanzar su nueva novela: “Elisa. La rosa inesperada”, una trama a modo de diario de viajes que roza el tema de la trata de personas. La presentó esta semana en Córdoba, junto a Micaela Verón

Por Mariana Guzzante (*)

Detrás se escucha el bullicio de la previa. Liliana está en Córdoba, donde se lanza por primera vez “Elisa. La rosa inesperada”, su última novela. ¿Y por qué ahí? Pues porque en tierras cordobesas vive Micaela Verón, la hija de Marita, la nieta de Susana Trimarco.

Micaela tiene ahora dieciocho años y es estudiante de Antropología. Cuando apenas tenía tres, su mamá, María de los Ángeles, desapareció de golpe. Fue raptada por una red de trata en Tucumán. Desde entonces, junto a su abuela, la infatigable Susana Trimarco, no sólo la buscan sino que luchan sin descanso contra la trata.

Liliana supo que a Micaela le había encantado la Saga de los Confines. Que al crecer, criada por esa abuela resiliente, se había convertido en una intensa lectora. Por eso Bodoc la está esperando ahora, para iniciar la presentación de este libro cuya protagonista adolescente se enfrenta con un mundo hostil. Micaela va a hablar.

Las historias se cruzan porque “Elisa”, al lanzarse al camino, se topa con la mano oscura de la trata. “El mal, como planta que es, no se está quieta. Crece”, dice el misterioso personaje-guía en estas páginas.

Diablitos y demonios

Liliana se aparta un poco del bullicio del salón donde será presentada “Elisa”. Busca el rinconcito para poder ser ella: íntima. Cuenta que su protagonista es una adolescente como la que ella fue: crecida en una villa de emergencia en Santa Fe, inquieta, disconforme. Conoce por experiencia propia el impulso que agita su sangre. “En mi adolescencia fui una voraz soñadora de viajes. Imaginé los caminos como coartadas que me salvarían de la pena”.

Pero la forma definitiva de esta novela no llegó sino después de un proceso largo y complejo para la autora.

Después de entregar “Tiempo de Dragones I y II”, la idea de Liliana era escribir una novela de viaje. El punto de vista -supo de entrada- sería el de una chica de provincia. En eso iba pensando cuando decidió emprender el pasado invierno un recorrido por el noroeste argentino.

“Una tarde, me fui a conocer el cementerio de Tilcara, que es tan particular. Vi una cruz tirada y la levanté, la acomodé, hasta le saqué una foto con el celular.

El muertito se llamaba ‘Juan Cabrera’, comprobé”. Hasta ahí, Liliana cuenta la anécdota con liviandad. De pronto, le cambia la voz, ensombrece el tono, ralentiza: “Esa noche, tuve una pesadilla terrible. Y te juro, pero te juro, que al otro día amanecí muy enferma. Pero no era sólo que me dolía todo el cuerpo y me estallaban los ojos y tenía fiebre. Una enfermedad me había tomado el cuerpo y, sobre todo, el espíritu. Me agarró una angustia, una tristeza”.

Quiso salir de ahí rápido. Dejó todo tirado, desprogramó el tour y llamó a su marido para volver a casa. Olvidó cosas en el hotel. Quizá algunas anotaciones del proyecto.

Meses después, empezó a trabajar en ella la imagen de los diablitos de Tilcara. “Y de los otros diablos”, agrega.

Tras varias tribulaciones decidió volver, narrativamente, a ese pueblo norteño. “Hay varias Tilcaras. Yo me metí en la Tilcara más oscura. No la que ven los europeos que se ponen un poncho con 40 grados. Creo que la condición de turista es la peor que se puede tener en el mundo. Yo la tuve con la cruz de Juan Cabrera. La falta de respeto, la estupidez, la superficialidad. Y me lo hizo saber”.

En el norte Liliana conoció a Abel Moreno. Habla de él en el prólogo: “Abel Moreno vive en Tilcara. Es viejo, y escasamente abandona su silla de paja, con un hueco en el medio a punto de ceder. Usa gorro de lana, tose y se rasca el dorso de la mano izquierda”.

Él narrará lo que ella no vio, aclara. Abel habla del mal, habla de que crece como hierba mala. Liliana abraza su voz para indagar en el misterio y en las sombras. “Parecía lo de siempre… Contrabandearles a los gringos, emborracharlos, hacerles creer que habían fornicado con la Pachamama. ¡Cosas bien sabidas! Pero estos que llegaron y se pararon enfrente mismo de nosotros, y miraron a Miguelito, fueron de más en más”.

Elisa parte de su tierra natal y recala en Tilcara. Va penetrando en esa región oculta donde encuentra -y siente en el cuerpo- la amenaza.

– ¿Y cómo resolviste la trama? Porque meterte con ese tema tan real y vigente te conduce a…

– Estuve muy tentada de caer en el final desolador. Parecía ir hacia allí. Pero me rebelé a eso. No quise. Busco cierta reconciliación con el mundo a través de las palabras.

Elisa está pintada en la sinopsis del libro. “Su primera canción de cuna fue una cumbia. Después, cuando Naranja Dulce salió de gira a buscarse un futuro, Elisa -entre la plancha y el rociador- eligió otra música.

Sin grandes anhelos, aceptó una invitación que prometía un paisaje diferente y algunas palabras en inglés. Pero el diablo se interpuso y empujó su destino hacia el norte. Allí, una voz de niña de piedra y el silbido de un viejo la alertaron del peligro.

Elisa siente la amenaza en el cuerpo y sólo aliviará su pena cuando encuentre sus propias palabras”.

Un mapa de signos

Como fue gestada como novela de viajes, la edición está acompañada por un diario de bitácora que se puede leer en esta dirección: elviajedelilianabodoc.blogspot.com.ar. Allí se pueden ver anotaciones, manuscritos, notas de la viajera, entrevistas y oír la música que la acompañó en eso que ella llama “un naufragio”. La música, también, acompaña cada capítulo.

Al principio de ese mapa textual, escribe: “Siempre estuvo Santa Fe como punto de partida y de regreso. Es fácil adivinar que se trata de mi propia infancia.

En la ciudad de Santa Fe, en algunos lugares particularmente, mi infancia aún no se entera de que yo crecí y la dejé vacía. Volver a Santa Fe es para mí, casi literalmente, volver al seno materno.

– ¿Y el otro extremo del viaje?

– El norte, Jujuy, los sitios que no pude recorrer a mi tiempo y que, en cambio y felizmente, recorrieron mis hijos: Tilcara, Purmamarca, Andalgalá. Ése era el mapa.

– ¿Por qué?

– Porque no hay sitio en que resida con mayor profundidad el misterio de nuestra cultura. La maravilla y el dolor andan por esas calles como si tal cosa.

La trata no está planteada en la novela como denuncia explícita. “Es más bien la amenaza lo que sobrevuela”. Sin embargo, en el Diario de Bitácora hay un enlace directo sobre “trata de personas”. Es un texto que difunde la Fundación María de los Ángeles, creada en nombre de la mamá de Micaela.

Allí se lee que la trata es “la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de individuos con fines de explotación, tanto sexual como laboral”.

Que los tratantes suelen usar estos métodos de captación o reclutamiento: “Ofrecer engañosas ofertas de trabajo, participar en falsas agencias de modelos, ofrecer matrimonio o convivencia”. La mejor manera de prevenir este delito es la información. “Ojalá sembremos algo más de conciencia”, cierra Liliana, mientras ve llegar a Micaela y tomar a “Elisa” entre sus manos.

(*) Diario Los Andes de Mendoza

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En primera persona: Nair Libonatti, escritora

La artista uruguaya habla de ella misma, de cómo llegó a la escritura y de su obra

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Sobre sí misma y su arte

Soy Nair Libonatti, mujer uruguaya de 69 años. Toda mi vida supe que podía escribir, sin embargo, al plasmar mis ideas en una hoja, el resultado no me era grato y terminaba rompiendo.

En el año 2019 una amiga me invitó a “algo” literario y fui. Resultó ser un taller y fue ahí donde comencé a escribir.

Pocos meses después llegó la pandemia, entonces, buscando recursos para mi nuevo despertar, entré en un grupo argentino de Facebook. En él compartíamos textos y comentábamos.

Un buen día me invitaron a participar en el Mundial de Escritura, al principio me parecía inalcanzable hasta que me animé y la experiencia resultó maravillosa.

Sobre su obra

He escrito algunos libros: “Historias del Caldero”, en conjunto con dos amigas, “Constelaciones”, libro que va por su segunda edición y “El Pata de Bolsa y otros relatos”. Estos dos últimos están presentes en la 49a Feria del Libro de Buenos Aires, en el stand de Uruguay.

Sobre “Constelaciones” puedo decir que es un libro fuerte, con historias bastante movilizadoras, es un intento de visibilizar algunas circunstancias.El Pata de Bolsa” es en tono más humorístico, un poco más distendido y coloquial.

Son libros de cuentos cortos, escritos individualmente y luego seleccionados para cada uno de los libros.

Su actualidad

Actualmente integro el taller “Ratones de biblioteca”, que funciona en la Casa de la Cultura de Minas, Uruguay, y algunas compañeras me acompañaron a la Feria del Libro de Buenos Aires.


Nair Libonatti junto a Andrea Viveca Sanz, de Contarte Cultura, en la 49º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires

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Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.

“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense AguirreRodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.

Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.

—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?

—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.

—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?

—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.

—¿Cómo fueron esos comienzos?

—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.  

—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?

—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.

—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?

—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.

—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?

En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio,  mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.

—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?

—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.

—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?

—Haremos  algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.    

—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.

9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.

—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?

—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.

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Celina Cocimano y ‘El juego de las emociones de Uma’: “Un libro que pide gran compromiso de los adultos”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Todo gira, se mueve en una circularidad compartida. Las emociones suben y bajan, cuelgan de nuestros cuerpos, se desprenden como hojas secas. Regresan, son brotes, transformados en otra cosa.

Celina Cocimano es terapeuta emocional y a partir de sus vivencias y de su trabajo de muchos años necesitó dejar huellas, sembrar palabras para que germinen a través de sus libros.

“El juego de las emociones de Uma”, su último libro, está dedicado a las infancias. A través del juego logra acercarse a los territorios del miedo, de la ansiedad o de la frustración para atravesarlos.

ContArte Cultura charló con ella para conocer las rutas que la llevaron a indagar en ese universo.

—Las emociones forman parte de nuestras vidas, van y vienen, se mueven y nos movemos con ellas. Por eso, para comenzar y a modo de presentación, nos gustaría que elijas al menos tres emociones que te atravesaron al momento de escribir tu último libro y que a cada una de ellas les otorgues un sabor o un aroma.

  • Frustración, sabor a cebolla
  • Ansiedad, aroma a menta
  • Alegría, aroma a vainilla

—Y ya instalados en esa imagen, vayamos a tus comienzos, ¿qué vivencias te llevaron a transitar el camino de la terapia emocional?

—La insatisfacción personal, haberme descubierto cómo estafadora de mi propia vida, creando personalidades adquiridas para moldearme al gusto de la mirada ajena, siempre con esa sed emocional de ser alguien para los demás, ser aceptada, reconocida, querida y encantar a todos. Mientras estudiaba para contadora, sentí un apagón emocional, la apatía era mi única compañera en esos tiempos, hasta que mi cuerpo también “habló” con un síntoma muy sentido. Empezaba a hacerme pis por las noches siendo ya grande, más adelante entendí que eso sucedía en cada hogar o lugar donde me sentía a gusto, de esa manera, “intentaba” aferrarme a algún territorio, sentirlo al menos, por momentos, un lugar donde era yo. Como los animales que marcan su territorio orinando sobre él. Eso era lo que faltaba para que mi vida se vistiera de insatisfacción y cambie totalmente de rumbo, mejor dicho, empiece a vivir y dejar de aparentar lo que mis vacíos necesitaban cubrir.

—Seguramente al ir recorriendo ese camino fue necesario dejar huellas y de esa manera llegaron los libros, ¿cómo vivís la experiencia de escribir para que las palabras sean instrumento de sanación?

—Mi primer libro, “Despierta”, nació como algo catártico de la etapa que comenté anteriormente. Aún no sabía qué era lo que estaba viviendo y, sinceramente, pensaba que me moría por esos tiempos, entonces empecé a escribir cómo fue ese tránsito a mí destrucción de las corazas hacia mi reconstrucción emocional. Después, al compartir mi vivencia con muchas personas, me di cuenta que varios pasamos por ciertos procesos similares, por lo que se me ocurrió darle forma de libro y agregar reflexiones y ejercicios terapéuticos y de autogestión emocional. Los otros 3 -“Diamantes”, “Rotas”, y “El juego de las emociones de Uma”-, fueron pensados basándose en las historias que atiendo y buscando dejarle una “biblioteca” de recursos emocionales a mi hija para cuando sea más grande y, a las personas, que encuentren en estos libros, escrito en palabras, el propio sentir descarnado y sin filtro de las emociones que abordo en cada uno de ellos y luego, ofrecerles dinámicas, reflexiones, ejercicios para que encuentren en ellos formas de transitar el campo emocional sin tanto dolor y con valentía.

—Si pudieras resumir en una palabra el espíritu de cada uno de tus libros, ¿cuáles serían?

  • Despierta: Integridad
  • Diamantes: Osadía
  • Rotas: Coraje
  • El juego de las emociones de Uma: Autenticidad

—Tu último libro, “El juego de las emociones de Uma”, transita los paisajes de la infancia con todas sus gamas de colores, ¿cuál o cuáles fueron los disparadores de esta historia?

—Mi hija, a los 8 años, comenzó a transitar por un tiempo la conocida “Crisis de ansiedad y angustia”. Yo me opuse a que esté medicada siendo tan pequeña, y desde mi saber en el campo emocional de los adultos, junto a una gran observación sobre ella y sus crisis, se me ocurrió trabajar juntas para buscar soluciones a su sentir. Buscamos opciones en el juego infantil, en la creatividad, desarrollando distintos escenarios, armando una rutina de ejercicios y, sobre todo, busqué acercarla a la autogestión emocional. Así fue que se me ocurrió compartir cada ejercicio que funcionó en ella en este cuento, que no solo tiene el fin de que los niños empiecen a desarrollar desde pequeña edad sus propias respuestas emocionales ante cierta situaciones, sino que es un libro que pide gran compromiso de los adultos que acompañan al niño, y esa compañía, con el estar, el hablar su idioma, mejorar la calidad del vínculo, validar sus emociones, respetarlos y comunicarse con ellos, es lo que hace casi la mayor magia del trabajo de fortalecimiento emocional.

—Y justamente, a partir de tus propias vivencias decidiste contar desde el juego y desde las imágenes. Explicanos cómo fue el proceso de elegir esas duplas emocionales sobre las que querías hablar.

—Busqué las que a su edad son dentro de todo fáciles de interpretar, como decimos los adultos: de “etiquetar”. Son parte de las emociones primarias y la dupla fue pensada para dejarles el mensaje de que no son ni buenas ni malas, simplemente son y cada una es mensajera de un sentir, una acción a llevar a cabo y una particular respuesta emocional. También al ponerlas en duplas, cuando ellos/as sientan, por ejemplo, tristeza además de procesarla en todo su ser, sepan que pueden aprender a transportarla en alegría, ir de la ansiedad a la calma. Es decir, que conozcan cuál es la emoción que se necesita para equilibrar una con otra.

—Las semillas del libro fueron plantadas, ¿creés que tus palabras ya comenzaron a germinar y son brotes en los lectores?

—Sorprendentemente sí. Como comenté, yo me dedico a adultos no a infanto, y este libro que se publicó en abril del 2024 ya se está imprimiendo la segunda edición. Lo han comprado mucho abuelas y abuelos para compartirlo con sus nietos, en colegios para abordar ciertas emociones en el aula ya que también hay un capítulo sobre el bullying. Y muchas madres me compartieron que sus hijos o hijas mientras que se les leía el cuento ya comenzaban a incorporar los ejercicios sugeridos, o que empezaban a identificar sus propias emociones, tenían armados sectores en su cuarto como se encuentran en algunos capítulos. Incluso los que son más grandes, según cómo se sentían, buscaban en la biblioteca el libro y se encerraban en su cuarto a leer exclusivamente el capítulo que contiene la emoción que estaban sintiendo en ese día o ese tiempo. También compartió nota de Revista junto a Unicef en el día internacional contra el Bullying de 2024.

—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?

—Tengo dos libros más en camino, uno para adultos sobre la depresión, y otro para infanto, más expansivo aún, con un viaje al campo emocional que sea para ellos y para sus padres o tutores también, digamos que será un libro revelador en muchos aspectos.

—Para terminar, te invitamos a elegir la textura que represente a tu libro “Las emociones de Uma”.

—La textura sería cálida, pomposa, con colores desde pasteles a fuertes, con ganas de descubrirla y sentirla, y con distintos aromas que vayan cambiando según cada paso de la mano o de los pies sobre ella.

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