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Entrevistas

Lautaro Schachmann, líder de Blau: “Nuestros shows están aceitados y cada vez se arman movidas más piolas”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Soplan vientos, las melodías resbalan, tropiezan con los bronces. Cada sonido se fusiona con el otro, atraviesan las barreras, como dedos de miel llegan al lugar donde todo se ve, al centro de la música que los contiene.

El compositor, trombonista y productor Lautaro Schachmann es quien lidera el proyecto musical Blau, una banda donde se ensamblan los bronces con los sintetizadores, en la que ritmos y sonidos dialogan hasta fusionarse en cada tema y atraviesan las barreras para llegar al lugar de los encuentros.

En diálogo con Contarte Cultura, el músico presenta su EP “Vivo en el CCK” y anuncia sus próximos shows.

—Para comenzar vamos a presentar al mundo sonoro de Blau, el proyecto instrumental que liderás. Si pudieras elegir uno o dos instrumentos que representen el espíritu del grupo, ¿cuál o cuáles serían y por qué?

—Eligiría el trombón y el sintetizador, aunque un sólo sintetizador sería acotado: usamos sintetizadores de distintos tipos. En sí el trombón representa un poco a los brasses, que son la voz cantante de los temas. Las melodías que cantan los temas, a diferencia de aquellos grupos que cuentan con cantante, son de los cuatro vientos que empujan la banda: saxo baritono, saxo alto, trombón y trompeta. Y yo, al componer los temas lo hago desde el trombón. Quizás después, al armar las armonizaciones, el trombón termina “cantando”una voz que no es la melodía y sí una armonización, pero la génesis de los temas surge de ahí. Y el sintetizador porque los temas tienen varios sonidos electrónicos provenientes de sintetizadores, tanto monofónicos, como polifónicos e incluso secuencias de eurorack. Un poco también la identidad de Blau se gesta desde la fusión de elementos acústicos con electrónicos, y el trombón y el sinte representan esa identidad.

Con esos instrumentos viajemos al pasado, al momento en el que Blau comenzó a gestarse, ¿cómo fueron esos comienzos? ¿Qué podríamos ver en la foto que los reunió por primera vez?

Blau surge de mi necesidad de plasmar música escrita por mí en un grupo. Desde hace varios años me desempeño como sesionista de distintos proyectos, y me surgió la necesidad de cambiar de rol y llevar adelante un grupo con mi música, donde tenga un rol más activo que el tangencial que suelo tener como sesionista. Empecé mis estudios de trombón hace unos 15 años, y ya culminando la carrera del conservatorio comencé a interiorizarme en los instrumentos electrónicos, más precisamente en sintetizadores de toda índole. Si tuviera una foto de la primera reunión de Blau como tal, sería la primera sesión de estudio que tuvimos en la Siesta del Fauno en 2018 para grabar los sintetizadores de Capricho, el primer disco. En esa primera reunión, junto a Leo Fucci (ex guitarrista de Blau), Martín Adler (tecladista desde aquel momento y que sigue hoy) y Niko Rizzo (ingeniero de sonido a cargo de grabar, mezclar y masterizar toda la discografía), reemplazamos las maquetas que había armado con sintetizadores virtuales que emulaban otros sintetizadores analógicos y ochentosos por los instrumentos reales (Minimoog, CS80, Moog Modular, drum machines TR808 y TR909, Prophet 5, etc.). Y también en esa primera reunión grabé un solo de trombón sobre lo que Fucci y Marto tocaban en minimoog y rhodes. Esa podría ser la foto de la primera reunión de Blau, que si bien en ese momento no existía el grupo como tal ni era un ensayo en sí, también generaba una marca identitaria de lo que antes definí como los dos instrumentos característicos del grupo.

Contanos quiénes forman parte de la banda.

Dan Hakim en batería; Rodrigo Monte, bajo; Luciana Torfano,  guitarra; Martín Adler, teclados y sintetizadores; Rosa Nolly, saxo barítono; Paloma Schachmann, saxo alto; Shirly Pinsky, trompeta; y yo en trombón, dirección y composición.

¿De qué manera se organizan para ensamblar instrumentalmente sus temas?

—Uff, ¡el difícil arte de combinar agendas! En general, cuando tengo un tema nuevo suelo grabar al menos un acercamiento de cada instrumento. Grabo algunos bajos, guitarras, teclas, alguna batería (muy básica) y escribo los vientos, y al momento de llevarlo al ensayo, llevo partes para todes. A partir de ahí, todo toma otro color y la música que maquetié toma vuelo en serio. Puedo grabar maquetas de los instrumentos que conforman Blau, pero cada cual tiene una magia en su instrumento, que aunque quisiera no podría reproducirla o copiarla. Y esa magia marca la diferencia. De la maqueta a lo que la banda arma hay un abismo, y la música se eleva a otro nivel. Es un flash.

¿Qué hilos temáticos o compositivos hilvanan a “Supersónico”, su segundo álbum, y qué lo diferencia de “Capricho”, el primer disco que editaron?

—Capricho y Supersónico son muy disímiles entre sí. En Capricho me era más importante generar un material con el que armar el grupo, salir a tocar, presentar en lugares para armar fechas, etc.. Fue una especie de experimento en donde la necesidad de armar música y editarla era la prioridad. Es por eso que hay sólo dos temas instrumentales en todo el disco, en el resto hay cantantes invitados e incluso canto yo, algo que no volvió a suceder (ni creo que vuelva). En cambio en Supersónico, al ya tener una banda afianzada y haber empezado a recorrer un camino, la música está mucho más relacionada con la identidad de Blau. Supersónico es un disco de 8 canciones, de las cuales 7 son instrumentales y una cuenta con un cantante invitado. Se caracteriza por ser bailable, psicodélico, fusionando grooves electrónicos con ensambles más rockeros. Los shows en vivo tienen más que ver con Supersónico que con Capricho, y el camino que estamos recorriendo va más por ahí también. De hecho, de Capricho hacemos en vivo, como mucho, dos temas, incluso a veces solamente uno.

Además del proceso creativo de dar vida a cada disco, han recorrido el mundo audiovisual para mostrar el otro lado de sus producciones y completar el camino del disco. ¿Cómo vivieron la experiencia de llevar sus temas a imagen o de documentar la “alquimia” de un disco?

—Hoy vivimos en una era que, entre otras cosas, se caracteriza por la inmediatez, la exposición de cada momento de manera pública y del exceso de contenido audiovisual. Un poco siguiendo esa línea es que decidí registrar la grabación de Supersónico y editar una especie de mini documental. Lo tomamos como un juego. Lo planificamos con Ezequiel Sambresqui (realizador audiovisual y fotógrafo, encargado de prácticamente todo el contenido de imagen de Blau) y la idea era la experimentación. El objetivo era mostrar el proceso de grabación pero sin que eso implique mostrar la sesión grabando, sino lo que sucede alrededor del proceso. De alguna forma, en todo el documental está implícito que estamos grabando un disco, pero un poco queríamos mostrar lo tangencial al momento de grabar. Obviamente que el ámbito donde grabamos se prestaba también a mostrar esto. Sonorámica es un estudio en medio de la sierra cordobesa, en un paisaje paradisíaco y un espacio ideal para hacer un disco. A su vez, en pos de la experimentación, grabamos el video con cuatro formatos de imagen distintos en forma de collage.

Por estos días están presentando el EP “Vivo en el CCK”, ¿qué te gustaría destacar de esa obra?

—Sacar un EP en vivo es un poco volver el tiempo a décadas pasadas, donde se editaban discos en vivo (aunque en la mayoría de los casos de forma pirata). De pendejo me encantaba entrar a disqueras no convencionales y buscar discos en vivo de las bandas que me gustaban (¿acaso no es ese el rumor del motivo por el que se separaron los Redondos?). En general sonaban mal, estaban grabados sin autorización pero transmitían un calor y una energía que no tenía comparación con los discos de estudio. Amo los discos de estudio, amo producirlos, grabarlos, editar, mezclar y demás, pero el calor y la espontaneidad del vivo no tiene comparación. Y en esta era que estamos en la que se “democratizó”  la producción musical de discos (es más accesible y no hace falta ir a un estudio, podés hacerlo desde tu casa, pero está claro que depende de los privilegios con los que nacemos y las oportunidades siempre están ligadas a la clase social, nada de meritocracia), creo que los grupos que marcan la diferencia lo hacen a través del show en vivo. Y nuestros shows están aceitados y cada vez se arman movidas más piolas. La banda suena cada vez mejor y encontramos una forma de hacer versiones de los temas que están buenísimas, que la gozamos mucho más y vemos que la respuesta del público también es genial. Se arma una movida festiva en conjunto, una comunión bailable que está bárbara. Y poder registrarlo y editarlo un poco va en pos de eso. 

Y en breve, shows de Blau para que la música siga sonando, ¿dónde y cuándo se podrá disfrutar de la banda y sus temas?

—Este jueves 6 de octubre tocamos en Niceto Humboldt y vamos a presentar el EP en vivo. Vamos a dar un show largo, bailable, psicodélico e introspectivo. Vamos a presentar nueva música y tocar algún tema de otro grupo, en formato versión Blau.

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Fraxu: “La palabra me parece importantísima en mis canciones”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Algo se rompe. El tiempo corre, avanza por encima de las circunstancias. Todo es fugaz. Gira. Va y viene, converge en un mismo lugar. Es una conversación repetida, un desprendimiento. No hay un plan. Tan solo una reparación sostenida de las cosas.

“Nunca hubo plan” es el segundo disco del músico, compositor y performer Fran Labaqui (Fraxu). Se trata una obra que invita a transitar un universo de preguntas y a pasear por letras que nos atraviesan como humanidad.

Contarte Cultura charló con el artista nacido en Bragado y radicado en la ciudad de La plata desde hace varios años, para acercarnos a su música y conocer el proceso de su arte.

—Sin dudas cada creación artística lleva en su esencia el alma de quien le da vida. Un disco no es la excepción. Para presentarte y presentar tu último disco “Nunca hubo plan” ¿Qué imagen u objeto crees que podría sintetizar ese espíritu que conecta esta obra con vos?

—La imagen que se me presenta es la de este personaje -Fraxu- en una fiesta que ya terminó, quizás nunca llegó a la fiesta. Y ahí, en ese contexto, él arma su propia fiesta personal donde puede celebrar sus derrotas, fracasos, frustraciones. La imagen que más fuerte y constante se me hace es la del reloj. Creo que el tiempo es un tema muy recurrente en el disco.

—Y deteniéndonos en ese vínculo de los artistas con sus obras, nos gustaría viajar hacia los comienzos de tu vínculo con la música y el arte en general. ¿Cómo fueron esos primeros pasos en ese camino?

—Mi conexión con la música fue desde bastante chico, escuchando los cassettes de mi mamá que tenían, por ejemplo, de un lado temas de Invisible y del otro Spinetta Jade. Otro que me acuerdo mucho era un compilado de Queen. Ahí yo agarraba cualquier olla u objeto y me armaba una batería casera y me ponía a tocar arriba. A mis 12 años aproximadamente, me fui a inscribir a guitarra, con un amigo que se fue a anotar a piano. Recuerdo ese momento como una decisión: fuimos juntos en la bici y yo ya sentía que estaba haciendo algo importante. Poco tiempo después empecé a tocar el bajo en una banda, a mis 13 años, y desde ahí tuve proyectos colectivos, bandas de varios tipos donde toqué diferentes instrumentos y tuve muchísimos roles distintos, generalmente más por detrás, no siendo la cara visible. También toqué como sesionista y bueno, después empece a producir y trabajar en música tanto mía como de otras personas, hasta que empezó a nacer mi propio proyecto hace casi 4 años.

—¿Recordás cuáles fueron los comienzos de este disco? 

—Cuando comenzó la pandemia en el 2020 yo recién había sacado mi primer disco y me encontré con un montón de canciones nuevas. En ese momento lo que hice fue ordenarlas en carpetas en relación al universo que me presentaban cada una, algo que hago bastante con mi material. Ahí surgió el nombre de la carpeta “Nunca hubo plan”, donde estaban las canciones “Fraxu es futuro” (la canción más vieja del disco, del 2019), “El tiempo corre”, “La luna tranqui” y un tema que quedó afuera. La realidad es que a la carpeta la nombré como mi tercer disco, y me enfoqué en lo que iba a ser para mí el segundo álbum. Recién a mediados del año pasado estas canciones pasaron al frente y apareció el resto del material de una manera muy ineludible, por eso dejé de lado ese “segundo disco” (que está hecho y es mi próximo material a trabajar).

—¿Qué hilos temáticos van entrelazando los distintos temas de “Nunca hubo plan”?

—El álbum, si bien es un disco de canciones que funcionan por sí solas, tiene una narrativa personal, un arco que atraviesa el personaje. Siento que cuando el disco empieza, hay algo que Fraxu está cuidando, algo que quiere mucho y no quiere perder. Esto se puede aplicar a un vínculo o a un proyecto personal, o a un círculo de amistades o a una forma de vida. Lo que sea. A medida que el disco avanza ese universo se va rompiendo y se vuelve más insostenible. Podemos ver como pasa desde la melancolía de estar viendo cómo eso se va perdiendo (en “La luna tranqui”), después cómo va asumiendo esa necesidad de buscar en lugares nuevos, desconocidos (“Puesto y confuso”), después siento que en “Reintentar” está como ese último intento por salvar lo que queda, esa idea de estar recibiendo golpes y tratar de mantenerse parados frente a ese tren que te pasa por encima, hasta llegar a “No se puede”, donde aparece la ironía, el burlarse de uno mismo y de la situación, nuevamente asumir pero sin la posibilidad de volver atrás. Ahí aparece “Fraxu es futuro”, que presenta una especie de calma, y donde también se puede encontrar una conclusión. Quizás es de los pocos temas donde este personaje realmente entiende algo. En “El tiempo corre” ya hay una necesidad de distender todas esas emociones, esas complejidades, encontrar un espacio lúdico en donde realmente no importe todo lo que pasó. Y el cierre con “ROTX” me parece super interesante porque de alguna manera es lo que siempre le estuvo pasando al personaje durante todo el disco: esa necesidad de retener esos momentos hermosos que le dan fuerza al resto de nuestros días. En el disco quizás vemos una capa superficial, lúdica, divertida, bailable y pop, pero el personaje está todo el tiempo roto, tratando de recuperar las partes que se le van cayendo en el trayecto, y de retener algo de las personas y las cosas que se van yendo en el camino.

—¿Cuáles son los instrumentos que acompañan tus letras en este disco?

—Este disco está hecho mayormente con sintetizadores, samples y programaciones. A fuerza de doble click y control z. Es un disco hecho en mi casa con mis herramientas. Desde los sintetizadores usé mas que nada un Volca FM, CraftSynth de modal, CASIO Cz, algunos elementos de microkorg MK2, Bass station 2 y algún pluguin (pocos). Uso muchos fragmentos de canciones deformadas (samples) para armar texturas y armonías que terminan siendo instrumentos principales (como en el caso de “Puesto y confuso” que uso un tema de Efterklanng que se llama “Apples”. Si escuchás esa canción se puede sentir al aura de “Puesto y confuso” dando vueltas) y desde las baterías y programaciones usé siempre el mismo sample de bombo y redoblante en todos los temas, y en las baterias y programaciones agudas tuvo mucha importancia una máquina de ritmos Arturia Drumbrute que tengo.

—Y hablando de esas letras, ¿de qué manera te conectás con la palabra y las melodías para gestar y producir cada tema?

—La palabra me parece importantísima en mis canciones, es un elemento que va apareciendo de diferentes maneras. Lo que sí trato de hacer es que cada canción diga algo muy concreto, que no abarque demasiado y que presente una sensación clara. Por lo general aparece una frase o una palabra que me dice de qué va a hablar la canción, y a eso trato de darle una narrativa, una preparación o algo para que quede bien claro el mensaje. Hay un vínculo directo entre el contexto sonoro de cada tema y lo que esos temas dicen. En la mayoría de las canciones hice primero la pista y escuchándola, cantando arriba, fui encontrando esas melodías, algún estribillo, esas palabras. Después, por lo general, me siento directamente a grabar, buscar frase por frase, o escribir a mano, tachar y esas cosas, hasta que sale a la luz. Hay algunas canciones, como “Fraxu es futuro” o “Mentingitis”, que las compuse con la guitarra directamente. Allí surgió todo más junto, armonía, melodía y letra, la hermosa herramienta primitiva.

—¿Quiénes te acompañaron en el proceso creativo de este álbum?

—Si bien fue un disco que en su mayoría realicé solo, tuvo muchas figuras importantes. Una es la de Max Jering4, gran amigo con el que vivimos juntos y nos acompañamos en procesos musicales. Además, con él hicimos la letra de “Puesto y confuso”, y grabó varios sintetizadores en el disco y las guitarras de “Rotx”. Otra persona importantísima fue Savia, que está en el proyecto como manager desde el año pasado y también aporta desde un lugar emocional muy importante, es un pilar. Después, la realidad es que es un disco que toqué ya mucho en vivo y de alguna manera el feedback de la gente, “el público”  que muchas veces son amigas o amigos y otras veces son gente que se va acercando y te dice cosas, te tira claves que hacen que cambies cosas fundamentales. Se podría decir que hay cosas del disco que las cerró la gente que vió el show, que me dijo cosas, que me hizo entender por dónde tenía que seguir. A esas personas les agradezco un montón, es un motor re importante y no siempre es visibilizado.

—¿Quién o quienes trabajaron en el arte de tapa para condensar la idea central del disco?

—El arte de tapa lo hizo Nico Mora (@moranicol.exe), quien es un artista 3d del que me encanta lo que hace. Me acerqué a él por su obra y en seguida conecté con la sonoridad del disco. Le pasé lo que tenía, ya todos los temas con la mezcla casi cerrada, y él reconectó con la música. El proceso de la tapa fue muy lindo y ameno con varias juntadas, intercambio, idas y vueltas. Después, Nico puso su sello artesanal único que me parece increíble y quedó esta maravilla. Ahora el próximo paso es hacer que esos objetos y personajes de la tapa salgan a la realidad.

—¿En qué plataformas se puede escuchar tu música?

—Se puede escuchar en todas las plataformas digitales: Spotify; Youtube; Deezer; Tidal, AppleMusic.

—¿Dónde y cuándo será la presentación de “Nunca hubo plan”?

—La presentación oficial la estamos armando para fin de año, pero tenemos fechas muy importantes próximas con formato banda. En La Plata, la próxima es este viernes 22 de septiembre en Espacio Cultural Alihuén y el viernes 29 de septiembre, FESTI AIRE de Ciudad De Gatos, junto a Winona Riders, Mora y los metegoles, ISAAC, Frank is dead, Delfines Entrenados Para Matar. Ahí vamos a estar tocando las canciones del disco con el show performático y bailable que caracteriza a Fraxu. Además vamos a llevar algunas sorpresas para la ocasión. En CABA van a poder verme con el solo set electrónico (con mi amigo el robot Guille), el 6 de octubre en el Batacazo Cultural, que tocamos con Plástica Fantástica y Cyano.

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Entrevistas

Marisa Villar presenta “Mamá peluda”, una obra sobre el puerperio: “Sentía que tenía que hablar de eso”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Hay una fragmentación, una ruptura de los cuerpos, una danza que crece. Los ojos viajan. Miran. Ven donde no se ve. No hay mal ni bien. Todo se transforma.

Marisa Villar es bailarina, directora, coreógrafa y docente. Por estos días presenta “Mamá peluda”, una obra donde confluyen la danza, el teatro y el lenguaje audiovisual para hacer foco en el tema de la maternidad con una mirada profunda.

En diálogo con ContArte Cultura, Marisa cuenta de qué manera surgió la idea de este espectáculo y cómo llevaron adelante el proceso creativo.

—Comencemos esta charla haciendo un recorrido por la escenografía de “Mamá peluda” y hagamos foco en tres elementos que te sirvan para sintetizar el espíritu de la obra.

—Es muy difícil sintetizar el foco en tres elementos escenográficos, porque para mí la falta de escenografía representa la soledad de este personaje. Solo hay en el espacio escénico elementos de utilería que acompañan las escenas, algunos objetos, y una pantalla en la que se despliega el lenguaje audiovisual.   

—¿En qué momento de tu vida te sentiste llamada por el arte y cómo fue ese recorrido?

—Desde chiquita. Obviamente lo primero fue la danza.  Empecé a los 4 años con una maestra del barrio y desde los 9 y hasta los 12 años en la Escuela Municipal de Danza “José Neglia”. Luego empecé la secundaria en la Escuela Superior de Educación Artística en Danza N° 02 “Jorge Donn”, donde  tuve la suerte de ser parte del ballet  pudiendo bailar y viajar mucho representando a la escuela. Eso me motivó más a querer dedicarme al arte. Al finalizar la escuela formé parte de la compañía de Salo Pasik y Silvia Vladimivsky, en la que hice mi primera experiencia con el teatro y conocí ese mundo. Interpreté varias obras con las que hicimos giras por las provincias del país y Europa. Ese espacio me despertó un gran interés por conocer más y empecé a estudiar teatro, canto y otras técnicas de danza con maestros y maestras. A partir 2008 empecé a bailar con otros directores y directoras, y participé como asistente de dirección en otras obras en las que aprendí a dirigir un montaje teatral. Así formé parte del GRUPODELPATIO con Ayelén Clavin, Laura Figueiras y Natacha Visconti. Era un equipo autogestivo con el que realizamos varios proyectos. Uno de ellos fue mi primera obra como directora, Una Obvia. A partir de ese momento empecé mi camino como directora. Luego vino La Habitación de Diotima, Vendidas, Los Obvios (Una Obra ya hecha) y actualmente Mama Peluda.

—Justamente en “Mamá peluda” se cruzan varios lenguajes artísticos para tratar una temática universal: la maternidad. ¿Cómo surge este proyecto?

—Durante mi puerperio, que no fue fácil, me preguntaba por qué nadie me había contado de qué se trataba esa etapa. Sentía muchas emociones contradictorias: angustia, felicidad, agotamiento, amor intenso, duelo, culpa, furia… Me sentía totalmente desconocida de mí misma, un estallido de hormonas confundidas. Y sentía que tenía que hablar de eso, que quizás había alguna mujer que también se sentía así y no pudo expresarlo. Entonces empecé a juntar material, motores de ideas. Todo el tiempo sabía que quería hacer una obra sobre mi experiencia en el puerperio, pero dudaba del biodrama, entonces me imaginé un personaje ficticio, Mama Peluda. Porque claramente en ese momento no tenía ni ganas ni tiempo de depilarme y por momentos me imaginaba que me ocultaba con mis pelos. Después empezó la pandemia y este personaje creció más. Parecía que se prolongó ese puerperio. Y fue durante la pandemia que se me ocurrió convocar a Estela Cristiani, una directora que proviene de otro lenguaje, madre con otra experiencia de maternar y que me gustaban sus formas de trabajar.  Después pensé en dos intérpretes que sean madres con otras experiencias, para poder dialogar con estos cruces de lenguajes y, lo más importante, sobre la maternidad. Es importante para mí aclarar que Mamá peluda habla de su propia experiencia en su puerperio, que no significa que todas las maternidades y puerperios son iguales. Escuché relatos de madres que tienen más de un hijo, que con cada uno fue distinta su experiencia. Entonces para mi es importante dejar de generalizar, porque cada situación es distinta por varios motivos.

—¿De qué manera dialogan la danza, el teatro y el lenguaje audiovisual en el escenario?

—Cruzamos disciplinas porque parte de la propuesta era construir el personaje desde la diversidad de voces. Y está conciencia de diferentes recursos narrativos responde a esa lógica.

—¿Qué nos podés contar del vestuario, la música y la iluminación que crean el clima de la obra?

—La música, a diferencia del vestuario y la iluminación, la elegí antes de empezar a ensayar presencialmente. Durante la pandemia fui juntando material en una carpeta en la compu (frases en redes, imágenes, textos sueltos, libros, películas y músicas), ideas sueltas para crear la obra. Fue un gran estímulo para imaginarme escenas y también para la búsqueda del lenguaje de movimiento. Una vez terminada la obra, trabajó el sonido Sergio Di Martino. Sobre la iluminación, teníamos claro ciertos momentos, algunos muy puntuales. En mi caso, cuando ensayábamos me los imaginaba, pero el diseño de toda la obra lo realizó Sebastián Francia. Respecto del vestuario, es la primera vez que me pasa que en el proceso creativo no me lo podía imaginar. Sabía que no quería algo tan literal y que a la vez represente ese momento tan puntual que es el puerperio. Sólo tenía claro que quería que aparezca un superhéroe/mujer sexi en una escena puntual. Que los rulos sean protagonistas. Estela tenía claro la paleta de colores de la obra y buscó referencias. A partir de ahí se convocó a Agustina Bachanian quien terminó de cerrar la idea.

—“Mamá peluda” muestra una madre multiplicada y fraccionada a la vez. ¿Cómo llevaron adelante el proceso de dar vida a esos personajes que confluyen en una misma persona?

—En la obra no son tres personajes que concluyen en uno, sino que es un personaje, Mama Peluda, su nombre y apellido, que está representada por tres cuerpos diferentes que transitan los diferentes estados de catarsis de la etapa del puerperio que lo habita. También porque el concepto de fraccionamiento de un cuerpo representa lo que es maternar y atender las demandas que el rol le impone a esta mamá. Dos están físicamente en escena y la tercera es contada por Estela desde el lenguaje audiovisual.

—¿Dónde y cuándo puede disfrutarse de este espectáculo?

—Todo los viernes de septiembre a las 22 en Espacio Callejón, de calle Humahuaca al 3759 de CABA.

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Artes Plásticas

Jeremías Milles: “Me interesaba que mi trabajo le llegue a personas sin que éstas lo tengan que ir a buscar”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Es una palabra en busca del espacio, el viaje a través de los ladrillos, la pintura sobre la pintura, la mano que pronuncia, la textura del lenguaje.

Es una historia que salta del muro.

Son los ojos que miran, la palabra en las pupilas, los colores en el cuerpo, las imágenes en movimiento. De acá para allá, texturas compartidas, una fusión de lenguajes en el alma de la calle.

Es un latido en la pared, puro arte.

Jeremías Milles es artista visual especializado en arte urbano. Sus manos pronuncian las líneas necesarias para dar vida a cada una de sus creaciones. Las paredes son el lienzo, el espacio misterioso donde nacen y crecen las palabras dibujadas.

Nacido en la Plata, donde lleva adelante su proyecto Milles, ha realizado numerosas intervenciones urbanas que visten de arte la ciudad.

En diálogo con Contarte Cultura, el artista cuenta acerca de sus comienzos y de sus proyectos.

—Vamos a comenzar esta charla ubicándonos delante de una pared imaginaria, un muro que, a modo de presentación, pueda revelarnos algo de vos. ¿Cómo sería ese espacio? ¿Qué elementos, colores o texturas representan a Jeremías Milles?

—Jugando un poco, diría que esta pared está acompañada de muchas otras, donde cada una tiene un artista distinto y se fusionan entre sí para conversar entre una obra y otra. Me gustaría que enfrente haya un gran espacio para que la gente pueda hacer las actividades que sienta y al mismo tiempo poder disfrutar de eso que se pinte. Creo que las mejores paredes están delimitadas no por su característica individual sino por su entorno y por lo que las personas hacen en él. En esta pared imaginaria pondría colores plenos, tramas y viñetas, proponiendo distintas escenas de alguna historia que tenga para contar en ese momento.

—Y mirando hacia atrás, si pudieras contarnos en pocas palabras cómo sería la “foto” que sintetiza tu comienzo en el camino del arte, ¿qué elementos veríamos y quiénes formarían parte de ese instante?

—Me es difícil resumir todo en una foto, ni yo soy consciente de cuando empezó mi camino por el arte realmente. Sólo tengo historias contadas por las personas que me acompañaban en la niñez. Podría ser más una peli, donde los escenarios cambian, las personas van y vienen. Podría ir desde pintar con crayones en el jardín de infantes, pasar por exponer por primera vez, sacar fotos, hacer esculturas, dibujar comics, pintar realismo, después murales y ganas de volver a pintar con crayones en el jardín.

—¿Cómo llevás adelante el proceso creativo de tus obras?

—Creo que el proceso creativo de una obra empieza mientras estoy haciendo la anterior. Siempre estoy en movimiento, pensando cosas nuevas, probando técnicas y buscando el error, ahí es donde aparecen las cosas que me divierten. Después, ya es cuestión de encontrar qué es lo que sirve de toda esa investigación y buscar la manera de integrarlo a una obra, a una idea o a una materialidad. La mayoría de las veces mis imágenes proponen frames aislados entre sí, de una historia. Ya sea personal o algo que vivió alguna persona cercana. 

—En esta etapa de tu carrera lograste atravesar las puertas y ventanas de la creación dentro de un taller hacia la calle. ¿Qué es lo primero que te sedujo del arte callejero?

PH Victoria Villordo

—Desde chico me interesa el arte callejero, y si bien hice varias pruebas de pintar en la calle, siempre lo vi más como un espectador. Hasta que en un momento, hace aproximadamente 5 años, con el proyecto MILLES decidí no solo pertenecer al mundo de las galerías y las exposiciones, sino también poder llegar a las personas que no tienen el hábito de asistir a estos lugares. Es decir, me interesaba que mi trabajo le llegue a personas sin que estas lo tengan que ir a buscar, que se lo topen mientras están de paso. 

—Y si hablamos de Street Art, hablamos de un lenguaje, una manera de narrar la vida en el mundo de afuera. ¿De qué forma lográs introducir esas “palabras dibujadas” en cada obra para dar un mensaje?

—Si bien hacer una imagen en el espacio público tiene otras connotaciones que una obra de caballete y hay que tener algunos recaudos, mi forma de producir es la misma. Aunque me parece más oportuno sostener el concepto de que ese espacio es de todos, y que el espectador sea quien termine la imagen, según su visión, sus creencias y vivencias. Me gusta verme como alguien que propone historias a armar, como rompecabezas.

—Claramente esos mensajes luego serán leídos por la mirada de los caminantes. ¿Cómo vivís esa interacción con la gente que se detiene a “leer” tus creaciones? 

—Realmente me divierte mucho. Si bien uno no se entera de la interpretación de cada persona que vio el trabajo, aprecio mucho cuando me manifiestan sus visiones y resignifican la imagen que propuse. Hay mucha gente que escribe, dibuja o saca fotos a raíz de mi trabajo. Eso es algo que valoro un montón y hace que la rueda siga.

—¿Qué elementos serían los más representativos de tu trabajo?

—Podrían ser la figuración, el formato del comic, el uso de tramas y colores plenos. 

—¿Con qué materiales y técnicas trabajás habitualmente?

—Depende mucho del proyecto. En los murales suelo trabajar con stencil, aerosoles y látex. Pero después, en obras de interior o intervenciones, pueden aparecer materiales como óleo, crayones, fibrones, esmalte, acrílico… Y técnicas cómo aerógrafo, dibujo a lápiz, stencil, serigrafía, fotografía, etc.

—¿En qué proyectos estás trabajando por estos días?

—Ahora tengo algunos murales por pintar, estoy preparando una muestra. También voy a estar pintando en vivo en algunos eventos y festivales. En las redes se van a estar enterando de todo, va a haber varias cosas interesantes.

—¿Dónde se pueden encontrar tus murales y obras? —Te podés encontrar con murales por varios lugares y países, pero principalmente los vas a ver en La Plata. Y después se puede ver todo en mis redes sociales y página web, ahí tienen registro de todo lo que voy haciendo, desde murales hasta obras de interior.

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Propietaria/Directora: Andrea Viveca Sanz
Domicilio Legal: 135 nº 1472 Dto 2, La Plata, Provincia de Buenos Aires
Registro DNDA Nº 2022-106152549
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