

Entrevistas
Laura Miranda recorre los caminos que le trajeron “Ecos del fuego”, su nueva novela
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Una chispa fue el origen del fuego, llama sobre llama, superponiéndose, danzando por encima de los miedos, quemando la vida, avanzando sobre los silencios hasta alcanzarlos, proyectando el futuro con el ardor del pasado. En el presente, las cenizas son el recuerdo de un tiempo viejo, el sitio exacto en el que es posible renacer para encontrar la felicidad.
“Ecos del fuego”, la nueva novela de Laura Miranda, se sumerge en las profundidades del alma humana y busca entre esas cenizas el origen del fuego, el recuerdo de las llamas que atravesaron la vida de unos personajes en los cuales es posible encontrar nuestros propios incendios para trascenderlos.
En diálogo con ContArte Cultura, la escritora marplatense cuenta el proceso y revela el camino que la llevó a dar vida a su nueva obra.



—Un nuevo libro queda en manos de los lectores, ¿qué ecos de esta nueva historia resuenan en Laura Miranda por estos días?
—Amo todos mis libros, pero siempre supe que éste era especial. Desde que nació la idea fue fuerte, inspiradora y única. Fue un proceso de creación de continua reflexión. Cuando lo terminé sentí que era lo mejor que había escrito hasta ese momento. Aunque claramente no imaginé jamás que llegaría en un escenario justamente tan reflexivo como el actual. Eso lo convierte en una ficción distinta porque ninguna de mis historias ha dejado de ser mía para pertenecer a todos los que la quieran leer, sin que nadie pudiera salir de sus casas. Resuenan los ecos de lo que es, sin importar lo que no ha podido ser. Estoy enamorada del resultado y siento que poder compartirla con quienes desean encontrar plenitud en el tiempo en sus casas es algo muy bueno. Lo vivo como una oportunidad. Una realidad completamente inesperada que interpreto como señal de gran augurio.
—¿En qué momento saltó hacia vos la chispa que provocó la primera llama de “Ecos en el fuego”?
—Fueron tres momentos concretos. Tres señales claras de que estaba en el camino correcto. Me enteré de la existencia del Sindrome de Sjögren, una enfermedad autoinmune, de manera directa, durante un desayuno con lectoras. Fui parte de lo que implica “no saber” y me dolió; decidí, entonces, que mi protagonista sería así diagnosticada para poder visibilizarlo. Ya que, entre los muchos síntomas que conlleva, no poder generar lágrimas me pareció muy simbólico. Luego, un cuadro que hoy es mío “Ciudad del arte”, obra de mi amigo Héctor Osvaldo Alba, me sorprendió sumergida en la magia de sus colores, su música y los sentimientos que me provocaba mirarlo y, finalmente, el día que las noticias informaban sobre el incendio de Notre Dame, yo vi más allá de las imágenes y toda la historia llegó a mí para quedarse. Cada pieza encontró su lugar.
—¿Por qué te decidiste por ese título?
—Creo que el título me encontró mientras observaba las noticias, como si yo misma hubiera escuchado sus ecos. El fuego marca la historia en dos tiempos, pasado y presente. Siempre elijo para mis títulos palabras que me gusten y en éste caso Ecos me sugiere una gran cantidad de oportunidades.
—¿En qué tiempo histórico transcurre la trama de esta novela?
—Es una novela contemporánea que inicia el día que se incendió Notre Dame, aunque está contada a dos tiempos porque el pasado esconde verdades desconocidas que es necesario revelar para sanar y eso es muy importante en la trama.
—¿Cómo llevaste adelante el proceso creativo de los escenarios por los que se mueven tus personajes?
—Una vez más, he viajado adonde nunca he ido y he podido sentir que estaba ahí. En Uruguay, Montevideo y Colonia, también Paris y un pueblo llamado Guadarrama en Madrid, esos son los escenarios. Miro muchos videos, leo y algo internamente me indica “¡es ahí!”. Así elijo.
—Contanos quiénes son los protagonistas y qué rasgos físicos o psicológicos te gustaría destacar.
—Antes de hablar de mi personaje principal, me gustaría contar que he querido que el lector se identifique de manera personal y así los protagonistas son seres de la vida misma. Quise que la historia sea verosímil. Que exista la posibilidad concreta de que suceda o pueda suceder lo planteado, es primordial. La idea es que quien lee no diga al concluir “es una historia maravillosa, pero esto no le pasa a nadie”, sino que piense “pude ser yo o alguien que conozco”. También, intenté que cada personaje enamore desde sus acciones y omitir las descripciones físicas perfectas o seductoras. Mi protagonista es Elina Fablet, tiene 30 años y vive con su abuela Bernarda en Uruguay, dado que su madre murió en un incendio en el que ella logró sobrevivir cuando tenía casi 17. El tormento de esa noche fatal la persigue durante todo el libro, porque no logra recordar acabadamente lo que ocurrió. La relación con su madre ha sido siempre de carencia para ella, nunca se sintió amada. Y la historia que a los 13 le fue contada sobre su padre muerto no parece tener sentido en su vida adulta. Es muy desordenada, un aspecto de relevancia en la historia que tiene una razón de ser. Es diagnosticada con el Síndrome de Sjögren. Le gusta el arte, es bohemia y pinta en su casa como hobby. Adora y conoce la obra de Ernest Hemingway y siente un paralelo entre su vida y la Teoría del Iceberg que interpreta la obra del autor. Además, le gusta andar en bicicleta.
—Si pudieras elegir una frase que resuma la temática de la novela, ¿cuál sería?
—”A veces, los sentimientos desordenados son la clave”. Y, si tuviera que definirla en una palabra elegiría “Creer”.
—Tu libro espera y por sus páginas van a caminar los ojos de muchos lectores, ¿qué te gustaría decirles?
—Gracias. Infinitas gracias por darme la oportunidad de vivir mi “aquí y ahora” de una manera tan plena. Mi realidad “es”, por todos ellos. En ésta oportunidad, solo quiero que sepan que todo aquello en lo que creo vive en las páginas de mis Ecos. He sido todos mis personajes sin ser ninguno. Fui feliz, muy feliz escribiendo esta novela, que invita a reflexionar sobre la posibilidad de concebir a las enfermedades del ser humano como eventual consecuencia de una causa emocional, y propone alternativas para resolver ese origen (meditar, manejar energía, buenos hábitos, autoconocimiento, entre otras). Y pude honrar la vejez desde la verdad cotidiana y la de mis recuerdos. Entendí el amor y el legado de los mayores de mi vida. ¿Qué más puedo decir? Gracias, siempre.


Entrevistas
Fraxu: “La palabra me parece importantísima en mis canciones”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Algo se rompe. El tiempo corre, avanza por encima de las circunstancias. Todo es fugaz. Gira. Va y viene, converge en un mismo lugar. Es una conversación repetida, un desprendimiento. No hay un plan. Tan solo una reparación sostenida de las cosas.
“Nunca hubo plan” es el segundo disco del músico, compositor y performer Fran Labaqui (Fraxu). Se trata una obra que invita a transitar un universo de preguntas y a pasear por letras que nos atraviesan como humanidad.
Contarte Cultura charló con el artista nacido en Bragado y radicado en la ciudad de La plata desde hace varios años, para acercarnos a su música y conocer el proceso de su arte.



—Sin dudas cada creación artística lleva en su esencia el alma de quien le da vida. Un disco no es la excepción. Para presentarte y presentar tu último disco “Nunca hubo plan” ¿Qué imagen u objeto crees que podría sintetizar ese espíritu que conecta esta obra con vos?
—La imagen que se me presenta es la de este personaje -Fraxu- en una fiesta que ya terminó, quizás nunca llegó a la fiesta. Y ahí, en ese contexto, él arma su propia fiesta personal donde puede celebrar sus derrotas, fracasos, frustraciones. La imagen que más fuerte y constante se me hace es la del reloj. Creo que el tiempo es un tema muy recurrente en el disco.
—Y deteniéndonos en ese vínculo de los artistas con sus obras, nos gustaría viajar hacia los comienzos de tu vínculo con la música y el arte en general. ¿Cómo fueron esos primeros pasos en ese camino?
—Mi conexión con la música fue desde bastante chico, escuchando los cassettes de mi mamá que tenían, por ejemplo, de un lado temas de Invisible y del otro Spinetta Jade. Otro que me acuerdo mucho era un compilado de Queen. Ahí yo agarraba cualquier olla u objeto y me armaba una batería casera y me ponía a tocar arriba. A mis 12 años aproximadamente, me fui a inscribir a guitarra, con un amigo que se fue a anotar a piano. Recuerdo ese momento como una decisión: fuimos juntos en la bici y yo ya sentía que estaba haciendo algo importante. Poco tiempo después empecé a tocar el bajo en una banda, a mis 13 años, y desde ahí tuve proyectos colectivos, bandas de varios tipos donde toqué diferentes instrumentos y tuve muchísimos roles distintos, generalmente más por detrás, no siendo la cara visible. También toqué como sesionista y bueno, después empece a producir y trabajar en música tanto mía como de otras personas, hasta que empezó a nacer mi propio proyecto hace casi 4 años.
—¿Recordás cuáles fueron los comienzos de este disco?
—Cuando comenzó la pandemia en el 2020 yo recién había sacado mi primer disco y me encontré con un montón de canciones nuevas. En ese momento lo que hice fue ordenarlas en carpetas en relación al universo que me presentaban cada una, algo que hago bastante con mi material. Ahí surgió el nombre de la carpeta “Nunca hubo plan”, donde estaban las canciones “Fraxu es futuro” (la canción más vieja del disco, del 2019), “El tiempo corre”, “La luna tranqui” y un tema que quedó afuera. La realidad es que a la carpeta la nombré como mi tercer disco, y me enfoqué en lo que iba a ser para mí el segundo álbum. Recién a mediados del año pasado estas canciones pasaron al frente y apareció el resto del material de una manera muy ineludible, por eso dejé de lado ese “segundo disco” (que está hecho y es mi próximo material a trabajar).
—¿Qué hilos temáticos van entrelazando los distintos temas de “Nunca hubo plan”?
—El álbum, si bien es un disco de canciones que funcionan por sí solas, tiene una narrativa personal, un arco que atraviesa el personaje. Siento que cuando el disco empieza, hay algo que Fraxu está cuidando, algo que quiere mucho y no quiere perder. Esto se puede aplicar a un vínculo o a un proyecto personal, o a un círculo de amistades o a una forma de vida. Lo que sea. A medida que el disco avanza ese universo se va rompiendo y se vuelve más insostenible. Podemos ver como pasa desde la melancolía de estar viendo cómo eso se va perdiendo (en “La luna tranqui”), después cómo va asumiendo esa necesidad de buscar en lugares nuevos, desconocidos (“Puesto y confuso”), después siento que en “Reintentar” está como ese último intento por salvar lo que queda, esa idea de estar recibiendo golpes y tratar de mantenerse parados frente a ese tren que te pasa por encima, hasta llegar a “No se puede”, donde aparece la ironía, el burlarse de uno mismo y de la situación, nuevamente asumir pero sin la posibilidad de volver atrás. Ahí aparece “Fraxu es futuro”, que presenta una especie de calma, y donde también se puede encontrar una conclusión. Quizás es de los pocos temas donde este personaje realmente entiende algo. En “El tiempo corre” ya hay una necesidad de distender todas esas emociones, esas complejidades, encontrar un espacio lúdico en donde realmente no importe todo lo que pasó. Y el cierre con “ROTX” me parece super interesante porque de alguna manera es lo que siempre le estuvo pasando al personaje durante todo el disco: esa necesidad de retener esos momentos hermosos que le dan fuerza al resto de nuestros días. En el disco quizás vemos una capa superficial, lúdica, divertida, bailable y pop, pero el personaje está todo el tiempo roto, tratando de recuperar las partes que se le van cayendo en el trayecto, y de retener algo de las personas y las cosas que se van yendo en el camino.
—¿Cuáles son los instrumentos que acompañan tus letras en este disco?
—Este disco está hecho mayormente con sintetizadores, samples y programaciones. A fuerza de doble click y control z. Es un disco hecho en mi casa con mis herramientas. Desde los sintetizadores usé mas que nada un Volca FM, CraftSynth de modal, CASIO Cz, algunos elementos de microkorg MK2, Bass station 2 y algún pluguin (pocos). Uso muchos fragmentos de canciones deformadas (samples) para armar texturas y armonías que terminan siendo instrumentos principales (como en el caso de “Puesto y confuso” que uso un tema de Efterklanng que se llama “Apples”. Si escuchás esa canción se puede sentir al aura de “Puesto y confuso” dando vueltas) y desde las baterías y programaciones usé siempre el mismo sample de bombo y redoblante en todos los temas, y en las baterias y programaciones agudas tuvo mucha importancia una máquina de ritmos Arturia Drumbrute que tengo.
—Y hablando de esas letras, ¿de qué manera te conectás con la palabra y las melodías para gestar y producir cada tema?
—La palabra me parece importantísima en mis canciones, es un elemento que va apareciendo de diferentes maneras. Lo que sí trato de hacer es que cada canción diga algo muy concreto, que no abarque demasiado y que presente una sensación clara. Por lo general aparece una frase o una palabra que me dice de qué va a hablar la canción, y a eso trato de darle una narrativa, una preparación o algo para que quede bien claro el mensaje. Hay un vínculo directo entre el contexto sonoro de cada tema y lo que esos temas dicen. En la mayoría de las canciones hice primero la pista y escuchándola, cantando arriba, fui encontrando esas melodías, algún estribillo, esas palabras. Después, por lo general, me siento directamente a grabar, buscar frase por frase, o escribir a mano, tachar y esas cosas, hasta que sale a la luz. Hay algunas canciones, como “Fraxu es futuro” o “Mentingitis”, que las compuse con la guitarra directamente. Allí surgió todo más junto, armonía, melodía y letra, la hermosa herramienta primitiva.
—¿Quiénes te acompañaron en el proceso creativo de este álbum?
—Si bien fue un disco que en su mayoría realicé solo, tuvo muchas figuras importantes. Una es la de Max Jering4, gran amigo con el que vivimos juntos y nos acompañamos en procesos musicales. Además, con él hicimos la letra de “Puesto y confuso”, y grabó varios sintetizadores en el disco y las guitarras de “Rotx”. Otra persona importantísima fue Savia, que está en el proyecto como manager desde el año pasado y también aporta desde un lugar emocional muy importante, es un pilar. Después, la realidad es que es un disco que toqué ya mucho en vivo y de alguna manera el feedback de la gente, “el público” que muchas veces son amigas o amigos y otras veces son gente que se va acercando y te dice cosas, te tira claves que hacen que cambies cosas fundamentales. Se podría decir que hay cosas del disco que las cerró la gente que vió el show, que me dijo cosas, que me hizo entender por dónde tenía que seguir. A esas personas les agradezco un montón, es un motor re importante y no siempre es visibilizado.



—¿Quién o quienes trabajaron en el arte de tapa para condensar la idea central del disco?
—El arte de tapa lo hizo Nico Mora (@moranicol.exe), quien es un artista 3d del que me encanta lo que hace. Me acerqué a él por su obra y en seguida conecté con la sonoridad del disco. Le pasé lo que tenía, ya todos los temas con la mezcla casi cerrada, y él reconectó con la música. El proceso de la tapa fue muy lindo y ameno con varias juntadas, intercambio, idas y vueltas. Después, Nico puso su sello artesanal único que me parece increíble y quedó esta maravilla. Ahora el próximo paso es hacer que esos objetos y personajes de la tapa salgan a la realidad.
—¿En qué plataformas se puede escuchar tu música?
—Se puede escuchar en todas las plataformas digitales: Spotify; Youtube; Deezer; Tidal, AppleMusic.
—¿Dónde y cuándo será la presentación de “Nunca hubo plan”?
—La presentación oficial la estamos armando para fin de año, pero tenemos fechas muy importantes próximas con formato banda. En La Plata, la próxima es este viernes 22 de septiembre en Espacio Cultural Alihuén y el viernes 29 de septiembre, FESTI AIRE de Ciudad De Gatos, junto a Winona Riders, Mora y los metegoles, ISAAC, Frank is dead, Delfines Entrenados Para Matar. Ahí vamos a estar tocando las canciones del disco con el show performático y bailable que caracteriza a Fraxu. Además vamos a llevar algunas sorpresas para la ocasión. En CABA van a poder verme con el solo set electrónico (con mi amigo el robot Guille), el 6 de octubre en el Batacazo Cultural, que tocamos con Plástica Fantástica y Cyano.
Entrevistas
Marisa Villar presenta “Mamá peluda”, una obra sobre el puerperio: “Sentía que tenía que hablar de eso”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Hay una fragmentación, una ruptura de los cuerpos, una danza que crece. Los ojos viajan. Miran. Ven donde no se ve. No hay mal ni bien. Todo se transforma.
Marisa Villar es bailarina, directora, coreógrafa y docente. Por estos días presenta “Mamá peluda”, una obra donde confluyen la danza, el teatro y el lenguaje audiovisual para hacer foco en el tema de la maternidad con una mirada profunda.
En diálogo con ContArte Cultura, Marisa cuenta de qué manera surgió la idea de este espectáculo y cómo llevaron adelante el proceso creativo.
—Comencemos esta charla haciendo un recorrido por la escenografía de “Mamá peluda” y hagamos foco en tres elementos que te sirvan para sintetizar el espíritu de la obra.
—Es muy difícil sintetizar el foco en tres elementos escenográficos, porque para mí la falta de escenografía representa la soledad de este personaje. Solo hay en el espacio escénico elementos de utilería que acompañan las escenas, algunos objetos, y una pantalla en la que se despliega el lenguaje audiovisual.
—¿En qué momento de tu vida te sentiste llamada por el arte y cómo fue ese recorrido?
—Desde chiquita. Obviamente lo primero fue la danza. Empecé a los 4 años con una maestra del barrio y desde los 9 y hasta los 12 años en la Escuela Municipal de Danza “José Neglia”. Luego empecé la secundaria en la Escuela Superior de Educación Artística en Danza N° 02 “Jorge Donn”, donde tuve la suerte de ser parte del ballet pudiendo bailar y viajar mucho representando a la escuela. Eso me motivó más a querer dedicarme al arte. Al finalizar la escuela formé parte de la compañía de Salo Pasik y Silvia Vladimivsky, en la que hice mi primera experiencia con el teatro y conocí ese mundo. Interpreté varias obras con las que hicimos giras por las provincias del país y Europa. Ese espacio me despertó un gran interés por conocer más y empecé a estudiar teatro, canto y otras técnicas de danza con maestros y maestras. A partir 2008 empecé a bailar con otros directores y directoras, y participé como asistente de dirección en otras obras en las que aprendí a dirigir un montaje teatral. Así formé parte del GRUPODELPATIO con Ayelén Clavin, Laura Figueiras y Natacha Visconti. Era un equipo autogestivo con el que realizamos varios proyectos. Uno de ellos fue mi primera obra como directora, Una Obvia. A partir de ese momento empecé mi camino como directora. Luego vino La Habitación de Diotima, Vendidas, Los Obvios (Una Obra ya hecha) y actualmente Mama Peluda.
—Justamente en “Mamá peluda” se cruzan varios lenguajes artísticos para tratar una temática universal: la maternidad. ¿Cómo surge este proyecto?
—Durante mi puerperio, que no fue fácil, me preguntaba por qué nadie me había contado de qué se trataba esa etapa. Sentía muchas emociones contradictorias: angustia, felicidad, agotamiento, amor intenso, duelo, culpa, furia… Me sentía totalmente desconocida de mí misma, un estallido de hormonas confundidas. Y sentía que tenía que hablar de eso, que quizás había alguna mujer que también se sentía así y no pudo expresarlo. Entonces empecé a juntar material, motores de ideas. Todo el tiempo sabía que quería hacer una obra sobre mi experiencia en el puerperio, pero dudaba del biodrama, entonces me imaginé un personaje ficticio, Mama Peluda. Porque claramente en ese momento no tenía ni ganas ni tiempo de depilarme y por momentos me imaginaba que me ocultaba con mis pelos. Después empezó la pandemia y este personaje creció más. Parecía que se prolongó ese puerperio. Y fue durante la pandemia que se me ocurrió convocar a Estela Cristiani, una directora que proviene de otro lenguaje, madre con otra experiencia de maternar y que me gustaban sus formas de trabajar. Después pensé en dos intérpretes que sean madres con otras experiencias, para poder dialogar con estos cruces de lenguajes y, lo más importante, sobre la maternidad. Es importante para mí aclarar que Mamá peluda habla de su propia experiencia en su puerperio, que no significa que todas las maternidades y puerperios son iguales. Escuché relatos de madres que tienen más de un hijo, que con cada uno fue distinta su experiencia. Entonces para mi es importante dejar de generalizar, porque cada situación es distinta por varios motivos.
—¿De qué manera dialogan la danza, el teatro y el lenguaje audiovisual en el escenario?
—Cruzamos disciplinas porque parte de la propuesta era construir el personaje desde la diversidad de voces. Y está conciencia de diferentes recursos narrativos responde a esa lógica.
—¿Qué nos podés contar del vestuario, la música y la iluminación que crean el clima de la obra?
—La música, a diferencia del vestuario y la iluminación, la elegí antes de empezar a ensayar presencialmente. Durante la pandemia fui juntando material en una carpeta en la compu (frases en redes, imágenes, textos sueltos, libros, películas y músicas), ideas sueltas para crear la obra. Fue un gran estímulo para imaginarme escenas y también para la búsqueda del lenguaje de movimiento. Una vez terminada la obra, trabajó el sonido Sergio Di Martino. Sobre la iluminación, teníamos claro ciertos momentos, algunos muy puntuales. En mi caso, cuando ensayábamos me los imaginaba, pero el diseño de toda la obra lo realizó Sebastián Francia. Respecto del vestuario, es la primera vez que me pasa que en el proceso creativo no me lo podía imaginar. Sabía que no quería algo tan literal y que a la vez represente ese momento tan puntual que es el puerperio. Sólo tenía claro que quería que aparezca un superhéroe/mujer sexi en una escena puntual. Que los rulos sean protagonistas. Estela tenía claro la paleta de colores de la obra y buscó referencias. A partir de ahí se convocó a Agustina Bachanian quien terminó de cerrar la idea.
—“Mamá peluda” muestra una madre multiplicada y fraccionada a la vez. ¿Cómo llevaron adelante el proceso de dar vida a esos personajes que confluyen en una misma persona?
—En la obra no son tres personajes que concluyen en uno, sino que es un personaje, Mama Peluda, su nombre y apellido, que está representada por tres cuerpos diferentes que transitan los diferentes estados de catarsis de la etapa del puerperio que lo habita. También porque el concepto de fraccionamiento de un cuerpo representa lo que es maternar y atender las demandas que el rol le impone a esta mamá. Dos están físicamente en escena y la tercera es contada por Estela desde el lenguaje audiovisual.
—¿Dónde y cuándo puede disfrutarse de este espectáculo?
—Todo los viernes de septiembre a las 22 en Espacio Callejón, de calle Humahuaca al 3759 de CABA.
Artes Plásticas
Jeremías Milles: “Me interesaba que mi trabajo le llegue a personas sin que éstas lo tengan que ir a buscar”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Es una palabra en busca del espacio, el viaje a través de los ladrillos, la pintura sobre la pintura, la mano que pronuncia, la textura del lenguaje.
Es una historia que salta del muro.
Son los ojos que miran, la palabra en las pupilas, los colores en el cuerpo, las imágenes en movimiento. De acá para allá, texturas compartidas, una fusión de lenguajes en el alma de la calle.



Es un latido en la pared, puro arte.
Jeremías Milles es artista visual especializado en arte urbano. Sus manos pronuncian las líneas necesarias para dar vida a cada una de sus creaciones. Las paredes son el lienzo, el espacio misterioso donde nacen y crecen las palabras dibujadas.
Nacido en la Plata, donde lleva adelante su proyecto Milles, ha realizado numerosas intervenciones urbanas que visten de arte la ciudad.
En diálogo con Contarte Cultura, el artista cuenta acerca de sus comienzos y de sus proyectos.
—Vamos a comenzar esta charla ubicándonos delante de una pared imaginaria, un muro que, a modo de presentación, pueda revelarnos algo de vos. ¿Cómo sería ese espacio? ¿Qué elementos, colores o texturas representan a Jeremías Milles?
—Jugando un poco, diría que esta pared está acompañada de muchas otras, donde cada una tiene un artista distinto y se fusionan entre sí para conversar entre una obra y otra. Me gustaría que enfrente haya un gran espacio para que la gente pueda hacer las actividades que sienta y al mismo tiempo poder disfrutar de eso que se pinte. Creo que las mejores paredes están delimitadas no por su característica individual sino por su entorno y por lo que las personas hacen en él. En esta pared imaginaria pondría colores plenos, tramas y viñetas, proponiendo distintas escenas de alguna historia que tenga para contar en ese momento.









—Y mirando hacia atrás, si pudieras contarnos en pocas palabras cómo sería la “foto” que sintetiza tu comienzo en el camino del arte, ¿qué elementos veríamos y quiénes formarían parte de ese instante?
—Me es difícil resumir todo en una foto, ni yo soy consciente de cuando empezó mi camino por el arte realmente. Sólo tengo historias contadas por las personas que me acompañaban en la niñez. Podría ser más una peli, donde los escenarios cambian, las personas van y vienen. Podría ir desde pintar con crayones en el jardín de infantes, pasar por exponer por primera vez, sacar fotos, hacer esculturas, dibujar comics, pintar realismo, después murales y ganas de volver a pintar con crayones en el jardín.
—¿Cómo llevás adelante el proceso creativo de tus obras?
—Creo que el proceso creativo de una obra empieza mientras estoy haciendo la anterior. Siempre estoy en movimiento, pensando cosas nuevas, probando técnicas y buscando el error, ahí es donde aparecen las cosas que me divierten. Después, ya es cuestión de encontrar qué es lo que sirve de toda esa investigación y buscar la manera de integrarlo a una obra, a una idea o a una materialidad. La mayoría de las veces mis imágenes proponen frames aislados entre sí, de una historia. Ya sea personal o algo que vivió alguna persona cercana.
—En esta etapa de tu carrera lograste atravesar las puertas y ventanas de la creación dentro de un taller hacia la calle. ¿Qué es lo primero que te sedujo del arte callejero?



—Desde chico me interesa el arte callejero, y si bien hice varias pruebas de pintar en la calle, siempre lo vi más como un espectador. Hasta que en un momento, hace aproximadamente 5 años, con el proyecto MILLES decidí no solo pertenecer al mundo de las galerías y las exposiciones, sino también poder llegar a las personas que no tienen el hábito de asistir a estos lugares. Es decir, me interesaba que mi trabajo le llegue a personas sin que estas lo tengan que ir a buscar, que se lo topen mientras están de paso.
—Y si hablamos de Street Art, hablamos de un lenguaje, una manera de narrar la vida en el mundo de afuera. ¿De qué forma lográs introducir esas “palabras dibujadas” en cada obra para dar un mensaje?
—Si bien hacer una imagen en el espacio público tiene otras connotaciones que una obra de caballete y hay que tener algunos recaudos, mi forma de producir es la misma. Aunque me parece más oportuno sostener el concepto de que ese espacio es de todos, y que el espectador sea quien termine la imagen, según su visión, sus creencias y vivencias. Me gusta verme como alguien que propone historias a armar, como rompecabezas.
—Claramente esos mensajes luego serán leídos por la mirada de los caminantes. ¿Cómo vivís esa interacción con la gente que se detiene a “leer” tus creaciones?
—Realmente me divierte mucho. Si bien uno no se entera de la interpretación de cada persona que vio el trabajo, aprecio mucho cuando me manifiestan sus visiones y resignifican la imagen que propuse. Hay mucha gente que escribe, dibuja o saca fotos a raíz de mi trabajo. Eso es algo que valoro un montón y hace que la rueda siga.
—¿Qué elementos serían los más representativos de tu trabajo?
—Podrían ser la figuración, el formato del comic, el uso de tramas y colores plenos.






—¿Con qué materiales y técnicas trabajás habitualmente?
—Depende mucho del proyecto. En los murales suelo trabajar con stencil, aerosoles y látex. Pero después, en obras de interior o intervenciones, pueden aparecer materiales como óleo, crayones, fibrones, esmalte, acrílico… Y técnicas cómo aerógrafo, dibujo a lápiz, stencil, serigrafía, fotografía, etc.
—¿En qué proyectos estás trabajando por estos días?
—Ahora tengo algunos murales por pintar, estoy preparando una muestra. También voy a estar pintando en vivo en algunos eventos y festivales. En las redes se van a estar enterando de todo, va a haber varias cosas interesantes.
—¿Dónde se pueden encontrar tus murales y obras? —Te podés encontrar con murales por varios lugares y países, pero principalmente los vas a ver en La Plata. Y después se puede ver todo en mis redes sociales y página web, ahí tienen registro de todo lo que voy haciendo, desde murales hasta obras de interior.
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