Literatura
“El gran pez”, librería del año en la Feria de Editores
La librería El gran pez, de la ciudad de Mar del Plata, ganó este viernes el primer Premio a la librería del año con el que la Feria de Editores (FED) distinguió un trabajo cultural que va más allá de la venta de libros, vinculado a la bibliodiversidad, la promoción de la lectura y el contacto con la comunidad.
El jurado distinguió “el trabajo joven y comprometido” con una “comunidad exigente y deficiente” de El gran pez, elegida entre 12 librerías finalistas de todo el país, que se destacan por “generar un nexo con su comunidad a través de los libros”.
La entrega del premio, dotado de 350 mil pesos, se realizó durante la apertura de la FED, que hasta el domingo se realiza en el porteño Parque de la Estación, ubicado en Sarmiento y Gallo.
Santiago Subiela, uno de los editores responsables de esa librería, celebró la distinción y destacó “el trabajo mancomunado” de los seis editores responsables de la librería marplatense y adelantó que el premio será destinado a la compra de libros en la FED que, en muchos casos, cuenta con un beneficio del 50 por ciento de descuento para libreros.
El jurado tuvo en cuenta “la variedad y la originalidad de la propuesta, la capacidad de la librería en 2020 para generar actividades y llevarlas adelante en relación con su tamaño físico, en plena pandemia, y su función como espacio de encuentro para la comunidad”.
El jurado estuvo compuesto por la escritora María Gainza, la periodista Flavia Pittella, la editora Raquel Franco, la librera y escritora Cecilia Fanti, el ministro de Cultura porteño, Enrique Avogadro, y Federico Gori, promotor cultural.
Esta iniciativa cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, a través de Impulso Cultural, Mecenazgo y la fundación Santander.
El gran pez tiene un rol preponderante como espacio propulsor de la cultura alternativa e independiente vinculada al libro; se ha consolidado en estudios de género, filosofía, psicoanálisis y ciencias sociales, libro infantil y manga; y cuenta con un público heterogéneo de Mar del Plata y alrededores.
La librería fue fundada en 2017 por los responsables de tres editoriales independientes: La Bola, Letra Sudaca y Puente Aéreo.
Literatura
55 años después, Vargas Llosa regresó al bar que inspiró “Conversación en La Catedral”
El escritor peruano Mario Vargas Llosa volvió, después de 55 años, al lugar que fue la fuente de inspiración de una de las obras más importantes de su carrera literaria, “Conversación en La Catedral” (1969). El recordado bar La Catedra fue el escenario donde se gestó la famosa novela que relataba la corrupción y tensiones sociales que vivía el Perú.
A través de sus redes sociales, su hijo, Álvaro Vargas Llosa, compartió una fotografía del premio Nobel de Literatura frente a la fachada de lo que, en algún momento fue, el bar La Catedral. La imagen estuvo acompañada de un breve texto.
“55 años después, retorno al (ex) bar ‘La Catedral’, en busca de los fantasmas de Zavalita y el zambo Ambrosio”, escribió Álvaro en su publicación en X, haciendo referencia a los protagonistas de “Conversación en La Catedral”.
El bar La Catedral fue un punto de encuentro para varios literatos de los años cincuenta y sesenta. Ubicado en la avenida Alfonso Ugarte 206, cerca de la Plaza 2 de Mayo, en Lima, el lugar actualmente luce abandonado. En su fachada deteriorada hay un cartel de “se vende”.
¿De qué trata “Conversación en la Catedral”?
La obra de Mario Vargas Llosa, publicada en 1969, es una de las más destacadas de su carrera literaria. En esta se aborda los efectos de la dictadura del general Manuel A. Odría, a través de una narrativa que combina historias reales con ficción. Una de las frases más recordadas, expuesta por el protagonista de la obra Santiago Zavala, periodista del diario La Crónica, es: “¿En qué momento se jodió el Perú?”.
La historia gira en torno a Santiago Zavala, un joven periodista de familia acomodada que trabajaba en el diario La Crónica, inmerso en la disyuntiva de su vida personal y la realidad política que afecta su país. En el bar La Catedral, Santiago se encuentra con Ambrosio, otro personaje que apoya el relato y empieza una serie de reflexiones sobre la corrupción, el abuso de poder y más.
Historias Reflejadas
“Encuentro”
Encuentro
Tomó el hilo que desandaba la madeja del tiempo en la cual se habían guardado todos los secretos. Su vida se entrelazó con otras que ni la distancia ni las circunstancias pudieron evitar. El encuentro sucedió en el momento oportuno, cuando las finas hebras del destino hilvanaron aquello que estaba destinado a suceder. Nada impidió la perfecta unión de sus almas, tan distintas, tan cercanas. Atravesaron ojales de miedo y de dolor, el hilo se tensó demasiado pero no pudo cortarse. El presente se cosió al pasado, todo en una misma puntada, y una luna eterna fue testigo de lo que estaba prohibido.
Deshilachando los silencios que se tragaron las palabras de otros, ellos se aferraron a la verdad y desataron los nudos que anidaban en aquella madeja de historias. Las diferencias los habían unido en ese natural espacio de tradiciones encontradas, fusionadas ahora en una única raíz que los contenía. Las mentiras y los secretos ovillados en el tiempo, empezaron a soltarse y por primera vez fueron libres. Enterradas en el olvido, quedaron las cenizas de un ayer distorsionado. Se aferró al hilo que conectaba sus vidas y caminó hacia el futuro. El círculo se cerraba, la espera había concluido. Tenía la certeza de que sus almas estaban destinadas a encontrarse una y otra vez en la madeja del tiempo.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejaron en este cuento las siguientes historias: “La magia de la vida” de Viviana Rivero, “La mujer de los mil secretos” de Bárbara Wood, “Palmeras en la nieve” de Luz Gabás y “Noche de luna larga” de Gloria Casañas.
Textos para escuchar
El armario – Márgara Averbach
Márgara Averbach lee su cuento El armario, del libro La luna en el armario
Un día, hace ya mucho tiempo –en los días en que yo creía en las varitas mágicas y quería encontrarme una, moverla cuatro veces en el aire y fabricarme un caballo–, abrí el armario de mi pieza y descubrí algo.
Era de tarde y yo estaba sola. Abajo, mi papá atendía su consultorio médico y mamá le hacía de secretaria. Yo estaba leyendo. En esos tiempos, leía mucho. Tal vez fue el libro el que me advirtió, no estoy segura, pero, de pronto, oí algo en el armario.
Yo era miedosa, bueno, soy miedosa (en eso, no cambié mucho). Todavía no sé por qué me animé a abrir la puerta pintada de verde claro y mirar adentro.
Una mariposa nocturna.
Era oscura, de gusano grande, de esas que siempre me dieron asco. Sé que retrocedí dos pasos, que estuve a punto de cerrar el armario de nuevo. Sé que grité el nombre de mi hermano. Él no vino: seguramente escuchaba música a todo lo que daba, encerrado en su pieza.
La mariposa voló un instante hacia mí, cambió de idea, giró en redondo como un gran barrilete negro y se posó en la mesita de luz. Abrió las alas.
¿Por qué me acerqué?, me pregunto. No era lógico: yo le tenía terror a ese animal sin palabras. No sé por qué di ese paso adelante pero sé que me alegro mucho de haberlo hecho. De cerca, la mariposa era un mundo y yo lo vi porque me animé a acercarme. Por eso y porque ella se quedó quieta.
En realidad, fue una conversación.
Un campo de espigas ondeaba en la noche tibia de esas alas: un campo de espigas, iluminado por la luz de la luna y sembrado de rumores y canciones.
No sé cuánto tiempo me quedé ahí, los ojos fijos en las alas oscuras. La mariposa no se movió hasta mucho más tarde. Para cuando salió navegando hacia la noche por la ventana abierta, yo ya sabía que hay historias en todos los rincones, que hasta en mi viejo armario, atiborrado de frío y suéteres de lana, había lunas y veranos.
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