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Coti Estevan: “Kaani expresa mi forma de ver el mundo, la forma en que nos vinculamos con cada ser”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Es la semilla, el latido de la vida, la percusión de la tierra. Es el movimiento hacia arriba y hacia abajo, música y danza, el lenguaje ramificándose en las hojas, las voces en el aire, un mensaje de las raíces, viento y flores. Los pétalos entregados a la canción, caen. Es el fruto, que se abre y dispersa. Muerte y vida en los márgenes de la palabra.

La cantautora, bailarina y artista interdisciplinaria Coti Estevan presenta por estos días su nuevo disco, “Kaani”, una obra nacida desde el centro de la tierra, en las sombras del suelo, en el punto donde la música crece y se perpetúa.

ContArte Cultura charló con ella para conocer acerca de su recorrido artístico y especialmente sobre el proceso creativo de su obra.

—Hay una imagen, la de las raíces entrelazándose por debajo de la tierra, sosteniendo en las profundidades aquello que crece por encima, que representa la esencia de tu obra. Para comenzar esta charla nos gustaría sumergirnos en la tierra y pedirte que nos cuentes cuáles fueron las semillas que dieron vida a “Kaani”, tu último disco.

—Este disco nace del deseo de poder integrar mis distintas facetas creativas. Hacía tiempo que venía deseando hacer una presentación donde estuviesen entremezcladas la música, la danza y la poesía. A principios de 2022 me convocaron desde el Museo Nacional Estancia de Jesús María, a través de Cultura de la Nación, para hacer una presentación en conmemoración al Día de la Tierra y del Aborigen. Justo había ganado la convocatoria Argentina Florece del INAMU y se conjugaron las dos cosas, dándome impulso para realizar la puesta escénica interdisciplinaria Kaani, Entramando Raíces. En ella participaron 15 artistas de distintas disciplinas. La obra de música, danza, artes visuales y poesía, buscaba reflexionar sobre el vínculo de la humanidad con la naturaleza, tomando como inspiración las cosmovisiones de los pueblos originarios. La realizamos por distintos lugares de Córdoba capital y el interior. Fue una experiencia maravillosa de creación colectiva, donde cada artista pudo aportar su creatividad y su forma esencial de expresarse, dando lugar a un espectáculo muy sentido y profundo. Por un lado me interesaba reivindicar y poner en valor los saberes de las culturas originarias, sus cosmovisiones. Tomo principalmente de ellos su sentido de conexión con el mundo, el hecho de saberse seres naturales que han de vivir en armonía con la naturaleza, aquella que les brinda hogar y alimento, y no seres separados de ella sobre la cual hay que tomar posesión y controlar. Por otro lado, reflejar el hecho de que nuestra cultura actual es el resultado de una mixtura de corrientes culturales que se han ido entremezclando: la afrodescendiente, la europea y la de los pueblos originarios. Traer a la luz y en valor que somos ese crisol de culturas, que los pueblos originarios son parte esencial nuestra. Revalorizar su voz por tanto tiempo acallada, como un valioso armónico que hace a nuestra esencia latinoamericana, y brindarles el lugar que merecen en la historia y en el presente.

—Y dentro de cada semilla se cuenta una historia. ¿Qué recorridos atravesó el germen del arte en vos?

—Yo nací en una familia de músicos. Mi papá, mi mamá, mis tíos y tías, hermanos, hemanas, primos y primas, casi todos son músicos o artistas en otras ramas. Crecí en una casa donde todo el día se cantaba y había música. Crecí jugando en medio de ensayos de distintos grupos o coros. Para mí la música es esencial, principalmente el canto. Cantar me ha salvado siempre de cada momento oscuro o de crisis en el que muchas veces entramos como parte de nuestro crecimiento. Mi papá se dedica a la música andina. Desde muy chicos estuvimos conectados con esa cultura, sus saberes y cosmovisiones. En mi familia se reflexiona mucho sobre estos saberes. Yo pasé por el canto lírico, por la música académica, la música experimental, distintos formatos de grupos de música latinoamericana, folklore argentino, hasta me dediqué un tiempo a las canciones tradicionales españolas. Creo que todo eso se refleja en mi forma de componer y armar arreglos, esa mixtura de recorridos que hacen lo que soy. Mi formación principal es la del Teatro de la Voz de Roy Hart, que en Córdoba se llama Cuerpo Sonoro. Lo herede de mi abuela Delia y mi maestra es Clelia Romanutti. Gracias a ella me conecté con la danza y fue un sin parar de querer aprender más sobre la danza, el movimiento y la voz asociada al cuerpo.

—Sin dudas, cada tema es también parte de ese recorrido, el fruto que se abre para dejar caer su música sobre el paisaje, ¿de qué manera percibís el nacimiento de una canción?

—Cada canción ha sido diferente. Las primeras nacieron en un momento de improvisación con la voz y la danza. Mientras bailaba me bajaban melodías y palabras que grabé con el celular. Luego les di forma de canción. Al tema Río lo soñé, literalmente casi completo: a mitad de la noche me desperté, busqué el celular y lo grabé así como lo había soñado, porque sabía que si no, al otro día, no me lo iba a acordar. Otras veces escribí la letra sobre algo que me inspiraba y luego le puse la melodía, o jugaba con una base armónica y sobre eso inventaba la melodía. Me gusta que las canciones vengan de formas diferentes, sin un método específico. Lo más lindo es sentir que ellas ya estaban desde antes, como si siempre hubiesen estado ahí esperando. Es una sensación raramente hermosa la que me sucede. Siento que yo simplemente soy un canal por el que ellas bajan. 

—¿Qué instrumentos forman parte del paisaje sonoro de “Kaani”?

—El paisaje sonoro de Kaani está representado por una combinación de algunos instrumentos tradicionales de nuestro folklore como la guitarra y el violín, por el bajo y un set de percusión mixto compuesto por bombo legüero, platos, redoblante, tons y djembe, que brindan una fusión interesante, entre moderna y tradicional. Al mismo tiempo, el bajo eléctrico ocupa un lugar sobresaliente en muchos de los arreglos, para mí su sonido simboliza las raíces que se conectan y se comunican bajo tierra. La profundidad de su sonido me remite al corazón, a todo aquello que está presente pero de un modo inasible e impalpable, lo espiritual de la energía vital.

—¿Quiénes colaboraron en la producción y realización de este proyecto?

—En la producción del disco colaboraron muchas personas, muy queridas y talentosas. Los protagonistas principales fueron los músicos de Entrama, quienes pusieron en juego su talento, creatividad y profesionalismo para dar a luz este hermoso proyecto musical. Ellos son Ámbar Boursiac (guitarra criolla), Jazmín El Hay (coros), Ximena Estevan (violín), Pablo Estevan (bajo eléctrico) y Rubén Mansilla (Percusión). Yo quería capturar la esencia de la obra, la sinergia de la energía de lo grupal, de lo que sucede en momento presente. Es por eso que busqué una sala de estudio donde pudiésemos grabar todos juntos al mismo tiempo. Y encontré la mejor de Córdoba, no sólo profesionalmente, sino por la buena onda y el cariño con la que fuimos recibidos y tratados. Fue grabado, editado y masterizado por Sebastián y Martín Bergallo en Desdémona Estudios, en Córdoba capital. Por otro lado, en la creación del arte de tapa estuvo la artista visual Julieta Díaz Mezzacapo, quien también participó en la puesta escénica. Ivana Estevan realizó el diseño de la contratapa y el desplegado para la impresión del disco en físico. Yanina Luponio Sáenz, gran artista, participó con su voz y sus poesías escritas exclusivamente para la obra, en la publicación del álbum completo que está disponible en YouTube. En la edición y masterización de los textos estuvo el arte de Matías Romero Acuña en su Estudio Aural Sounds. Por último, no quiero dejar de nombrar a Yannick Constantin, quien no sólo sacó las hermosas fotos que están circulando para la promoción del disco, sino que también hizo la realización audiovisual del videoclip de Cantomadre que estará disponible en YouTube a partir del sábado 22 de julio. Una hermosa obra de arte en la que participaron muchísimas personas queridas, principalmente Noelia Vázquez de Novoa y Eva Romero Tulian como actrices principales.

—El arte de tapa sintetiza el espíritu del disco. ¿Cómo fue el proceso creativo que llevaron adelante para que la imagen y la música se fundieran?

—Se lo debo principalmente a Julieta Díaz Mezzacapo. Ella fue parte del colectivo artístico con el que realizamos la puesta escénica. Vio y fue parte de la obra muchas veces, creo que eso simplificó el tema de poder llevar a una imagen la esencia de la obra. Pero sobre todo su increíble talento y capacidad de síntesis para resumir en lo visual semejante cantidad de experiencias y sensaciones. El dibujo es una semilla que se abre a la vida, es tan grande la extensión de sus raíces como el desarrollo de sus ramas, hojas y frutos. Me gustaba la idea de que se viera tanto el abajo, lo profundo, lo que permanece en las sombras, como el arriba y lo luminoso. Todo lo que manifestamos en nuestras vidas es fruto de aquello que guardamos en las profundidades de nuestro ser. Lo que creemos, creamos. Es una semilla cuya danza es el movimiento vital de crecer, de ser y desarrollarse en esa simplicidad de lo que “vino a ser”, sin más que esa sencillez austera y bella de fluir con la danza de la vida.

—¿Qué nos podés contar de Entrama y de La Fragua- Nuestro Folklore, las dos agrupaciones de las que formas parte.

—Son dos proyectos muy hermosos y diversos. En ambos hacemos temas de composición propia. En La Fragua todos componemos y en algunas canciones lo hacemos en conjunto. Es un grupo de estilo estrictamente folklórico argentino. La diversidad de temáticas que tocamos tiene que ver con la diversidad de cosas que nos inspiran. Siempre cuento en broma que Mauricio es el romántico, Pablo nos cuenta sobre vivencias o lugares y yo soy más mística y casi siempre hablo sobre la naturaleza. Gabi aporta con melodías hermosas y arreglos. Es un grupo humano muy hermoso, somos por sobre todo muy amigos y amamos juntarnos a compartir la música, comer algo rico y divertirnos. En Entrama hacemos temas míos, los arreglos los vamos construyendo desde el aporte de cada uno. El estilo es bien mixturado, principalmente de raíz folklórica argentina y latinoamericana. Pasó por varias formaciones diferentes, pero el que sigue firme como un pilar muy importante para mí es mi hermano Pablo. No sólo por su aporte musical excepcional, sino también humano, con su presencia que me sostiene y me banca en todas las locuras. Mi prima Ximena aporta talento y orden, es una grosa en todo lo que se propone hacer y también un fuerte pilar del grupo. Rulo (Rubén Mansilla) es un hermoso ser, callado y súper comprometido, que aporta un montón al grupo. Y finalmente Facundo Olivera, quien se sumó hace poquito, es un gran amigo con quien fuimos compañeros de escuela y que la vida nos vuelve a cruzar. Está sumando un montón al grupo desde su experiencia y gran talento. Fue un gran hallazgo.

—¿Dónde y cuándo se realizará la presentación del disco?

—La fecha de presentación del disco en la Ciudad de Buenos Aires será el sábado 19 de agosto a las 21, en Espacio Tucumán, de calle Suipacha al 140. Las entradas anticipadas las pueden conseguir por Alpogo.com. Será un espectáculo integral de música, poesía y danza. Las canciones se irán entrelazando con la poesía y la voz en movimiento. El domingo 20 de agosto a las 12 estaremos presentándolo en Junín, provincia de Buenos Aires, en La Negrada – Patio de Retumbos, en calle Garibaldi 209. En Córdoba estaremos presentando el viernes 4 de agosto a las 22, en un hermoso centro cultural de Alta Gracia llamado Villa Roma.

—¿En qué otros proyectos estás trabajando actualmente?

—Estoy en un nuevo proyecto de armonización sonora y meditación con la voz en movimiento, junto a Matías Romero Acuña, y participando en unas colaboraciones con el artista Luis Luchetti, multi performance de música experimental en música electrónica. Incursionando en nuevas facetas.

—Para terminar, si pudieras elegir una palabra que simbolice lo que significa “Kaani” para vos, ¿cuál sería y por qué?

Kaani simboliza para mí Entramar. Es mi forma de expresar de qué manera sutil se hilan las hebras que forman parte de este gran tejido invisible que es la vida. Representa el hermanamiento de saberes ancestrales con los actuales, la fusión y el sincretismo de diferentes raíces culturales y musicales, y la mixtura de diferentes disciplinas artísticas. Kaani expresa mi forma de ver el mundo, la forma en que nos vinculamos con cada ser: Somos el otro, somos el mundo.

(Fotos: Ivana Estevan, María Teresa Ruiz, Yannic Constantin, Yanina Lupanio, Luciano Ferrabone)

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Celina Cocimano y ‘El juego de las emociones de Uma’: “Un libro que pide gran compromiso de los adultos”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Todo gira, se mueve en una circularidad compartida. Las emociones suben y bajan, cuelgan de nuestros cuerpos, se desprenden como hojas secas. Regresan, son brotes, transformados en otra cosa.

Celina Cocimano es terapeuta emocional y a partir de sus vivencias y de su trabajo de muchos años necesitó dejar huellas, sembrar palabras para que germinen a través de sus libros.

“El juego de las emociones de Uma”, su último libro, está dedicado a las infancias. A través del juego logra acercarse a los territorios del miedo, de la ansiedad o de la frustración para atravesarlos.

ContArte Cultura charló con ella para conocer las rutas que la llevaron a indagar en ese universo.

—Las emociones forman parte de nuestras vidas, van y vienen, se mueven y nos movemos con ellas. Por eso, para comenzar y a modo de presentación, nos gustaría que elijas al menos tres emociones que te atravesaron al momento de escribir tu último libro y que a cada una de ellas les otorgues un sabor o un aroma.

  • Frustración, sabor a cebolla
  • Ansiedad, aroma a menta
  • Alegría, aroma a vainilla

—Y ya instalados en esa imagen, vayamos a tus comienzos, ¿qué vivencias te llevaron a transitar el camino de la terapia emocional?

—La insatisfacción personal, haberme descubierto cómo estafadora de mi propia vida, creando personalidades adquiridas para moldearme al gusto de la mirada ajena, siempre con esa sed emocional de ser alguien para los demás, ser aceptada, reconocida, querida y encantar a todos. Mientras estudiaba para contadora, sentí un apagón emocional, la apatía era mi única compañera en esos tiempos, hasta que mi cuerpo también “habló” con un síntoma muy sentido. Empezaba a hacerme pis por las noches siendo ya grande, más adelante entendí que eso sucedía en cada hogar o lugar donde me sentía a gusto, de esa manera, “intentaba” aferrarme a algún territorio, sentirlo al menos, por momentos, un lugar donde era yo. Como los animales que marcan su territorio orinando sobre él. Eso era lo que faltaba para que mi vida se vistiera de insatisfacción y cambie totalmente de rumbo, mejor dicho, empiece a vivir y dejar de aparentar lo que mis vacíos necesitaban cubrir.

—Seguramente al ir recorriendo ese camino fue necesario dejar huellas y de esa manera llegaron los libros, ¿cómo vivís la experiencia de escribir para que las palabras sean instrumento de sanación?

—Mi primer libro, “Despierta”, nació como algo catártico de la etapa que comenté anteriormente. Aún no sabía qué era lo que estaba viviendo y, sinceramente, pensaba que me moría por esos tiempos, entonces empecé a escribir cómo fue ese tránsito a mí destrucción de las corazas hacia mi reconstrucción emocional. Después, al compartir mi vivencia con muchas personas, me di cuenta que varios pasamos por ciertos procesos similares, por lo que se me ocurrió darle forma de libro y agregar reflexiones y ejercicios terapéuticos y de autogestión emocional. Los otros 3 -“Diamantes”, “Rotas”, y “El juego de las emociones de Uma”-, fueron pensados basándose en las historias que atiendo y buscando dejarle una “biblioteca” de recursos emocionales a mi hija para cuando sea más grande y, a las personas, que encuentren en estos libros, escrito en palabras, el propio sentir descarnado y sin filtro de las emociones que abordo en cada uno de ellos y luego, ofrecerles dinámicas, reflexiones, ejercicios para que encuentren en ellos formas de transitar el campo emocional sin tanto dolor y con valentía.

—Si pudieras resumir en una palabra el espíritu de cada uno de tus libros, ¿cuáles serían?

  • Despierta: Integridad
  • Diamantes: Osadía
  • Rotas: Coraje
  • El juego de las emociones de Uma: Autenticidad

—Tu último libro, “El juego de las emociones de Uma”, transita los paisajes de la infancia con todas sus gamas de colores, ¿cuál o cuáles fueron los disparadores de esta historia?

—Mi hija, a los 8 años, comenzó a transitar por un tiempo la conocida “Crisis de ansiedad y angustia”. Yo me opuse a que esté medicada siendo tan pequeña, y desde mi saber en el campo emocional de los adultos, junto a una gran observación sobre ella y sus crisis, se me ocurrió trabajar juntas para buscar soluciones a su sentir. Buscamos opciones en el juego infantil, en la creatividad, desarrollando distintos escenarios, armando una rutina de ejercicios y, sobre todo, busqué acercarla a la autogestión emocional. Así fue que se me ocurrió compartir cada ejercicio que funcionó en ella en este cuento, que no solo tiene el fin de que los niños empiecen a desarrollar desde pequeña edad sus propias respuestas emocionales ante cierta situaciones, sino que es un libro que pide gran compromiso de los adultos que acompañan al niño, y esa compañía, con el estar, el hablar su idioma, mejorar la calidad del vínculo, validar sus emociones, respetarlos y comunicarse con ellos, es lo que hace casi la mayor magia del trabajo de fortalecimiento emocional.

—Y justamente, a partir de tus propias vivencias decidiste contar desde el juego y desde las imágenes. Explicanos cómo fue el proceso de elegir esas duplas emocionales sobre las que querías hablar.

—Busqué las que a su edad son dentro de todo fáciles de interpretar, como decimos los adultos: de “etiquetar”. Son parte de las emociones primarias y la dupla fue pensada para dejarles el mensaje de que no son ni buenas ni malas, simplemente son y cada una es mensajera de un sentir, una acción a llevar a cabo y una particular respuesta emocional. También al ponerlas en duplas, cuando ellos/as sientan, por ejemplo, tristeza además de procesarla en todo su ser, sepan que pueden aprender a transportarla en alegría, ir de la ansiedad a la calma. Es decir, que conozcan cuál es la emoción que se necesita para equilibrar una con otra.

—Las semillas del libro fueron plantadas, ¿creés que tus palabras ya comenzaron a germinar y son brotes en los lectores?

—Sorprendentemente sí. Como comenté, yo me dedico a adultos no a infanto, y este libro que se publicó en abril del 2024 ya se está imprimiendo la segunda edición. Lo han comprado mucho abuelas y abuelos para compartirlo con sus nietos, en colegios para abordar ciertas emociones en el aula ya que también hay un capítulo sobre el bullying. Y muchas madres me compartieron que sus hijos o hijas mientras que se les leía el cuento ya comenzaban a incorporar los ejercicios sugeridos, o que empezaban a identificar sus propias emociones, tenían armados sectores en su cuarto como se encuentran en algunos capítulos. Incluso los que son más grandes, según cómo se sentían, buscaban en la biblioteca el libro y se encerraban en su cuarto a leer exclusivamente el capítulo que contiene la emoción que estaban sintiendo en ese día o ese tiempo. También compartió nota de Revista junto a Unicef en el día internacional contra el Bullying de 2024.

—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?

—Tengo dos libros más en camino, uno para adultos sobre la depresión, y otro para infanto, más expansivo aún, con un viaje al campo emocional que sea para ellos y para sus padres o tutores también, digamos que será un libro revelador en muchos aspectos.

—Para terminar, te invitamos a elegir la textura que represente a tu libro “Las emociones de Uma”.

—La textura sería cálida, pomposa, con colores desde pasteles a fuertes, con ganas de descubrirla y sentirla, y con distintos aromas que vayan cambiando según cada paso de la mano o de los pies sobre ella.

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Florencia Ghio presenta “Aguas Turbias”, una historia que lleva al lector por una variada gama de emociones

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Hay un rumor, un murmullo por encima y por debajo. La evidencia flota, va y viene. Pero el agua arrastra las palabras, se lleva las voces, esconde. No se ve lo que no se quiere ver. O lo que no se debe. La verdad se hunde, toca fondo. Es barro entre los dedos. Y mancha.

 En “Aguas Turbias”, la última novela de Florencia Ghio editada por El Emporio, flotan varias verdades, como un rumor debajo de lo que se lee, van y vienen. Se convierten en imágenes, en sonidos y en aromas, mientras ella bucea para rescatarlas. Para que la verdad nunca se manche.

En diálogo con ContArte Cultura, la escritora cuenta cómo nació la obra y de qué manera descubrió a los protagonistas de esta historia.

—Vamos a comenzar esta charla haciendo foco en una palabra que flota entre las páginas de tu novela: justicia. A modo de presentación del libro y de sus protagonistas, si pudieras elegir una imagen o un objeto simbólico que represente esa justicia, ¿cuál elegirías y por qué?

—Elegiría la clásica estatua de la justicia pero con su balanza completamente inclinada hacia un lado y sus ojos vendados. Porque es un poco eso lo que se ve en esta novela, una justicia que es ciega, y también sorda, por eso el protagonista de mi libro, que dice ser el chivo expiatorio de un crimen que no cometió, tiene que venir desde un pueblo del sur y salir a clamar su inocencia por altoparlantes en un subte de Buenos Aires.

—Y a partir de esa imagen viajemos al principio. Sin dudas, siempre existe un germen que da vida a las cosas. Seguramente tu novela también es producto de ideas o situaciones que fueron semillas en la tierra de tu imaginación. ¿Recordás cómo y cuándo comenzaste a sembrar esta historia?

—Yo digo que en lo que va de mi carrera de escritora, en las dos novelas que escribí y en la que estoy escribiendo ahora, me pasó que no busqué las historias sino que las historias me buscaron a mí. Aguas Turbias está inspirado en un caso real, y surgió a partir de que viera por televisión a un joven que se había fabricado una máscara de chivo y andaba por los subtes suplicando que alguien lo escuchara. Había estado preso por el crimen de su madrastra que él juraba no haber cometido, y le aterraba la idea de que lo condenaran. Me impresionó el mecanismo, recurrir a su creatividad para escapar de ese infierno, eso me llevó a averiguar qué le había pasado y me inspiró para escribir la novela, en donde los personajes, lugares y la mayoría de los sucesos son ficticios, pero ese fue el puntapié inicial que me sumergió en esta novela.

—Aleida, tu protagonista, es una mujer que lucha por sus ideales, va en busca de justicia pero también pelea contra sus propios monstruos. ¿Cómo viviste el proceso de construir ese mundo interior con tantos matices?

—Aleida San Martín es un personaje que rescaté de mi anterior novela El Ciudadano. Es una abogada honesta e idealista, de esas que estudió derecho porque ama la justicia. Al mismo tiempo, es una guerrera; logró superar una historia familiar traumática, para convertirse en una funcionaria pública que trata de rescatar a toda persona que atraviesa un infierno, porque ella sabe lo que es estar ahí y no quiere que nadie más lo tenga que vivir.  Aguas Turbias la va a encontrar en un tramo de su vida en que está en caída libre, porque ahora, aun con las secuelas de sus anteriores traumas, tiene que luchar contra el acoso laboral, se siente muy sola, y todo eso le provocó una fuerte adicción al casino, que en esos momentos encuentra como su única vía de evasión. En estas condiciones se cruza a García Robledo en el subte y, conforme a su esencia, no puede quedar indiferente a su historia. Intuye que él no miente, pero ella no puede ejercer la profesión por ser funcionaria, y además vive en Buenos Aires, así que veremos si, en su estado, logra tomar decisiones tan difíciles para ayudar al chico de la máscara. Para el proceso de construcción de este personaje me ayudó mi especialización en violencia familiar y también hablé con psicólogas expertas en ludopatía.

—También el personaje de García Robledo, el chico de la máscara, tiene sus claroscuros, ¿qué fue lo primero que percibiste de este protagonista al momento de escribirlo?

—García Robledo es un muchacho que antes de pasar por ese infierno amaba la vida, pero luego de esto se ha decepcionado completamente de ella. Descree de las instituciones de su localidad pero, al igual que Aleida, es un guerrero que, en su caso, salió de su pueblo a buscar si al menos en alguna otra parte existía esa justicia que no lograba encontrar. El lector tendrá que averiguar si con toda esa lucha la logra despojar de la venda que tiene en sus ojos y cambiar la inclinación de esa balanza que parece desvencijada.

—Como ya comentaste, hay una cierta continuidad de “Aguas turbias” con “El ciudadano”, tu anterior novela, ¿qué hilos temáticos presentes en ambas historias te gustaría seguir sosteniendo en un futuro?

—Por el momento los casos judiciales reales o ficticios han sido fuentes de inspiración, no sé si quisiera mantener algún hilo temático en particular, pero sí escribir el tipo de literatura que a mí me gusta leer, aquella que no es puro entretenimiento sino que te deja reflexionando y retrata distintos tipos de realidades, algunas veces invisibilidades o desconocidas para quien no las transita, así como en El Ciudadano abordé, además de la violencia familiar y el funcionamiento de la justicia, la política migratoria argentina. Creo que esa también puede ser una de las funciones de la literatura y de la cultura en general. Como lectora, a los libros que solo me entretienen los olvido no bien termino la última página, en cambio el otro tipo de literatura es la que me ha marcado como persona, no solo la recuerdo sino que en determinados momentos de mi vida regreso a ella para releer, aunque más no sea algún párrafo.

—Como en todo policial, en esta novela hay un crimen alrededor del cual se teje la trama. ¿Cuáles son las emociones que te atraviesan al transitar esos escenarios con la palabra y con la imaginación?

—Creo que en Aguas Turbias, que tiene componentes del policial pero también es un drama y tiene romance, el lector va a atravesar una variada gama de emociones y estados de ánimo. Se me ocurren, por ejemplo, indignación, tristeza, intriga, alegría, entre otras.

—¿Seguirá la doctora Aleida San Martín presente en próximas historias?

—En la novela que estoy escribiendo ahora la doctora San Martín no es parte, pero no descarto que en algún momento vuelva.

—Para concluir, ¿cuál sería el color que elegirías para representar el espíritu de tu novela y por qué?

—Elijo el gris topo, por todo lo que acontece.- El lector tendrá que averiguar si ese color puede llegar a cambiar en algún momento de la novela.


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Daniel Balmaceda vuelve con el increíble caso del primer secuestro de un cadáver en Argentina

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Aquel atardecer del 27 de junio de 1881 era especialmente frío en Buenos Aires. Florentino Muñiz, un español multifacético, formaba parte de la organización Los Caballeros de la Noche, liderada por el belga Alphonse Kerckhove de Peñaranda. Muñiz había decidido tomar café en un bar y, mientras leía el diario vespertino, sus ojos tropezaron con la crónica y una idea impensada hasta el momento: secuestrar el cadáver de la mujer más rica del país en ese entonces, Doña Inés Indart Igarzábal de Dorrego, del Cementerio de la Recoleta.

Así comenzó una trama sin precedentes en la historia y los orígenes del crimen en la Argentina, en manos de la primera banda de secuestradores del país. Sobre este caso policial que mantuvo en vilo y escandalizó a la sociedad argentina de fines del siglo XIX escribe Daniel Balmaceda en su último libro, “Los Caballeros de la Noche”.

El periodista, miembro de la Academia Argentina de Historia y uno de los más grandes divulgadores del país, narra la increíble -y fascinante-  historia de un grupo de inmigrantes europeos que conforman una banda delictiva, que actuaba de noche, se camuflaba de día (y con un reglamento propio), que llegó a robar un cadáver de la familia Dorrego para pedir rescate.

Tras bestsellers como “Grandes historias de la cocina argentina”, “Historias de la Belle Époque argentina” y “Sarmiento”, Balmaceda se anima a probar por primera vez con el género de narrativa histórica y vuelve a convertirse en uno de los libros que lideran los rankings de ventas desde su publicación. La historia que Balmaceda toca la convierte en oro.

“’Los Caballeros de la Noche’ es una narrativa policial histórica, pero es un paso intermedio hacia la novela”, dice Balmaceda en diálogo con Noticias Argentinas, y explica las razones: “Se trata de un hecho real, que tuvo lugar en 1881, y donde cada integrante de la banda que aparece en el libro participó en estos hechos. La novela es un género muy atractivo y, a la vez, alejado de la no ficción, en donde nos podemos dar el gusto de generar ambientes, escenarios, personajes y situaciones”.

El libro, que se publica por primera vez en simultáneo en Argentina, América latina y España, es el producto de más de cinco años de investigación, basado en material de todo tipo: “Es un caso policial apasionante y por eso me parecía que era una excelente oportunidad para enriquecer el ambiente con datos ilustrativos de la época y provocar en el lector una escenografía completa de estos hechos”, suma el autor.

“Los Caballeros de la Noche” recrea un período crucial de la Historia argentina, a finales del siglo XIX en Buenos Aires, marcado por importantes transformaciones políticas, sociales y económicas. La presidencia de Roca, la creación de la Policía Federal, liderada por Marcos Paz, y las descripciones y detalles de los palacios donde residían las familias adineradas de la ciudad, son elementos que sitúan al lector en la atmósfera de la época. El libro cuenta con el sello del autor: capítulos que llevan a una lectura encadenada e hipnótica.

“El policial hace el bosquejo muy completo de una sociedad”, define Balmaceda, en sintonía con una idea que supo expresar el escritor y periodista rosarino, Reynaldo Sietecase, cuando dijo que “una sociedad se muestra en un policial como en ningún otro género”. Y agrega: “El policial es un género que involucra acción, en muchos casos, acciones en la calle, personalidades distintas, diferentes clases sociales, conductas erradas”.

¿Cómo lograron sacar el féretro de la mujer más rica del país del Cementerio de la Recoleta? ¿Dónde lo escondieron? ¿Qué pedían de rescate?, son algunas preguntas que guían la narración de “Los Caballeros de la Noche”. Y, un interrogante fundamental: ¿Cuáles eran las estrategias para eludir a la recién creada Policía de la Capital?  Un plan más osado y con la víctima perfecta.

Una banda “confiable”

Tres italianos, dos franceses, un griego y un argelino, liderados por un belga, Alphonse Kerckhove de Peñaranda, y un español, Florentino Muñiz. Así estaba conformada la insólita banda de secuestradores, “Los Caballeros de la Noche”, que protagoniza el nuevo libro del periodista argentino.

El nombre no es casual, por varios motivos. La denominación, según explica Balmaceda a NA, estaba inspirado en la novela policial francesa “Les chevaliers de la nuit”, de Pierre-Alexis Ponson du Terrail -conocido por la creación del famoso personaje Rocambole-.

“Los Caballeros de la Noche fue una banda que se formó en Buenos Aires a comienzos de 1881 con la intención de delinquir y trascender por sus acciones, al punto de llegar a convertirse en la banda de más renombre de la región”, señala Balmaceda.

A su vez, hace referencia a la novela homónima y una arista más del misterioso nombre de la banda: “Su nombre era tomado de una novela francesa, pero implicaba otra cosa: que de día todos tenían trabajos habituales, como mozo, proveedor de farmacias, administrativo, pero por la noche se convertían en la banda de delincuentes. Su gran golpe fue el secuestro del cadáver de la mujer más rica de ese momento”.

El libro muestra esa doble cara: de día ciudadanos como cualquier otro, trabajadores y honrados; de noche, todo se transformaba en clandestinidad. “Los Caballeros de la Noche” practicaban el anonimato y la denominación por números, similar a lo que sucede en la serie “La casa de papel “o en la película “Perros de la calle”.

Este grupo tenía otra particularidad: estaba conformado por inmigrantes exclusivamente, no se aceptaban argentinos. ¿Por qué? Según cuenta en el libro, Kerckhove de Peñaranda y Muñiz, los líderes, no confiaban en los argentinos porque no eran de confiar. Incluso, generaron un reglamento de conducta para sus miembros, que constaba de 13 máximas, entre las que estaba una de las más sorprendentes: “Callar siempre con quien tienes que callar y lo que tienes que callar. Misterio, secreto y silencio, en todo, por todo y con todos”.

El libro de Balmaceda narra este fascinante caso policial en cuatro partes, sin embargo, la gran pregunta es cómo hizo esta banda para lograr el primer secuestro de un cadáver. Inteligencia, detalles, estrategia y saber aprovechar las oportunidades.

Un secuestro que no fue el último

Al leer “Los Caballeros de la noche” y los pormenores del secuestro de Doña Inés Indart Igarzábal de Dorrego, las relaciones con otros secuestros que cambiaron la Historia argentina se hacen ineludibles.

Por ejemplo, el secuestro del cuerpo de Eva Perón, en 1955, tras el golpe de Estado que derrocó al presidente Juan Domingo Perón. En junio de 1987, otro hecho generó una gran conmoción en Argentina: ladrones ingresaron al mausoleo donde estaba enterrado Perón, en el Cementerio de Chacarita, abrieron el ataúd y cortaron las manos del líder peronista.

Aunque estos episodios históricos resuenan en la lectura, Balmaceda separa el caso policial sobre el que escribe en su nuevo libro cuando dice que “’Los caballeros de la noche’ no tiene una relación directa con los casos mencionados porque no se trata de una acción política; es una acción meramente policial, independientemente de las posiciones políticas distintas de los que integraban Los caballeros de la noche”.

Y sigue: “Es un grupo de inmigrantes que decidieron en la Argentina de 1881 formar una banda y generar un gran golpe delictivo que los convirtiera en millonarios y el plan fue secuestrar un cadáver del cementerio de la Recoleta, que se trató de una situación escandalosa y sensacionalista, una palabra que no se utilizaba en ese momento, pero que describe a la perfección esa noticia”.

En “Los Caballeros de la Noche” hay otro hecho trascendente: la creación de la Policía de la Ciudad, bajo en mando de Marcos Paz. “Marcos Paz y sus comisarios eran admiradores del trabajo de Scotland Yard. La particularidad de la policía inglesa era que trabajaban en investigaciones policiales. Hasta ese tiempo, habían sido muy precarias, más producto de intuiciones, pero Scotland Yard trabajó de una manera más científica y más pintoresca”, explica Balmaceda sobre la relación de la flamante fuerza policial porteña y la inglesa.

Según señala el autor, en algunos casos, los detectives, para llevar a cabo su tarea, se quitaban los uniformes y usaban vestuarios que los camuflaran y eso lo copió nuestra policía. Eso mismo tomó como referencia la fuerza a cargo de Marcos Paz y que se detalla en el libro.

“Nuestros propios comisarios aparecían en casas de juego, prostíbulos, y también en la tarea para resolver este caso, disfrazados. Eso le daba un aspecto atractivo para los lectores de las crónicas policiales, que empezaban a tener ese estilo de narración más de crónica detectivesca”, apunta Balmaceda.

El mapa del crimen

 En “Los Caballeros de la Noche”, Balmaceda construye una suerte de recorrido por la Ciudad de Buenos Aires de 1880 y se convierten en otro punto destacado de su nuevo libro.

“Las ubicaciones geográficas tienen un atractivo en la historia real de ‘Los caballeros de la noche’ porque involucran muchos puntos de la Ciudad de Buenos Aires que hoy se mantienen o son muy reconocidos, inclusive en el aspecto turístico, como es el Cementerio de la Recoleta, donde se llevó a cabo el secuestro”, sostiene Balmaceda.

El divulgador de Historia aporta una clave sobre cuál fue el mayor detalle que facilitó el secuestro del cadáver, el eje de su libro, en la conversación con NA. “En ese momento, en los meses que tiene lugar la historia, el cementerio estaba en remodelación y, como lo vemos hoy, es producto de aquella obra de refacción y remodelación”. Ese pequeño -gran- detalle facilitó el trabajo de la banda de secuestradores.

Pero ahí no termina el recorrido que propone el libro. A pocos metros del Teatro Colón se encontraba el Palacio Miró, el lugar en el que Inés Dorrego, la viuda de Mariano Miró e hija de la mujer cuyo cadáver fue secuestrado, recibió la noticia.

“El Departamento de Policía también tiene mucha importancia porque allí se concentraba todo el trabajo de la fuerza comandada por Marcos Paz, el primer jefe de la Policía de la Capital, a un costado del Cabildo de Buenos Aires, hacia el lado de la Catedral”, puntualiza Balmaceda y agrega otro punto en el mapa porteño de finales de siglo XIX: la -hoy inexistente- estación de tren Alem (y Bartolomé Mitre), en el bajo del centro de la Ciudad, a pocos metros de la Casa de Gobierno.

Las otras  locaciones que conforman esta historia atrapante, con ritmo enigmático y thriller policial, son la estación de Barrancas de Belgrano y el Hipódromo de Buenos Aires y Parque Lezama.

“Leé el expediente, dos veces si querés. Luego, metelo en un cajón y dejá que tu imaginación te guíe”, le aconsejó el escritor y ex director de la Biblioteca Nacional Juan Sasturain a Balmaceda, cuando “Los Caballeros de la Noche” eran un sueño de ficción. La imaginación, finalmente lo guió, y hoy le toca seguir el camino al lector.

(Fuente: Agencia Noticias Argentinas)

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